Cap 2.- El Hecho religioso PDF

Title Cap 2.- El Hecho religioso
Course Cristianismo
Institution Universidad Pontificia Comillas
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El Hecho religioso

0. Introducción

+ ¿Qué debemos entender por religión o hecho religioso? Se trata de un fenómeno plural y complejo, no siempre de dimensión teísta, condicionado por los contextos culturales de cada momento y lugar. Sin embargo trataremos de identificar los elementos comunes a toda religión junto con las singularidades y la originalidad de cada una de ellas. + La ciencia que estudia el hecho religioso se denomina fenomenología de la religión. En España el mayor especialista en la materia es Juan Martín Velasco. A través de su magisterio nos acercaremos a los elementos constitutivos de todo fenómeno religioso, lo sagrado, el Misterio o realidad superior, la actitud religiosa de todo creyente y las mediaciones que ponen de manifiesto la presencia del Misterio y que expresan la actitud religiosa.

1. Aproximación al término “religión” + “Religión” procede del latín “ re-ligio” y en Roma aludía al conjunto de rituales que se ofrecían a los dioses para obtener su protección. Cicerón sin embargo relaciona religión con “ relegere” que significa “tratar diligente y atentamente una cosa”. De modo que religión significaría la cuidadosa observancia de los deberes del ciudadano en el culto a los dioses. Más tarde Lactancio relaciona religio con religatio (de re-ligare) que significa vincular, atar, religar. Alude entonces a los lazos por los que Dios liga al hombre consigo y le vincula mediante actos de piedad. Lo propio, pues, de la religión es la vinculación del ser humano a la divinidad. + Desde estos presupuestos en Occidente se identificaría religión con cristianismo y, por añadidura, con las demás manifestaciones de culto y fe aparecidas en la Historia. La RAE define religión como: (1) Conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, sentimientos de veneración y temor hacia ella, normas morales de conducta y prácticas rituales, oración y sacrificio para el culto; (2) Virtud que nos mueve a dar a Dios el culto debido; (3) Observancia y profesión de una fe religiosa; 84) Cumplimiento de un deber, obligación de conciencia y (5) Orden o instituto religioso. + Otras religiones empero lo comprenden de otro modo : para los hindúes es la “ley u orden eterno”, lo que gobierna el mundo y hace persistir las cosas en su ser; para el budismo es una suerte de vacío o silencio respecto al 1

Misterio siendo el budismo un mero itinerario o sistema que refleja los deberes del fiel, la enseñanza de Buda, la verdad completa y la cualidad de las cosas no condicionadas, de lo Absoluto (dhamma); para el judaísmo se comprende como “confianza en Dios” (emunah), temor de Dios (yirah), culto a Yhwh (abodah) o ley/derecho (dat). Los primeros cristianos a su religión la denominaban verdadera filosofía (Justino) o invocan términos como pueblo, reino, alianza, cuerpo (con el añadido –de Cristo). Será en el s. III cuando la religión se use para referirse al culto al Dios Creador al que se conoce por su revelación y como la forma de relacionarse con él (camino de salvación). El islam traduce religión por din que engloba el estilo de vida, tradición y práctica religiosa y el conjunto de enseñanzas y prescripciones obligatorias. El din será islam (sometimiento a Allah) expresado en el Corán. El que así vive es muslim.

2. Saberes sobre el hecho religioso 2.1.

Estudio positivo y reflexión normativa (sinopsis pág. 64)

+ Hasta el s. XIX el estudio de la religión en Occidente se ceñía al estudio de la fe cristiana, de su verdad y normatividad, lo que se hacía a través de la teología y de la filosofía de la religión, que se ocupaban de Dios, de los datos de la fe, su razonabilidad, la relación del hombre con Dios, la revelación. + Desde el s. XIX se comenzaron a estudiar las religiones en su perspectiva empírica o positiva, observando las distintas realidades religiosas y analizándolas globalmente. La extensión misionera a otros continentes, la filología aplicada a los textos sagrados, la arqueología y otras ciencias contribuyeron a ello. Así se comenzaron a estudiar las religiones de forma sistemática, aplicando el mismo método que a otras ciencias humanas. Todos estos saberes que se ocupan del hecho religioso se denominan ciencia de la religión. Distinguimos: + La historia de las religiones utiliza un método descriptivo para exponer cronológica y geográficamente los distintos hechos religiosos acaecidos en el tiempo; estudia su contexto, origen, tradiciones etc y agrupa a las religiones por tipologías u otros criterios con la ayuda de la filología, la arqueología, la etnología... Se tiene a Max Müller por su iniciador. + La sociología de la religión atiende al fenómeno social del hecho religioso, a su dimensión comunitaria, su modo de organizarse. Aquí destacan Durkheim, Max Weber, Peter Berger o J. Mª Mardones, que ya hemos visto. + Cabe también hablar de la psicología de la religión, que se detiene en los sentimientos y comportamientos religiosos, así como en el sistema de creencias de cada credo. El iniciador fue W. James y también se acercaron al tema Freud y Jung. 2

+ La antropología religiosa se centra en el alcance que la religión tiene para el hombre y su apertura a la trascendencia como dimensión constitutiva de lo humano. Una variedad de esta disciplina es la antropología cultural de las religiones que se detiene en las diversas culturas donde han nacido las religiones, sus creencias y prácticas, sus aspectos culturales. Y por ecología de las religiones, muy reciente, entendemos la ciencia que estudia la relación del hombre con el medio y su deber de cuidarlo. + Todos estos saberes se reducen, al cabo, al fenómeno de la religión y ahí nace la fenomenología de las religiones la cual, partiendo de la observación y de los resultados del conjunto de las demás ciencias de las religiones, estudia el hecho religioso en cuanto tal y ofrece una visión sintética del fenómeno religioso. + El modo de proceder es experimental, inductivo (se observan datos empíricos que dan lugar a hipótesis y se verifican en las tesis). Son, en fin, ciencias, con su método propio y ofreciendo unos resultados dimanantes de la razón. Ver sinopsis página 64.

2.2.

Breve recorrido histórico: resultados de la investigación

+ Los primeros estudios del s. XIX eran herederos de los intereses ilustrados: averiguar los orígenes de la religión y conocer su evolución histórica. Una actitud conocida como ”positivista” (A. Compte) por la cual sólo el saber científico o positivo era admisible pues sólo él aportaba conocimiento ya que era un saber estrictamente empírico y descriptivo. + En este contexto nace la obra de Edward Taylor que habla de la cultura animista del hombre primitivo, del politeísmo y su evolución al monoteísmo. También James Frazer, que realiza un estudio comparado de antiguos mitos, ritos y cultos y propone, en La rama dorada, el origen mágico de la religión y el intento frustrado del hombre de dominar la naturaleza. Luego E. Durkheim, desde una perspectiva sociológica, querrá explicar las causas del fenómeno religioso en tanto manifestación propiamente humana. Diferenciará lo sagrado de lo profano y dirá que el tótem es la representación visible de lo sagrado, símbolo de una fuerza primordial, inmaterial e impersonal, equivalente a lo divino; la religión sería una proyección simbólica de la identidad de la tribu. W. Schmidt cree que el hecho religioso es una realidad humana e histórica que debe ser analizada en su contexto cultural ad hoc; piensa que en un principio hubo un monoteísmo que ha derivado en politeísmo. + Todas estas teorías, hoy superadas, alumbran la ciencia de las religiones. Ofrecen empero pistas interesantes: no ha habido en la historia humana una 3

etapa pre-religiosa; el hecho religioso es variado, complejo, pluriforme; pese a ello todos estos fenómenos tienen “un aire de familia” común. + Dos estudiosos introducen la nueva orientación de las ciencias de las religiones: R. Otto y M. Eliade. Rudolf Otto entra en contacto con las religiones orientales y en Lo santo (1917, Das Heilige) asegura que en toda religión aparece la dimensión “santa” o “sagrada”, una experiencia que no es racional ni sensorial y que él llama lo numinoso. Lo numinoso remite al “misterio totalmente otro” (ganz Andere) ante lo que el ser humano experimenta su condición de “criatura”, frágil y contingente, anonadada ante lo numinoso, que precibe como misterio tremendo (mysterium tremendum), provocando sobrecogimiento y temor, y fascinante (mysterium fascinans), que le atrae y le invita a la entrega incondicional. + M. Eliade incluye en su análisis de las religiones elementos filosóficos, sociológicos y etnológicos. Cree que en toda religión aparecen hierofanías, manifestaciones de lo sagrado, que permiten al hombre captar lo sagrado. Para ello el hombre necesita una “ruptura del nivel ontológico”, colocarse en otro nivel de conciencia que le permita aprehender lo sagrado.

2.3.

Fenomenología de la religión

+ El método fenomenológico lo propone E. Husserl, el cual se acerca al problema del conocimiento humano desde el realismo (la realidad se representa en la mente humana tal cual es) y el idealismo (la mente impone sus modelos a-priori a la realidad priorizando el pensamiento humano sobre los datos exteriores). En todo caso, a un lado está la conciencia humana y al otro el mundo real, que interiorizamos en la conciencia. El problema está en la relación entre la conciencia y el mundo real. + Husserl cree que la conciencia es una realidad intencional, relacional, constitutivamente orientada hacia el objeto, sea lo que sea. Siempre tenemos conciencia-de-algo pues si el objeto se desvanece, la conciencia desaparece. Pero las cosas exteriores tienen muy diversas significaciones para la conciencia humana (un cuadro puede tener valor económico, artístico, visual, estilístico, decorativo… según la intencionalidad). + Esto mismo harán los fenomenólogos de la religión. Atenderán al tipo de intención subjetiva que tiene el que vive una experiencia religiosa. Y además harán epojé (abstracción) de todo lo adquirido previamente, suposiciones y prejuicios, para ir directamente “a la cosa misma” y alcanzar así su “esencia”. Es decir se abstrae de todo juicio de valor o juicio sobre su verdad. Da por cierto que existe el hecho religioso pero no lo valora. Define los hechos 4

verdaderamente religiosos pero no dirá si son buenos o verdaderos, como hace la teología o la filosofía. + Así, la fenomenología procede por tres pasos sucesivos: 1.) La descripción de los hechos tal y como aparecen en el tiempo y en las distintas culturas. Prestará atención a los datos proporcionados por las otras disciplinas pero atenderá la totalidad del fenómeno, globalmente. 2.) La comparación y sistematización de esos datos para establecer categorías religiosas, que se agruparán por tipologías (ritos, doctrinas…) 3.) La “comprensión” del hecho religioso (frente a la “explicación” de las ciencias naturales). Se trata de captar la intencionalidad peculiar de las manifestaciones del hecho religioso para entender correctamente su significado. Para que esta comprensión sea posible es necesario una apertura a la complejidad del hecho religioso y un sincero interés por él. + Así, podemos concluir que la fenomenología de la religión es un saber positivo que parte de datos empíricos y estudia el fenómeno religioso en su conjunto, sin acotar ninguna dimensión. Lo estudia en cuanto “religioso” tratando de ofrecer una definición de religión aun a sabiendas de que las religiones son múltiples y surgen en contextos históricos y culturales concretos. Se presentan entonces los elementos comunes a las distintas religiones (la estructura) y el significado de dichos elementos para el sujeto que los realiza. + No es un saber normativo (como la teología o la filosofía que se pronuncian sobre la verdad de las religiones) ni se detiene en los saberes positivos analíticos (como hacen las distintas ciencias de la religión): su visión es global y sintética.

3. Elementos de la estructura del hecho religioso 3.1.

Gerardus Van der Leeuw (Fenomenología de la religión, 1933)

+ Aborda primeramente el “ objeto” de la religión: Dios o, mejor dicho “algo”, algo distinto (lo otro). Este objeto se manifiesta como “poder” o “potencia”, una fuerza impersonal y dinámica. + Luego analiza el “sujeto” u hombre religioso: chamán, sacerdote, místico…, las comunidades sagradas, el alma. + El tercer elemento es la “ relación” entre sujeto y objeto: ritos exteriores y acciones interiores.

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3.2.

Frierich Heiler (Fenómenos y esencia de la religión)

+ Propone una estructura de la religión en círculos concéntricos: 1) Las manifestaciones (lo perceptible por los sentidos: objetos religiosos, lugares sagrados, ritos, libros y palabras sagradas, personas…); 2) Las representaciones (las ideas religiosas de lo sagrado: Dios, creación, revelación, salvación, vida eterna…); 3) Vivencias y experiencias religiosas (ordinarias: veneración, temor, fe, esperanza, paz, amor…y extraordinarias: éxtasis, conversión, bilocación…); 4) Dios revelado, al que remiten las vivencias, que muestran el núcleo de Dios: amor, bien, verdad; 5) Deus absconditus: el misterio inefable de Dios, la teología apofática.

3.3.

Juan Martín Velasco

+ Para él la estructura del hecho religioso consta de 4 grandes elementos: 1.- El mundo o ámbito de lo sagrado: es la atmósfera peculiar que envuelve el mundo de la religión. Lo sagrado no es un elemento más de lo religioso, no se confunde con el objeto del hecho religioso, con su término, ni con una actitud religiosa: designa un ámbito de la realidad, una atmósfera o clima de significación y de valor que envuelve todo el fenómeno religioso. “Lo sagrado” no sería propiamente el Misterio (Otto), ni aquello separado de lo profano (Durkheim): la clave, para Velasco, será la actitud interior del sujeto, que es la que permite percibir lo sagrado. Esto ocurre cuando la persona realiza una ruptura de nivel existencial (como Moisés en Ex 3, 5 donde se descalza); simboliza un cambio radical en la relación del hombre con la realidad, su vida gira, sus antenas también, surge una mirada nueva que penetra el “otro mundo”. La vida prosigue sin cambios aparentes pero todo ha cambiado, el mundo está transfigurado, tiene otra significación (asombro, admiración, escucha…). El hombre al que esto acontece se encuentra con lo Único Necesario y todo lo demás es relativo. Por eso lo sagrado es “lo último”, el horizonte de respuesta definitiva a nuestras grandes preguntas, lo más valioso del mundo (Lc 10,38). El que así vive, vive una vida nueva, por estrenar, galvanizada entre la salvación o la perdición, en tensión a la plenitud. Hay algunas experiencias humanas plenas que nos permiten saberlo: pulchrum, verum, bonum (la belleza, la verdad, el bien); también la entrega interpersonal. Esta ruptura de nivel que nos introduce en lo sagrado arranca con los ritos de iniciación que son de dos tipos: los de pubertad, donde los jóvenes acceden al mundo adulto, al conocimiento y a lo sagrado; y aquellos otros que sitúan a la persona propiamente ante lo sagrado. Estos últimos presentan la siguiente estructura: 1.) Conciencia de morir a una vida vieja que queda atrás; 2.) 6

Surgimiento de una vida nueva en contacto con lo sagrado, que da lugar a una transformación personal; 3.) Ese tránsito ha sido posible por virtud de una realidad superior, la realidad divina. A este proceso, en el cristianismo, lo llamamos conversión: el sujeto, abandonando su vida pasada, renace a una vida nueva y es consciente que ese cambio ha sido causado por una realidad superior, por Dios [las religiones orientales a este proceso lo llaman iluminación y se realiza por prácticas ascéticas –no penitenciales- hasta tomar conciencia de su unidad con el Absoluto]. 2.- El Misterio Es la realidad central del hecho religioso que da lugar a la aparición del ámbito de lo sagrado. Por Misterio entendemos la realidad anterior y superior al hombre y con el que éste se encuentra al entrar en el ámbito de lo sagrado forzándole a reordenar la vida toda. Es, pues, el término de cualesquiera actitud religiosa y sus rasgos son: Semper maior, absoluta superioridad y transcendencia (Agustín: interior intimo meo; superior sumo meo) y, a una, su presencia absoluta en medio de todo, su inmanencia e intervención en el mundo y en la vida humana, su presencia interpelante. 2.1.- Absoluta superioridad del Misterio: transcendencia a.- El Misterio como “lo totalmente Otro”: el Misterio, en cualquier religión, se presenta (conceptual y simbólicamente) como algo totalmente distinto y más allá de todo, inexpresable, incomparable, “lo totalmente otro” (Otto), “lo muy otro” (aliud valde, S. Agustín): “Si tuviera un Dios que pudiera comprender, no sería Dios pues significaría tanto o menos que un hombre” (sermo 117). Y en esta línea el Areopagita y su teología negativa (Dios trasciende y es supraesencial a todas las cosas, está más allá de toda afirmación o negación). En la misma línea Santo Tomás o maestro Eckhart. Este Misterio inexpresable es sin embargo invocado y nombrado insistentemente (de ahí la multitud de términos, todos ellos insuficientes, para expresar el Misterio inaccesible). b.- Misterio tremendo y fascinante: Estas expresiones aluden a la experiencia de sobrecogimiento, asombro, temor y temblor que provoca la desproporción entre el Misterio y el hombre (tremendum) y, una, de fascinación, atracción irresistible, alegría profunda y serena, confianza ilimitada (fascinans): vg. La transfiguración (Mt 17,1-8) y muchos textos del AT. c.- El Misterio como realidad suprema: ante la inconmensurabilidad del Misterio, el sujeto se siente pequeño y anonadado (una lombriz, Pascal: Escrito sobre la conversión del pecador) y lo reconoce como lo más grande, el summum ontológico. De ahí sus nombres: altísimo, santísimo, omnipotente, Tetragrammaton (Ex 3, 14): el que existe por sí mismo, “yo soy el que soy”.

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d.- El Misterio, Bien sumo: El Misterio representa lo que tiene más valor: summum axiológico. Tiene valor por sí mismo y da valor a todo lo demás. Es el Bien por excelencia, el sumo Bien, el Justo, la Belleza. e.- El Misterio como Santidad y Majestad : El sujeto, junto al Misterio, nota la desproporción y se siente indigno y pecador. Toma conciencia de la enorme distancia entre ambos y de la dependencia respecto de Él. Lo llamará Santo, lo más digno de respeto y admiración: Soberano, Rey, Altísimo… 2.2.- La presencia del Misterio: inmanencia A la vez que transcendente, el Misterio está en medio de todo, es coetáneo nuestro, se hace presente en la vida entera. Es una presencia singular, originante, que da el ser y sostiene todas las cosas: Hch 17,28: “en Él vivimos, nos movemos y existimos”, es lo más íntimo de mi interior (S. Agustín, Conf. 3,6,11). Un Misterio que se comunica a sí mismo y afecta enteramente al hombre, se da a conocer gratuitamente (gracia) y suscita la respuesta humana y el deseo de Dios. Pero el sujeto no conoce al Misterio como objeto de conocimiento (cogito) sino sabiéndose conocido por Él (cogitor). Ese carácter activo del Misterio lo expresa la noción de providencia, que acompaña, guía y salva la vida humana. 3.- La actitud religiosa + Además de la presencia del Misterio (último término de la relación religiosa, elemento objetivo), para que haya religión debe darse una respuesta del sujeto ante la presencia del Misterio (elemento subjetivo). El sujeto, ante el Misterio, puede reaccionar de diferentes modos: 

Eludir el encuentro con el Misterio: indiferencia religiosa



Rechazar la posibilidad del Misterio : increencia religiosa



Intentar atrapar el Misterio y servirse inauténticamente de Él: magia



Situarse con una respuesta religiosa sincera ante Él.

En todo caso, unas y otras experiencias religiosas, descansan en dos datos: (1) el reconocimiento del Misterio por el hombre y (2) el alcance salvífico que trae consigo el encuentro con Él. a.) Reconocimiento y abandono confiado al Misterio + Para que la e...


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