Resumen Sociologia industrial Lopez Pintor 2 y 7 PDF

Title Resumen Sociologia industrial Lopez Pintor 2 y 7
Author Esteban Min
Course Sociología Industrial
Institution UNED
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CAPITULO 2. LOS EFECTOS SOCIALES DE LA INDUSTRIALIZACIÓN Y EL CONCEPTO DE SOCIEDAD INDUSTRIAL Se va a explicar el proceso de desarrollo industrial y sus efectos sobre la estructura social en tres tipos de sociedades diferentes: las sociedades que se industrializaron primero y que generalmente se identifican con el calificativo de “sociedades industriales”; la llamada “sociedades industriales”; la llamada “sociedad postindustrial” (con mayor nivel de industrialización), que según algunos sociólogos de los años sesenta podría indicar el camino a recorrer por las demás sociedades no industriales; y las sociedades que fueron objeto de colonización por las potencias europeas, que a partir de años sesenta se les conoció como “Tercer Mundo”. El proceso de industrialización y el desarrollo industrial constituyen un objeto central de la preocupación de la Sociología y uno de los factores básicos del cambio social, que permite un desarrollo de determinadas disciplinas científicas, las Ciencias Sociales entre ellas. Se trata de hacer explícitos los principales intentos teóricos de explicación de la relación entre industrialización (en sus diversos niveles) y cambio social. La presencia de la industria en una sociedad viene a alterar sus estructuras en dimensiones e intensidad variables, pero conformando ciertas pautas que son recurrentes en todas las sociedades. Según Florence, el desarrollo industrial genera las siguientes tendencias de indiscutible relevancia sociológica: -

Creciente importancia de las actividades secundarias y terciarias Aplicación de la ciencia en la industria, la minería, la agricultura y el transporte Incremento de la proporción de directivos, organizadores, investigadores, técnicos y administrativos en la población activa Urbanización o concentración de la población en las ciudades a un ritmo superior al del crecimiento de la población en general Ampliación de las dimensiones de las empresas Aparición de una jerarquía de altos directivos que no son necesariamente los propietarios del capital (en las soicedades socialistas esto es así por definición) Niveles de vida más altos para la población en general

Tendencias con nítido cáracter social, identifica Dahrendorf: -

Tranformación de sociedades de clases o castas cerradas en sociedades abiertas de clases Ruptura de las jerarquías tradicionales de condición e igualación de todos los trabajadores asalariados Situaciones de inadaptación y alienación para el trabajador, inicialmente extraño a la industria Situaciones de miseria social y oposición creciente entre las clases

La industrialización original y la Revolución Industrial Llamamos industrialización original al proceso de desarrollo industrial que tiene lugar en Inglaterra, a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, y respecto del cual la industrialización de las demás sociedades – tanto en el siglo XIX como en el XX- de alguna forma puede considerarse derivada. Dahrendorf distingue, en el proceso de industrialización, entre la fase de la Revolución Industrial y la de la industrialización mecanizada. Mientras que la primera es un fenómeno exclusivamente inglés, que se considera liquidado hacia 1790, la segunda es una fase mucho más larga y en la que se inicia la industrialización de otras sociedades (Francia en la primera mitad del s. XIX, Alemania y Norteamérica en la segunda, Rusia a finales de siglo). Es interesante identificar los rasgos principales de la Revolución Industrial, y los principales intentos de explicación teórica del proceso de transformación social concomitante a la industrialización europea. También se hará referencia al concepto de “sociedad industrial” en Aron y Bell, como herramienta teórica para el entendimiento de la estructura social de las sociedades industrializadas con independencia de su régimen político. La gran transformación que se produce en esta época no sólo se debe, en efecto, a los cambios en las manufacturas, sino también a lo que Bell considera “el signo de los tiempos”: la tranformación de un sistema

de vida agrícola que había dominado durante cuatro mil años. Estos cambios ya tienen lugar a principios de siglo, y aún antes, pues en gran medida se deben a las exigencias de un comercio en expansión y al empuje de una clase comerciante que empieza a sustituir a la vieja aristocracia en el dominio de la tierra. En el período de “capitalismo primitivo” (fines del siglo XVI al XVIII) tiene lugar una preformación de características esenciales del orden social industrial que cristaliza posteriormente. Los “principales rasgos de la revolución industrial”, según Toynbee: 1.

El constante y rápido incremento de la población, a partir de la década de 1750, alcanzando su cota máxima en la segunda década del siglo XIX. 2. La disminución de la población agrícola como consecuencia de los fenómenos de transformación de la agricultura. Población que no es totalmente transferible al nuevo sector industrial y que, en gran medida, pasa a engrosar las filas de pobres y emigrantes. 3. La sustitución del sistema doméstico de producción por la fábrica (que absorbe un mayor número de operarios). 4. La expansión del sistema fabril, por la introducción de las máquinas, y por la expansión del comercio como consecuencia del desarrollo de las comunicaciones. Finalmente, la enorme subida de las rentas de la tierra y de las ganancias de los agricultores “representó una gran revolución, un cambio en la balanza del poder político y en la posición relativa de las clases”. Los agricultores (“farmers”) pasan a constituir una nueva clase desde principios del siglo XIX en que dejan de trabajar y vivir con sus trabajadores y adoptan nuevas pautas de consumo. Y parecido fenómeno tiene lugar en la industria: “la nueva clase de los grandes empleadores capitalistas hizo enormes fortunas; no participaban personalmente –o lo hacían en escasa medida- en el trabajo de sus fábricas, no conocían personalmente a sus centenares de trabajadores”. Los viejos lazos personales son sustituidos por el vínculo del salario (“cash nexus”). Toynbee señala: “los trabajadores recurren a la acción colectiva y los sindicatos comienzan la batalla entre enemigos mortales más que entre productores que trabajan juntos. Fue una época en que los capitalistas oprimieron a los trabajadores cuanto podían reduciendo los salarios. Si a esto se unen las subidas de los precios y la emigración rural, sin posibilidades de plena absorción en la industria, se explica la extensión de la pobreza en la Inglaterra de principios del siglo XIX. A partir de 1846, señala Toynbee, mejoran sensiblemente las condiciones de vida del obrero y, más aún, mejora su condición moral (apariencia externa, comportamiento más ordenado y mesurado). Mejoran también las relaciones entre obreros y capitalistas, en gran medida por la acción de los sindicatos, que contribuyen a la armonía. Dos conclusiones, según Toynbee, de mayor interés sociológico: 1.

Refiriéndose a la primera época de la Revolución Industrial, “los efectos de la Revolución Industrial demuestran que la libre competencia puede generar riqueza sin producir bienestar”. 2. Evaluar el bienestar y la armonía de clases de Inglaterra en la segunda mitad del XIX, ya que patronos y obreros forman parte de los mismos comités políticos o escolares (ambas clases están aprendiendo a respetarse mútuamente). Toynbee se pregunta si “esta independencia política del trabajador puede combinarse con una independencia y seguridad materiales. Porque, hasta que esto no ocurra, el trabajador estará a merced de su empelador, inutilizando su voto

Son estos temas de la estructura y evolución de la sociedad cuya economía se basa en la libre competencia, y de la relación entre los fenómenos económicos y los fenómenos políticos, a los que prestaron mayor atención autores, entre otros, como Marx y Weber.

2. El análisis de la industrializacción en los autores clásicos La Sociología del s. XIX –la Sociología de los fundadores- es, en gran medida, una Sociología Industrial. El quehacer sociológico se hace posible, tan sólo, a partir de la segunda mitad del s. XVIII, cuando lo social aparece frente al observador como una realidad autónoma (“la sociedad” se hace perceptible como una realidad acotable frente al “Estado Absoluto”). Es la experiencia de las revoluciones lo que pone en marcha el saber sociológico, en el sentido de una mentalidad que puede denominarse “ciencia positiva”.

Específicamente, en relación con el s. XIX, Aron dice que “el hecho que impresionó a todos los observadores de principios del XIX –base de todas sus teorías- fue la industria”. El pensamiento clásico gira, pues, en torno a los temas del industrialismo, a los fenómenos nuevos que aparecen con la revolución industrial, y que básicamente son: -

Las condiciones de la clase trabajadora (degradación del trabajo y su separación del ámbito del gremio y de la familia) Las transformaciones de la propiedad La ciudad industrial La tecnología El sistema fabril La sociedad de clases como reflejo del sistema fabril.

Saint-Simon En él se encuentran, en embrión, algunos de los planteamientos positivistas. Popularizó el término “Industrialismo”. Desarrolla su visión de la nueva sociedad industrial en contraposición con la sociedad feudal y militar que la precediera. En la sociedad militar, dominada por clérigos, guerreros y señores feudales, distingue Saint-Simon tres clases: 1. La de los científicos, artistas y hombres de ideas liberales 2. La de los propietarios 3. La de los que nada tienen. Cuando empieza a desintegrarse la vieja sociedad y aparece el conflicto entre las dos últimas clases, los propietarios carecen de la capacidad para controlar las demandas de igualdad de los no propietarios; y los intelectuales –dada su superioridad cultural sobre la vieja élite- toman las riendas del control social. Las doctrinas científicas vienen a ocupar, en la sociedad postrevolucionaria, el puesto de la religión y de la iglesia. Los clérigos son reemplazados por los científicos y los señores feudales por los industriales, dentro de un proceso que se inicia con la alianza entre propietarios y científicos para controlar las demandas de los no propietarios y concluye en un tipo de sociedad donde la nueva religión de la ciencia sirve de vínculo armonizador de estos grupos. Propietarios, científicos y trabajadores constituyen la clase de los “productores” frente a la que sólo cabe oponer la clase de los “ociosos”. Saint-Simon desarrolla la idea de un parlamento industrial o entidad planificadora de aquella sociedad orgánica, integrada por tres cámaras: la de la invención (integrada por científicos e ingenieros), la de examen (supervisores de proyectos y personas en control de la educación) y la de ejecución (industriales que llevan a cabo los planes). Saint-Simon no es ajeno a las diferencias reales entre los estratos dominantes y los trabajadores. Cree que es preciso mejorar las condiciones de estos últimos y, exalta el amor al prójimo como lazo fundamental de unión entre todos los grupos de la sociedad. Destacar la división saintsimoniana entre sociedades militares e industriales, que no es sinónimo de la distinción de Spencer entre sociedad industrial-sociedad militar. Destacar también la exaltación del empresario industrial, como agente central del cambio hacia la nueva sociedad (presente de alguna forma en Adam Smith). Será un tema persistente en la literatura sociológica, con diferentes matices. Necesario hacer algunas puntualizaciones sobre el concepto de “sociedad industrial”. Para Saint-Simon, y también para Comte, la sociedad industrial se define por contraposición a la sociedad militar o feudal en los términos ya indicados: sociedad productora dirigida por la ciencia y el espíritu empresarial. Hay sin embargo un contemporáneo de Saint-Simon y Comte para quien las categorías sociedad militarsociedad industrial significan algo diferente: Herbert Spencer.

Spencer y Comte Spencer es un evolucionista no unilineal para quien las ideas de una sociedad sólo pueden explicarse en términos de la estructura social de la que son función. La evolución de dicha estructura es comparable a la evolución que tiene lugar en el mundo orgánico y se presenta, básicamente, en los siguientes términos:

-

Aumento del volumen de las estructuras Incremento paralelo del grado de diferenciación o complejidad estructurales Integración sucesiva de las estructuras diferenciadas

La división del trabajo aparece integrándose en el todo, pues a mayor diferenciación se origina una mayor interdependencia. Spencer establece dos tipologías de las sociedades: 1.

Por el grado de complejidad estructural (sociedades simples, compuestas, doblemente compuestas y triplemente compuestas). 2. Más relevante para nuestros propósitos, según el tipo de regulación interna (sociedades militares e industriales). La sociedad militar se caracteriza por una regulación basada en el control compulsivo y coercitivo y la sociedad industrial por la cooperación voluntaria y el autocontrol de los individuos. Estos dos tipos de sociedad pueden darse cualquiera que sea el nivel de complejidad de la estructura social: una sociedad puede ser al mismo tiempo industrial y poco diferenciada estructuralmente. Comte habla de una sociedad teológica y militar que muere y otra científica e industrial que nace; de cómo la reforma intelectual es la base de la reforma social, siendo preciso estructurar un sistema de ideas científicas para el gobierno de la nueva sociedad. En el estadio teológico de la evolución social la sociedad está dominada por sacerdotes y militares; en el metafísico, por clérigos y juristas, y en el positivo, por administradores de la industria, que se guían por principios científicos. (La clasificación de las ciencias, con la Sociología en la cúspide de la pirámide, sólo cabe entenderla en relación con las necesidades de gobierno de este último tipo de sociedad). La división del trabajo es un factor decisivo en la evolución social, ya que, junto con la religión y el lenguaje, determina la solidaridad social, creando en los individuos sentimientos de dependencia recíproca. Algunos aspectos negativos de la moderna división del trabajo industrial que, pese a favorecer la integración del individuo en el todo social, atenta contra “el espíritu general agregado”, pues el énfasis en su actividad especializada le lleva a mirar en sus intereses privados, que cree poco relacionados con el interés público o general. Estas tendencias desintegradoras deben ser contrarrestadas por la acción del poder temporal y espiritual, responsable de que el todo social se mantenga unido. Pues no ve Comte un antagonismo de intereses entre empresarios y proletarios si no una comunidad de interese en torno a la producción. Y, más aún, cree que la propiedad privada es necesaria, pero que los industriales, banqueros y patricios han de ser conscientes de su deber social. Esta cooperación entre dirigentes y dirigidos en el ámbito de la empresa industrial la señala Comte como una necesidad típica de la moderna sociedad. “Así como no puede existir un ejército sin oficiales, tampoco puede haberlo sin soldados”. Esta noción es también pertinente en el orden industrial. La división espontánea que se ha ido desarrollando gradualmente entre empresarios y trabajadores constituye ciertamente el germen necesario de su eventual organización. No sería posible ninguna operación a gran escala si cada uno de los participantes confiara vagamente en una comunidad inerte e irresponsable. Pero esta semejanza en la estructura jerárquica de la industria y el ejército no supone que la cooperación se presenta en idénticos términos para ambas. En relación con los trabajadores la diferencia fundamental y favorable que existe es que bajo el viejo sistema la gente estaba en situación de regimentación respecto de sus líderes; bajo el nuevo, están unidos a ellos. Los jefes militares ejercían un poder de mando mientras que los jefes industriales del presente sólo proveen de liderazgo . En el primer caso, las gentes eran súbditos; en el segundo, miembros. En los complejos industriales todos son, en realidad, colaboradores, todos son asociados.

Durkheim Las formas de división del trabajo determinan el tipo de solidaridad de una sociedad dada y que fundamentalmente se refleja en el tipo de sistema jurídico predominante y propio de cada sociedad.

Distingue entre una sociedad arcaica, donde la división del trabajo favorece la existencia de una conciencia colectiva muy fuerte y una sociedad moderna. A esta conciencia la denomina Durkheim “solidaridad mecánica” o basada en la semejanza (las ideas comunes a toda la sociedad son más en intensidad y número, que las que mantiene personalmente cada miembro de la misma). Esta solidaridad mecánica se extiende casi por completo sobre la mentalidad y moral individuales; de aquí las reacciones drásticas contra las violaciones de las instituciones del grupo y, por tanto, la importancia de las leyes penales y represivas en tal tipo de sistemas. Por el contrario, la extensión de la división del trabajo en la moderna sociedad hace aparecer una forma distinta de solidaridad: la solidaridad orgánica, basada más en las diferencias que en las semejanzas y que implica una mayor interdependencia social a medida que aumentan las diferencias entre los hombres y disminuye la importancia de la conciencia colectiva. De aquí la importancia que tiene el desplazamiento del Derecho Penal por el Derecho Civil y Administrativo, que más que el castigo, exigen la restitución de la justicia (aunque los contratos no significan la eliminación total de la coacción al contener elementos predeterminados y no negociables por las partes, sino impuestos por la ley). Las causas de la creciente división del trabajo buscarlas en la densidad creciente de la población y en una condensación progresiva de las sociedades: concentración de la población, formación de ciudades, extensión de las comunicaciones... Importante también es el tema de la anomía, que no es un estado de la mente sino una propiedad de la estructura social: vacío normativo particularmente agudo en épocas de crisis y cambio social rápido, o falta de normas que mina la cohesión social del grupo. En la esfera comercial e industrial –en una época de cambios económicos y rápida movilidad social- es donde más se produce un vacío normativo porque escapa, en gran medida, a los intentos de regulación y control y, por otra parte, las pasiones y el deseo de poseer son particularmente intensos. Los grupos sociales afectados por este tipo de actividad son especialmente poco cohesionados y, de aquí, que en su seno (entre los profesionales de la industria y el comercio) sea particularmente frecuente “el suicidio anomio”, cuya causa fundamental radica en la falta de integración en el grupo social. Como señala Coser en su análisis de Durkheim, los miembros de un grupo poco cohesivo “están insuficientemente protegidos contra las crisis existenciales”. Marx y Weber Ambos contemplan la sociedad moderna “qua” (como, equivalente) sociedad capitalista. Para Marx se trata de un tipo de sociedad transitorio hacia el socialismo, donde la lucha de clases se manifiesta en términos de oposición burgueses-proletarios; para Weber, el capitalismo es una manifestación más, aunque central, de un proceso más amplio de racionalización en todos los órdenes de la vida. Marx establece el siguiente modelo explicativo del cambio social y la dinámica de la sociedad capitalista: el sistema productivo de una sociedad (las fuerzas de producción o tecnología y las relaciones de producción o de clase que aquéllas hacen cristalizar) constituye la infraestructura determinante de las demás formas sociales superestructurales (el sistema político-jurídico, cultural, etc.). El motor del cambio y la evolución social lo constituyen los antagonismos a nivel de relaciones de producción, que hacen eclosión cuando las nuevas tecnologías ya no se corresponden con la estructura social generada por formas menos avanzadas de desarrollo tecnológico. En las entrañas de cada tipo de sociedad o, más exactamente de cada sistema productivo (antiguo, feudal o capitalista) están en germen las fuerzas sociales de cuyo antago...


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