Tema 5-China-Un Neoliberalismo De Rasgos Chinos PDF

Title Tema 5-China-Un Neoliberalismo De Rasgos Chinos
Author JM CC
Course Globalizacion y realidad nacional
Institution Universidad de Lima
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Summary

China: Un Neoliberalismo De Rasgos Chinos.Las reformas introducidas en China por sucesivos gobiernos de la época posterior a Mao para estimular los mercados han sido el verdadero desencadenante del asombroso éxito económico del país, un éxito que habla por sí mismo si consideramos que la tasa media ...


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China: Un Neoliberalismo De Rasgos Chinos. Las reformas introducidas en China por sucesivos gobiernos de la época posterior a Mao para estimular los mercados han sido el verdadero desencadenante del asombroso éxito económico del país, un éxito que habla por sí mismo si consideramos que la tasa media de crecimiento del PIB en los últimos veinte años ha sido del 9,7%. Aunque la transformación del sistema económico chino ha seguido un proceso gradual, la difusión de las ideas del neoliberalismo occidental se produjo mucho más deprisa, sobre todo entre las élites urbanas. A la industrialización forzosa de la década de los cincuenta, que se bautizó con el grandilocuente nombre de “Gran Salto Adelante”, siguieron hambrunas devastadoras. Y las persecuciones políticas de la “Gran Revolución Cultural del Proletariado” de finales de lo sesenta ocasionaron la muerte y encarcelamiento de millones de personas. La filosofía de Deng Xiaoping, envuelta en una retórica nada ingenua de continuidad con la visión comunista del Gran Líder, pretendía encontrar un auténtico modelo alternativo –de Estado y socialismo más mercado–, cuyos resultados fueron evaluables de acuerdo con los criterios neoliberales de eficacia económica, productividad y competividad. En 1978 el Partido Comunista Chino (PCC) respaldó el paquete de reformas económicas propuesto por Deng Xiaoping que, abandonando la antigua doctrina de Mao sobre la “permanente lucha de clases”, favorecía la construcción y la modernización económicas. El programa abogaba también por ir devolviendo el poder político y económico a las instituciones locales y regionales, sin que ello privara al partido de tomar las decisiones finales, un principio fundamental del sistema. Pese al giro mercantilista que tan claramente iba dando la economía, Deng Xiaoping siempre dejó claro que el Estado seguía siendo la única institución facultada para legalizar nuevas formas empresariales, fijar precios y salarios, supervisar las importaciones y la inversión directa extranjera y para permitir que empresas nacionales exportaran sus productos a distintos destinos internacionales. El sector agrario de la economía planificada se organizaba en torno a granjas comunales bastante ineficaces. Como estaban obligados a soportar duras prácticas de segregación, los campesinos recibían muchas menos prestaciones de bienestar que los trabajadores urbanos. A medida que las reformas de mercado introducidas por Deng Xiaoping iban cogiendo fuerza, en la década de los ochenta, las empresas públicas empezaron a contratar trabajadores temporales, venidos sobre todo de las zonas rurales, sin tener que ofrecerles los generosos beneficios sociales que garantizaban a sus trabajadores fijos. Los directores recibieron mayor capacidad de gestión para conseguir que las empresas públicas funcionaran más eficazmente e incluso se les autorizó a producir excedentes por encima de las cuotas establecidas por el Estado. Al venderse al “mercado abierto”, el precio de estos productos superaba con mucho los precios fijados por el Estado. Como la productividad de las empresas estatales empezó a decaer marcadamente, la banca nacionalizada se vio obligada a subvencionarlas, lo cual diezmó la economía china. En 1993 los líderes del PCC decidieron autorizar la transformación de un pequeño número de empresas públicas seleccionadas en empresas de accionariado conjunto para responder a estos problemas. A partir de entonces y durante veinte años, las empresas públicas siguieron este proceso de privatización a pasos agigantados. El programa pequinés de privatizaciones dio un paso más cuando el PCC decidió abrir algunas empresas públicas al capital extranjero. El consiguiente flujo de inversión extranjera directa contribuyó a que China se convirtiera en un superpoder industrial, fundamentalmente como

foco de la manufactura con mano de obra intensiva. Creación de “Zonas Económicas Especiales” (ZEEs) En 1995 el gobierno chino ancló tácitamente el yuan al dólar americano para estabilizar la moneda. Los economistas políticos occidentales solían decir que China había empezado a manipular con coherencia las tasas de cambio para aumentar su competitividad en las exportaciones internacionales. Los analistas del Tesoro americano, a la vista de que el déficit comercial de su país con China era cada vez mayor (233.000 millones de dólares en 2007), estimaron que la subvaloración del yuan pudo llegar a superar el 40%. Temeroso de que los levantamientos populares consiguieron minar la autoridad del Estado en el futuro, como había ocurrido en la Unión Soviética y los países del Este europeo, el gobierno respondió a la manifestación de Tiananmen con una severa represión política. Y aunque consiguió evitar un colapso del sistema a la soviética, el PCC no logró disolver la contradicción que suponía dar apoyo a una economía de mercado y mantener su más que arraigada tendencia autoritaria. Cuando murió Deng Xiaoping en 1997, el partido había llegado a un pacto de menor represión: ganar legitimidad popular integrándose en una economía global, algo que elevaría el nivel de vida de la mayoría de los chinos. El presidente Jiang Zemin, cambió aún más el contenido de su discurso público, alejándose de los antiguos valores socialistas de igualitarismo y redistribución para ir incorporando nuevos objetivos neoliberales, como los de crecimiento económico y maximización del beneficio. Pese a que China pertenece a la OMC y apoya a sus jóvenes empresarios y directivos, la transición económica sigue estando en manos de unas facciones políticas muy poderosas que se encuentran progresivamente divididas entre los centralistas, burócratas nacionalistas, de Pekín, y los empresarios más regionalistas, partidarios de la idea de la globalización, de Shangai, Guangzhou, Chongqing y otros centros urbanos importantes. Desde que asumió el cargo en 2003, el presidente Hu Jintao he hecho avanzar el programa neoliberal en áreas tan relevantes como ciencia y tecnología, derechos de propiedad intelectual o política comercial. Sin embargo, y de manera simultánea, su gobierno ha seguido anclado a la idea de que la transición al nuevo sistema de mercado debe hacerse bajo dirección estatal. Por ejemplo, el PCC aún controla los precios y el suministro de agua y energía; y también subvenciona a un ineficaz sector energético, que alimenta la gigante base manufacturera del país. Sin estas subvenciones, la industria china no podría competir globalmente. De hecho, uno de sus más tenaces competidores es India, un país que, como China, abandonó el socialismo y modificó su sistema económico mixto siguiendo líneas neoliberales....


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