Romanización Hispania Romana Historia España 2022 PDF

Title Romanización Hispania Romana Historia España 2022
Author Amal Saqroni
Course Historia Contemporánea De España
Institution Universidad de Murcia
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Resumen Romanización 2º Bach, para la preparación de la EBAU...


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LA HISPANIA ROMANA: FACTORES DEL PROCESO DE ROMANIZACIÓN I INTRODUCCIÓN Para entender la conquista de Hispania y el proceso de romanización es necesario conocer antes la base de pueblos que la habitaban. Así, de noroeste a este se distribuían por el territorio celtas, celtíberos e íberos y en el norte podían encontrarse pueblos preibéricos. De igual forma, a partir del siglo X comenzaron a asentar sus factorías fenicios y griegos en las costas sur/sureste y del levante peninsular, respectivamente. Sin embargo, el factor clave será la aparición de los cartagineses, antigua colonia fenicia, que tras la Primera Guerra Púnica se situaron en la Península para recuperarse de su derrota frente a Roma en la lucha por la hegemonía en el Mediterráneo. Tras expandirse por gran parte de la Península, el sitio de Sagunto por parte de los cartagineses dio comienzo a la Segunda Guerra Púnica, que acabó con una nueva victoria de los romanos y que implicó que éstos ocuparan los territorios (218 a.c.) que hasta entonces habían sometido los cartagineses. II DESARROLLO La romanización supone la adopción y asimilación de los pueblos peninsulares a las estructuras económicas, sociales, políticas y culturales de Roma. Se trató de un proceso lento y con características bien diferenciadas según el territorio. Así, mientras que en el Este y Sur la romanización fue más rápida, intensa y pacífica debido al mayor contacto histórico de sus habitantes con pueblos colonizadores, en las tierras centrales y occidentales la resistencia fue muy superior. Allí tuvieron lugar las guerras lusitanas y las guerras celtíberas. Las mayores dificultades de conquista las hallaron en la zona cantábrica, que sólo pudieron dominarse, y de forma muy relativa, en tiempos ya del Imperio (Augusto). Más allá de la conquista, la romanización se produjo a través de la adopción del sistema urbano, la aplicación del derecho romano, el uso del latín y el arte. Además, aunque en principio se distinguía entre ciudades estipendarias, federadas y colonias romanas, con el paso del tiempo todos los habitantes adquirieron primero la ciudadanía latina y, más adelante, la romana, que implicaba el mismo estatus jurídico que cualquier ciudadano romano. En cuanto a la división administrativa de la Hispania romana, fue variando en número y denominación con el paso del tiempo. Así, durante el periodo de la conquista (197 a.C), se distinguían la Citerior y la Ulterior. En el año 27 con la creación del Imperio, Augusto dividió Hispania en tres provincias: Tarraconense, Lusitania y Bética. Con Diocleciano quedó dividida en siete provincias, las tres que ya existían además de: Gallaecia, Cartaginense, Tingitana y Baleárica. Las provincias podían ser senatoriales, cuando estaban bajo la administración del Senado o imperiales, bajo la administración del emperador. Asimismo, las provincias eran gobernadas por un pretor, asesorado por una asamblea (consilium), a la vez que había un cuestor que se encargaba de hacer el censo para la recaudación de impuestos. A efectos de administración de justicia las provincias se dividían en conventus. Por su parte, las ciudades eran los centros de producción e intercambio y también contaban con personal específico encargado de su administración, los magistrados. La estructura social estaba formada por hombres libres, libertos y esclavos. Dentro de los hombres libres había a su vez una distinción entre ciudadanos romanos y no ciudadanos. Los primeros poseían derechos políticos y los segundos carecían de ellos, pero sí que poseían derechos civiles y de la opción de alistarse al ejército, donde una vez se licenciaban sí que adquirían la ciudadanía romana. Los libertos eran los antiguos esclavos manumitidos, con derechos civiles como los hombres libres, mientras que los esclavos carecían de cualquier tipo de derecho y estaban a merced de su propietario.

La economía de Hispania era de tipo colonial, es decir, los romanos obtenían sus abundantes recursos naturales y luego obligaban a que importase esos productos ya manufacturados en Italia o procedentes de otras provincias orientales. Para explotar todos estos recursos era fundamental la mano de obra esclava, abundante y barata tras las conquistas, por lo que se trataba de una economía esclavista. En agricultura destacaba el cultivo de la triada mediterránea, cuya productividad mejoró gracias a la introducción de innovaciones. En ganadería destacó la producción de lana y la industria pesquera. Asimismo, la minería permitía obtener importantes ingresos mediante la extracción de metales de gran valor como el oro, plata, cobre, mercurio o plomo. Para que el intercambio de estos productos fuera posible entre la geografía peninsular y el Imperio fue fundamental la existencia de las calzadas romanas, que unían zonas ricas en materias primas con las ciudades comerciales y el resto del Imperio. También eran de gran importancia para estos intercambios los puertos costeros y la unidad monetaria conseguida con el denario de plata. En los aspectos culturales, la introducción de la lengua latina fluyó desde las clases altas hacia el resto de la población. De esta forma, todas las lenguas peninsulares actuales proceden del latín, con la excepción del euskera, que fue la única lengua prerromana capaz de sobrevivir. También contribuyó enormemente a la romanización la implantación de los cultos romanos. Sus dioses y cultos terminaron mezclados con los de los pueblos indígenas, los fenicios, griegos y de otros pueblos orientales. No obstante, con la expansión del Cristianismo, que culminó con su conversión en la religión oficial del Imperio, se produjo una homogeneización en este ámbito, a pesar de que en el seno del cristianismo también había distintas concepciones. Finalmente, la huella romana queda visible a través de distintas obras de ingeniería como acueductos, puentes, teatros, arcos de triunfo, esculturas y mosaicos. III. CONCLUSIÓN En conclusión, la Hispania romana nació como un escenario más de la lucha por el control del Mediterráneo entre las dos potencias del momento, Cartago y Roma, para acto seguido ser conquistada por los vencedores, cuyas costumbres e instituciones son asimiladas de una forma más o menos desigual en las distintas partes del territorio. Lo que entendemos por romanización. Sin embargo, a partir del siglo III, cuando el Imperio alcance su cenit territorial, empezará a caer en una profunda crisis marcada por guerras civiles y caos económico, a lo que se añadirá la amenaza externa de los pueblos germánicos. En este contexto se produce un fenómeno clave para la transición hacia la Edad Media: el abandono de la ciudad en favor del campo, es decir, la ruralización de la sociedad. Así, los poderosos adquirían grandes latifundios para no tener que pagar impuestos y, ahora, el sistema económico dejará de esta fundamentado en los esclavos para recurrir al colonato, por el cual los campesinos trabajan la tierra del propietario y quedan vinculados a ella de por vida. Tras la división del Imperio primero y la caída de su parte occidental, la nueva unificación de la Península correrá a cargo de los visigodos, que permanecerán en ella hasta la invasión musulmana en 711. En definitiva, la conquista de Roma supuso la incorporación de la Península Ibérica como provincia de un basto imperio. Es decir, que Roma representaría los cimientos de lo que siglos después será España y nos otorgan entidad política y territorial. No obstante, hasta las invasiones germánicas que acaban con el Imperio Romano de occidente, concretamente, con los visigodos, Hispania no alcanzará independencia política respecto al imperio que la vio nacer. Lengua, derecho, cultura, ingeniería, creencias… son parte del legado dejado por Roma, elementos que en mayor o menor grado, seguirían vigentes hasta nuestros días....


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