Trabajo Psicofisiología (Gónadas masculinas e influencia en el comportamiento) PDF

Title Trabajo Psicofisiología (Gónadas masculinas e influencia en el comportamiento)
Author Li Yun Negrete
Course Psicofisiologia
Institution Universidad Pontificia Comillas
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DESCRIPCIÓN BREVE En este documento vamos a exponer información básica sobre las gónadas masculinas, así como explicar su efecto orgánico para finalmente ver qué relación presentan con el comportamiento masculino.

GRUPO 11. INTRODUCCIÓN GÓNADAS. GÓNADAS MASCULINAS. Psicología y criminología. Universidad Pontificia Comillas

Realizado por Clara Martínez, Llusia Rovellada y Li Yun Negrete Psicofisiología

INFLUENCIA DE LAS GÓNADAS MASCULINAS EN EL COMPORTAMIENTO

El objetivo principal de este trabajo es el estudio de las gónadas, concretamente las masculinas para así poder identificar cuáles son los efectos de las hormonas que estas segregan en la conducta. Las gónadas son la glándula mixta de la función reproductora cuyas funciones son tanto la formación de gametos como la secreción de hormonas sexuales. En el caso de las mujeres las gónadas vienen constituidas por los ovarios, los cuales segregan hormonas sexuales femeninas, viéndose sujetas a los ciclos ováricos. Encontramos estrógenos como el estradiol y progestágenos como la progesterona. En el caso masculino son los testículos, en los cuales nos centraremos.

Las gónadas masculinas tienen funciones de secreción tanto interna como externa. En la secreción externa producen los denominados gametos y en la interna segregan hormonas sexuales. Estas últimas son la testosterona (andrógeno) cuya naturaleza química es la esteroidea. Su segregación regula la producción de hormonas que afectan al desarrollo del cuerpo y que mantienen los órganos sexuales en los adultos. Su mecanismo de acción se presenta al atravesar la membrana de su célula blanco y uniéndose en el citoplasma a su receptor específico, promoviendo así directamente su acción. En el caso de la formación de gametos, las células diana que formarán parte del proceso serán las células de Leydig.

Las gónadas masculinas tienen principalmente dos funciones: la primera es la espermatogénesis, que consiste en la producción de espermatozoides y seguidamente encontramos la secreción de testosterona. Esta última tiene diversas funciones: es la encargada en la formación de caracteres sexuales primarios (diferenciación intrauterina) y secundarios (desarrollo puberal). Los caracteres sexuales secundarios son los responsables del desarrollo de las características corporales masculinas, del “aspecto masculinizado”, así como de la supresión de la formación de los órganos sexuales femeninos en varones. También influye en el descenso de los testículos; en ocasiones el descenso de las gónadas masculinas se ve dificultado, regulándose con la administración de testosterona. A medida que el hombre crece, la secreción de esta hormona propicia que el pene, el escroto y los testículos aumenten su tamaño hasta 8 veces antes de los 20 años. El vello corporal y los cambios de voz se ven afectados a su vez por la secreción de la testosterona, junto con efectos producidos sobre la piel como el aumento de su grosor. Después de la pubertad, esta hormona provoca un gran incremento de la musculatura masculina

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rebasando al 50% la femenina. Por último, observamos como su secreción aumenta la matriz ósea y la retención de calcio. Además, la inducción del patrón masculino de gonadotropinas genera con ello el impulso sexual, y en relación con el esqueleto, se genera el cierre de la epífisis.

La testosterona como ya hemos mencionado anteriormente es la hormona sexual masculina por excelencia y por lo general, se suele relacionar con la función sexual y reproductiva. A pesar de esto, la testosterona tiene otros efectos en el desarrollo del ser humano, concretamente en el apartado cerebral. Se ha comprobado que tiene efectos sobre el comportamiento y funciones cognitivas tales como la atención o la memoria. Al igual que ocurre con la dopamina, la testosterona provoca que los niveles de acetilcolina aumenten; que, al ser una hormona implicada en el funcionamiento cerebral, puede producir alteraciones en la capacidad de mantener información. En numerosos estudios se ha llegado a comprobar el efecto que tiene la testosterona sobre la adopción de conductas sexuales y competitivas. Un ejemplo sería la hipótesis del “efecto ganador” que recoge que cuando una persona gana una competición, su nivel de testosterona aumenta haciendo que incremente también su confianza y capacidad de asumir riesgos. Asimismo, la actuación de la testosterona a nivel de amígdala y de sistema límbico general, provoca que se produzca una elevada reactividad a estímulos externos, haciendo que se despierten reacciones agresivas más fácilmente. Además, los estudios en animales sobre este tema han reforzado la idea de que la testosterona puede llegar a aumentar la confianza (Boissy y Bouissou), la persistencia en el comportamiento de búsqueda (Andrew y Rogers, 1972) además de aumentar la sensibilidad a la recompensa (Arnedo, Salvador, Martínez-Sanchis & González – Bono, 2000). En los seres humanos la presencia de testosterona se ha asociado tanto en mujeres como en hombres, con la búsqueda del estatus. Además, estudios (como el de Rowe, Maughan, Worthman, Costello & Angold en 2004 o el de Vermeersch, T´Sjoen, Kaufman & Vincle en 2008), han probado que el nivel de testosterona influye en el riesgo de comportamiento antisocial y delincuencia en los jóvenes. También se ha estudiado que produce efectos en el estado anímico y el padecimiento de ansiedad ya que, al aumentar los niveles de dopamina, la testosterona influye en las sensaciones de placer y el estado anímico. Se ha observado que los hombres que presentan un menor nivel de testosterona tienden a manifestar un mayor número de síntomas depresivos, así como presentar mayores niveles de ansiedad.

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Por último, también se ha estudiado que la exposición prenatal a la testosterona puede llegar a afectar a la sociabilidad y la capacidad de empatizar de los niños, haciendo que aquellas personas que tienen niveles elevados de testosterona presenten una capacidad menor de establecer un vínculo afectivo (Knickmeyer, Baron-Cohen, raggatt, Taylor & Hackett, 2006). Debido a todo lo expuesto anteriormente se puede concluir que la presencia de la testosterona está asociada a la adopción de un comportamiento más agresivo, mayor dominancia y asunción de comportamientos de riesgo.

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