Title | Una introducción a los modelos de desarrollo en la Argentina |
---|---|
Author | Gonzalo Vázquez |
Pages | 26 |
File Size | 1.6 MB |
File Type | |
Total Downloads | 84 |
Total Views | 165 |
Introducción a los modelos de desarrollo en la Argentina 1 Ana Luz Abramovich 2 y Gonzalo Vázquez 3 Introducción En la propuesta de esta materia el eje está puesto en la comprensión de los actuales problemas socioeconómicos que afectan a la sociedad argentina. Para entenderlos...
Accelerat ing t he world's research.
Una introducción a los modelos de desarrollo en la Argentina Cc: Ana Luz Abramovich, Gonzalo Vázquez
Related papers
Download a PDF Pack of t he best relat ed papers
2010 Trabajo y Modelos product ivos AL t oleneffa.pdf BIBLIOT ECA CEMLAD
Economía para t odos por Aldo Ferrer crist ina gonzález PAT RONES DE DESARROLLO Y DIST RIBUCIÓN DEL INGRESO EN LA ARGENT INA Alejandro Fiorit o
Introducción a los modelos de desarrollo en la Argentina 1 Ana Luz Abramovich 2 y Gonzalo Vázquez 3 Introducción En la propuesta de esta materia el eje está puesto en la comprensión de los actuales problemas socioeconómicos que afectan a la sociedad argentina. Para entenderlos, poder discutir sobre ellos y tener la capacidad de pensar posibles soluciones a los mismos, es necesario comprender la totalidad del contexto en el que se desarrollan; así como su evolución a lo largo de los diferentes períodos que marcaron la historia de nuestro país y de nuestro continente (claramente asociados a diversos momentos históricos mundiales). Para facilitar esta comprensión, adoptamos el esquema analítico que divide a la historia contemporánea de la Argentina en tres grandes períodos: el modelo agroexportador (cuyo inicio suele marcarse en 1880 pero abarca también el período previo de consolidación nacional), el modelo de industrialización por sustitución de importaciones (que podemos enmarcar entre 1930 y 1975), y el modelo neoliberal (iniciado con la dictadura de 1976 y cuya continuidad o no después de 2001 está actualmente en discusión). En primer lugar presentamos las principales características del modelo agroexportador (MAE), para luego describir aquellas del modelo de industrialización sustitutiva de importaciones (ISI), que fueron modificadas profundamente a partir de 1976. Esto nos permite delinear los rasgos fundamentales del modelo neoliberal que se configura a partir de ese momento y que marca el contexto general en el que se fueron desarrollando los principales problemas socioeconómicos actuales. Se sintetizan también los principales lineamientos de la política económica implementada por los distintos gobiernos desde 1976 hasta la actualidad, aportando elementos para el análisis y la discusión de los proyectos alternativos en disputa, así como de sus posibilidades de transformación. El presente texto está escrito desde una mirada económica, y se nota tanto en su manera de analizar la realidad como en el recorte de la realidad que analiza, lo cual se complementa con otras perspectivas existentes en el resto de la bibliografía de esta materia. Dado que se trata de una asignatura inicial para todas las carreras de la universidad, el texto presenta un carácter descriptivo general, y no se profundiza en las causas y explicaciones teóricas más complejas de los fenómenos que se describen. Partiremos de una definición de modelo de desarrollo, señalando los diversos componentes que lo conforman y la manera en que éstos interactúan, y en base a este esquema analítico iremos describiendo sintéticamente los rasgos más sobresalientes de los distintos modelos desarrollados en las últimas décadas de nuestro país. 1
Este texto fue preparado originalmente para la materia Problemas Socioeconómicos Contemporáneos I de la Universidad Nacional de General Sarmiento. Versión definitiva: octubre de 2011 (en proceso de publicación).
2
Economista, investigadora docente del Instituto del Conurbano de la Universidad Nacional de General Sarmiento, docente de la Universidad de Buenos Aires. [email protected]
3
Economista, investigador docente del Instituto del Conurbano de la Universidad Nacional de General Sarmiento, docente de la Universidad Nacional de Moreno y de la Universidad Nacional de Luján. [email protected] 1
Un modelo de desarrollo Hablamos de modelo de desarrollo para referirnos a un determinado momento histórico de un país, en el que se configuran de manera relacionada: a. un patrón o régimen de acumulación dominante, que marca el funcionamiento de las actividades y los actores económicos 4 ; b. un conjunto de relaciones políticas y de poder entre diversos grupos/bloques de intereses; c. una forma de intervención del Estado; d. una estructura social y e. unas normas culturales en la sociedad, f. en el marco de un particular contexto mundial en el que nuestro país está inserto. Siguiendo a las teorías del desarrollo latinoamericano podemos decir brevemente que la inserción de nuestro país en el mundo tiene la característica de ser dependiente, formando parte de una periferia subordinada a los países centrales dentro del sistema capitalista mundial. Esto implica en primer lugar que nuestras posibilidades de incidir en la economía y la política global son relativamente pequeñas (en relación con las de los países centrales). En segundo lugar, que los márgenes de acción y toma de decisiones independientes son limitados, estando muchas veces ligados muy fuertemente a responder a ciertas necesidades planteadas por los países dominantes. La mayor parte de estos conceptos se presentan en otros textos de esta materia, por lo que aquí avanzamos en su aplicación a la realidad histórica de nuestro país. Antes de comenzar esta descripción, cabe hacer algunas aclaraciones importantes. Un modelo de desarrollo no se “implementa”. No es una decisión de un gobierno, ni de un grupo de poder, sino un resultado de la particular forma de respuesta de los diversos actores (que son todos ellos económicos, políticos y sociales) a las condiciones de funcionamiento internas y externas (mundiales) de la economía en ese período particular. Las políticas, que sí son implementadas por los gobiernos (en respuesta a los resultados de luchas de poder entre sectores con diferentes intereses), como veremos, pueden ir en el sentido de profundizar los elementos de un modelo, o en el sentido totalmente contrario. El concepto de “desarrollo” no implica necesariamente una “mejora”. Se trata, como dijimos, de una particular configuración de las estructuras económicas, políticas y sociales. Los distintos modelos de desarrollo que se fueron sucediendo en la Argentina no son necesariamente uno “mejor” que el otro a lo largo de la historia. Al contrario, veremos que el modelo neoliberal implicó la desestructuración de muchos de los elementos positivos del modelo anterior 5 . 4
Siguiendo a Robert Boyer (1989: 59) (citado en Basualdo, 2005: 129‐130), “se designará con este término [régimen de acumulación] al conjunto de regularidades que aseguran una progresión general y relativamente coherente de la acumulación del capital”. Esto implica considerar “las diferentes regularidades sociales y económicas con respecto a: ‐un tipo de evolución de la organización de la producción y de las relaciones de los asalariados con los medios de producción; ‐un horizonte temporal de valorización del capital sobre la base del cual puedan deducirse los principios de gestión; ‐una distribución del valor que permita la reproducción dinámica de las diferentes clases o grupos sociales; ‐una composición de la demanda social que valide la evolución tendencial de las capacidades de producción; ‐una modalidad de articulación con formas no capitalistas, cuando estas últimas ocupan un lugar determinante en la formación económica estudiada.” 5
Sin embargo, debemos señalar que existe otra acepción de la palabra “desarrollo” utilizada usualmente en economía, en particular en las teorías del desarrollo, que sí tiene una connotación positiva. Refiere al objetivo 2
El modelo agroexportador (MAE) Suele señalarse a 1880 como la fecha aproximada de inicio del desenvolvimiento de este modelo, coincidente con la asignada al comienzo del Estado moderno en la Argentina; y a la crisis mundial de 1930 como el momento de su finalización. El patrón de acumulación dominante estuvo centrado en la producción primaria (agricultura y ganadería), dirigida principalmente a la exportación hacia los mercados europeos. La inserción de la Argentina en el comercio mundial mostró las características típicas de una economía periférica, proveyendo a los países centrales de materias primas, alimentos y otros productos sin valor agregado, e importando de ellos los bienes industriales necesarios para el consumo interno. El rol de aquel Estado argentino moderno fue decisivo para el despliegue y la consolidación de este esquema económico. Si bien diferenciamos claramente dos sub‐períodos políticos dentro de este modelo (hasta 1912, y desde entonces hasta 1930), puede mostrarse cómo a lo largo de todo su desarrollo el Estado argentino funcionó generando las condiciones necesarias para que esa inserción primaria exportadora fuera viable. El proceso se dio en el marco de un contexto internacional que lo propiciaba. El mundo se estaba reorganizando sobre la base de una división internacional del trabajo, en la cual la economía mundial se componía, por un lado, de países productores y exportadores de productos primarios y compradores de bienes industriales manufacturados, y por el otro, países importadores de productos primarios y exportadores de manufacturas (Ferrer, 1995). La expansión de la industrialización en Europa generaba una creciente demanda de alimentos y materias primas, junto con una enorme disponibilidad de bienes industriales y de capitales, y al mismo tiempo una gran cantidad de mano de obra excedente, disponible para la migración en busca de mejores condiciones de vida. Nuestro país, por su parte, contaba con una enorme disponibilidad de tierras fértiles y un clima apropiado para la producción primaria, y resultó una excelente receptora de los capitales que generaron las condiciones de infraestructura necesarias para transportar esa producción al puerto y desde allí a los países centrales. Inglaterra (la gran potencia de la época) fue el principal destino de las exportaciones argentinas y al mismo tiempo el país que realizó las mayores inversiones de capital en los sectores de infraestructura y servicios (ferrocarriles, puertos, transporte marítimo, frigoríficos, comunicación, servicios financieros, etc.). Nuestro país también se convirtió en receptora de grandes masas de inmigrantes europeos, provenientes en mayor medida de Italia y España. Resultó, por último, un mercado posible donde los países europeos pudieron colocar parte de su producción de bienes industriales. Los procesos de inmigración y de llegada de capitales estuvieron fuertemente estimulados por el Estado argentino, aunque el acceso a la tierra, al trabajo y a la vivienda no fue garantizado para los inmigrantes, mientras la rentabilidad de las inversiones inglesas en los ferrocarriles estaba garantizada con patrimonio del Estado argentino. El Estado argentino se consolidaba hacia 1880, con la organización de la nación en un régimen federal, superados los conflictos internos entre los actores políticos del interior del país y los de Buenos Aires. Esta consolidación, en el marco de un fuerte proceso inmigratorio, implicaba una redefinición de la identidad nacional, en cuya construcción resultaron fundamentales las políticas educativas (educación pública, laica y gratuita, generalizada para toda la población) y el ejército (a través del servicio militar obligatorio). La inmigración tenía al mismo tiempo el objetivo de incrementar la población y de “importar” la cultura del desarrollo de la civilización europea. Ciertamente este proceso no estuvo exento de conflictos, ya que muchas veces los inmigrantes eran al que deben apuntar los países, diferenciándolo del mero “crecimiento”, que no implica necesariamente mejoras en las condiciones de vida de la población. 3
los líderes de nuevos sindicatos y de partidos socialistas y agrupaciones anarquistas. El ejército tuvo fundamental participación en el control efectivo de las tierras de la nación por parte del Estado, alcanzado a partir de un proceso sistemático de aniquilamiento de poblaciones indígenas, equívocamente recordado como “la Conquista del Desierto”. El Estado entregó la mayor parte de estas tierras “ganadas” a sus ocupantes originarios a las elites, que concentran desde entonces porciones aún mayores de tierras (latifundios 6 ) bajo su propiedad. Sobre la base de la producción agrícola y ganadera latifundista, Argentina se posicionó internacionalmente como “el granero del mundo”, llegando a proveer hacia la década de 1920 el 66% de la exportación mundial de maíz, el 72% del lino, el 32% de la avena, y el 20% del trigo y harina de trigo; además del 50% de la carne (Moreno, 1989). El valor de las exportaciones pasó de 50 millones a 500 millones de pesos oro entre 1880 y 1914. Las exportaciones representaron en toda la etapa entre el 25% y el 30% del producto bruto, y entre el 50% y el 70% de la producción agropecuaria pampeana (CEPAL, citado por Ferrer, 1995). Los datos de la inmigración también son espectaculares: entre 1857 y 1914 ingresaron al país 3.300.000 inmigrantes, que provocaron que la población total del país en el censo de 1914 alcanzara los 7.885.000 habitantes (más de la mitad nacidos en el extranjero), cuando en el censo de 1869 era sólo de 1.743.000 habitantes. En resumen, el grado de intervención del Estado para garantizar este proceso fue claro y decidido (entrega de grandes extensiones de tierras, fomento de la inmigración, garantía de las inversiones, medidas aduaneras, financieras y monetarias necesarias, etc.), por lo que suele cuestionarse la idea de que se trataba de un Estado “liberal”. Al mismo tiempo, la elite gobernante, verdadera oligarquía terrateniente, resultó fuertemente conservadora en el plano de lo político. Hasta la sanción de la Ley Sáenz Peña en 1912 la mayor parte de la población estaba excluida (de derecho y/o de hecho) de la participación electoral y, por lo tanto, de las decisiones acerca de las políticas de la nación. Las elites políticas y económicas concentraban el poder político y económico, y mostraban patrones de consumo y culturales que buscaban imitar a los europeos. Esta “alta cultura” convivía con la nueva cultura popular de los sectores subalternos, muy marcada por los trabajadores inmigrantes, y en menor medida por algunos elementos de las culturas indígenas originarias. En la última década del siglo XIX aparecen con fuerza las reivindicaciones de los sectores populares, en reclamo por una participación política ampliada y por mejores condiciones de vida y de trabajo. El radicalismo fue el principal partido político que derivó de dicho movimiento y contó también con el apoyo de los sectores agrarios perjudicados por la estructura de tenencia de la tierra y de producción (ganaderos, medianos y pequeños productores, peones rurales, arrendatarios), así como de obreros y clases medias de la ciudad. La Ley Sáenz Peña, que implementó el voto secreto, obligatorio y universal 7 , significó la posibilidad de que en 1916 el radicalismo ganara las elecciones, llegando Hipólito Yrigoyen al cargo de Presidente de la Nación por voluntad de las mayorías populares. Su programa de gobierno apuntaba a lograr un mayor equilibrio entre los distintos sectores socioeconómicos, y en esta dirección fueron varias de las políticas promovidas, como ciertas reformas sociales, de las condiciones de trabajo 6
Según datos ofrecidos por Ferrer (1995), en 1914 el 80% de la superficie agropecuaria estaba cubierta por el 8% de los campos (todos de más de 1000 hectáreas), así como el 50% de la tierra lo ocupaban el 1,7% de las explotaciones más extensas (de más de 5000 hectáreas). Este régimen de tenencia de la tierra latifundista (grandes extensiones de tierra en pocas manos) provocó que la forma de producción dominante fuera de menor productividad y uso de capital por hectárea que si hubiera sido ocupada por una mayor cantidad de propietarios pequeños y medianos. 7
Aunque en realidad no se trataba de un verdadero voto universal, ya que sólo votaron los varones hasta la sanción de la reforma que autorizó el voto femenino, impulsada por Eva Perón en 1947. 4
urbano y de legislación agraria 8 . Sin embargo, puede señalarse que los lineamientos generales de la política económica no se modificaron sustancialmente, por lo que el MAE continuó siendo el modelo de desarrollo de la Argentina durante los primeros gobiernos radicales, entre 1916 y 1930. Moreno (1989) sostiene que “los elementos distintivos del período radical debemos buscarlos en el plano social y político, no en el económico”. La crisis económica mundial ‐que se manifiesta más claramente luego del derrumbe de la Bolsa de Wall Street en 1929‐, marca el inicio del cambio de modelo de desarrollo, y tiene un impacto inmediato y directo en la economía argentina. La situación política, consecuentemente, empeora y se generan las condiciones para el primer golpe militar del siglo XX que en 1930 derroca al segundo gobierno de Hipólito Yrigoyen. Si bien en el modelo agroexportador la inserción económica internacional de la Argentina parece adecuarse en forma virtuosa a sus ventajas comparativas naturales, la opción por la especialización primaria exportadora dependiente tendrá graves consecuencias para el futuro proceso de desarrollo de nuestro país. “Las causas de la correspondencia entre la especialización en la producción primaria y subdesarrollo han sido suficientemente bien exploradas en la literatura contemporánea sobre desarrollo económico. En la medida en que el cauce fijado para la integración mundial propició la especialización en la producción primaria y obstaculizó la diversificación de las estructuras económicas y la industrialización de los países ‘periféricos’, se convirtió en uno de los factores fundamentales que, después de un primer impulso inicial, frenó el desarrollo de sus economías.” (Ferrer, 1995). Una síntesis del modelo de desarrollo agroexportador, en función del esquema analítico presentado, podría ser la siguiente: a. Patrón de acumulación: producción de bienes primarios (materias primas y alimentos) destinada a la exportación, principalmente hacia Europa. Importación de la mayor parte de los bienes manufacturados necesarios para el consumo y la producción nacional. b. Relaciones políticas y de poder entre diversos bloques: se da un primer período (1880‐1916) de participación restringida, en un régimen oligárquico y conservador. Con la Ley Sáenz Peña y el ascenso al poder de los gobiernos radicales (1916‐1930) se amplía la participación política y se tiende a relaciones de poder que buscan ser más equilibradas. c. Papel del ...