Wallace, David Foster - Qué significa pensar PDF

Title Wallace, David Foster - Qué significa pensar
Author Maria ra
Course derecho internacional privado
Institution Universidad de Buenos Aires
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filosofia ...


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¿Qué significa pensar? ESTO ES AGUA “THIS IS WATER” Este es el discurso de graduación que David Foster Wallace pronunció en el año 2005 a los graduados de Artes Liberales en Kenyon College, Ohio, E.E.U.U. Están dos jóvenes peces nadando y entonces se encuentran un pez más viejo nadando hacia el otro lado, este se voltea hacia ellos y les dice: “Buenos días muchachos, ¿qué tal está el agua?”. Los dos peces jóvenes se alejan un poco y de momento uno de ellos mira al otro y le dice: ¿Qué cosa es “el agua”? La idea de contar una fabula, como inicio de un discurso está muy lejos de ser una “habladera de paja” dentro del género[1], pero si les preocupa que tengo planes de presentarme a mí mismo aquí como el viejo pez sabio explicando lo que es agua a ustedes, los peces jóvenes, por favor no lo piensen. Yo no soy el viejo pez sabio. El punto más resaltante de la historia del pez es que simplemente las más obvias, generalizadas e importantes realidades son, frecuentemente, las más difíciles de ver y de las que es más difícil hablar; esto puede sonar simplemente como un precepto típicamente inglés y desde luego, esta es una máxima muy banal, pero el hecho es que en el día a día del batallar de la vida adulta, los postulados banales pueden tener una importancia de vida o muerte. Algo así es lo que quiero sugerirles en esta seca y adorable mañana. Desde luego, el principal requerimiento de discursos como este es que se supone que debo hablar acerca del significado de sus estudios de Artes Liberales; tratar de explicar por qué el título que van a recibir tiene un valor humano real en vez de servir, simplemente, para obtener una recompensa material. Vamos a hablar, entonces, acerca del más generalizado cliché utilizado para dar inicio a este tipo de discurso, el cual es que los estudios de Artes Liberales no tienen mucho que ver con saturarlos de conocimientos, sino con –abro comillas- “enseñarles cómo pensar”. Si ustedes son como yo, cuando era estudiante, no les debe gustar en lo absoluto, escuchar esto, incluso pueden llegar a sentirse insultados alegando que ustedes nunca necesitaron que alguien les enseñara a pensar, sobre todo porque el hecho de ser admitidos en una universidad como esta es una prueba suficiente de que ustedes ya sabían cómo pensar. Sin embargo, yo voy a demostrarles que ese cliché sobre las Artes Liberales no es insultante en lo absoluto porque la educación para pensar -verdaderamente significativa- que supuestamente

vamos a obtener en un lugar como este no tiene que ver con la capacidad para pensar sino más bien con la decisión acerca de lo que deseo pensar. Si su completa libertad de escoger lo que quieren pensar les parece demasiado obvia para perder el tiempo hablando de ella, les pido que piensen acerca del pez y el agua, y pongan entre paréntesis, por algunos minutos, su escepticismo acerca del valor de lo totalmente obvio. Ahora les contaré otra breve historia. Estaban dos hombres sentados juntos en un bar de la inhóspita Alaska. Uno de los hombres es religioso, el otro es ateo, ambos están discutiendo acerca de la existencia de Dios con esa intensidad particular que viene después de la cuarta cerveza. El ateo dice: - Mira, no es que yo tenga razones genuinas para no creer en Dios, es más bien que no he experimentado lo de Dios y la oración. Justo el mes pasado, fui sorprendido lejos del campamento en una terrible tormenta, y no podía ver nada, estaba totalmente perdido, y la temperatura estaba a 25 grados bajo cero; y entonces lo hice, probé; me puse de rodillas en la nieve y grité: “¡Dios, si hay un Dios; estoy perdido en esta tormenta y voy a morir si no me ayudas!”. En ese momento, en el bar, el hombre religioso mira al ateo confundido: - Bueno, entonces debes creer ahora -dice él-; después de todo, aquí estás, vivo. El ateo voltea los ojos dando a entender que el religioso es un total ingenuo: - No hombre, lo que paso fue que una pareja de esquimales estaba merodeando por allí y ellos me mostraron el camino de regreso al campamento. Es fácil someter esta historia a un análisis tipo Artes Liberales: la misma experiencia puede significar dos cosas completamente diferentes para dos personas diferentes; según los paradigmas de creencias de cada uno y sus dos formas diferentes de de construir significados a partir de una experiencia. Como valoramos la tolerancia y la diversidad de creencias, de ninguna manera, en nuestro análisis basado en las Artes Liberales, vamos a afirmar que la interpretación de uno de los hombres es verdadera y la del otro es falsa o deficiente; lo que es positivo; excepto que, asimismo, nunca nos pondremos de acuerdo acerca de dónde se originan los paradigmas de las creencias de estos individuos o, para ser más preciso, en que parte de su interior se originan. Es como si, en cada quien, las orientaciones más básicas con respecto al mundo y el significado de sus experiencias estuviesen, de alguna forma, genéticamente conectadas a esa persona, como sucede con la estatura o el número que calza; o como si se hubiesen absorbido directamente de su cultura, como el idioma. Es como si la forma que cada quien tiene de concebir el significado de las cosas no fuese cuestión de personal y deliberada elección, de consciente decisión de cada quien. Además está el asunto de la arrogancia.

El hombre no religioso confía, de forma absolutamente obstinada, en su rechazo a la posibilidad de que los esquimales tengan algo que ver con su oración pidiendo auxilio. Es cierto, hay gran cantidad de personas religiosas que parecen arrogantemente seguros de sus propias interpretaciones, también. Son, probablemente, más repulsivos que los ateos, al menos para la mayoría de los que estamos aquí; pero el hecho es que el problema de los religiosos dogmáticos es exactamente el mismo que el del ateo de la historia –arrogancia, seguridad ciega, una mente tan cerrada que es una cárcel tan completa que el prisionero no se da cuenta de que está encerrado. El punto aquí es que yo pienso que esto es, en parte, lo que el mantra de las Artes Liberales -“enséñame cómo pensar”- se supone, en parte, que significa: ser un poco menos arrogante, tener cierta “conciencia crítica” acerca de mí mismo y de mis convicciones… porque un gran porcentaje de lo que yo creo que es cierto se puede volver falso y decepcionante. Yo aprendí esto de la manera más difícil, como les predigo a ustedes, graduados, que les sucederá. Aquí hay un ejemplo de lo absolutamente errónea que es una creencia acerca de la que yo estaba automáticamente seguro. En mi propia experiencia inmediata, todo sostiene mi profunda convicción de que yo soy el absoluto centro del universo; la más real, vívida e importante persona que existe. Raramente pensamos en este tipo de natural y básico egocentrismo porque es socialmente repulsivo, sin embargo es prácticamente igual para todos nosotros, en lo más profundo. Es nuestra falla de origen, conectada a nuestra estructura desde el nacimiento. Piensen en esto: no hay experiencia que ustedes hayan tenido de la que no hayan sido el centro absoluto. El mundo, tal como lo experimentas esta en frente de ti, o detrás de ti, o a la izquierda o a la derecha de ti, en tu televisor, tu monitor, o en lo que sea. Los pensamientos y sentimientos de otras personas tienen que ser comunicados a ti de alguna manera, pero los tuyos propios son tan inmediatos, urgentes, reales. Captan la idea. Pero, por favor no se preocupen pensando que me estoy disponiendo a predicarles acerca de la compasión o la aprobación de los demás o sobre todas las llamadas “virtudes”. Este no es un asunto de virtud; es un asunto que tiene que ver con mi decisión de esforzarme para, de alguna manera, alterar o liberarme de mi natural y predeterminada falla de origen, la cual consiste en ser profunda y literalmente egocéntrico y en ver e interpretar todo a través estos anteojos propios. Las personas que pueden adaptar su natural falla de origen de esta forma son descritas, generalmente, como “bien adaptadas”, lo que, yo les sugiero, no es un término accidental.

Debido al ambiente académico en el que estamos, una pregunta obvia es ¿cuánto de este trabajo de adaptación de nuestra falla de origen involucra, de manera genuina, nuestros conocimientos o nuestro intelecto? La respuesta, lejos de sorprendernos, es que depende de la clase de conocimientos a la que nos referimos. Probablemente lo más peligroso de la educación académica, al menos en mi caso, es que capacita mi tendencia a “sobreintelectualizar” las cosas, para perderse en el pensamiento abstracto en vez de, simplemente, poner atención a lo que sucede delante de mí. En vez de poner atención a lo que sucede dentro de mí. Estoy seguro de que ustedes, muchachos, deben saber ya que es extremadamente difícil permanecer alerta y atento, en vez de dejarse hipnotizar por el constante monólogo que está dentro de sus cabezas. Lo que ustedes no conocen todavía son los peligros de este conflicto. En veinte años, desde mi propia graduación, he llegado a comprender, gradualmente, estos peligros y he visto que el cliché de las Artes Liberales acerca de “enseñarte cómo pensar” es, más bien, una manera simple de expresar una muy profunda e importante verdad. Realmente, “aprender cómo pensar” significa aprender la forma de ejercer algún control sobre cómo se piensa y qué se piensa. Significa estar consciente y suficientemente enterado para decidir a qué debo prestar atención y para decidir cómo elaborar significados a partir de la experiencia. Porque si ustedes no pueden o no quieren ejercer este tipo de decisión en su vida adulta, ustedes estarán totalmente jodidos. Piensen en el viejo cliché que se refiere a la mente como “un excelente sirviente pero un terrible patrón”. Este, como muchos clichés, tan débil y banal en la superficie, realmente expresa una gran y terrible verdad. No es una simple coincidencia que los adultos que cometen suicidio con armas de fuego casi siempre se disparan en… la cabeza. Y la verdad es que, en verdad, muchos de estos suicidas están muertos mucho antes de halar el gatillo. Y yo opino que este es el verdadero valor, no “habla-paja”, que su educación de Artes Liberales encierra: como evitar que vayan por su cómoda, próspera y respetable vida adulta, muertos, inconscientes siendo esclavos de su cabeza y de su falla de origen que los hace sentirse únicos, completos, imperialmente solos, día tras día. Esto puede sonar hiperbólico, o una abstracción sin sentido. Entonces vamos a ser más concretos. El hecho específico es que ustedes, licenciados, no tienen todavía ni idea de lo que significa realmente el “día a día”.

Es que existen grandes segmentos de la vida adulta americana de los que nadie habla en los discursos formales, esas partes que involucran aburrimiento, rutina y lastimosa frustración. Los padres y las personas mayores que se encuentran aquí saben bien a qué me refiero. Para poner un ejemplo, vamos a hablar de un día cualquiera en la vida de un adulto; te levantas en la mañana, vas a tu desafiante trabajo de ejecutivo graduado y trabajas duro por nueve o diez horas; y al final del día estás cansado y estresado, y todo lo que quieres es ir a casa y comerte una buena cena y, tal vez, relajarte por un par de horas y meterte en la cama temprano porque debes levantarte al día siguiente para volver a hacer lo mismo otra vez. Pero, entonces, te acuerdas de que no hay nada para comer en casa –no tuviste tiempo de comprar esta semana a causa de tu trabajo desafiante- y por eso ahora, después de trabajar, debes meterte en el carro y manejar hasta el supermercado. Es el final de un día de trabajo y el tráfico está terrible, por eso llegar a la tienda toma mucho más tiempo de lo que debería; y cuando finalmente llegas, el supermercado está lleno porque, claro, es la hora del día en que las otras personas que trabajan se aglomeran para hacer sus compras, y la tienda tiene una luz desagradablemente fluorescente fundida con una torturante (Soul-killing) “música de ascensor” (Muzak) o un pop comercial, y ese es casi el último lugar en el que te gustaría estar, pero no puedes entrar y salir rápidamente. Tienes que deambular a través de los largos y excesivamente iluminados pasillos llenos de gente para encontrar las cosas que quieres y tienes que maniobrar tu destartalado carrito a través de todas esas otras personas cansadas y apuradas que también llevan sus carritos y, desde luego, está también la gente vieja congelada en su lentitud, y los que están “en la luna” (Spacey people), y los niños con TDAH (Trastorno de Deficiencia de Atención e Hiperactividad) que bloquean todo el pasillo y tienes que apretar los dientes y tratar de ser educado cuando les pides que te dejen pasar, y finalmente cuando ya hiciste toda tu compra resulta que no hay suficientes cajas abiertas a pesar de que todos tienen la prisa-del-final-del-día, por eso la cola de la caja es increíblemente larga. Todo ello es estúpido e indignante, pero no puedes pagar tu rabia con la dama desquiciada que está en la registradora que trabaja sobretiempo en un trabajo cuyo tedio diario y falta de sentido sobrepasa la imaginación de cualquiera de los que estamos aquí, en una universidad prestigiosa… Sin embargo, finalmente, eres el primero en la fila de la caja y pagas por tu comida y esperas a que tu cheque o tu tarjeta pasen por la máquina y te dicen “tenga un buen día” con una voz que es la voz de la muerte. Entonces tienes que colocar tus bolsas plásticas de comida, desagradables y endebles, en el carrito con su rueda loca que lo lleva alocadamente hacia la izquierda durante todo el trayecto a través del estacionamiento lleno de tierra y de baches, y tratar de cargar las bolsas para colocarlas de forma que las cosas no se salgan y rueden por el maletero durante todo el camino a la casa, y entonces tienes que manejar a través del tráfico lento, pesado, lleno de camionetas (SUV. Sport Utility Vehicle) en la hora más intensa, cuando todos tienen prisa, etcétera, etcétera.

Todo el mundo ha tenido esta experiencia, desde luego –pero esto no se ha convertido todavía en parte de su rutina de vida de graduados, día tras semana tras mes tras año. Pero lo será, así como muchas otras rutinas deprimentes, desagradables y sin sentido. Sin embargo, este no es el punto. El punto es que en esta frustrante y deprimente basura es donde se lleva a cabo el trabajo de seleccionar. Porque el tráfico agobiante y los pasillos atestados de gente y las largas colas a las cajas del mercado me dan tiempo para pensar, y si no tomo una decisión consciente acerca de cómo pensar y a qué prestar atención voy a estar jodido y me sentiré miserable cada vez que tenga que hacer la compra porque mi falla de origen natural me dice que situaciones como esta solo tienen que ver conmigo: con mi hambre, mi cansancio y mi deseo de llegar a casa, y va a parecer que todo el mundo está atravesado justamente en mi camino, y ¿quién coño son todas estas personas atravesadas en mi camino? Y mira que repulsivos son la mayoría de ellos y que estúpidos, se ven tan caras de vaca y ojos de muerto, parecen tan poco humanos aquí parados en la cola de las cajas; o mira que molesta y maleducada se ve esa gente hablando tan alto en sus celulares en medio de la cola, y mira que profundamente injusto es todo esto: he trabajado duro todo el día, estoy muerto de hambre y agotado y ni siquiera puedo llegar a mi casa a comer y descansar por causa de toda esta estúpida y maldita gente. O, por supuesto, si me siento más socialmente consciente, dada la conformación “Arte-Liberal” de mi falla de origen, puedo pasar el tiempo en el embotellamiento del tráfico del final del día sintiéndome furioso y disgustado por todas las gigantescas camionetas (SUV) y Hummers y camionetas pickup V12 quemando su despilfarrador, egoísta tanque de gasolina de ciento cincuenta litros (equivalente en galones en el original), y puedo mortificarme con el hecho de que las calcomanías patrióticas o religiosas pegadas a los parachoques siempre parecen estar en los vehículos más grandes, más desagradablemente egoístas conducidos por los más feos, más desconsiderados y agresivos conductores que generalmente están hablando por sus celulares mientras se atraviesan para adelantar apenas seis estúpidos metros (equivalente en pies en el original) en el embotellamiento de tráfico, y me pongo a pensar cómo los hijos de nuestros hijos nos despreciarán por desperdiciar todo el combustible del futuro y probablemente por joder el clima, y en lo desconsiderados y estúpidos y egoístas y desagradables que somos, y en como todo da asco, y así sucesivamente… Miren, si yo escojo pensar de esta manera, está bien, muchos de nosotros lo hacen –excepto que pensar así es tan fácil y automático que no tiene que ser una elección. Pensar así es mi falla de origen natural. Es la forma automática e inconsciente en la que yo percibo las partes aburridas, frustrantes y agobiantes de la vida adulta cuando estoy funcionando en la creencia automática e inconsciente de que soy el centro del mundo y que mis necesidades inmediatas y mis sentimientos son los que determinan las prioridades del mundo.

La cosa es que, obviamente, existen diferentes formas de pensar acerca de este tipo de situaciones. En este tráfico, todos estos vehículos atascados entorpeciendo mi camino: ¿no es posible que mucha de esta gente en sus camionetas haya tenido un horrible accidente de tránsito en el pasado y ahora encuentra tan traumático el conducir que su terapista les ha ordenado, prácticamente, que se compren una gran y pesada camioneta para que se sientan lo suficientemente seguros para poder manejar; o que la Hummer que se me atravesó es conducida por un padre que tiene en el asiento de al lado a su hijo herido o enfermo y se está apurando para llegar al hospital y el tiene una prisa mucho más grande y legítima que la mía –de hecho, soy yo el que está atravesado en su camino. O puedo escoger el forzarme a mí mismo a considerar la posibilidad de que todo el mundo en la cola del supermercado está tan aburrido y frustrado como yo, y que algunas de estas personas de hecho tienen, en general, vidas más duras, aburridas o dolorosas que la mía. Y así, sucesivamente. De nuevo, por favor no piensen que le estoy dando consejos morales, o que estoy diciéndoles que “se supone” que deben pensar de esta manera, o que alguien espera que ustedes lo hagan automáticamente, porque pensar así es difícil, supone una gran voluntad y esfuerzo mental, y si ustedes son como yo, habrá días en que no sean capaces de hacerlo e, incluso, ni siquiera servirá el esforzarse. Pero la mayoría de los días, si están lo suficientemente conscientes para permitirse decidir, pueden escoger el mirar de manera diferente a esa gorda, de ojos de muerta que le gritó a su niño en la cola de la caja registradora –a lo mejor ella no es así normalmente, a lo mejor ha pasado tres noches en vela tomando la mano de su esposo que está muriendo de cáncer de huesos, o quizás esta señora es una mal pagada empleada en el Departamento de Vehículos a Motor que ayudó al esposo de alguna de ustedes a resolver un problema burocrático a través de un pequeño acto de bondad. Por supuesto, nada de esto es posible, pero tampoco es imposible –todo depende de lo que ustedes deseen considerar. Si ustedes están automáticamente seguros de que saben lo que es la realidad y quién y qué es realmente importante –si ustedes quieren modificar su falla de origen- entonces ustedes, como yo, no se detendrán a pensar en las posibilidades que no tienen sentido y son molestas. Pero, si ustedes realmente han aprendido a pensar, a prestar atención, entonces ustedes sabrán que tienen otras opciones. Está absolutamente en sus manos experimentar una típica situación infernal de consumidor, lenta, calurosa y llena de gente y no considerarla sin sentido, incluso verla como sagrada, encendida con la misma fuerza que ilumina a las estrellas –compasión, amor, la unidad esencial de todas las cosas.

No es que todo ese asunto de lo místico sea necesariamente cierto: la única cosa que es Verdad -con V mayúscula- es que ustedes tienen que decidir cómo van a tratar de verlo. En esto consiste la libertad de la verdadera educación, del aprendizaje para ser equilibrados: ustedes deben decidir conscientemente qué cosas tienen significado y cuáles no. Ustedes deben d...


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