Vida de los doce cesares resumen PDF

Title Vida de los doce cesares resumen
Course Historia de Roma
Institution Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
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Donoso...


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Vida de los doce césares Suetonio Augusto Origen: familia del orden ecuestre hasta su padre, que fue senador. Familia rancia y adinerada. Su padre, después de ser pretor i sacó su suerte en Macedonia. Estuvo al frente de esta provincia. Al regresar murió repentinamente sin poder presentarse al consulado. Hijos: Octavia la mayor, Octavia la menor y Augusto. Los dos últimos hijos de Hacia, hija de M. Acio Balbo y Julia, hermana de Césarii. Nació Augusto siendo cónsules M. Tulio Cicerón y C. Antonio, el día noveno antes de las calendas de octubre (23 de septiembre). Tomó el sobrenombre de Cayo César por el testamento de su tío abuelo. A los cuatro años perdió a su padre. Estando fuera de Roma se entera de que César ha sido asesinado y lo nombra su heredero. Reclama su herencia en Roma. Gobernó primero con M. Antonio y M. Lépido, después once años solo con M. Antonio y 44 año solo. Llevó a cabo cinco guerras civiles: en Módena, contra Bruto y Casio para vengar la muerte de su tío. En Filipos, aliado con M. Antonio y Lépido, en la que mandaron la cabeza de Bruto para que fuera colocada delante de la estatua de César. Perusia iii. Sicilia campaña costosa porque tuvo un naufragioiv. Acciov, donde rompe su alianza con M. Antonio, siempre dudosa e insegura. Después de la batalla M. Antonio se refugia con Cleopatra en Alejandría. Ambos se suicidan, él clavándose una espada; ella haciéndose morder por una serpiente. Les concedió una tumba común. Hizo matar al hijo mayor de M. Antonio (de su matrimonio con Fulvia) y a Cesariónvi. A los demás hijos tenidos con Cleopatra los protegió.

Tuvo ante su vista el sarcófago y el cuerpo de Alejandro Magno, que fue sacado de su tumba. Egipto fue convertido en provincia romana. Mandó limpiar todos los canales del Nilo para aumentar su fertilidad. Solo dos guerras exteriores en las que participó personalmente: en Dalmacia y contra los cántabros. Otros enfrentamiento: Aquitania, Panonia, Dalmacia con toda la Iliria y Recia. Acabó con las incursiones de los dacios y arrojó a los germanos más allá del Elba. Nunca emprendió una guerra sin causas justas ni tuvo deseos de ampliar el territorio ni conseguir gloria militar. No fue severo con los pueblos sublevados. Solo los vendía como esclavos en un territorio muy alejado del suyo y treinta años después eran liberados. Cerró en tres ocasiones el templo de Jano Quirino, solo cerrado dos veces desde la fundación de Roma. Sólo sufrió dos grandes derrotas: la de Lolio y la de Varovii. En materia militar mantuvo la disciplina: licenció con ignominia a la décima legión por rebeldes. Si algunas cohortes retrocedían, las diezmaba y las alimentaba solo con cebada. Declaraba que no podía emprenderse una guerra o un combate si no había muchas más posibilidades de éxito que de fracaso. A los 20 años consiguió el primer consulado, lo consiguió enviando a sus legiones ante el Senado de Roma. Durante el triunvirato suscitó muchos odios. Pensó dos veces en restablecer la República: tras la muerte de Antonio y después de una enfermedad. Embelleció Roma: un foro con un templo a Marte Vengador, un templo de Apolo en el Palatino, y otro a Júpiter Tonante en el Capitolio. Además el teatro de Marceloviii, el de Cornelio Balbo ix, y muchos edificios de Marco Agripax.

División de la ciudad en barrios administrados por magistrados anuales designados a suertes. Guardias nocturnos contra los incendios. Limpieza del lecho del Tíber para prevenir las inundaciones. Ladrones armados por las noches para lo que creó puestos de vigilancia en lugares estratégicos. Nombrado pontifex maximus, puso en funcionamiento el calendario de César, reforzó el poder de las vestalesxi y restableció las Lupercales. Ergástulasxii de los propietarios. Quemó las listas de los deudores al erario, dio los terrenos públicos a los ciudadanos que las disputaban. Y borró el nombre de los que llevaban mucho tiempo como acusados. Reforma judicial: aumento del número de días laborables de los jueces y añadió una decuria más. Él mismo la administraba con frecuencia e indulgentemente. Reforma de leyes: suntuaria, vagabundeo, sodomía, matrimonio. Cambió el tiempo de noviazgo y reglamentó los divorcios. xiii Redujo el número de senadores de mil a trescientos. Animó a algunos a dimitir y las mantuvo como privilegios: llevar la laticlavia xiv, presenciar los espectáculos sentados en la orchestra y asistir a los festines públicos. Censo de habitantes por barrio y repartos de trigo mensuales. Quería conservar al pueblo puro y otorgó con mucha parquedad el derecho de ciudadanía y restringió el número de manumisiones. Se esforzó en volver al vestido antiguo con la toga, que estaba empezando a ser sustituido por la lacerna, una manteleta parecida a la clámide griega. Hizo muchos juegos en su honor y en el de otros. En el Foro, en el anfiteatro, en el circo y en el vallado del Campo de Marte. Estableció un orden para sentarse en los espectáculos: la primera fila de asientos debía quedar libre para los senadores, la orchestra quedaba prohibida para los embajadores extranjeros, los soldados

se separaron de los civiles, reservó un sector para los jóvenes que llevaban toga praetexta, dio un sitio especial a las vestales frente a la tribuna del pretor, y las mujeres solo podían estar en las últimas filas y separadas de los hombres. Pobló Italia con veintiocho colonias fundadas por él, dotó de monumentos y rentas públicas a muchas ciudades, e incluso equiparó a Roma en cierta medida en derecho y consideración, pues imaginó un género de sufragios que permitiera a los decuriones de las colonias, cada uno en su colonia, votar sobre los magistrados de Roma y enviar el día de los comicios a la ciudad los sufragios en pliego cerrado. El mismo tomó a su cargo las provincias más poderosas y las que no eran fáciles de gobernar por magistrados anuales. Estableció una flota en Misena y otra en Rávena para defensa del Tirreno y del Adriático. Solo permitió que hubiera en Roma tres cohortes para la custodia de la ciudad y su persona. El resto deberían estar en los cuarteles de ciudades cercanas. Estableció un sueldo y unas ventajas de licenciamiento. Además hizo un erario militar con nuevos impuestos para que se garantizaran estas cosas. Siempre rechazó la dictadura. No le gustaban los halagos excesivos y por eso entraba en las ciudades al atardecer, cuando no había nadie para saludarlo. Perdió a su madre durante el primer consulado, a su hermana Octavia teniendo cincuenta y cuatro años. Las atendió muy bien y les tributó grandes honores. Se casó con Claudia, hijastra de Antonio, hija de Fulvia y P. Clodio, apenas núbil y, después de una disputa con su suegra Fulvia, se le devolvió aún virgen. Luego se casó con Escribonia, viuda de dos exconsules y que, incluso había tenido hijos de uno de ellos. También se divorció de ésta, cansado de su vida licenciosa. Después se casó con Livia Drusila, quitándosela a su marido Tiberio nerón, aunque se hallaba encinta, y la amó con ternura y la conservó de modo singular y permanente.

De Escribonia tuvo a Julia; de Livia no tuvo ningún hijo. Casó a Julia, primero con Marcelo, hijo de su hermana Octavia, apenas salido de la infancia; luego, cuando éste murió, con M. Agripa, después de pedir a su hermana que le cediera el yerno, pues entonces Agripa tenía a una de las dos Marcelas e hijos de ella. Después de haber muerto éste también, eligió a Tiberio, su hijastro, y le obligó a que abandonara su esposa, que estaba encinta y por la que ya era padre. Tuvo tres nietos de Agripa y de Julia: Cayo, Lucio y Agripa, y dos nietas: Julia y Agripina. Casó a Julia con L. Paulo y a Agripina con Germánico, nieto de su hermana. Adoptó a Cayo y Lucio. Educó a su hija y nietas para que siempre fueran sinceras y trabajaran en la labores de la lana. A sus nietos, él mismo les enseñó las primeras letras. El destino le privó de la alegría y la confianza por la descendencia y la disciplina de su casa. Desterró a su hija Julia y a su nieta Julia. A Cayo y Lucio los perdió en muy poco tiempo. Adoptó entonces a su nieto Agripa y a Tiberio, pero pronto repudió a Agripa y lo desterró a Sorrento por su comportamiento. Le prohibió a su hija el vino y todo tipo de lujo, incluso que fuera visitada por hombre alguno, libre o esclavo sin su propio consentimiento. También prohibió que se reconociera y educara a un hijo de su nieta Julia nacido después de su mala conducta. No admitía fácilmente amistades, pero era muy fiel y exigente hacia las que tenía. Como patrón fue severo e indulgente y trató a muchos libertos con honra y familiaridad. Sus amigos cuentan que cometió muchos adulterios, pero no por vicio sino por sonsacar información a las mujeres de sus enemigos. También se dice que le gustaba desflorar vírgenes y que su propia esposa se las proporcionaba.

Era muy aficionado al juego, diversión que nunca ocultó. Cuando jugaba con sus amigos les repartía cantidades de dinero antes de empezar para poder apostar. En los demás aspectos de su vida fue sobrio: en la casa, en el mobiliario, en la ropa (solía vestir trajes hechos por su esposa, hijas o nietas) y en los banquetes que ofrecía, con un máximo de seis platos. Era parco en el vino. Después de comer le gustaba dormir una pequeña siesta. Al terminar la cena solía quedarse a trabajar hasta tarde para acabar las tareas cotidianas. No le gustaba madrugar, aunque no solía dormir más de siete horas. Guapo pero poco coqueto en el vestir y en el arreglo personal. Ojos vivos y brillantes, en los que quería que se transmitiera una mirada divina. Cabellos ondulados y tirando a rubios, dientes separados, orejas pequeñas, nariz grande, bajo de estatura. Tuvo varias enfermedades graves, una después de la campaña de Cantabria. Era de salud delicada y no soportaba bien los fríos y los calores. Era friolero y se ponía varias túnicas y se protegía con bandas los muslos y las piernas. No le gustaba el sol y viajaba en litera y casi siempre de noche, despacio y en etapas cortas. Renunció a los ejercicios militares de equitación y esgrima al terminar las guerras civiles. Después se dedicó a los juegos de pelota o simplemente a pasear. Para divertirse pescaba o jugaba a los dados, a las damas o a las chinas con niños de trato y aspecto agradable (nunca le gustó rodearse de seres deformes o especiales). Cultivó mucho la elocuencia, pero no improvisaba sus discursos: los escribía o tomaba notas; incluso redactaba las conversaciones con particulares. Compuso algunas obras en prosa que recitó ante sus amigos, con un estilo elegante pero sencillo. No se preocupaba mucho de la ortografía. Tenía gran afición a los estudios griegos, pero nunca escribió en esta lengua.

Sentía mucho miedo por las tormentas. Dicen que viajaba siempre con una piel de foca para protegerse. Siempre estaba atento a los sueños que tenía y a los que tenían los demás sobre él. Era bastante supersticioso: si por las mañanas se calzaba al revés, era una cosa funesta. Si al emprender un viaje había caído rocío era un buen síntoma de un regreso feliz. Sintió mucho respeto por los ritos antiguo y despreció el resto de las religiones. Hubo varias señales de su futura grandeza antes de nacer: hubo en Roma un prodigio por el que se anunciaba que la naturaleza iba a ofrecer un gran rey. Su madre tuvo varios sueños antes de que naciera. Cicerón soñó con él y la primera vez que lo vio, sin ser aun importante, lo reconoció como el hombre de su sueño. También hubo premoniciones sobre su muerte: un águila dio muchas vueltas sobre él, un rayo rompió la primera letra de una inscripción con su nombre. Expiró fuera de Roma en brazos de Livia, el día catorce de las calendas de septiembre a punto de cumplir 76 años. Trasladaron su cuerpo a Roma y lo colocaron a la entrada de su casa. Se pronunciaron dos discursos fúnebres, uno por Tiberio y otro por Druso, hijo de Tiberio. Fue llevado en hombros por los senadores a través del Campo de Marte y después fue incinerado y depositado en un mausoleo que había mandado construir tiempo atrás. Su testamento fue leído en el Senado. Nombró herederos A Livia, a Tiberio y a su hijo, a los hijos de Germánico y a otros parientes y amigos, también repartió entre los ciudadanos y el ejército. Prohibió que cuando muriera su hija y su nieta Julias fueran enterradas con él.

Tiberio La familia de los Claudios es oriunda de Régilo, un pueblo de los sabinos. Pronto se trasladó con mucho clientes a la recientemente fundada Roma, animada por Tito Tacio, colega de Rómulo.

Tiberio Nerón padre de Tiberio, cuestor de C. César, puesto al frente de la flota en la guerra de Alejandría, contribuyó muchísimo a la victoria. Por lo cual, pontífice de P. Escipión, luego fue enviado a Galia para crear colonias. Sin embargo, una vez asesinado César, se puso de parte de los conjurados. Más tarde, con los problemas de los triunviros estuvo en Perusa con L. Antonio, hermano de M. Antonio. Se quedó solo y tuvo que huir primero a Preneste y después a Sicilia. Después de Accio regresó a Roma y le cedió a Augusto a su mujer Livia porque se la pedía. Ella ya había tenido un hijo y estaba esperando otro. Murió poco después dejando dos hijos, Tiberio y Druso Nerón. Tiberio nació en el Palatino, dieciséis días antes de las calendas de diciembre, bajo el segundo consulado de M. Emilio Lépido. Tuvo una infancia y niñez penosas y agitadas porque acompañó a todas partes a sus padres en su huida. Después de su regreso a Roma fue adoptado por el senador M. Galio. Obtuvo su herencia pero nunca usó su nombre porque había sido del partido opuesto de Augusto. A la edad de nueve años murió su padre y tuvo que pronunciar su elogio fúnebre. Al celebrarse la victoria de Accio acompañó a Augusto cerca de su carro, junto con Marceloxv, hijo de Octavia. Se casó con Agripinaxvi, hija de Marco Agripa y nieta del caballero romano Cecilio Ático, al que dirige Cicerón sus cartas; y después de haber tenido con ella un hijo, Druso, aunque se llevaban bien fue obligado a abandonarla y a casarse con Julia, la hija de Augusto, no sin gran dolor, porque no le gustaban las costumbres de Julia, que había manifestado públicamente su preferencia por él. Tuvo un hijo con Julia, que murió prematuramente. Poco a poco sus relaciones se fueron enfriando. Murió su hermano Druso en Germania. Hizo sus primeras armas en la expedición contra los cántabros como tribuno militar. Después fue conducido a Oriente, Gallia, donde gobernó un año, y a Panonia y Germania.

Empezó las magistraturas antes de tiempo y las hizo casi sin interrupción, después de ser cónsul fue nombrado tribuno de la plebe por un quinquenio. En este tiempo de prosperidad decidió dejar Roma, no se sabe si por perder de su vista a Julia o por no cansar demasiado con su excesiva presencia. Estuvo en Rodas varios años viviendo como un privado y con sencillez. Allí supo que Augusto había decretado el destierro de Julia y su divorcio. Se alegró pero intentó reconciliar, sin éxito, al padre con la hija. Dejó de practicar los ejercicios de equitación y de esgrima y abandonó el vestido romano por un manto y unas sandalias griegas, y así estuvo casi dos años inspirando cada día más odios. Por miedo se vio obligado a pedir su llamamiento a Roma y se le concedió a cambio de su compromiso de no participar en la vida pública. Regresó después de siete años de haberse retirado, con una gran seguridad en el futuro por los presagios y predicciones desde el comienzo de su vida. Hizo debutar a su hijo Druso xvii en el foro y se entregó por completo a sus obligaciones privadas. Cuando murieron Cayo y Lucio xviii, antes de tres años fue adoptado por Augusto al mismo tiempo que su hermano M. Agripaxix, después de haber sido obligado primero a que él adoptara al hijo de su hermano, a Germánico xx. Desde ese momento se preocupó de cualquier cosa que aumentase su prestigio porque Agripa fue deportado y era muy probable que la sucesión recayera sobre él. Una vez concedido el poder tribunicio para cinco años fue encargado de pacificar Germania. Consiguió un gran éxito porque toda Iliria quedó conquistada y pacificada. De regreso a Germania al año siguiente, después del desastre de Varo, consultaba siempre a su estado mayor. Exigió de manera muy rigurosa la disciplina entre sus soldados. De camino a Ilira fue llamado ante Augusto que ya se hallaba muy enfermo. Tuvo una larga entrevista a solas y, al salir, se cuenta que Augusto dijo: “¡Desgraciado el pueblo romano, que estará bajo unas

mandíbulas tan lentas.!”. Algunos cuentan que Augusto lo reprobó algunas veces abiertamente, pero, acuciado por Livia, aceptó la adopción. Tiberio no hizo pública la muerte de Augusto antes de que el joven Agripa fuera asesinado. Lo mató el tribuno militar encargado de su vigilancia, después de haber leído el mensaje oficial dando la orden. Tiberio en virtud de su poder tribunicio xxiconvocó al Senado y comenzó su alocución, pero anegado en lágrimas, se la pasó a su hijo Druso. A pesar de que estaba dispuesto a asumir el poder, se rodeó de una guardia y lo rechazó durante mucho tiempo como si fuera una farsa. Finalmente, como si estuviera en contra de su voluntad, lo aceptó y afirmó que esperaba que podría dejarlo en su vejez. Hubo un intento de revuelta, y los soldados de Germánico le pidieron que se hiciera él cargo del gobierno pero la sedición se calmó. No aceptó casi ninguno de los honores que le ofrecieron y siempre despreció las adulaciones. En principio se mantuvo impasible y paciente frente a las injurias o rumores en su contra afirmando que es un Estado libre, el pensamiento debía ser libre. Siempre informaba al Senado de todas las decisiones que tomaba y siempre entraba solo en la Curia. Al principio de su gobierno se mostró bastante interesado por los intereses públicos y parecía gobernar para que no se hiciese nada mal. Redujo los gastos de los juegos y de los espectáculos, rebajando el salario de los actores y limitando el número de parejas de gladiadores. Además juzgó que debía ponerse límite al lujo del mobiliario y que todos los años debía ser regulado por el Senado el precio de los víveres. Ordenó que las matronas que se prostituían, fueran castigadas por sus propios familiares y prohibió las religiones extranjeras, los cultos egipcios y judíos, obligándoles a quemar sus vestidos y sus

objetivos religiosos. A los judíos los envió a las regiones con peor clima y los echo de Roma. Se preocupó de la seguridad contra robos y rapiñas aumentado mucho los puestos de guardia. También creó un campamento para la guardia pretoriana que siempre tenían que estar como huéspedes. Después de haber muerto sus dos hijos, Druso xxii y Germánicoxxiii se retiró a Campania con el rumor de que no regresaría jamás y moriría pronto. Desde allí se retiró a Capri, isla que le gustó mucho porque estaba rodeada de profundos acantilados y un mar profundo. Allí se desinteresó por completo de los asuntos públicos. En Capri, hallándose con más libertad, fue donde sacó a la luz todos los vicios que antes había reprimido: su excesivo gusto por el vino (le llamaban Biberio, en vez de Tiberio, Caldio, en vez de Claudio y Mero en vez de Nero. Instaló un local donde jóvenes y muchachas libertinos hacían todo tipo de obscenidades y cópulas de tres en tres para que el emperador al verlo excitara sus deseos ya apagados. También reprodujo todas estas posturas en pinturas y esculturas para que no faltaran como modelo. Además repartió entre la isla a jóvenes de ambos sexos entre las grutas y vestidos de silvanos y ninfas para ofrecer todo tipo de placeres. Por esto empezaron a llamarlo caprineo, haciendo un juego con el nombre de la isla. Había un grupo de niños de corta edad a los que llamaba sus pequeños peces porque mientras iba nadando, iban a su lado y entre sus muslos chupando y mordiendo. También utilizaba a niños recién destetados para ponérselo entre los muslos. No levantó ningún gran monumento y no ofreció ningún espectáculo, y asistió muy raramente a aquello que daban los demás, para que no se le pidiera ningún favor. Tan solo en un par de ocasiones mostró su generosidad repartiendo dinero al pueblo e indemnizando a unos propietarios cuyas casas se habían quemado. Era muy avaro. Raramente licenciaba a las tropas y esperaba a que los soldados murieran para evitarse la indemnización del retiro.

Odiaba ...


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