Tema 4. Desarrollo de la arquitectura toscana en el Quattrocento PDF

Title Tema 4. Desarrollo de la arquitectura toscana en el Quattrocento
Author Pablo Plantagenet
Course Arte del Renacimiento
Institution Universidad de Sevilla
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Tema 4 DESARROLLO DE LA ARQUITECTURA TOSCANA EN EL QUATTROCENTO: BERNARDO ROSSELLINO, AGOSTINO DI DUCCIO, GIULIANO DA MAIANO Y GIULIANO DA SANGALLO 1. Bernardo Rossellino (1409-1463) La actividad artística de Bernardo Rosellino está muy vinculada a la trayectoria de tres pontífices: Eugenio IV, Nicolás V y Pío II; y se desarrolló en un área geográfica más diversa, es decir, su producción arquitectónica está más dispersa que la de los artistas vistos con anterioridad. Esta se reparte, fundamentalmente, en las ciudades de Arezzo, Roma, Florencia y Pieza. Sus contemporáneos señalan la habilidad técnica de la que siempre hizo gala, así como la rapidez y el ímpetu con el que afrontaba sus encargos. Con apenas 25 años recibió su primer encargo independiente: la finalización de la fachada principal de la basílica de la Misericordia de Arezzo. Durante esos mismos años, recibirá un encargo de suma importancia: la ampliación del transepto y el ábside de la basílica de San Pedro de Roma y la construcción de una capilla sacramental para la basílica. Esta no ha llegado a nuestros días, ya que fue demolida junto con la totalidad del edifico para la construcción de la nueva basílica. De regreso a Florencia va a trabajar en el Claustro de los Naranjos de la Abadía Florentina, allá por 1436 y 1437. Este nos remite al claustro construido por Michelozzo para el convento dominico de San Marcos, ya que al igual que este, emplea galerías de arcos rebajados sobre columnas jónicas. Posteriormente, en la década de 1440, Rossellino se va a encargar casi en exclusiva de tareas escultóricas, pero hacia 1450 lo encontramos trabajando para Nicolás V en Roma, donde conoció a Alberti, con quien colaboró para la edificación del Palacio Rucellai. Donde verdaderamente podemos apreciar la obra de Rossellino en todo su esplendor es en Corsignano, villa natal del papa Pío II, de nacimiento Eneas Silvio Piccolomini. Cuando este papa ascendió al solio pontificio, decidió dignificar su pueblo natal transformándolo en una ciudad episcopal, con un obispo al frente y, consecuentemente, una catedral, junto con otra serie de edificaciones que contribuirían a la monumentalización de la villa. De hecho, desde ese momento Corsignano cambió su nombre por el de Pienza, en homenaje al papa. 1

Las

obras

de

transformación que se iniciaron entonces fueron encomendadas a Bernardo

Rossellino.

Estas

se

dieron con gran rapidez entre los años 1460 a 1462, teniendo como núcleo de actuación la plaza principal, que fue convertida en un espacio público de planta trapezoidal y donde se levantaron los edificios más significativos del nuevo plan urbanístico: la catedral, el palacio episcopal, el palacio comunal, denominado Palacio del Pretorio, y el Palacio Piccolomini, de tipo señorial. La remodelación de Pienza fue el primer ejemplo de transformación urbanística a la búsqueda de la ciudad ideal renacentista que tomó forma visible, ya que, por lo general, estas se quedaron en el papel, diseñadas en tratados de arquitectura y otros documentos, pero sin materialidad física. Sin embargo, aquí la obra original del papa pudo llevarse a la práctica. La Catedral de Pienza (1459-1462) presenta una planta de tres naves de igual altura que hace que el templo se aleje de los modelos italianos y se asemeje más a la tipología de hallenkirche o iglesia de planta de salón, que tan arraigada estaba en Europa central. Parece que esto fue un deseo expreso del papa, que pudo haber visto este modelo arquitectónico en Alemania. Además, este modelo arquitectónico permite una mejor iluminación del interior. Las naves se articulan por esbeltos pilares con semicolumnas adosadas que llevan insertos sobre los capiteles los fragmentos de entablamento que tan característicos

habían

sido

en

la

obra

de

Brunelleschi, y que elevan la altura de las bóvedas de crucería que cubren los tramos de las naves. La disposición de esas piezas sobre los capiteles se ha interpretado como un afortunado error, en tanto que no habían sido proyectados en el diseño original, pero acabaron resultando en una solución atractiva. La fachada blanca de mármol travertino presenta gran pureza de líneas y volúmenes. Se articula por medio de una composición tripartita, con tres arcos sobre columnas de orden compuesto, 2

prolongados a través de los dos cuerpos que conforman la fachada. Cada arco acoge una entrada. El conjunto queda rematado por un frontón triangular de grandes dimensiones en cuyo tímpano se disponen las armas de Pío II, que son las de su familia coronadas por las llaves de San Pedro.

En uno de los lados de la plaza, a la derecha de la catedral, se halla el Palacio Piccolomini (1459). Su fachada sigue muy de cerca el modelo del Palacio Rucellai de Alberti, pues de nuevo se trata de una fachada de tres niveles separados por entablamentos y articulados por un sistema de pilastras y una superposición de órdenes, tal y como aparece en algunos monumentos de la Antigüedad romana, como el Anfiteatro Flavio o el Teatro de Marcelo. Otros elementos que aparecen en el Palacio Rucellai y que se toman aquí son las características ventanas bíforas, de las que toma también el arquitrabe que interrumpe los arcos, y el empleo del almohadillado como elemento decorativo. La trasera del palacio dispone de unas magníficas vistas del jardín y del paisaje por deseo expreso del papa. La plaza se completa con el Palacio Episcopal y el Palacio del Pretorio, que cumplía las funciones de ayuntamiento. Este recurre al formato usual de palacio florentino casi de origen medieval. En él destaca una logia en el piso inferior y un cuerpo de ventanas bíforas en el superior. Además, presenta un aspecto de fortaleza

muy

propio

de

la

Toscana,

características generales que se repiten en los demás edificios del entorno urbano.

3

2. Agostino di Duccio (1418-1481) Agostino di Duccio se dedicó por encima de todo a la escultura, sólo de manera puntual se asomó al campo de la arquitectura. Vivió en Rímini durante muchos años, en los que llegará a conocer a Alberti, que le influirá de forma considerable. Entre sus obras podemos destacar el oratorio de San Bernardino, en Perugia (1457-1461), donde destaca su fachada policromada en su totalidad. Esta, como es característico de la región, exhibe

unos

colores

vivos

algo

apastelados.

3. Giuliano da Maiano (1432-1490) Giuliano da Maiano dio sus primeros pasos como arquitecto como colaborador de los grandes maestros de la primera generación renacentista, siguiendo los pasos de Brunelleschi y Michelozzo, pero siempre dando muestras de un especial talento por un tipo de diseño personal. Una de sus obras más significativas es la Catedral de Faenza (1474), dedicada a San Pedro y cuya fachada quedó inconclusa. En el interior llama la atención la alternancia de soportes, donde se combinan columnas con pilares con pilastras adosadas. Otra particularidad de esta catedral es el hecho de que la totalidad de sus naves estén cubiertas por bóvedas vaídas, convirtiéndose en la primera catedral renacentista en hacerlo. Algunos estudiosos proponen que Da Maiano pudo observar este procedimiento en Venecia.

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Giuliano será, además, uno de los muchos arquitectos que intervenga en la basílica de la Santa Casa de Loreto (1468-siglo XVIII), un santuario mariano de gran importancia, debido a que custodia la que se venera como la casa de María en Nazaret, traída a este punto de Italia, según la leyenda, por ángeles. Las labores del arquitecto se centraron en la cabecera de la basílica. En Nápoles levantó, entre 1487 y 1490, la Villa de Poggioreale, que, por desgracia, ha desaparecido, pero de la que se conserva un plano y un alzado Sebastián Serlio. También en Nápoles erigió la Porta Capuana, en 1484, perfectamente encajada entre dos grandes bastiones de lo que era la muralla medieval de la ciudad. En ella emplea el tradicional esquema de arco de triunfo de inspiración romana, a lo que añade una gran riqueza escultórica.

G

o da Sangallo (1445-1516) Arquitecto nacido en Florencia, que responde al oficio de arquitecto puro, en el sentido en que no se formó en una materia distinta a la arquitectura, como sí lo hicieron la mayoría de los artistas del Renacimiento. Se dedicó enteramente a la arquitectura. que no tenía el menor reparto en aceptar cualquier tipo de trabajo que tuviera que ver con la construcción. Dirigió un amplio taller que aceptaba cualquier encargo que estuviera relacionado con la construcción. Hacia 1465, con 20 años, viajó a Roma con el propósito de conocer de primera mano y estudiar los monumentos antiguos. En la Ciudad Eterna permaneció durante siete años, a lo largo de los cuales realizó un importante número de dibujos y bocetos con anotaciones manuscritas, que fueron recogidos en el Codex Barberini Latino, hoy custodiado en la Biblioteca Vaticana. Tras esta etapa de formación regresó a Florencia, donde afrontará, en solitario, la construcción del Palazzo Scala o “della Gherardesca” (Florencia, 1473-1480), por encargo del canciller Bartolomé Scala. El edificio sigue los modelos domésticos de la Antigüedad y cuenta 5

con un peristilo, un elemento muy característico

de

la

domus

romana,

delimitado por unas arcadas de medio punto sobre las que se asienta el piso superior. Entre un nivel y otro un amplio basamento

exhibe

doce

relieves

monumentales en los que se presentan temas mitológicos y alegóricos. En

Florencia

también

recibió

algunos encargos de Lorenzo el Magnífico, como por ejemplo la Villa Medicea di Poggio a Caiano (1480-1485), que cumplía las funciones de residencia estival de la familia Medici. La villa resulta de una indudable inspiración romana, sobre todo evidente en su monumentalidad, adaptada a los esquemas

propios

del

Quattrocento

italiano. En su fachada principal cabe distinguir la presencia de un cuerpo inferior de arcos de medio punto, rematado por una balaustrada, y sobre el que se asienta un gran pórtico concebido como un templo grecorromano hexástilo, y rematado por un gran frontón triangular con las armas de la familia Medici en el tímpano. A este se accede por una doble escalinata de perfil curvilíneo, muy innovadora para la época. Tan satisfecho quedó Lorenzo el Magnífico con el resultado de la villa que hizo un segundo encargo a Giuliano. Se trata de la iglesia de la Madonna delle Carceri de Prato (14861495), que debido a su carácter votivo obedece a una planta centralizada de cruz griega. El arquitecto rinde homenaje a la obra de Brunelleschi, como lo demuestra el interior de la iglesia, que sigue muy de cerca el estilo del venerado maestro a través de la articulación del espacio mediante pilastras corintias y entablamentos de pietra serena y la bicromía de esta con el blanco de los enlucido, pero también la cubrición del crucero mediante una cúpula

de

paraguas

sobre

pechinas, iluminada con tondos, y la

disposición

de

algunas

elementos decorativos de cerámica. 6

Para los Pazzi edificó el atrio de la iglesia de Santa María Magdalena dei Pazzi (Florencia, 1482-1492), que remite por sus formas al de la capilla Pazzi, de la misma familia, de trazas muy similares. Al igual que este, se compone de una serie de columnas que soportan un entablamento interrumpido en el centro por un arco de medio punto. También sigue muy de cerca el estilo de Brunelleschi en la sacristía de la iglesia del Santo Spirito (Florencia, 1482-1492), una estancia de planta centralizada, de nuevo articulada por un sistema de pilastras corintias y arcos de medio punto moldurados, elaborados como es tradicional con la autóctona pietra serena, por lo que también aquí encontramos la bicromía entre el gris de la piedra y el blanco del enfoscado. La estancia se completa con una serie de piezas muebles propias de una sacristía.

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En el terreno de la arquitectura palaciega destaca el Palacio Gondi de Florencia (1490), donde también se nota la influencia de Brunelleschi. Fue iniciado en 1490 con un estilo fiel a la tradición por el empleo del almohadillado, pero dotando a la fachada de un claro sentido decorativo, porque en cada piso de la fachada los sillares han sido tratados de forma distinta. A este respecto destaca un elemento muy característico y distintivo de este palacio, como es la ubicación de un sillar con forma de cruz encajado entre ventana y ventana, en el piso intermedio. Además hay dispuesto un banco corrido en el piso inferior, siguiendo la idea de Alberti en el Palacio Rucellai, y como elemento decorativo destaca el escudo de armas de la familia patrocinadora en una de las esquinas del edificio.

Otro palacio destacado en la obra de Giuliano da Sangallo es el Palazzo Strozzi (Florencia, 1489), en cuya construcción contó con la colaboración del arquitecto Simone del Pollaiolo “Il Cronaca”, que fue quien se encargó de verdaderamente de la construcción. A este último debemos la disposición de la sobresaliente cornisa que remata la fachada. También se continua con la tradición de la graduación de los sillares de piedra en cada planta, haciéndose más suaves y pulidos conforme se asciende en altura.

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Palazzo della Rovere (Savona, 1495-1497). Cuando los Medici fueron expulsados de Florencia, Giuliano se vio obligado a buscar nuevos patrocinadores. Así, el cardenal Giuliano della Rovere, futuro papa Julio II, le encarga este palacio, que es un exponente del clasicismo que desarrolla Da Sangallo en el último tramo de su carrera, y caracterizado por su desnudez. Plantas articuladas por unas sencillas pilastras de orden toscano. Encontramos un elemento que no hemos visto hasta ahora pero que va a tener un uso muy frecuente en la arquitectura palaciega, sobre todo romana. Se trata de la superposición de dos ventanas en la misma planta, en este caso en la planta intermedia. Cuando accede al papado León X, de la familia Medici, esta vuelve al poder en Florencia, y con ella la protección a Sangallo. El papa lo llamará a Roma y lo nombrará junto a Rafael arquitecto de las fábricas pontificias. Por ello, se vincularán con la construcción de la nueva basílica de San Pedro, para la que ideará un proyecto del que se conserva un plano fechado en 1505 en la Galería de los Uffizi. Sin embargo, Sangallo estaba ya en el final de su carrera, era ya mayor, por lo que se desvincula del proyecto.

5. Obras anónimas Para completar el estudio de la arquitectura toscana del Quattrocento, debemos señalar una serie de obras que aun permanecen en el anonimato. Una de ellas es la abadía de Fiesole, ciudad cercana a Florencia, que se construye a partir de 1456, y que recibe su principal impulso constructivo del abad Timoteo Maffei. Este proyecto se entronca perfectamente con las virtudes y características que se dan a la producción arquitectónica toscana del periodo, por su austeridad, armonía y perfección de las proporciones, ideas iniciadas por Brunelleschi y continuadas y asentadas por seguidores como Alberti y 9

Michelozzo. Igualmente, se emplean recursos ya vistos en la arquitectura toscana del Quattrocento como la tradicional bicromía y el uso de pilastras corintias de gran elegancia como articuladoras del espacio. Otra obra anónima pero que constituye uno de los principales hitos de Florencia es el Palacio Pitti, construido a partir de 1458, bajo los auspicios del banquero Luca Pitti. Aunque desconocemos el arquitecto que proyectó el edifico, se ha atribuido a Luca Fancelli. Hay algo en el Palacio Pitti que traiciona a lo que se venía haciendo en Florencia en el plano arquitectónico, y es su colosalismo, su monumentalidad, más cercano a lo romano que a lo florentino. Estas grandes proporciones hay que entenderlas dentro del afán de superación y competitividad que había entre familias florentinas del siglo XV. De hecho, Luca Pitti dijo que quería que en el patio de su palacio cupiera todo el Palacio Medici. El núcleo original se corresponde con los siete tramos centrales de su fachada principal, el resto es producto de ampliaciones llevadas a cabo en el siglo XVI por arquitectos manieristas: Vasari y uno de los mejores discípulos de Miguel Ángel, Bartolomeo Ammanatti. Como es tradicional, en la fajada se emplea un paramento almohadillado, idéntico en las tres plantas, pero a diferencia de lo que se había hecho anteriormente no se emplea ningún orden arquitectónico, es decir, nos encontramos con pisos corridos, solo interrumpidos por los ventanales y las puertas del piso bajo. Cada una de las tres plantas está coronada por una balaustrada. El palacio llegó a cobijar en su interior uno de los más tempranos salones para banquetes abovedado de todo el Renacimiento italiano.

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