Analisis de pelicula Alice - Alzheimer PDF

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Análisis

psicopatológico

del

protagonista

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sus

características

sintomatológicas Siempre Alice (Still Alice), es una película dentro del género de drama, coproducido por Estados Unidos, Reino Unido y Francia en 2014; la cual está basada en la novela homónima de la escritora Lisa Genova, publicada en el 2007 y considerada un best-seller. Fue dirigida por Wash Westmoreland y Richard Glatzer, y protagonizada por la actriz Julianne Moore como Alice Howland. La película fue estrenada en el Festival Internacional de Cine de Toronto, el 8 de septiembre de 2014, recibiendo buenas críticas; haciendo a la actriz Julianne Moore acreedora a al Oscar en 2015 como mejor actriz. La película Siempre Alice, nos permite adentrarnos en el mundo de la Enfermedad de Alzheimer. Es importante adelantar que el análisis psicopatológico que haré es en base a la subjetividad de lo que observe y pueda discernir de este film. Me enfoqué en este caso de Alice, para entender como es y cómo vive su vida una persona que es diagnosticada con Alzheimer y la manera en que va ocurriendo y afectando la enfermedad su vida, al tener esa condición neurológica. Alice Howland es una reconocida profesora de lingüistica de la Universidad de Columbia, en Nueva York, que acaba de cumplir 50 años de edad, quien es diagnosticada con la Enfermedad de Alzheimer de inicio temprano. Esta felizmente casada y tiene tres hijos adultos. Es invitada a dar una conferencia en UCLA en los Ángeles, y es allí donde sufre un pequeño percance. En plena conferencia, olvida una palabra clave y tarda unos momentos en encontrar otra para poder seguir hablando, algo que fue muy extraño en una persona tan acostumbrada a hablar en público, pero lo toma como algo pasajero. Antes de regresar, aprovecha para ver a su hija Lydia, que ha decidido ser actriz en contra de la voluntad de su madre. De vuelta a Nueva York sale a correr para relajarse y es presa de un segundo incidente: en el campus universitario que conoce tan bien ya que es donde dio clases por alrededor de 20 años, pierde el sentido de la orientación, es decir presentó una desorientación espacial. No sabe dónde está ni lo que hace allí. Poco después logra recordar y regresar a casa, pero ya con la preocupación de los dos incidentes ocurridos. Alice pide una cita con un neurólogo que la somete a una serie de pruebas. Está convencida de que tiene un tumor cerebral. Alice refiere al neurólogo que ha empezado a olvidar nombres de palabras, que no tiene ninguna lesión en la cabeza, con antecedentes de padre alcohólico con insuficiencia renal crónica y Alzheimer. El médico piensa que se trata de algo aún más inquietante: la enfermedad de Alzheimer de inicio precoz, por lo que le manda a realizar una resonancia magnética y él solicita un acompañante para la siguiente cita, cosa que Alice decide no llevar. Se puede observar que, durante la cena de Navidad con su familia, presenta un nuevo episodio de olvido, al no recordar la receta de un pudin, así como presentarse en dos ocasiones con la amiga del hijo, por lo que se observa que el deterioro cognitivo se hace más presente conforme pasan los días. Durante la segunda cita con el neurólogo, éste le indica que en los resultados de sus estudios no se refleja accidente cardiovascular ni tumores, pero lo que si presenta es un deterioro de memoria esporádico y desproporcionado para alguien de 50 años, así como una reducción mental, por lo que el médico le indica a Alice

la realización de un TAC para Alzheimer, ya que encaja con el criterio a alguien precoz. Para la tercera cita, decide comentarle al marido, quien la acompaña, y es donde el neurólogo, da el diagnostico de Alzheimer, le refiere a Alice que es el tipo de Alzheimer raro y hereditario que se transmite genéticamente, por lo que lo heredó de su padre. Alice se lo comunica a sus hijos, que se quedan asombrados y tienen dificultades en procesar la información. Durante las semanas siguientes, Alice se enfrenta a las consecuencias que tiene la enfermedad en su matrimonio, su familia y su carrera. Los hijos se deciden realizar un estudio genético para evaluar las probabilidades que tienen de desarrollo en el futuro; por lo que se entera que la única que dio resultados positivos a padecerlo es su hija mayor, Anna, con quien tenía una mejor relación filial, pero que al enterarse se ve un cambio drástico, que se aleja de la madre, y mas que está en tratamiento de fertilidad. En la universidad donde imparte clases, le comentan de las quejas presentadas por los alumnos de su ausencia en clases, por lo que le comenta al encargado que tiene un deterioro cognitivo leve que le había sido diagnosticado, lo cual deja de impartir clases. Un día cuando regresa a casa después de correr es abordada por el esposo, quien le recrimina la ausencia en la cena con sus jefes, por lo que ella le comenta que recuerde que tiene Alzheimer y que prefería tener Cáncer, así sería menos vergonzoso. Haciéndose pasar por hija de padres que padecen alzhéimer, visita una residencia para mayores especializada en la enfermedad. Se da cuenta de que no puede aceptar su destino y toma una decisión drástica que afectará a su vida cuando se vea más incapacitada. El verano en la casa de la playa le aporta nuevas fuerzas y lucha contra todo pronóstico para mantener su vida, sus relaciones y su sentido de sí misma; a pesar de que ella se pierde en su propia casa, olvida que debe ir al baño, exige que su marido repita las mismas acciones como leerle o servirle agua, sin que ella se dé cuenta de que ya se la ha pedido antes. En la película se observa que el esposo de la paciente se ve muchas veces desbordado por la carga emocional que conlleva tener una pareja con dicha enfermedad, al igual que los hijos se muestran severamente preocupados por la condición de su madre. Es posible notar que si bien no mantiene la mejor relación madre-hija, con su hija menor Lydia, esos lazos se van afianzando y haciendo más íntimos conforme la enfermedad de Alice avanza y Lydia debe velar por ella. Es importante destacar que el Alzheimer familiar como el de Alice avanza más rápido, en la que se observa un deterioro en sus facultades casi total en menos de dos años. Generalmente los pacientes de Alzheimer tardan entre 6 a 10 años en llegar a la tercera y última fase de la enfermedad. La primera fase puede pasar desapercibida durante bastante tiempo sobre todo en personas mayores, ya que en ella se produce un deterioro de la memoria reciente que está relacionada con las tareas cotidianas y la capacidad del aprendizaje. De ahí los olvidos de palabras, citas, tareas, pérdidas de objetos, que como en mayor o menor medida a todos nos ocurren no suelen despertar señal de alarma. Lo que acaba desconcertando, como en el caso de Alice, es cuando estos

olvidos empiezan a ser muy frecuentes y cuando empieza a haber episodios de desorientación espacio-temporal, es decir, no saber en qué día vives o no reconocer una zona que es habitual y perderse. De la primera fase, que suele durar entre 2 a 4 años, lo más duro es cuando la enfermedad se diagnóstica. Las reacciones emocionales posteriores a este diagnóstico definirán mucho el progreso de la enfermedad, ya que si bien el Alzheimer es imparable si hay recursos para intentar enlentecerlo. Alice pone en marcha toda una serie de recursos como post-it, notas en el móvil, notas es un pizarrón, recordatorios, videos, que la ayudan a conservar su autonomía durante más tiempo. Otra cosa curiosa sobre el Alzheimer y, que se pone de manifiesto también en película que nos ocupa, es cómo afecta el Alzheimer dependiendo de los recursos que la persona hubiera tenido antes. Un factor de buen pronóstico para un deterioro más lento es que la persona sea inteligente e instruida porque se tienen más recursos y más que perder, pero curiosamente es en este tipo de personas dónde más rápidamente se notan los estragos del Alzheimer y les afecta más emocionalmente, a ellos y al entorno, por la diferencia evidente entre el antes de la enfermedad y el ahora. En la segunda fase, que aproximadamente es entre 3 a 5 años, el deterioro ya afecta a la memoria a largo plazo. Se van perdiendo recuerdos completos que el paciente intenta suplir inconscientemente mediante la confabulación, inventándose historias para rellenar espacios en blanco. Surge el síndrome afaso-apraxoagnóstico, es decir, dificultades en el lenguaje, en la gestualidad y la manipulación de objetos y en el reconocimiento de personas, objetos, lugares, sonido. Se va perdiendo poco a poco la capacidad para vivir sin supervisión y las actividades más rutinarias se vuelven imposibles. Esta fase es la más difícil para el enfermo que todavía es consciente, como señala Alice por días, de lo que le va ocurriendo y de cómo se va perdiendo. A la propia enfermedad se le une así otro cuadro que tiene que ver con el malestar emocional, teniendo reacciones de tristeza, angustia, ira, llanto, depresión. La única opción aquí es la propuesta por Alice en su emotivo discurso, intentar luchar y vivir cada día extrayendo lo máximo posible, centrarse en lo que todavía se puede hacer. En la tercera y última fase, que tiene una duración variable, el paciente deja de reconocer a los más allegados y, finalmente, deja de reconocerse a sí mismo en el espejo. El lenguaje se pierde llegando al mutismo y la movilidad va desapareciendo poco a poco. En esta fase el paciente necesita ayuda en todas las tareas, es la época más dura para familiares y cuidadores que además del esfuerzo diario, viven en el permanente duelo de haber perdido a su ser querido sin llegar a perderlo del todo. Es posible observar a lo largo de la película que Alice va presentando déficits en la memoria como desorientación espacial y personal, presenta insomnio y alteraciones en el lenguaje como afasia nominal. Si tuviéramos que aislar una escena, una que resumiese la película, sería el diálogo entre Alice y ella misma, cuando ya afectada por la enfermedad, observa un video que grabó meses atrás en su laptop. El mensaje se basa en la idea de que cuando Alice haya alcanzado un punto en el que no pueda contestar a ciertas preguntas básicas sobre ella, se suicide (con la ingesta de pastillas, aunque

claramente se deja ver los estragos de la enfermedad, al olvidarse una y otra vez lo que dejo de encomienda en el video). El episodio muestra con claridad lo que significa “perder la identidad”. Significa hablar de sí mismo para salvar los últimos pedazos de una vida rota. Entender que el yo es una construcción, más que del futuro, del pasado, ese cúmulo de presente acumulado en la forma de la reminiscencia....