Accidentologia modulo 2 completo PDF

Title Accidentologia modulo 2 completo
Course Accidentología y Criminología
Institution Universidad Siglo 21
Pages 8
File Size 142.6 KB
File Type PDF
Total Downloads 110
Total Views 176

Summary

Download Accidentologia modulo 2 completo PDF


Description

Los siniestros viales resultan fenómenos complejos que no pueden explicarse a partir de un solo factor o una sola causa. En esta lectura se presentan los principales factores de riesgo que intervienen en un siniestro vial y la matriz de Haddon, un modelo teórico de gran aceptación en la literatura científica que ofrece una visión integral sobre los hechos que afectan la seguridad vial. FACTORES QUE INTERVIENEN EN LA OCURRENCIA DE UN SINIESTRO VIAL: UNA APROXIMACIÓN SISTÉMICA

responsable de los siniestros viales. Uno de los primeros investigadores en llamar la atención sobre esto fue Haddon (1980), quien enfocó el problema de la siniestralidad vial y las lesiones de tránsito desde una perspectiva de salud pública. Este autor formuló lo que se conoce como la matriz de Haddon, que consta de dos dimensiones que se combinan entre sí. Una de esas dimensiones es temporal y corresponde a las diferentes etapas de un choque: prechoque, choque y poschoque. La otra dimensión se ocupa de los factores de riesgo, que se dividen en tres: el factor humano, el vehículo y el entorno (ambiente físico y social) (ver Figura 1). Haddon (1980) destacó que la ocurrencia de un siniestro vial depende de la interacción entre distintos factores, por lo cual una forma de prevenirlos o reducir las lesiones resultantes pasaría por enfocar el trabajo sobre el factor humano, el vehículo o el entorno. La matriz de Haddon ofrece un marco de referencia útil para entender globalmente por qué ocurren los siniestros viales. Esto permite direccionar los esfuerzos de prevención hacia diferentes factores de riesgo (factor humano, vehículo y entorno) que conforman el “triángulo de la seguridad vial” y en distintos momentos: antes, durante y después del siniestro. De esta manera, el análisis de la siniestralidad vial requiere un enfoque sistémico que tenga en cuenta los diferentes factores intervinientes, incluyendo el vehículo, el medioambiente –estado de los caminos, señalizaciones e infraestructura viaria general– y la normativa de tránsito, así como las actitudes, motivaciones y demás factores asociados al comportamiento del conductor (Petit, 2014; Trógolo, Medrano y Ledesma, 2017). En el caso que hemos comentado más arriba, parece claro que, para poder comprender el suceso que derivó en el vuelco del micro, es necesario atender a diferentes factores intervinientes que están relacionados con el triángulo accidentológico: factor humano (alta velocidad para el tramo), vehículo (peso y altura, que llevan a una mayor pérdida de estabilidad del vehículo ante maniobras bruscas) y medioambiente (falta o inadecuada señalización; presencia de neblina que dificultaba la visibilidad). CAUSAS DE LA SINIESTRALIDAD VIAL La investigación accidentológica vial ha demostrado consistentemente que la causa de los siniestros viales no responde a un solo factor. Más bien, la ocurrencia de un siniestro vial y su gravedad son el resultado de una cadena secuencial de eventos, donde la ausencia de uno de ellos puede ser motivo suficiente para que el siniestro no ocurra (Dextre y Cebollada, 2014). En este punto, parece conveniente distinguir entre causa y factor (Godoy, 2018). La causa es el conjunto de circunstancias, conocidas o desconocidas, que condujeron a un hecho, mientras que factor es cada una de las circunstancias que contribuyeron al hecho, sin las cuales este probablemente no hubiera ocurrido. Cada factor es un elemento necesario para producir el hecho, pero resulta insuficiente por sí solo. Por lo tanto, para determinar la causa de un siniestro vial, resulta importante identificar el conjunto de factores que confluyeron para que este se produjera, y determinar también el grado de importancia relativa de cada uno. En el siniestro que ocasionó la muerte del exgobernador, podrían identificarse los siguientes factores que contribuyeron al desenlace fatal: exceso de velocidad; estado de cansancio (fatiga) que puede haber afectado su capacidad para percibir el peligro y reaccionar apropiadamente; distancia excesiva entre la velocidad a la que circulaba la

camioneta y la velocidad a la que se desplazaba el camión, que le impidió juzgar adecuadamente las distancias y efectuar una maniobra evasiva a tiempo; conducción durante la noche, que ocasiona una disminución de la visibilidad del entorno en que se conduce; falta de elementos de seguridad activa en el vehículo, como sistemas de reconocimiento de fatiga, o de alerta de colisión que hubiese permitido frenar.

Por lo tanto, podemos ver que existe un conjunto de factores que contribuyen al resultado final del siniestro; dependerá de la capacidad técnica de los peritos determinar cuál de estos factores pudo haber tenido una incidencia relativa mayor en la causación. Como ya hemos mencionado, estos factores pueden ser de distinto tipo: Factor humano: en esta categoría se incluyen el conductor, los pasajeros, los peatones, los ciclistas y los motociclistas. Se consideran el comportamiento, el estado físico, las actitudes, los factores transitorios (p. ej., fatiga, emociones), el consumo de alcohol o estupefacientes, las habilidades de conducción, etcétera. Vehículo: engloba los diferentes elementos que corresponden al vehículo, pudiendo mencionarse el mal estado de conservación, la falta de funcionamiento adecuado de los elementos de seguridad activa (p. ej., dirección, frenos, etc.), o la ausencia de elementos de seguridad pasiva (p. ej., airbags, apoyacabezas, cinturón de seguridad), que inciden en la gravedad de las lesiones producidas. Entorno: incluye las condiciones meteorológicas (nieve, lluvia, neblina, etc.), así como el estado de las vías (señalización, estado general de las calles o caminos, etc.). FACTOR HUMANO: SU PREPONDERANCIA EN LA CAUSACIÓN DE LOS SINIESTROS VIALES El enfoque desarrollado por Haddon o las propuestas basadas en el triángulo de la seguridad vial permitieron mejorar sustancialmente la comprensión de los factores que influyen en los siniestros viales, ofreciendo una herramienta valiosa para la planificación de intervenciones orientadas a disminuir las colisiones o el impacto de las lesiones resultantes (Rothe, 2002). Sin embargo, existe consenso en considerar que el factor humano carga con la mayor responsabilidad, estimándose que alrededor del 90 % de los siniestros viales se debe a factores derivados del conductor (Hoffman, 2005; Evans, 1996; Organización Mundial de la Salud [OMS], 2004, 2010), lo que representa un elemento crítico para la seguridad vial. Entre estos factores, se destaca la conducción riesgosa como uno de los más relevantes (Petridou & Moustaki, 2000). Se trata de conductas que se asocian con una búsqueda intencional de riesgo. Estos comportamientos deben diferenciarse de otros que generan riesgo, pero no de manera intencional. Así, la fatiga, la inexperiencia o la distracción son factores que pueden incrementar la posibilidad de cometer errores que resulten en algún siniestro vial, pero que en ningún caso implican la intención de involucrarse en una situación riesgosa. Por este motivo, resulta necesario distinguir el riesgo como categoría general de la conducción riesgosa como categoría específica (Poó, 2014). Esta última hace referencia a conductas deliberadas de riesgo por parte del conductor, así como a la violación sistemática de las normas de tránsito y la búsqueda de emociones intensas en la conducción (Taubman-Ben-Ari, Mikullincer y Gillath, 2004). En consonancia con esta definición, distintos comportamientos se consideran indicadores de conducción riesgosa. Entre ellos, pueden nombrarse el exceso de velocidad, cruzar semáforos en rojo, pasar a otros vehículos en zonas no permitidas, involucrase en carreras con otros conductores, o conducir bajo el efecto de sustancias como el alcohol o la marihuana. En un plano similar, Reason, Manstead, Baxter & Campbell (1990) diferenciaron tres clases de comportamientos de riesgo en los conductores: Violaciones – Las violaciones constituyen todos aquellos comportamientos llevados a cabo de forma intencional que implican una desviación, aunque no necesariamente penalizable, de las normas de comportamiento seguro. Entre estos comportamientos se incluyen el exceso de velocidad, cruzar el semáforo en rojo, adelantarse en zonas prohibidas (p. ej., curvas) o no respetar la distancia entre vehículos. Errores-Los errores son equivocaciones que resultan de la mala planificación de las acciones para lograr un objetivo. Por ejemplo, subestimar la velocidad del vehículo que viene de frente al realizar un adelantamiento. Las equivocaciones se consideran asociadas a la falta de conocimiento o experiencia. Lapsus – Por último, los lapsus se definen como errores debidos a fallas en la atención, la memoria o la percepción. Chocar por poco al vehículo que va adelante por ir distraído o cruzar involuntariamente de carril son algunos ejemplos de conductas que se engloban dentro de esta categoría.

En el caso que venimos analizando, podemos decir que la conducta realizada (exceso de velocidad) es intencional. Sin embargo, también puede haber ocurrido al subestimar la velocidad del vehículo que venía adelante (el camión), lo que impidió realizar la conducta de adelantamiento a tiempo. Finalmente, el choque podría haberse ocasionado por una distracción del exgobernador que sustrajo la atención de la tarea de conducir, que se restableció cuando la distancia entre los vehículos era muy corta y la distancia de velocidad

muy grande para efectuar una maniobra evasiva. Este ejemplo nos muestra que podría haberse tratado de una violación (exceso del límite de velocidad permitido), un error (juzgar mal las distancias) o un lapsus (distracción). Según este modelo, las violaciones y los errores o lapsus obedecen a comportamientos distintos. Así, mientras que las violaciones representan conductas motivadas intencionalmente, los errores y lapsus no son producto de acciones deliberadas, sino equivocaciones en el desempeño del conductor que derivan de fallos atencionales o de problemas en el procesamiento cognitivo de la información (Reason et al., 1990; Winter & Dodou, 2010). Por lo tanto, aunque el resultado final puede ser el mismo, los mecanismos psicológicos que subyacen a unos y otros son distintos. Cabe destacar que la distinción entre violaciones y errores ha sido respaldada por investigaciones realizadas en diferentes países (Gras et al., 2006; Kontogiannis, Kossiavelou & Marmaras, 2002; Martinussen, Lajunen, Møller & Özkan, 2013; Mesken, Lajunen & Summala, 2002; Sullman, Meadows & Pajo, 2002; Useche Hernández, 2011) y con diferentes grupos de conductores. Por otra parte, los resultados provenientes de un metaanálisis indican que tanto las violaciones como los errores predicen de manera significativa los siniestros viales, aunque su influencia varía dependiendo de los grupos de edad considerados. En concreto, mientras que en los jóvenes, sobre todo hombres, los siniestros viales se asocian particularmente con las violaciones, en los conductores de más edad los siniestros viales se relacionan mayormente con errores en la conducción (Winter & Dodou, 2010). La distinción entre violaciones y errores es importante porque permite separar dos grandes dimensiones de comportamientos viales por sus causas y no por sus consecuencias. Además, permite identificar las variables psicológicas que se encuentran asociadas a cada una de ellas. Como resultado, es posible realizar esfuerzos para identificar un patrón de características psicológicas y comportamentales asociadas a la búsqueda intencional de riesgo durante la conducción. Es aquí donde reside uno de los principales intereses de la criminología vial, analizando los factores que subyacen a las conductas intencionales de riesgo que se encuentran tipificadas como delitos contra la seguridad vial, intentando establecer las motivaciones, los estados de ánimo, los factores de personalidad, y de manera general, los perfiles de los sujetos que cometen esta clase de delitos. Todo ello con la finalidad de servir de base al desarrollo de políticas criminológicas centradas en la prevención de los delitos viales, que en muchos casos se encuentran más próximas al sistema político que al conocimiento científico proveniente de la investigación criminológica vial (Cuello Videla, 2018). LA INVESTIGACIÓN DE LOS SINIESTROS VIALES: EL LUGAR DEL HECHO La investigación de un siniestro vial constituye una tarea sistemática encaminada a establecer cómo ocurrió el suceso vial y por qué ocurrió, o sea, cuál fue la causa que lo originó (Godoy, 2018) a, mediante la investigación, es posible determinar si se trató de un choque o de un homicidio encubierto como accidente en el que se “plantaron” pruebas para ocultar el hecho sucedido, y en el caso de un choque, se pueden establecer su naturaleza (p. ej., choque por alcance, choque frontal, derrape y volcamiento), los implicados y las responsabilidades de cada uno. Desde el punto de vista criminológico, la investigación de un siniestro vial debe realizarse cuidadosa y metódicamente, ya que las actuaciones realizadas pueden convertirse en prueba judicial que ayude en la resolución de un conflicto penal. ETAPAS DE INVESTIGACIÓN DE UN SINIESTRO VIAL . Estas etapas son: Inspección ocular del hecho. Recolección de evidencias. Reconstrucción del siniestro vial. Análisis del siniestro INSPECCIÓN OCULAR (IO) DEL HECHO tipos, características y localización de las deformaciones y daños que ostentaron los vehículos; estado de funcionamiento de los rodados y, en especial, de sus sistemas de seguridad activos y pasivos; tipo y características de las huellas de neumáticos que hubieran quedado sobre la calzada o de cualquier otro rastro, como huellas de abrasión de elementos metálicos, regueros de líquidos, residuos producto de la colisión, etcétera; ubicación y estado de la señalización vial existente en el lugar (señalización vial vertical, horizontal, semáforos, etc.); estado de la calzada, etcétera.

RECOLECCIÓN DE EVIDENCIAS Una vez realizada la IO, la tarea siguiente consiste en el levantamiento de la evidencia que hayamos marcado y considerado de especial interés para la investigación (Figura 1). Dado que la evidencia física recolectada en el lugar del hecho puede convertirse en material probatorio de una causa, es importante asegurar una adecuada

manipulación y traslado de las evidencias a fin de garantizar su correcta preservación. En este punto, adquiere relevancia la cadena de custodia, definida como el procedimiento documental y controlado que se aplica a las evidencias materiales relacionadas con el hecho, desde su localización hasta su valoración por los encargados de los análisis, normalmente peritos, y que tiene como objetivo evitar alteraciones, sustituciones, contaminaciones o destrucciones. Físicamente, la cadena de custodia consiste en una serie de documentos que deben acompañar a la evidencia en todo momento. En ellos debe figurar una serie de datos que identifiquen tanto a la propia evidencia como a las personas que la recogen, la trasladan, la conservan, la manipulan, la estudian, etcétera (Figura 2). Los documentos de cadena de custodia garantizan que las evidencias recolectadas en el lugar del siniestro son las mismas que se estudiarán en los correspondientes laboratorios, y que todos los procesos a los que se las someta se han llevado a cabo con todas las garantías. También nos permitirán saber en cualquier momento dónde y cómo se encuentran las evidencias. representa la forma de embalaje de una evidencia obtenida en el lugar del siniestro junto con la documentación pertinente para garantizar la preservación de la evidencia en su estado original. EVIDENCIAS TÍPICAS EN UN SINIESTRO VIAL En la investigación de un siniestro vial, existen muchas evidencias susceptibles de localización. Estas evidencias pueden localizarse en el/los vehículo/s, en el/los cuerpo/s de la/s víctima/s y victimario/s, en el lugar del hecho y zonas aledañas (Girard, 2010). En un sentido amplio, las evidencias son todos aquellos objetos, huellas, marcas, rastros, señales o vestigios que resultan de la comisión de un hecho. Por lo tanto, su estudio puede ayudarnos a establecer las identidades de las personas que intervinieron en el hecho, las responsabilidades de cada uno, y las circunstancias en que se produjo (Rodríguez Ortega, 2016). De acuerdo con su relación con los hechos, Girard (2010) clasifica las evidencias en: Determinadas – Son aquellas que requieren solamente un análisis minucioso a simple vista o con lentes de aumento y que guardan relación directa con el objeto o persona que los produce. Por su naturaleza física los podremos clasificar, por ejemplo, en armas, impresiones dactilares, huellas de vehículos e instrumentos. Indeterminados – Son aquellas que requieren de un análisis completo para el conocimiento de su composición y estructura de acuerdo con su naturaleza física, pues de otra forma no estaríamos en la posibilidad de definirlos. Son, por ejemplo: pelos, fibras, semen, orina, vómito, manchas o huellas de sangre y pastillas desconocidas con o sin envoltura, microhuellas, etcétera En un siniestro vial, algunas de las evidencias más comunes que se producen como consecuencia de la colisión (Durán Díaz, 2018) son: Plásticos. Se emplean cada vez más en la fabricación de vehículos y por sus características físicas son susceptibles de desprenderse o fracturarse cuando se golpean o rozan. El análisis en el laboratorio de su composición, color y forma nos permitirá identificar al vehículo al que pertenecen. Algunas partes tienen números de serie identificativos que facilitarán mucho esta identificación. En este tipo de evidencias, se pueden apreciar también restos de pintura que pueden analizarse para conocer si pertenecen al propio vehículo o son manchas de rozadura o impacto con otro. Estos elementos, en función de su tamaño, pueden guardarse en bolsas o cajas individuales para cada trozo que se recoja, ya que podrían no pertenecer al mismo vehículo. Cristales de proyectores y señalizadores. Como en el caso de los plásticos, también se pueden identificar estos elementos o partes de ellos. Los cristales de proyectores y señalizadores ópticos llevan numeraciones que los identifican plenamente. Si se localizan estos números, se puede saber a qué vehículo pertenecen, con lo que podemos conocer la marca, el modelo, el año de fabricación, si es de la derecha o de la izquierda del vehículo. De los plásticos y los trozos de cristales de proyectores y señalizadores ópticos hay otras características que se suelen dar muy a menudo y es lo que se conoce como encaje mecánico. Consiste en que un trozo de una pieza rota que encontramos en el lugar del siniestro puede coincidir perfectamente con el resto de la pieza cuando

se localiza el vehículo sospechoso. Vidrios. Los vidrios que encontremos en el lugar del siniestro vial pueden proceder de las lunetas trasera y delantera, de las ventanillas y de los proyectores. La luneta delantera suele ser de cristal laminado o de seguridad que lleva una película intermedia realizada con butiral de polivinilo (PVB), etil-vinil-acetato (EVA) y...


Similar Free PDFs