Resumen Francesa PDF

Title Resumen Francesa
Course Teoría Psicoanalítica Escuela Francesa
Institution Universidad Autónoma de Entre Ríos
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RES REGISTROS DE LACAN: IMAGINARIO, SIMBÓLICO Y REAL Estos tres registros son de los pocos “conceptos” que se mantienen desde el inicio hasta el final de la enseñanza de Lacan. Los distintos momentos del trabajo lacaniano se organizan en un cierto orden cronológico: el primer registro que Lacan desarrolla es el registro imaginario, luego desarrolla el registro simbólico, y el último en acentuar, va a ser el registro de lo real. En un momento posterior (en los últimos seminarios) este primer orden se invierte, poniendo a lo real en primer lugar y a lo imaginario en último término, quedando lo simbólico en el mismo lugar. Lacan piensa a los tres registros desde la teoría del “nudo de borromeo”, constituido por tres aros enlazados de tal forma que al separar uno se liberan los otros. Lacan lo utiliza para indicar la estructura que forman los tres registros, los cuales tienen un orden de importancia equivalente, donde cada uno sujeto y limita al otro. En el medio de estos tres registros Lacan pone una “a” chiquitita (un objeto “a”, es el pequeño otro). Ese “otro” con minúscula Lacan lo diferencia del “Otro” con mayúscula. El “otro” va a ser el semejante, el cual surge en el campo de lo Imaginario para el sujeto; en cambio el “Otro” es aquel que emerge en el campo de lo simbólico. Dimensiones del tiempo que corresponden a cada registro: Imaginario: anticipación Simbólico: retroacción Real: actualidad Lo imaginario Período pre-psicoanalítico. Preponderancia de los Imaginario (1932 – 1953) En varios textos Lacan va a decir que en realidad el desarrollo que hace del registro de lo imaginario es un paso muy grande en su etapa pre-psicoanalítica, es decir, antes de lo que él va a considerar que es su encuentro y su toma de posición respecto del psicoanálisis, que sitúa en 1953. Es en 1953 donde encontramos los primeros seminarios en que ve el registro de lo imaginario desde lo simbólico, es decir, queda planteando lo imaginario desde una concepción de dependencia con respecto de lo simbólico. El primer texto de Lacan sobre el registro de lo imaginario es “el estadio del espejo conformador de la función del YO” (1949). Lo imaginario no se confunde con lo especular, pero en principio aparece para Lacan como la identificación con una imagen en el espejo, es decir que la primera noción que Lacan nos da de lo imaginario sí tiene que ver con lo especular, es decir, con este espacio virtual que surge a partir del reflejo de una imagen. La idea de estadio es una idea con cierta cronología madurativa, que tiene que ver con etapas cronológicas de la vida de la persona. Esta idea de estadio del espejo Lacan la

va tomar de Wallon, que es quien en realidad descubre este estadio del espejo, fenómeno de la identificación especular. Es decir, Wallon descubre y describe que entre los 8 y los 18 meses se produce un fenómeno muy particular en los niños: el fenómeno del reconocimiento de que la imagen que se encuentra en el espejo es la imagen del propio cuerpo, y este reconocimiento implica una identificación. La importancia de este estadio es la formación del YO. Esta imagen que aparece en el espejo va a operar como una matriz que va a permitir la formación del YO. De alguna manera Lacan se apoya en el pensamiento que hace Freud en introducción al narcisismo. Freud dice en una parte que hay un momento en la constitución del aparato donde se produce un nuevo acto psíquico que hasta este momento no había existido, es decir Freud está hablando de un inicio, de una inauguración, de un comienzo de algo que no estaba. Y lo que se constituye en este nuevo acto psíquico es la toma del YO como objeto amoroso. Es decir, lo que se constituye en este nuevo acto psíquico, va a decir Freud, es que todas las pulsiones se unifican en libido. Pulsión va a ser siempre parcial y la libido va a quedar como un monto de energía unificada. Entonces, Freud va a plantear que existe un momento donde se produce este nuevo acto psíquico que unifica, al unificar se transforma en otra cosa, a las pulsiones las transforma en libido, que toma a un objeto total como objeto de amor, que es el YO. En estos inicios Lacan no está muy lejano a Freud porque el YO en principio aparece como un objeto exterior que se toma como objeto de amor. Es decir que de alguna manera este estadio del espejo retoma en algo la letra freudiana, proponiendo una lectura nueva, pero que no deja de estar en el propio discurso de Freud. Tanto en Lacan como en Freud, hay un momento en el cual se construye y se constituye el YO, antes de eso no existiría esa unificación. Ahora, el YO, como lo plantea Lacan, va a estar determinando también la construcción del cuerpo. El cuerpo también se va a construir en esta identificación en tanto cuerpo propio. Este momento de identificación en el espejo, con la función de la palabra materna, con la palabra del Otro, da inicio a la capacidad de poder apropiarnos del cuerpo. Y esto va a tener que ver, por supuesto, con la libido que el Otro deposita en esta imagen que está viendo en el espejo. Porque ésta madre que mira a este niño que se está mirando en el espejo va a depositar allí un monto de su energía libidinal, energía amorosa que libidiniza ese cuerpo infantil (cuando hablamos de libido y narcisismo hablamos de amor). Dependemos de ese “Otro” para el sostenimiento de nuestras vidas. Para Lacan no hay relación de los sujetos con los objetos sin la mediación del “Otro”. La construcción del cuerpo como cuerpo propio es una construcción imaginaria que recubre bordes (pulsionales), zonas erógenas, que tienen que ver con agujeros reales. El registro de lo imaginario tiene que ver con el amor, que produce un efecto de engaño o encantamiento, y esto nos produce una parálisis respecto de lo que no hay, de lo que falta y creemos encontrar, y se vive como una sensación de completud (efecto de fascinación). Cuando Lacan da una frase con respecto de lo que es el amor, dice “amar es dar lo que no se tiene”, esto que no se tiene, es precisamente una falta, una carencia, es lo que permite que este Otro, esta madre, aloje en sí a este nuevo ser que es su deseo. Si no hubiera una falta, una carencia, no hubiera lugar para el niño, sino hubiera un

deseo de cubrir esa falta, esa carencia con un objeto valioso, no existiría el narcisismo que cubriría el cuerpo de ese bebé. Este monto libidinal que cubre el YO da la impresión de quedar totalmente cubierto, un cuerpo completo, total, pero en realidad el cuerpo es siempre un cuerpo agujereado, un cuerpo con bordes. El cuerpo tiene boca, tiene ano, tiene zonas fálicas, tiene orejas, tiene ojos, por donde estamos en contacto de entrada y salida con el mundo, el mundo nos entra y sale de nuestro cuerpo, y puede entrar y salir porque tenemos un cuerpo agujereado. Hay zonas del cuerpo que quedan agujereadas y eso hace precisamente que el movimiento de la pulsión sea posible. Volviendo al estadio del espejo. En el plano de lo imaginario aparece una imagen que se sitúa frente al niño como un espejo, identificándose él mismo con esa imagen, su imagen. Esta imagen le da al niño una idea de unidad, una unidad de algo que no está unificado, ya que esta unidad no la tenemos desde nosotros mismos, sino de la exterioridad nuestra reflejada en el espejo. En el tiempo que se produce la identificación con la imagen, se da un momento de anticipación según Lacan, la anticipación es uno de los modos de la temporalidad del psicoanálisis. Esta anticipación es el anticiparse a una unidad y a una potencia de dominio sobre su propio cuerpo que no se posee en el momento. Al chico esto le produce una sensación de júbilo o alegría por encontrar algo que aún no posee (el poder psico-motriz para sostenerse, la imagen unificada). El niño de algún modo está anticipando su propia completud, su unidad, el dominio sobre un cuerpo, que en realidad el vive en sí mismo como un cuerpo fragmentado. ¿Qué quiere decir que del lado del niño lo que hay es un cuerpo fragmentado? Quiere decir que, un niño cuando es bebé, lo que tiene de sí mismo son imágenes que están separadas unas de otras, que no se unifican. Por ejemplo, podemos ver que cuando está jugando y aparece en su campo visual su pie o su mano, los intenta agarrar como si fuera un objeto externo, como si fuera un sonajero o la mano de otro. Entonces, el cuerpo del niño es un cuerpo que no está unificado, se va a unificar justamente cuando aparezca una identificación que lo unifica, esta identificación es la que descubre Wallon y retoma Lacan, y que la teoriza en este texto sobre la identificación especular, en el estadio del espejo, la identificación en el espejo. Esta fragmentación en realidad no es del cuerpo, porque el cuerpo no está constituido todavía, el cuerpo se va a constituir a partir de la identificación, en realidad la fragmentación es del organismo. Distinguimos entre organismo y cuerpo. Y la razón de esta fragmentación tiene que ver con la entrada del significante en el organismo. Es por la palabra que el ser humano vive su organismo como roto. Normalmente esta identificación con esta imagen se produce mientras el niño está sostenido por otro frente al espejo. Es decir que nosotros tenemos del lado del niño al otro materno, que está sosteniendo al niño frente al espejo. Esto es muy importante porque en la identificación con la imagen, la mirada de este otro forma un papel fundamental. Es decir cuando el niño ve, se mira a sí mismo y ve al otro reflejado en el espejo, gira y ve al otro fuera del espejo, y es ahí que cae en la cuenta, ahí ha visto algo y espera que el otro dé su consentimiento respecto de esto que acaba de descubrir, que ese que está allí es él. Esta identificación tiene efectos estructurantes, inicia el proceso de acceso a tener un cuerpo, destaca efectos formativos, aspecto creador donde la anticipación tiene fuerza de producción. El espejismo del YO produce un desconocimiento, una ilusión de ser unificado. El YO para Lacan está producido por la identificación alienante, una imagen

que está afuera. Esta imagen es una Gestalt, una forma exterior que permite anticipar una unidad que no se tiene, situando al YO en una línea de ficción irreductible. El cuerpo es una construcción imaginaria que se constituye junto con el YO. El cuerpo como totalidad y como propio no se forma a partir de una percepción interna del organismo, sino a partir de la aceptación de una imagen exterior y ajena como imagen propia que unifica y totaliza. Lo que Lacan va a poner en jaque es la relación entre el niño y la imagen, como una relación con alguien, que es él mismo, pero que se le aparece afuera, que se aparece en frente. Entonces la relación especular hace que el YO aparezca en el lugar donde está el otro, donde está el otro como un rival, porque en este tipo de lugar, enfrente, aparecen los otros. La relación con el pequeño otro va a tener la característica de esta relación especular que es propia de las relaciones imaginarias, que se caracterizan por ser relaciones agresivas. Lacan va a poner como característica de la relación imaginaria la agresividad. En este sentido va a señalar una diferencia entre su teoría respecto de la teoría de Freud y de Melanie Klein, en relación a la agresividad. Freud y Klein ponían a la agresividad del lado de la pulsión de muerte. En Lacan la agresividad va a tener que ver con la identificación imaginaria, es parte constitutiva de la identificación imaginaria. La agresividad surge del encuentro del cuerpo propio en el lugar del otro. El objeto de deseo también surge como deseo del otro. El objeto de deseo es lo que el otro tiene, porque éste aparece como completo. Se vuelve necesario fragmentar al otro para que se unifique la propia fragmentación, este es el aspecto paranoico del YO, aspecto que debe ser regulado por una instancia simbólica. Todos sufrimos los efectos de este imaginario, es decir, a todos en alguna medida nos despierta rivalidad y envidia que el otro tenga algo, despierta deseo de despedazarlo o sacarle eso que él tiene. Lacan va a decir respecto de este punto imaginario, que el deseo es el deseo del Otro, pero también del otro con minúscula. Entonces cundo nosotros nos encontramos en esta situación donde el deseo es el deseo del otro, nos encontramos en esa situación de rivalidad con el semejante. Por ejemplo: cuando dos chicos de la misma edad tienen un juguete y se pelean por el mismo juguete, ¿por qué se pelean por el mismo juguete? Porque están tomados por esta estructura de especularidad en la relación con el otro. Por eso es que la agresividad para Lacan, a diferencia de lo que plantea Melanie Klein, es efecto del modo de estructuración del YO, y no efecto de la pulsión de muerte. También hay otro fenómeno que se produce entre la imagen y el YO, que es el fenómeno de transitivismo que aparece mucho, sobre todo se puede ver en los niños más pequeños, es decir esta confusión respecto del otro y él mismo. El imaginario NO ESPECULAR El punto no especular va a tener que ver con el punto de lo fálico; con los puntos que en la imagen no se reflejan, que precisamente tiene que ver con la castración. Si somos seres que nos sabemos agujereados, es porque somos seres que hemos sido libidinizados por otro, donde hay algo de la imagen del cuerpo que no está vista en el espejo, que no aparece en el espejo. Esto quiere decir que el cuerpo no es pura

imagen, que no es puramente imaginario, que hay otra cosa en el cuerpo que no aparece en la imagen, pero que es fundamental, porque si esta otra cosa del cuerpo que no aparece en la imagen no está, nos encontramos con esos imaginarios locos que aparecen en la psicosis. Distinción (Moi y Je) En francés hay dos términos para decir YO: moi, y je. Moi, significa lo para nosotros es el mí, de mí cuerpo, es decir el YO como objeto. O sea que en francés se puede separar el YO como objeto del YO como sujeto, nosotros no podemos hacer esa distinción, porque el mismo pronombre lo utilizamos para ambos. El moi se constituye en la relación del YO con la imagen, ese cuerpo, ese Yo como objeto. La diferencia del deseo del otro y el deseo del Otro, tiene que ver con que el Otro aparece como el lugar de lo simbólico por excelencia, es decir, el Otro es el lugar del tesoro de los significantes, el Otro va de algún modo a permitirnos tomar algún significante, poder encontrar un camino metonímico en relación a nuestro deseo, no va a tener que ver con la imagen de lo que el compañero tiene, sino que va a tener que ver con los significantes inconsciente, y va a tener que ver con los modos en que lo simbólico opera en el sujeto. La constitución del deseo como simbólico va a tener que ver con el mandato del inconsciente, con el síntoma, con el significante que viene de la historia particular de cada uno, con el atravesamiento de la castración, etc. El deseo del otro es un deseo especular imaginario se construye en función de que yo quiero lo que el otro tiene. Es una constitución del deseo como imaginario. Lacan va a decir: “el inconsciente es el Otro” o “el Otro es el inconsciente”, aquí nos encontramos con todos los mandatos del inconsciente. El Otro es un lugar donde puede advenir un sujeto, ¿qué hay en este lugar? En este lugar hay sobre todo significantes, es decir que el Otro me va a ofrecer la posibilidad de sostenerme en la vida a través de los modos que la cultura indica que hay que sostener un ser humano en la vida. Entonces la cultura, que ese Otro borda, es lo que va a reglamentar la relación de este Otro donde el sujeto va a advenir. Este Otro es el lugar de los significantes y es el lugar donde la ley se incorpora, precisamente incorporando esta ley algo de la separación respecto del Otro se va a poder producir. Lo simbólico Periodo psicoanalítico. Preponderancia de lo Simbólico (1953 – 1963) Este tiempo psicoanalítico es de predominancia de lo simbólico, está dominado por la posibilidad de obtener de la lingüística una teorización de estatuto científico. El precursor va a ser Levi-strauss. En la antropología estructural, Levi-strauss lo que haces es tomar, por un lado el psicoanálisis (Freud) y por el otro lado la lingüística (Saussure). Es a partir de la lingüística en donde Lacan se basa bastante. Gracias a estos aportes el psicoanálisis se enriquece considerablemente, ya que la lingüística constituye el suelo estructural del pensador lacaniano. Lacan toma el concepto de signo de

Saussure, el cual se compone por el concepto (siendo “la cosa” para Lacan) sería el significado; y por la imagen acústica que sería el significante (es decir, la secuencia de sonidos que le dan significado a ese concepto). Estos dos elementos están unidos y se condicionan recíprocamente. Para Saussure la palabra está dentro de la lengua, la cual es un sistema en donde todos los términos son solidarios, cuyo valor depende de la presencia simultánea de los otros, es decir, que el valor del signo depende de los otros. Para Lacan el significante tiene prevalencia sobre el significado. El inconciente se construye a partir de la conjunción dada entre significantes que dan lugar al sujeto, “cadena de significantes”. Existen varias cadenas de significantes simultáneas. El significante cobra sentido en relación a una cadena, el cual puede relacionarse a otro elemento de otra cadena y abrochar ambas cadenas de significantes entre sí. El valor de significación va a depender de la cadena en que se lo coloque a ese significante. Hablamos de sujeto “sujetado” a su inconciente, y no de individuo, lo cual significa indiviso (alguien que no se divide). La lingüística es la que da la posibilidad de hacer un estudio de esta función simbólica. Es decir, este orden simbólico lo que hace es dar sostén a una estructura en la cual las relaciones están dadas por los lugares y las funciones que se cumplen en relación a estos lugares. Es decir, cada persona va a ocupar un determinado lugar y este lugar está determinado por la estructura, porque es la estructura la que define cuáles son los lugares, si la estructura no lo define este lugar no existe. Podemos decir que el lugar habilita posibilidades, determina responsabilidades, el lugar determina actos posibles y esto es la base sobre la cual funcionan todas las sociedades. El orden simbólico es un orden diacrítico: los elementos adquieren valor en relación a los otros elementos, ninguno tiene sentido por sí mismo (elemento=significante). El significado no está dado de antemano sino que es a producir en la relación de un significante con otro en la cadena significante. Lacan quiere decir que el pensar está constituido básicamente por significantes que cambian continuamente de significado. Por lo tanto, el psicoanálisis debe dar mayor importancia al significante que al significado. De esta forma Lacan le da importancia a lo “formal”. Esta formalización tiene que ver con la materialidad significante con que el síntoma es relatado, tiene que ver con que escuchemos la manera en cómo relata el paciente su padecimiento, prestando atención a la repetición y la interrupción de sonidos o fonemas utilizados por el analizado, marcando el inconsciente en aquello que no se escucha, puesto que prestamos más atención al contenido. Para Lacan el deslizamiento entre significante y significado tiene un punto de tope (o límite) el cual es algo que él llama “punto de capitón” o “punto de almohadillado”, y el ejemplo paradigmático de ese punto de abrochamiento es la “metáfora del padre”. El significante del nombre del padre produce un ordenamiento de los significantes. El concepto del significante del nombre del padre le permite a Lacan reelaborar desde el estructuralismo la noción de Edipo. Este significante se cumple en la neurosis pero falla en la psicosis. En la neurosis va a haber inscripción de ese significante, lo cual va a permitir que se lleve a cabo la represión cuando sea necesaria. En la psicosis no hay inscripción, esta falta de inscripción se llama “forclusión”, la cual es el mecanismo fundante de la estructura psicótica.

En Levi-strauss y en Lacan lo simbólico es lo que ordena la cultura, lo que separa al hombre de la naturaleza. El orden simbólico es concebido como ese orden inconsciente que regula la vida de los sujetos y las comunidades, sin que ellos sepan cómo. “El hombre esta desde antes de su nacimiento y más allá de su muerte, insertado en la cadena simbólica, la cual ha fundado el linaje antes de que en ella se bor...


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