Title | Tema 2 (La conversación coloquial. Rasgos primarios y rasgos coloquializadores) |
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Author | Salva Martínez |
Course | Español Coloquial |
Institution | Universitat de València |
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TEMA 2. La conversación coloquial. Rasgos primarios y rasgos coloquializadores. Conversaciones coloquiales prototípicas y periféricas 1. ¿Qué es la conversación coloquial? El género conversación El registro coloquial no equivale a la conversación coloquial. Hablar de español conversacional como sinónimo de español coloquial supone una confusión de un registro con un género, la conversación (que, en realidad, es su manifestación más genuina). Ha de tenerse en cuenta que una conversación no siempre se desarrolla en un registro coloquial (también en ámbitos formales o técnicos). Por tanto, el registro es el uso específico de habla, mientras que la conversación es la representación más característica de lo coloquial. Una conversación es un coloquio entendido por un conjunto de una o más interlocuciones complementarias (dependen las unas de las otras) y en el que participan dos o más interlocutores. De la equivalencia entre coloquio y conversación se extrae la idea de que la conversación es el género discursivo más apropiado para explicar lo «coloquial». Según Criado de Val (1980), el coloquio es «la suma elemental de dos o más interlocuciones con significado complementario». En el coloquio actúan dos o más interlocutores, circunstancia esta que diferencia al coloquio de otras formas de la oralidad, como los monólogos. De la confrontación que se produce entre los interlocutores en el coloquio se deriva el concepto de tensión coloquial, ya que “la iniciación del coloquio requiere la existencia de un mínimo de tensión, de una conexión que ha de mantenerse en su posterior secuencia. El coloquio es un género y coloquial es un registro. La definición de “coloquio” de Criado de Val ha causado la distinción entre estos dos términos. Cuando habla de coloquio en realidad está hablando de la conversación. Si no hay tensión o dinamismo en la conversación entre dos personas o más, no hay coloquio. Por tanto, en una conversación se negocia y se argumenta.
Los seis rasgos que identifican a la conversación (en general) como un tipo de discurso son los siguientes: 1. Es oral: se articula a través del canal fónico. 2. Es una interlocución en presencia (cara a cara). 3. Es inmediata: a diferencia de un informativo o un mensaje pregrabado, se desarrolla en la coordenada espacio-temporal del «aquí y ahora». 4. Es dialogal: esa dialogicidad implica, frente al monólogo, sucesión de intercambios o intervenciones. 5. Es dinámica (dinamismo conversacional): alternancia de turnos entre hablante y oyente. 6. La alternancia de turnos no predeterminada: a diferencia de otros discursos dialogales tales como el debate, la entrevista, etc. 7. Es cooperativa: se coopera con el tema de la conversación y la intervención del otro (feedback)1 . Para definir la conversación coloquial, estos rasgos caracterizadores son necesarios, pero no suficientes. Eso es porque solo hemos definido hasta ahora «conversación», pero no “coloquial”. Cualquier conversación tiene estos seis rasgos.
1
Devolución de una señal modificada a su emisor; capacidad de un emisor para recoger reacciones de los receptores y modificar su mensaje de acuerdo con lo recogido.
2. Rasgos primarios y rasgos coloquializadores Por tanto, debemos asignar los rasgos propios de la conversación coloquial prototípica, a saber: los rasgos primarios y los situacionales o coloquializadores. RASGOS PRIMARIOS
RASGOS SITUACIONALES O COLOQUIALIZADORES
(de naturaleza discursiva)
(del registro, de la situación comunicativa o contexto)
1. Ausencia
de
(planificación espontaneidad):
planificación
sobre
la
implica
marcha, un
escaso
control de la producción de habla que favorece la presencia de reinicios, vacilaciones y vueltas atrás. 2. Finalidad
orientada
interpersonal,
de
2. Papeles sociales que representan en la conversación el estrato sociocultural, la profesión, etc. 3. Papeles funcionales: en virtud de la situación
interpersonal,
transaccional:
1. Relación de igualdad entre los participantes.
a
comunión
no un
fin
fática;
frente a la conversación transaccional, constituida como medio para obtener un
comunicativa,
la
relación
entre
dos
interlocutores
puede
ser
simétrica
vivencial
de
proximidad:
o
asimétrica. 4. Relación
conocimiento mutuo de los interlocutores.
fin específico. 5. Marco discursivo no marcado o familiar: 3. Tono informal: resultante de todos los rasgos
previamente
mencionados.
entorno físico en que se desarrolla la conversación (cuanto más familiar les resulte
Puede entenderse, por tanto, que hace
más
referencia al registro de uso.
conversación devenga en discurso coloquial).
probabilidades
hay
de
que
la
6. Temática no especializada: cotidianidad, temas de conversación al alcance de cualquier persona.
La presencia conjunta los rasgos primarios no determina la conversación coloquial, sino el prototipo de la conversación coloquial: según la mayor o menor presencia de los rasgos coloquializadores que hemos expuesto en el apartado anterior, se distinguirán conversaciones coloquiales prototípicas y periféricas.
Por ejemplo, una conversación prototípica se daría en un marco de interacción familiar, entre iguales, que comparten experiencias comunes y en la que se habla de temas cotidianos.
Por otro lado, la periférica tendría lugar si carece de alguno de los anteriores rasgos mencionados.
Conversar es interactuar, conversar, etc. Y en este sentido la conversación busca la cooperación del otro, la entenderemos como una actividad retórica (concepto de estrategia: buscamos convencer y persuadir) e interactiva.
3. Mecanismos para regular y progresar en una conversación coherente 3.1. Principio de Cooperación y Máximas de Grice Dice Grice que la conversación comporta, normalmente, un esfuerzo por colaborar con nuestro interlocutor. El Principio de cooperación es el principio general que guía a los interlocutores en la conversación, y que vale también para otros comportamientos. Grice lo formula así: «Su aporte a la conversación debe ser, en cada etapa de esta, tal como lo exija la finalidad o la dirección del intercambio verbal, aceptada por ambas partes». Debemos comportarnos así porque es lo que los demás esperan de nosotros, y nosotros, de los demás. Es decir, el hablante modele sus intervenciones comunicativas de acuerdo con el tipo de intercambio verbal en el que participe y con los objetivos que persiga. Tan fuerte es esa expectativa, que, si el hablante parece no cumplir con el principio de cooperación, el oyente, en lugar de pensar que efectivamente el hablante no cumple, va a pensar que el hablante quiere decir otra cosa. Esa otra cosa será una implicatura, es decir, un significado adicional comunicado por el hablante e inferido por el oyente, esta pirueta de la comunicación es posible siempre y cuando los hablantes descuenten el cumplimiento del Principio de cooperación.
Es decir, cooperar significa que el hablante piense en sí mismo y respete las intervenciones de su oyente, mostrando si está de acuerdo o no lo que dice, pero sin olvidar su objetivo, a saber, su victoria conversacional: sin dejar de ser respetuoso, el hablante quiere llegar a su objetivo. Así, se avanza en una conversación y la recompensación es la alternancia de turnos. Este comprende ciertas categorías que Grice llama
MÁXIMAS
de cantidad2, de
cualidad3, de relación4 y de manera5, y asigna a cada una submáximas específicas.
3.2. Principio de Cortesía y Máximas de Leech En nuestros intercambios comunicativos no basta siempre con que seamos claros, tal y como prescribe el Principio de Cooperación, sino que también juega un papel fundamental la cortesía. Cortesía: conjunto de estrategias conversacionales que pretenden mitigar algún conflicto entre los interlocutores. Este tipo de actividad considera en todos los contextos el beneficio del interlocutor. Esta conclusión lleva a Leech a proponer un Principio de Cortesía complementario al Principio de Cooperación de Grice: el hablante se sirve de la cortesía para adecuar sus enunciados al tipo de relación que existe entre los interlocutores, haciendo posible el mantenimiento del equilibrio social y la transmisión efectiva de la información.
3.3. Teoría de la Relevancia de Sperber y Wilson Sperber y Wilson se apoyan en las ideas de Grice para formular un nuevo modelo de comunicación humana, denominado ostensivo-inferencial que se opondrá al tradicional modelo del código (o modelo de codificación-descodificación). Según la Teoría de la Relevancia, para que dos personas se puedan comunicar es necesario que exista una intención comunicativa explícita por parte del hablante y reconocida por parte del oyente.
2
Que su contribución sea todo lo informativa que requiera el propósito de la conversación.
3
Que su contribución sea verdadera.
4
Sea relevante (pertinente).
5
Sea claro (evite la ambigüedad y la prolijidad innecesaria).
Solo cuando la intención comunicativa ha sido reconocida hablamos de comunicación. El éxito de la comunicación dependerá del proceso de codificación y descodificación a la vez que la ostensión-inferencia. Pues, nos interesa que avance la conversación pero que también el otro apruebe nuestras intenciones.
3.4. Trasgresión de las normas. Principio de Situación Cuando hay transgresión de los otros principios puede no ser tanto así, sino que es la intención de mostrar un mensaje diferente al esperado. El incumplimiento de estas reglas no significa un rechazo a la cooperación, sino que a veces a parte de mostrar la salvación de la imagen del otro, transmito mi mensaje como otro diferente. En un marco de interacción concreto hay aspectos que no se muestran como una transgresión, sino una estrategia consciente que pretende que alcance mi objetivo, esto se conoce como el Principio de Situación.
Así pues, las transgresiones de las máximas se explican mediante el Principio de situación.
En resumen, conversar es argumentar, dar ideas sobre la conclusión a la que el hablante quiere llegar; y negociar....