Tema 4 - Alfred Adler y la psicología individual PDF

Title Tema 4 - Alfred Adler y la psicología individual
Course Psicología De La Personalidad
Institution Universidad Camilo José Cela
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Tema 4. Alfred Adler y la psicología individual

Facultad de Ciencias de la Salud Grado en Psicología Profesor Dr. Francisco Pérez Fernández

TEMA IV. ALFRED ADLER Y LA PSICOLOGÍA INDIVIDUAL 1. ANTECEDENTES 1.1. Darwin. El evolucionismo biológico Para Adler los conceptos de selección natural y lucha por la supervivencia ocupan un papel central. De hecho, su primer libro trató acerca de las inferioridades orgánicas y su compensación, siendo en realidad una aplicación directa del darwinismo a la medicina (trabajo, por cierto, muy bien recibido por Freud como complemento a la teoría psicoanalítica, [Ellenberger, 1970]). Desde este posicionamiento, y en compaginación con la teoría nietzscheana, Adler construyó el concepto de lucha por la superioridad, que postula la adaptación al medio ambiente como aspecto fundamental de la vida. Gran parte de los escritos posteriores de Alfred Adler son, en gran medida, una refutación de las tesis del darwinismo social (que sostiene, a nivel de las sociedades humanas, la supervivencia del más apto y la muerte o el fracaso del inepto o escasamente dotado). La posición adleriana es, sumariamente, que la inferioridad orgánica puede servir de estímulo al individuo a la hora de obtener logros superiores. En este sentido, la cooperación y el sentimiento comunitario serían más importantes en el decurso de la cultura que la mera lucha por la vida1. 1.2. Freud Adler ya había elaborado la mayor parte de su trabajo teórico (referido muy especialmente a los campos de la medicina social y la educación) antes de conocer a Sigmund Freud. Ello motivó que siempre se mantuviera dentro del psicoanálisis desde posicionamientos profundamente heterodoxos que le llevaron, por ejemplo, a no aceptar en ningún caso conceptos como el de líbido o la teoría sobre el complejo de Edipo. Ello no obstó, sin embargo, para que la teoría adleriana tuviera un gran influjo en psicoanalistas posteriores, dado que estableció la importancia de las relaciones madrehijo en el desarrollo psicológico de los seis primeros años de vida. Asimismo, en otros ámbitos como la interpretación de los síntomas neuróticos o el análisis de los sueños, la aportación de Adler resultó muy influyente y valorada. 1.3. Friedrich Nietzsche Al igual que la mayor parte de los intelectuales centroeuropeos de su generación, Adler recibió una poderosa influencia de los vigorosos escritos nietzscheanos. En tal sentido, algunos autores han llegado a sostener que no fue otra cosa que un mero imitador de Nietzsche, cosa que no se ajusta del todo a la verdad. Cierto que en un primer momento teórico Adler conceptualizó los instintos agresivos de manera muy próxima a los planteamientos nietzscheanos sobre la voluntad de poder, pero más adelante, en 1

Véase, por ejemplo, la obra de Jacques Ruffié, De la biología a la cultura.

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conjunción con el darwinismo, elaboró la tesis de la lucha por la superioridad. Esta va más allá del planteamiento original al subrayar la importancia del crecimiento y el desarrollo creativo. De la misma manera, Adler entra en contradicción con Nietzsche cuando enfatiza el valor del interés social en el funcionamiento psicológico. 1.4. Ficcionalismo Adler admitió sentir una profunda admiración por el ficcionalismo (o teoría del como sí) elaborada por Hans Vahininger. De hecho, conceptos clásicamente adlerianos como metas, compensación o esquema de apercepción se basan en este posicionamiento filosófico. En líneas generales, Vahininger analizaba la conducta humana en términos de ficciones o conceptualizaciones personales que el individuo tiene sobre el mundo. Así, el ser humano estaría más influido por sus posibles cálculos acerca del futuro que por el mundo efectivo presente, de suerte que todas sus conductas se orientarían en función de tales expectativas o ficciones. 1.5. Holismo Unos quince años después de recibir la influencia de los supuestos de Vahininger, Adler volvió a quedar impresionado por una teoría filosófica. En este caso se trató de la filosofía holística de Jan Smuts, personaje ciertamente peculiar con quien Adler intercambió correspondencia para terminar influyendo decisivamente en la publicación de sus escritos en el Viejo Continente. Político, jefe militar sudafricano y pensador por afición, Smuts cimentó sus posiciones sobre los supuestos organicistas de Aristóteles, siendo en gran medida precursor de la famosa Teoría General de Sistemas de Bertalanffy. La idea general de Smuts, desde la antigua distinción filosófica entre el todo y las partes, partía de la base de que un sistema total tiene, en condiciones normales, propiedades diferentes de las que poseen aquellas partes que lo componen. Así pues, el hombre entendido como sistema total posee o genera un impulso que provoca un aumento progresivo en la organización del todo. En líneas generales, Adler siempre se mostró en completo acuerdo con este punto de vista. 2. CONCEPTOS PRINCIPALES 2.1. Inferioridad y compensación Adler (1907) trató de explicar por qué la inferioridad afecta de diferentes maneras a cada individuo concreto. En este momento estaba aún muy aferrado a las consideraciones médicas y, en consecuencia, tenía un profundo interés por desentrañar los procesos fisiológicos subyacentes a toda actitud psíquica. Su idea, considerada globalmente, era la de que el sujeto poseía uno o varios órganos más débiles o menos desarrollados que el resto, lo cual motivaba que tuviera una clara tendencia a padecer

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enfermedades relacionadas con ellos. Asimismo, todo individuo normal con deficiencias orgánicas contundentes se esforzaría por compensarlas tanto a nivel físico como psíquico, de suerte que un órgano deficiente podría terminar desarrollándose bien a través del entrenamiento y el ejercicio adecuados. Con posterioridad, Adler amplió sus estudios hacia el sentimiento psicológico de inferioridad, acuñando el conocido concepto de complejo de inferioridad. En opinión de Adler, los niños están muy afectados por el complejo de inferioridad a causa de su pequeño tamaño y su falta de fuerza física para desenvolverse en un mundo de adultos, más grandes, fuertes y capacitados para el desempeño de las tareas cotidianas. Si en un niño esta afección es demasiado intensa, tendrá problemas para desarrollarse adecuadamente. No obstante, un complejo moderado es lógico y sano en el sentido de que empujaría al niño hacia soluciones y realizaciones constructivas para solventar las dificultades. 2.2. Lucha por la superioridad A juicio de Alfred Adler, agresividad y hostilidad no son fenómenos idénticos pese a que puedan presentarse juntos. La agresividad sería una tendencia hacia la superación de obstáculos; un modo de tomar la iniciativa frente a cualquier suerte de adversidad. De hecho, Adler, desde el proceso evolutivo de la adaptación al medio, vio en las tendencias agresivas humanas un hecho crucial para la supervivencia tanto a nivel individual como de la especie en general, y, al hilo de Nietzsche, quiso entender que la agresividad podía manifestarse como voluntad de poder. Con posterioridad a estas primeras impresiones, consideró a la agresión y a la voluntad de poder como manifestaciones de un motivo más genérico que denominó meta por la superioridad y la perfección, es decir, un resultado directo de la motivación individual y colectiva de perfeccionamiento, desarrollo de capacidades y ampliación del propio potencial. La meta por la superioridad puede seguir una dirección positiva o negativa: 1. Positiva. Preocupada por el interés social y el bienestar común. 2. Negativa. Centrada en la búsqueda de una superioridad personal (dominio de los demás). Adler consideraba esta tendencia como una perversión neurótica que, por regla general, es resultado de un gran sentimiento de inferioridad y una notoria falta de interés social (egoísmo / egocentrismo). Quien adopta este tipo de orientación no suele obtener la satisfacción personal que busca. 2.3. Metas Cada individuo desarrolla una meta específica y concreta para su vida que le sirve a la hora de enfocar el rendimiento. Por norma, esta meta no es elegida conscientemente sino el resultado de la influencia de la experiencia, los valores, las

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actitudes, las emociones y la personalidad. Tampoco se presenta como un objetivo claro y presente sino, más bien, como una orientación vital. Cuando el sujeto alcanza el estado adulto, es capaz de encontrar o construir argumentos lógicos y definidos que explican sus elecciones, por ejemplo, profesionales. Pero en la infancia, momento en que las metas comienzan a generarse, estas permanecen como algo oscuro y generalmente inconsciente. La generación de las metas en el niño son resultado de aquellos procesos compensatorios generados en los complejos de inferioridad, la inseguridad y el desamparo que aparecen frente a las presiones del mundo adulto que le rodea y que producen en él sentimientos de impotencia. Estas metas son siempre un tanto irreales y pueden transformarse en tendencias engreídas o neuróticas si los complejos que las alimentan son excesivamente fuertes. De este modo, lo habitual es que el neurótico perciba un enorme vacío entre las metas conscientes y las inconscientes (entre lo ficticio y lo posible): las inconscientes resultan perjudiciales al estar generando ideales fantásticos y excesivos a expensas de las metas conscientes, que se basan en el rendimiento real. En todo caso las metas dan una dirección y un propósito a la existencia, permitiendo a un observador externo interpretar distintos aspectos del pensamiento y el comportamiento de los individuos. Por ejemplo, un sujeto que lucha persistentemente por obtener poder personal, desarrollará una serie de rasgos específicos y neuróticos a fin de obtener sus metas como ambición, envidia, desconfianza, etc.). De otro lado, los rasgos concretos que acompañan a un meta no son ni innatos ni inmodificables, sino que se adoptan en función de las propias metas que el sujeto se propone (Adler, 1956). 2.4. Estilo de vida Adler enfatizaba la necesidad de analizar a cada individuo como una totalidad unificada (holismo). El único camino que un individuo escoge (y puede escoger) para seguir su meta es lo que denomina estilo de vida. Tal es un formato integrado de adaptación a la realidad e interacción con ella. Precisamente por ello, todo hábito aislado o rasgo de conducta adquiere una significación cuando se interpreta desde el estilo de vida (contexto total de la actividad del sujeto). Así, Adler mostraba un profundo desacuerdo con la fragmentación o escisión de la psicología en diferentes temáticas o ámbitos. Un tema complejo, como el de los problemas psíquicos y emocionales no podía ser debatido aisladamente dado que en él participa el estilo de vida en su conjunto. 2.5. Esquema de apercepción Como parte del estilo de vida, cada sujeto desarrollo una concepción de sí mismo (“self”) y del mundo. A esta concepción Adler la denominó esquema de apercepción (el concepto de apercepción hace referencia a aquellas percepciones que encierran aspectos subjetivos con respecto a lo que es percibido). Este punto de vista es, ciertamente, muy centroeuropeo: ya Kant estimaba que la percepción de los individuos era básicamente aperceptiva dado que el sujeto ponía en todo caso parte del objeto a fin de concretar una

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visión global y consistente de la realidad. Por otro lado, Wilhelm Wundt lo introdujo en su propuesta psicológica. Adler subraya el hecho de que la concepción que el sujeto tiene del mundo es lo que determina su conducta, esto es, si el individuo estima que el agua acumulada en grandes cantidades (río, lago, etc.) es peligrosa, experimentará invariablemente un temor irracional hacia las grandes masas de agua que se manifestará, por ejemplo, a la hora de tomar un baño. La consecuencia inmediata de ello es, evidentemente, que el esquema de apercepción es autorreforzador de suerte que el sujeto tiende a interpretar toda circunstancia del medio como amenaza cuando siente miedo, o a valorar negativamente toda conducta de aquella persona hacia la que experimenta cualquier forma de animadversión. 2.6. Poder creativo del sí-mismo (“self”) El ser humano tiene la capacidad de responder de forma activa y creativa ante las diferentes influencias que recibe en la vida cotidiana. De tal modo, cada individuo busca con ahínco cierta clase de experiencias entretanto rechaza o evita otras. Del mismo modo, codifica e interpreta selectivamente la experiencia, desarrollando un esquema de apercepción propio y diferente del resto que marca, prefigura y define su relación personal tanto consigo mismo como con el medio circundante. El poder creativo de la personalidad, en suma, orienta y dirige las respuestas del organismo ante los cambios del entorno. Adler siempre pensó que Freud, anclado en una concepción excesivamente determinista y pasiva del ser humano, no había enfatizado suficientemente la capacidad creativa del sujeto para controlarse a sí mismo y para regular su propio destino. Lo cierto es que sostuvo la tesis de que el individuo jamás está impotente ante las circunstancias externas o internas y puede actuar para cambiar la realidad y modelar su propia personalidad. 2.7. Interés social o sentimiento comunitario Pese a recibir muchas críticas simplistas y no siempre bienintencionadas, es de rigor observar que Adler no se centró tan sólo en las temáticas de la agresión y la voluntad de poder. De hecho, sus últimos escritos hicieron clara referencia al conceptos como interés social y sentimiento comunitario, que definió como “el sentido de la solidaridad humana, la unión del hombre con el hombre... la connotación más amplia de un ‘sentido de camaradería en la comunidad humana’” (Wolfe en Adler, 1928). En tal sentido, manifestó que todo comportamiento humano es social en la medida que los sujetos se desarrollan en el seno de un ambiente social y, del mismo modo, porque la personalidad se desarrolla siempre y en todo caso socialmente. Es por ello que el interés social de los individuos incluye sentimientos de parentesco con toda la humanidad y de relación con la totalidad de la vida.

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Este es un claro punto de distanciamiento entre Adler y Freud si se tiene en cuenta que el segundo, en obras como El malestar en la cultura, rechazó frontalmente este tipo de ideales o sentimientos oceánicos, entendiendo que en realidad se trataba de cargas que el sujeto recibe desde el exterior y que percibe como presiones insoportables del superego. De la misma manera, la propuesta de Adler confrontó con los idearios individualistas de la psicología norteamericana del momento (funcionalismo / conductismo). En todo caso, Adler sostuvo que el aspecto más importante del sentimiento comunitario es el desarrollo de una conducta cooperativa que encuentra sus raíces en el mero hecho evolutivo humano y sus manifestaciones primigenias (horda, caza, etc.), y que se observa reiteradamente a lo largo de la historia de la humanidad. Sólo cooperando con los demás y obrando como miembros valiosos de la sociedad pueden los individuos superar sus inferioridades reales, o bien, vencer sus sentimientos de inferioridad: “si una persona coopera, nunca se vuelve neurótica” (Adler, 1964b). 3. EL DESARROLLO PSICOLÓGICO Y SUS OBSTÁCULOS En opinión de Adler, el desarrollo psicológico consiste en buscar la salida desde todo tipo de actividad centrada en uno mismo (abandonando por consiguiente toda meta de superioridad personal), hacia una actitud de dominio constructivo del medio y un desarrollo socialmente útil. Esto sólo es posible cuando el individuo presta la debida atención al desenvolvimiento de las tareas vitales fundamentales, siendo capaz de orientarlas en la dirección adecuada. Tales tareas son, mantiene Adler, el trabajo, la amistad y el amor. Las tres están estrechamente interrelacionadas y aparecen determinadas por las condiciones fundamentales de la existencia de los sujetos. 3.1. Trabajo Incluye no sólo a las actividades por las que se recibe una remuneración económica previamente convenida, sino también a todas aquellas que resultan útiles a la comunidad en general. Adler mantenía que el trabajo sólo proporcionaría al individuo satisfacción y dignidad personal en la medida en que pudiera resultar beneficioso a los demás. Por ejemplo, un profesor obtiene mejor rédito en el aspecto psicológico de su ocupación cuando aprende a ver su labor de enseñar no sólo como un medio de vida sino, ante todo, como una labor beneficiosa para sus alumnos. 3.2. Amistad Es el modo en que el sujeto expresa su carácter de miembro de la especie humana. Y esto es así porque surge de la necesidad constante de los individuos de adaptarse e interactuar con otros. Es de todo punto imposible que alguien mantenga una relación abstracta con la sociedad en la que se inserta, de suerte que los vínculos de amistad se convierten en nexos esenciales para la supervivencia de toda comunidad. Amistad y trabajo se relacionan en la medida que todo trabajo constructivo (socialmente beneficioso) depende del esfuerzo amistoso y cooperativo. Siguiendo el ejemplo

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precedente: el profesor no puede desarrollar un trabajo eficaz como enseñante, ya sea en el plano psicológico individual como en el aspecto de la utilidad social, si no mantiene una buena relación tanto con sus alumnos como con sus propios compañeros. 3.3. Amor Debe hacerse notar que Adler siempre y en todo caso se refiere al amor en términos de amor heterosexual, lo cual no es extraño si se tiene en cuenta el sesgo darwinista (y por ende biologicista) de su pensamiento. En todo caso, el amor significa dentro de su esquema una estrecha unión del cuerpo y la mente, así como la expresión de una cooperación máxima entre dos personas del sexo opuesto. En primer término, la intimidad entre los sexos es vital para la continuidad de la especie, por lo que el amor es potencialmente biológico. Sin embargo, y en segundo lugar, existe una vertiente social del amor, expresada en forma de matrimonio o pareja estable que constituye el máximo desafio para la capacidad cooperativa de los individuos: una pareja feliz crea condiciones óptimas para el fomento de la cooperación y el interés social tanto de sus componentes como de sus hijos. El desarrollo psicológico puede verse obstaculizado en la infancia por tres posibles situaciones: la inferioridad orgánica, el mimo y la indiferéncia. Pueden aparecer juntas o por separado y, en todo caso, degeneran en fallas para los intereses sociales del sujeto, a la par que contribuyen al desarrollo de un estilo de vida poco o nada cooperativo, basado en una meta irreal de superioridad personal. 3.4. Inferioridad orgánica Los niños que sufren males o enfermedades graves y prolongadas son propensos a volverse excesivamente egocéntricos y solitarios. Suelen alejarse de otros niños y de las actividades en grupo a causa del sentido de inferioridad que se suscita en ellos y que, generalmente, lleva aparejada una inhabilidad personal a la hora de competir o sostener relaciones satisfactorias. En opinión de Adler, cuando estos niños con problemas físicos son capaces de vencer estas dificultades, pueden sobrecompensarlas desarrollando sus otras habilidades hasta un grado poco usual. 3.5. Mimo Los niños mimados o demasiado consentidos suelen mostrar sérias dificultades a la hora de desarrollar un sentido de interés social y cooperativo. Lo habitual es que desconfíen de sus propias habilidades porque los adultos ya lo han hecho todo por ellos, de modo que prefieren plantear exigencias egoístas a los amigos y la familia antes que cooperar con ellos o satisfacer sus necesidades por sí mismos. De otro lado, suelen tener sentimientos poco sinceros hacia sus padres ya que los manejan con facilidad. 3.6. Indiferencia

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