Axiologia y Valores los valores en la etica profesional PDF

Title Axiologia y Valores los valores en la etica profesional
Author Moisés Jiménez
Course Etica Profesional
Institution Universidad Tecnológica de Santiago
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*#" " Una vez que el hombre ha aprehendido un valor, una vez que sabe que la fidelidad, el ser de fiar, la justicia, etc., son valiosos, ya no puede olvidar estos valores. Y si obra contra ellos, se carga de culpa y su conciencia le acusa.

Nicolai Hartmann

L a Ž tic a y la a x io lo g ’a La Žtica est‡ entra–ablemente unida a otra disciplina filos—fica denominada axiolog’a o teor’a de los valores. La axiolog’a (de axios, valor y logos, estudio o tratado) se ocupa de estudiar los valores. Ahora bien, a la Žtica, como ya hemos visto, le interesa analizar los "valores morales" (justicia, honestidad, fidelidad bondad, entre otros) y para ello encuentra sustento te—rico en la axiolog’a o ciencia filos—fica de los valores que estudia dichos valores en su car‡cter general, tratando de llegar a su sentido o esencia. La Žtica no puede prescindir de la noci—n de "valor", toda vez que las normas que conforman el mundo moral implican valoraciones o apreciaciones que nos permiten formular el concepto de lo que es bueno o malo. La Žtica es, pues, una disciplina axiol—gica.

Im p o r ta n c ia d e lo s v a lo r e s e n la v id a h u m a n a Lo bueno, lo justo, lo bello, lo sublime, lo œtil, lo verdadero, lo santo, etc., son ejemplos de valores perseguidos por el hombre a travŽs de su historia. El hombre es un ser axiol—gico. No s—lo se enfrenta al mundo para conocerlo o para transformarlo, sino que tambiŽn lo hace objeto de una valoraci—n. "El hombre - dice J. M. Bochenski- siente la realidad como bella o fea, como buena o mala, como agradable o penosa, como noble o vil, como santa o no santa."1 La importancia de los valores en la Žtica y, en general, en la vida humana, es decisiva. Los valores, en cuanto directrices para la conducta, son los que dan a la vida humana tanto individual como social, su sentido y finalidad. No puede concebirse una vida humana, realmente humana, sin ideales, sin una tabla de valores que la apoye. Explicar, justificar la vida implica siempre recurrir a una valoraci—n. Se vive constantemente haciendo, formulando valoraciones. A continuaci—n estudiaremos algunos problemas de la axiolog’a.

L a a x io lo g ’a y s u s p r o b le m a s p r in c ip a le s La axiolog’a es relativamente reciente; ensaya sus primeros pasos en la segunda mitad del siglo XIX. Esto no significa que anteriormente los fil—sofos no repararan en las diversas entidades que se conocen con el nombre genŽrico de valores lo que sucede es que no ten’an con- ciencia clara de su importancia y, adem‡s, los confund’an entre s’ (por ejemplo, la belleza con la bondad y Žsta a su vez con la utilidad, etc.), como sucede en el pensamiento de los fil—sofos antiguos. Antes de que se hubiera constituido la axiolog’a, los valores eran comprendidos en forma aislada y asistern‡tica. Uno de los primeros fil—sofos que habla de valores es el alem‡n Friedrich Nietzsche; la noci—n de valor proviene del campo de la econom’a. DespuŽs de Nietzsche, este concepto es empleado por los disc’pulos de Brentano, Wundt, Rickert, etc., hasta llegar a Max Scheler, fil—sofo al cual se hace referencia m‡s adelante.

F i g u r a 5.1 Como disciplina axiol—gica la Žtica examina los valores morales. Por ejemplo el valor de la fidelidad.

*$" " Los primeros trabajos sistem‡ticos sobre axiolog’a se realizaron en Alemania, a finales del siglo XIX; uno de los m‡s antiguos es el de Wilhelm Windelband, publicado en 1884, en una obra denominada Praeludien. M‡s tarde, aparecieron importantes publicaciones como las siguientes: Teor’a de los valores y Žtica, de Ehrenfels, publicada en 1893; Sistema de axiolog’a del mismo autor, publicada en 1898; Investigaciones psicol—gicas y Žticas sobre la teor’a de los valores, de Meinong, publicada en 1894, y, Sobre la actitud estimativa y el valor (1895), tambiŽn de Meinong. Una de las obras m‡s importantes sobre la teor’a de los valores, apareci— en este siglo, un a–o antes de que estallara la primera Guerra Mundial; esta obra se debe al fil—sofo alem‡n Max Scheler y se titula Der formalismus in der Ethik un die Materiale Watethik (traducci—n castellana de Hilario Rodr’guez Sanz; ƒtica). Una vez mencionadas algunas obras y autores de la axiolog’a en sus inicios, se analizar‡n ahora sus p roblemas b‡sicos:

Problema de la existencia del valor Este problema pregunta: Àexisten los valores?, ÀquŽ tipo de existencia tienen?, Àcu‡l es su naturaleza?... Los valores pertenecen a una regi—n independiente, no son cosas, no pertenecen a la realidad, sino a un mundo aparte y aut—nomo. Esta tesis es sostenida por el fil—sofo alem‡n R. H. Lotzse (1817-1881), quien encierra su comprensi—n del valor en la siguiente frase: "Los valores no son, sino que valen". La separaci—n de los valores frente a la realidad material, que se encuentra impl’cita en la frase de Lotzse, sirve de base para hacer una escisi—n tajante entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias del esp’ritu (donde precisamente tienen cabida los diversos valores de la cultura). Segœn esta posici—n idealista, las ciencias de la naturaleza est‡n exentas de valores, mientras que las ciencias del esp’ritu est‡n guiadas por los valores de la cultura. Merced a esta distinci—n entre naturaleza (donde no radican valores) y cultura (donde residen valores), la axiolog’a se convierte en una ciencia decisiva en el campo de las ciencias del esp’ritu (ciencias humanas). Dentro de este criterio, algunos autores afirman que la .axiolog’a es la base de la Žtica. Volviendo al problema que pregunta sobre la existencia de los valores, puede decirse, en general, que los fil—sofos est‡n de acuerdo en que los valores existen, pero difieren en cuanto al modo de existir; de ah’ que pueda hablarse de las siguientes corrientes:

Corriente subjetivista de los valores Afirma que los valores son el resultado de las reacc iones, individuales y colectivas. El subjetivista se pregunta: Àpuede algo tener valo r si nadie lo ha percibido ni puede percibirlo? (evidente- mente que no; el valor no tiene sentido ni existencia pro piamente sin que exista el sujeto). La valoraci—n real o potencial parece ser un elemento indispensable del valor. En œltima instancia, el valor es para el hombre o los seres v ivos. Resulta impensable algo que tuviera valor sin referencia a ninguna clase de sujeto. Segœn el subjetivismo, los valores no existen en s’ y por s’, sino que son meras creaciones de la mente, existen solamente para m’; lo que hace a una cosa valiosa e s el deseo o el interŽs individual. El subjetivista piensa : El valor de un exquisito manjar, no est‡ en Žl, sin o en mi paladar, que lo saborea y le confiere un valor de- terminado. Los subjetivistas defienden su posici—n apoy‡ndose en argumentos de este tipo:

Discrepancia Es obvio que no puede uno ponerse de acuerdo en problemas Žticos, estŽticos, religiosos, pol’ticos, donde a menudo se producen conflictos o desacuerdos de valores Las personas frecuentemente discrepan sobre la belleza de una pintura, una novela, una pel’cula; sobre la eficiencia de un equipo de futbol; sobre un acto moral (por ejemplo, acerca de la guerra de Vietnam: unos sostienen que fue una guerra justa y moralmente justificada, y otros, opinan lo contrario).

Constituci—n biol—gica Los valores est‡n supeditados a la constituci—n peculiar y subjetiva. As’, surgen argumentos de este tipo: ÀquŽ valor estŽtico tendr’a la pintura si los hombres no tuvieran ojos? Ày quŽ sentido tendr’a hablar del valor estŽtico de la mœsica si estuviŽramos condenados a una sordera eterna?...

InterŽs Otro argumento que mencionan frecuentemente los subjetivistas es que una cosa adquiere valor en la medida en que se le confiere un interŽs. Por ejemplo: Àd—nde radica e valor de los sellos de correo?, Àhay algo en la calidad de papel o en la belleza del dibujo o en la impresi—n que explique el valor que se les da?... Es obvio que

*%" " sin el interŽs de los filatŽlicos, los sellos no tendr’an ningœn valor. El deseo e interŽs de coleccionarlos es lo que les ha conferido su valor. Otro ejemplo: si la gente perdiera interŽs en la pintura de Rembrandt, sus cuadros carecer’an de valor.

Historicidad de los valores La relatividad de los valores se debe a su car‡cter concreto e hist—rico; gracias a Žste, los valores est‡n condenados a quedar encerrados en la prisi—n del sujeto; ya en la antigŸedad dec’a el sofista Prot‡goras: "El hombre es la medida de todas las cosas". La situaci—n real y la conducta real del hombre demuestran que no es posible una valoraci—n universal. En cada grupo humano y en cada individuo las maneras de valorar las cosas son infinitas.

F ig u ra

5.2 Segœn el subjetivismo axiol—gico las cosas son valiosas gracias a una disposici—n subjetiva como el interŽs que tengamos en ellas. Por ejemplo. el caso de un coleccionista.

Otro ejemplo de subjetivismo se encuentra en el fil—sofo argentino Alejandro Korn (1860-1936), quien sostiene que "el valor es el objeto de una valoraci—n", y Žsta es la reacci—n ante un hecho que, a su vez, es la manifestaci—n de la voluntad.

Ejemplos de teor’as subjetivistas La valoraci—n --dice Korn- es la reacci—n humana ante Un ejemplo de subjetivismo de los valores se encuentra en un hecho o un acontecimiento. Esta reacci—n subjetiva Antonio Caso (1883-1946); Caso llama a su posici—n que concede o niega valor, es la manifestaci—n de la voluntad: quiero o no quiero, dice. Valor es el objeto objetivismo social, pero, en realidad se trata de un real o ideal de una valoraci—n afirmativa. subjetivismo social, procedente del sicologismo de Las valoraciones ante. Todo son individuales: cada Durkheim y BouglŽ. En su obra El concepto de la historia uno es due–o de aceptarlas o rechazarlas. Perola universal y la filosof’a de los valores (cap’tulo V), Antonio comunidad gregaria de la especie, la comunidad de la Caso formula una cr’tica contra el subjetivismo estructura psicol—gica, la comunidad de los intereses, la individualista y el objetivismo ontol—gico, para defender, en comunidad de los' antecedentes hist—ricos, determinan seguida, un subjetivismo colectivo. valoraciones colectivas en c’rculos m‡s o menos Entre el subjetivismo, que afirma que lo valioso se da en extensos. A la par de las valoraciones personales se hallan valoraciones locales, gremiales, nacionales. Por una conciencia y se suprime con ella (la rosa es bella, s’; otra parte, var’an en el mismo individuo en las distintas pero s—lo para m’, que la veo), y el ontologismo que codifica etapas de su vida o en circunstancias distintas. Inœtil el valor, que piensa que la belleza, por ejemplo, posa o anida recordar las mutaciones hist—ricas, ni que cada seis o se refleja en un bello cuadro, Caso defiende una teor’a meses las modas alteran las valoraciones corrientes. intermedia, que denomina objetivismo social, la cual entra–a ÀNo existen, entonces, valores absolutos, universales, un subjetivismo, ya que afirma lo siguiente: "Si algo, por obligatorios y constantes? Al parecer existen, pero son ejemplo, fuera œtil pura un hombre solo, no ser’a œtil creaciones del idealismo ingenuo. Existen, en tanto se universalmente, no ser’a lo œtil; pero como todos los piensan o se imaginan. En la realidad tempo-espacial, hombres tienen las mismas necesidades, esta universalidad s—lo existen valores hist—ricos en su perpetua: transmutaci—n y con su validez relativa. determina la objetividad del valor utilidad. Que el hierro sea œtil quiere decir que nos es œtil; ser œtil una cosa es ser socialmente œtil. Algo es valioso cuando satisface o tiende a Los cl‡sicos representantes del subjetivismo axiol—gico satisfacer un deseo colectivoÓ2 de nuestra Žpoca son: R. B. Perry, I . A. Richards, Charles Caso llama a su doctrina objetivismo social, si bien se Stevenson, Alfred Ayer y Bertrand Russell. trata de una posici—n subjetivista porque el valor no radica en el objeto, sino en el sujeto individualmente considerado. Corriente objetivista de los valores El valor surge de estimaciones socialmente compartidas. Esta corriente se opone terminantemente al subjetivismo sostiene que los valores dependen del objeto y no del sujeto lo œnico que hace el sujeto es captar el valor.

*&" " El objetivismo reconoce que la valoraci—n es subjetiva pero ello no implica que el valor lo sea. Del mismo modo como la percepci—n es subjetiva, pero no el objeto percibido, que mantiene intactas sus cualidades primarias aun cuando nadie lo perciba, as’ ocurre con el valor. No puede confundirse el objeto con su captaci—n, defiende el objetivismo. Se ha visto que uno de los argumentos que citan los subjetivistas se cifra en lo que se denomina argumento de las discrepancias. Ahora bien, frente a este argumento, los objetivistas sostendr’an, en primer lugar, que la discrepancia no se refiere a los valores, sino a los bienes. La discrepancia se refiere a la belleza de un cuadro o a la justicia de un acto, esto es, a bienes; no a la belleza o a la justicia, que son valores independientes de todo bien. A diferencia de los valores, los bienes son imperfectos; muchas veces no logran encarnar plenamente los valores, debido a una ceguera estimativa de los hombres concretos Esto explicar’a, por ejemplo, que los griegos hayan aceptado la esclavitud; una torpeza de conciencia moral les impidi— aprehender el eterno y universal valor de la justicia. As’, el objetivismo descansa en dos tesis fundamentales: a) incurrir en la separaci—n radical entre valor y

realidad, o independencia de los valores res- pecto de los bienes en que Žstos se plasman; b) afirmar que los valores son absolutos, que existen en s’ y no para m’ (independencia de los valores respecto de todo sujeto). Los valores son supratemporales; valen aqu’ y all‡; ayer, hoy y siempre; son extraterritoriales y extrahist—ricos.

Ejemplos de doctrinas objetivistas Los principales representantes del objetivismo son los fil—sofos alemanes Max Scheler (1874-1928) y Nicolai Hartmann (1882-1950), los cuales se inspiran en la fenomenolog’a de Edmundo Husserl. Segœn Max Scheler, los valores son esencias, cualidades a priori, que no dependen en nada del sujeto que los capta ni de los bienes en que se hallan incorporados. El conocimiento se produce por intuici—n de esencias (Wesenshau). El fil—sofo germano compara los valores con los colores; sostiene que, del mismo modo como el color azul, por ejemplo, no se torna rojo cuando se pinta de rojo un objeto azul, tampoco los valores resultan afectados por lo que le ocurre a sus depositarios. La

independencia implica inmutabilidad. Los valores son adem‡s, absolutos; s—lo nuestro conocimiento de los valores es relativo. Para Nicolai Hartmann, los valores son objetos ideales a la manera de las ideas plat—nicas. Los valores son esencias independientes de los bienes; tienen car‡cter a priori; son absolutos, a pesar de que presentan cierta forma de relatividad; tienen un "ser-en s’-ideal". y finalmente, revisten el car‡cter de principios. Entre los seguidores, en AmŽrica Latina, del objetivismo de Hartmann, puede citarse a Eduardo Garc’a M‡ynez (nacido en 1908), fil—sofo mexicano que sostiene que los valores son esencias parecidas a las ideas plat—nicas, su validez es objetiva y absoluta y su conocimiento, a priori. Los cambios de valoraci—n no relativizan los valores, pues s—lo se refieren a nuestra capacidad para captarlos. Dice Garc’a M‡ynez: Los valores no proceden ni de las cosas, estados o situaciones reales, ni del sujeto que valora. Su modo de ser no implica un realismo ni un subjetivismo. Tampoco es correcto concebirlos como formas sin contenido; son. explica Hartmann, materias o estructuras que determinan una espec’fica cualidad en los objetos, personas o relaciones en que aparecen. Igualmente err—nea es la creencia de que se puedan considerar como producto de una invenci—n. El pensamiento no puede siquiera captarlos en forma directa. Directamente s—lo se les puede captar --como Žl los paradigmas plat—nicospor medio de una visi—n interior. Esta visi—n interior de que habla el fil—sofo ateniense [o sea Plat—n] corresponde a lo que la ƒtica material denomina sentimiento del valor (WerfŸhlem). Dicho sentimiento representa la anunciaci—n del ser de los valores en el sujeto, de su peculiar forma de idealidad. El conocimiento axiol—gico es a priori; mas no se trata de una aprioridad reflexiva o intelectual, sino emocional e intuitiva. En este punto, las doctrinas de Scheler y, Hartmann coinciden plenamente."

P o s ic i— n in te r m e d ia e n tr e e l o b je tiv is m o y e l s u b je tiv is m o El fil—sofo argentino Risieri Frondizi piensa que tanto el objetivismo como el subjetivismo son unilaterales. Considera que el valor surge de la relaci—n entre el sujeto y el objeto y que esa relaci—n axiol—gica origina una cualidad estructural (Gestalqualitat) emp’rica; esta cualidad no se da en el vac’o, sino en una situaci—n humana, concreta, y la jerarqu’a axiol—gica es tambiŽn situacional y compleja, no lineal. Segœn Frondizi, los

*'" " valores sirven de fundamento a las normas Žticas y Žstas, lo mismo que las normas jur’dicas, son situacionales. El fil—sofo argentino sostiene que su interpretaci—n estructural del valor abre la posibilidad de superar el tradicional abismo entre el ser y el deber ser. En su libro ÀQuŽ son los valores? Frondizi afirma: ÀTendr‡ que ser el valor necesariamente objetivo o subjetivo? ÀNo estaremos ofuscados por el af‡n de reducir el todo a uno de sus elementos constitutivos? Es posible, por ejemplo que los estados psicol—gicos de agrado, deseo o interŽs, sean una condici—n necesaria pero no suficiente, y que tales estados no excluyan elementos objetivos, sino que los supongan. Esto es que el valor sea el resultado de una tensi—n entre sujeto y el objeto y ofrezca, por tal raz—n, una cara subjetiva y otra objetiva, enga–ando a quienes se atienen a una sola faz 5

Problema del mŽtodo Otro problema que presenta la axiolog’a es acerca del mŽtodo que debe emplearse para dilucidar la naturaleza del valor. John Dewey es uno de los pensadores que otorgan al problema metodol—gico un papel central. En la situaci—n actual del problema de los valores, piensa Dewey, la cuesti—n decisiva es de orden metodol—gico. ÀCu‡l es el mŽtodo m‡s apropiado para investigar el valor? La historia de la axiolog’a registra dos mŽtodos opuestos en el tratamiento de los valores: el mŽtodo aprior’stico, que se basa en una intuici—n emocional, el cual, segœn Scheler nos traslada a los valores que son en s’ por s’; y el mŽtodo experimental, que considera que el œnico criterio para determinar la esencia del valor es la experiencia. S—lo acudiendo a la experiencia puede conocerse quŽ es el valor s—lo indagando la valoraci—n emp’rica y real, puede conocerse la autŽntica naturaleza de los valores. Por ejemplo para definir el valor justicia, es necesario estudiar muchos actos justos y determinar sus notas comunes e irreductibles. Los defensores del mŽtodo aprior’stico, en cambio, sostendr’an: ÀC—mo decir que una actitud es justa, si se carece de un conocimiento previo o aprior’stico de la justicia Los valores, entidades objetivas y a priori, son condiciones de posibilidad de los bienes (o cosas valiosas).

Problema de la jerarqu’a de los valores Como se ver‡, una caracter’stica peculiar de los valores es que Žstos implican un orden jer‡rquico, pues es evidente que hay valores de rango superior y valores de rango inferior. Un escritor, por ejemplo, afirma que si durante un incendio, en un cuarto, estuvieran un cuadro famoso y un ni–o, preferir’a salvar al ni–o y dejar que la obra de arte fuera consumida por las llamas. Ahora bien, si los valores suponen un orden jer‡rquico puede preguntarse: ÀExiste acaso una jerarqu’a objetiva y definitiva que sirva de referencia para ordenar todas las valoraciones?... ƒste es precisamente el planteamiento que formula el problema de la jerarqu’a de los valores. Asimismo, es uno de los problemas m‡s dif’ciles que la axiolog’a tiene que resolver; y en realidad no lo ha resuelto satisfactoriamente. ÀCu‡l es el valor supremo conforme al cual debe ordenarse la vida? He aqu’ una cuesti—n dif’cil y muy debatida. Si afirmo, por ejemplo, que la filosof’a es lo m‡s valioso porque ...


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