CASO Diners- Taller 2 PDF

Title CASO Diners- Taller 2
Author jessica hernandez
Course Criminología
Institution Universidad Santiago de Cali
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ANALISIS CRIMINOLOGICO MASACRE DEL DINERS CLUB

PRESENTADO POR: INGRID LIZETH CAICEDO CORTÉS JESSICA HERNANDEZ GOMÉZ

PRESENTADO A: GILBERTO HERNÁN ZAPATA

GRUPO: 5

UNIVERSIDAD SANTIAGO DE CALI MATERIA: CRIMINOLOGÍA FECHA: MARZO 2020 CALI-VALLE DEL CAUCA

INTRODUCCION Las investigaciones de los delitos pasan por diferentes etapas, donde todas tienen como principio el método científico de investigación, el cual atribuye la interdisciplinariedad e intersectorialidad como requisito para el logro de la calidad de las investigaciones criminales contemporáneas. La Criminología es una ciencia que necesita el auxilio de otras ramas, especialidades y disciplinas comprometidas con la investigación y el desenvolvimiento de la justicia social; específicamente demanda lo anterior la Criminología clínica, disciplina que tiene como objeto la investigación de delitos de individuos que cometen conductas socialmente incorrectas y que puede o no Estar tipificadas como el objetivo es reseñar la importancia del abordaje de la criminología clínica en la investigación forense en este caso analizaremos la Masacre ocurrida en La noche del 4diciembre de 1984, según lo narrado por sobrevivientes, tres hombres ingresaron a las instalaciones de Diners Club, Jaime Serrano Santibáñez autor intelectual y dos cómplices, James Rodríguez y Francisco Ruiz Gómez intimidaron a los empleados, amordazaron, los apuñalaron, les dispararon y los remataron. Uno de ellos identificado como Hugo Aroca, con más de veinte heridas de navaja en su cuerpo y luego de una agonía de cuatro horas, logró arrastrarse por un pasillo oscuro, salir de la edificación por una ventana, ganar una terraza y pedir ayuda. Simultáneamente con los organismos oficiales, llegaron los medios de comunicación y los curiosos. La ciudad despertó con el relato escabroso: catorce víctimas, nueve de ellas fatales y cinco sobrevivientes, fueron encontradas desangrándose en distintos pisos del emblemático Edificio Otero, los sobrevivientes identificaron ante las autoridades a Jaime Serrano Santibáñez (21 años), un guarda de seguridad que había trabajado hasta hacía algunos meses en las oficinas de Diners .El tercer asesino, Francisco Ruiz (32 años), nunca apareció ni se tuvo noticia cierta de su paradero. Esquina sudoriental de la Plaza de Caicedo, en Cali.

MASACRE DEL DINERS CLUB La masacre del Diners club es reconocida como una de las más impactantes y conocidas en Cali Colombia, fue realizada el 3 de diciembre de 1984 desde las 7:30 de la noche. Los afectados fueron 9 mujeres y dos hombres los cuales fueron asesinados sin piedad. De acuerdo con las investigaciones la masacre no tuvo relación con el sicariato o narcotráfico. Los victimarios fueron tres, el primero alisas Frank, tenía 33 años, nacido en Yotoco el 22 de mayo de 1952, se dedicaba a la venta de ropa, media metro con 80 de estatura, trigueño y de cabello ensortijado. Estuvo preso en estados unidos por tráfico de drogas y a su regreso al país llego a Cali y se ubicó en el

barrio los alcázares con su hermana. Fue quien ideo como se llevaría a cabo el hecho. El segundo, Jaime serrano Santibáñez tenía 21 años, fue guarda de seguridad y 17 días antes de la masacre fue despedido de la empresa huacknhut, la motivación del despido se fundamentó en que no cumplía ordenes, portaba arma fuera de sus actividades y se tomaba una confianza excesiva con las empleadas. Su aspecto era trigueño con ojos de color verdes. Conoció a alias Frank por medio de un amigo, Jaime era el determinador, después de la masacre fue condenado a 30 años de prisión donde finalmente cumplió menos de 20 años por buen comportamiento, actualmente se encuentra en libertad. Luis james Rodríguez tenía 18 años al momento de cometer la conducta punible, solía ser un ayudante de construcción, su sueño era conseguir dinero para ayudarle a su madre en la obtención de su casa, conoció a Jaime serrano un mes antes de la masacre, fue capturado en Zaragoza al norte del valle, fue condenado a 30 años de prisión. Jaime serrano al ser despedido sintió enojo, lo que acarreo que ideara el plan de venganza y contrato a Luis Rodríguez y a Frank. Aprovechando que Jaime era amigo de vigilante que trabajó ese día en el Diners, le apunto y entro junto a sus dos compañeros, ya dentro asesinaron a 8 personas donde una recibió 17 puñaladas y las mujeres las asesinaron sin ningún intento de violación.

ANALISIS ANTROPOLOGICO El autor material de esta masacre identificado como Jaime Serrano Santibáñez joven de 21 años de edad, se caracterizaba por ser de buena presencia, a tractivo para el género femenino, era alto este personaje y no tenía antecedentes judiciales se decía que acortejaba las damas aprovechaba su presencia para enamorar, en este caso podríamos afirmar que Jaime Serrano era un delincuente ocasional, en su diario vivir y en su entorno no era un peligro para la sociedad. Según vecinos del sector era un hombre tranquilo que ayudaba a sus hermanos. En el caso de Jaime no se entiende porque asume esta posición contra sus propios excompañeros de trabajo, algunos de los cuales habían sido especialmente amistosos con él. Había en esos hechos algo muy inquietante, un abismo terrible entre el móvil y la dimensión del delito: reducir, mover de un piso a otro, amarrar, amordazar, apuñalar en más de doscientas ocasiones, rematar con disparos, una víctima tras otra, a catorce personas durante cuatro horas de espanto para evitar que pudieran identificarlos como los autores de un robo escapaba de cualquier comprensión.

ANALISIS PSICOLOGICO en este aspecto debemos tener en cuenta lo vivido por Jaime después de salir de las fuerzas militares donde lo tenía todo, posición, mujeres era reconocido por su posición como militar, perder esos beneficios o ese estatus temporal,

podría haber ocasionado algunos pensamientos y reacciones negativas y luego de haber ocupado un puesto como vigilante y ser despedido de la compañía donde laboraba situación que el no soporto y que le produjo algún malestar o sufrimiento que lo llevo a cometer esos asesinato. A no contar ya con la posición o la vida que el anhelaba más el entorno donde vivía habría ocasionado esta macabro ataque sistemático en contra de personas indefensas y ajenas a su problemática reducir, mover de un piso a otro, amarrar, amordazar, apuñalar en más de doscientas ocasiones, rematar con disparos, una víctima tras otra, a catorce personas durante cuatro horas de espanto para evitar que pudieran identificarlos como los autores de un robo escapaba de cualquier comprensión.

SOCIOLOGICOS La constatación fue brutal: para evadir pasar una corta temporada por atraco en la cárcel, en la hipotética circunstancia de que, en este país de impunidades, fueran capturados, los ladrones decidieron desplegar una feroz actividad criminal contra personas indefensas. Había en esos hechos algo muy inquietante, al día siguiente, los dos jóvenes asesinos capturados aparecieron, sonriendo, ante los medios de comunicación y aceptaron su responsabilidad sin arrepentimiento. De ellos dijeron sus vecinos y familiares que eran deportistas aficionados, buenos vecinos, buenos amigos, buenos hijos y hermanos, buenos muchachos. Las autoridades constataron que Francisco era un criminal avezado, pero Jaime y James no tenían antecedentes penales. La magnitud de los hechos, el proceder y perfil de los criminales produjeron un estupor generalizado. Los intentos de explicar esta barbaridad se descartaban rápidamente: no eran delincuentes consumados; no usaban drogas, ni estaban drogados; no habían actuado bajo el efecto del alcohol; no sufrían trastornos mentales y tuvieron plena conciencia de sus actos. Si bien hechos de sangre como este no eran nuevos en nuestra historia, estos se explicaban siempre con referencia a unas causas relativamente claras: una reivindicación de carácter político sustentaba las matanzas de la Violencia de los años cincuenta; una motivación social, las “limpiezas” que dejaban decenas de personas (indigentes, drogadictos, ladronzuelos, homosexuales) asesinadas en las calles de nuestras ciudades; una razón cultural y axiológica, las largas cadenas de asesinatos por honor que conducían al exterminio de familias enteras; la defensa de la propiedad privada, del statu quo y de ciertos privilegios o ideologías había suscitado una tremenda violencia en las últimas décadas. La expansión del tráfico de drogas en Colombia se había iniciado hacía poco más de una década y en los barrios de todas las ciudades pululaban los delincuentes asociados al negocio: traquetos, lavaperros, sicarios, expendedores. En Medellín, el fenómeno fue más evidente y altamente comunicado. En Cali, los carteles de la droga desplegaron una

intensa actividad de cooptación social y de los medios de comunicación que casi logra desasociar la explosión delincuencial de la ciudad y el aumento dramático de los índices de homicidios con esta empresa criminal, pero los hechos eran tozudos. Además del ingreso de un número importante de jóvenes a las estructuras criminales asociadas al narcotráfico, una de las consecuencias inmediatas de esta expansión fue la fácil acogida que la elección de la actividad delictiva como proyecto de vida tuvo en la juventud. Los criminales se desplazaban en carros y motos, vestidos según el soñar de las barriadas, con el dinero y las hembras que los muchachos deseaban. Esos hombres cruentos, consumistas e intrascendentes fueron los nuevos héroes de niños y jóvenes. Los muchachos los imitaban y, en el empeño de vivir como ellos, optaron por el delito y el crimen. El anhelo de dinero y el consumo se entronizaron, y valores como el esfuerzo y el trabajo, la austeridad y la solidaridad, el respeto por la dignidad y la vida humanas se fueron desvaneciendo al mismo tiempo que disminuía la sanción social contra el delincuente y el crimen se volvía un hecho cotidiano. En este nuevo contexto, una cada vez mayor porción de la sociedad aprendía a vivir la violencia como un hecho banal. Una constatación dolorosa de esa nueva axiología fue la aparición de la expresión “desechables” para referirse a los seres humanos más desvalidos. Este uso deplorable ganó fuerza no sólo en los sociolectos delictivos donde surgió sino en todos los niveles sociales. No era extraño que se usara, con una indolencia lacerante, incluso en los ámbitos universitarios. Este contexto hizo posible que estos “buenos muchachos” de barrio cometieran el crimen ominoso por una mínima razón; que aparecieran en los medios de comunicación sin sentimientos de contrición; que sus familias los hayan instado a mantener la cabeza alta porque, como le dijo la madre a Jaime Serrano días después, ella “no había criado un marica”; que la novia de James lo haya visitado en la cárcel para despojarse, como una ofrenda de amor, de esa virginidad compartida. Despecho de esta nueva realidad social, los caleños manteníamos la ficción de vivir en la “ciudad cívica de Colombia”, “la capital mundial de la salsa”, “la ciudad deportiva de América”, “la sultana del Valle”, “la sucursal del cielo”. Contrariando lo evidente, que desde hacía años nuestros muchachos desesperanzados caían en las garras del vicio y el delito, que nuestras calles estaban infestadas de delincuentes y cuchilleros, que los cinturones tuguriales crecían a un ritmo de asombro, que a los barrios les trazaban fronteras invisibles cuya trasgresión se pagaba con la vida, en ese año de 1984 seguíamos alentando esa ilusión de felicidad y civismo. Esta disociación colectiva fue destrozada por la masacre de Diners. La inusitada violencia desplegada por estos jóvenes incontritos nos puso de frente con la imagen nítida de un tejido social llagado en el cual la opción criminal se había naturalizado y cualquier buen muchacho podía convertirse en asesino de la noche a la mañana sin experimentar ninguna conmoción moral. Esa ineludible constatación cambió para siempre nuestra manera de mirarnos. Desde entonces, Cali es otra. .

ANALISIS PSIQUIATRICO Las circunstancias que llevan a James a terminar su jornada de trabajo como pintor de brocha gorda y empuñar un arma para encontrarse con la experiencia del asesinato; la condición mental de Jaime que termina de preparar la comida para sus hermanos y se va a acabar con la vida de otros seres humanos; la crueldad de Francisco, el “niño mimado del papá”, según decía su madre, que propina más de doscientas puñaladas en esa noche infernal. Una lista interminable de experiencias que nos hablan de la extrema fragilidad del ser humano a la vez que de su increíble voluntad y potencia, de los hilos del azar que tejen nuestros destinos, de la inaprensible condición humana, podemos inferir que en los actores de esta barbarie se ve comprometido el ego. El Ello, Yo y Superyó, o lo que coloquialmente se denomina el yo ismo siendo que el Ello se asocia a la parte primitiva de nuestra mente, nuestros impulsos y necesidades; situación en que se encontraba Jaime al no tener ya el estatus ser la persona reconocida ya no importaba su físico se sentía desplazado si evaluamos todo esta problemática podríamos de algún modo poder entender la actuación de este asesino, el Superyó se relaciona con nuestras ideas y conceptos morales y éticos; y el Yo funciona como la instancia que interactúa con las dos anteriores y concilia sus exigencias para que puedan ser llevadas a cabo de una manera realista, el lugar de los acontecimientos con los planos del lugar, las fotos y los esquemas de la reconstrucción del crimen e imaginamos el recorrido de cada víctima; según los vecinos fundadores la historia de los barrios San Luis y San Luisito, donde vivían James y Jaime, porque veíamos en la transformación de esos vecindarios, por efectos de la economía y la cultura de la droga, una clara imagen de lo que ocurría en el país y que explicaba desde lo particular el despelote general; en este contexto es que mencionamos los imaginarios de Jaime al no tener dinero y ya no contar con un trabajo y vivir en ese entorno donde vivía habría podido generar estos trastornos. Ninguna de estas explicaciones aplicaba a la masacre de Diners. Tampoco lo hacía alguna circunstancia propia del momento: los asaltantes ya habían consumado el robo, tenían reducidas a las víctimas y el camino libre para huir. En la medida en que se desechaban las hipótesis crecía el desconcierto y la insistencia en la pregunta por las razones que llevaron a estos muchachos de familia a efectuar un crimen de tales dimensiones con una motivación tan baladí y a aceptar su responsabilidad sin conmiseración alguna. La respuesta requería un contexto más amplio. Además de la trascendencia social de los hechos, la experiencia de los protagonistas es un campo inagotable de indagación sobre la condición humana, elemento que universaliza sin duda esta historia.

ASPECTOS CRIMINOLOGICOS Lo que ubica a un estudio dentro de la Criminología clínica es su objetivo: «la observancia y el análisis profundo de casos individuales, normales, anormales

o patológicos», la búsqueda multidisciplinaria de explicaciones al caso individual, a fin de conocer la génesis de su conducta delictiva y aplicarle un tratamiento personalizado, procurar su reinserción a la sociedad y poner los recursos sociales a favor de ello. A diferencia del examen pericial psiquiátrico, el criminológico no tiene por objetivo establecer la responsabilidad penal del sujeto al tener en cuenta los posibles trastornos mentales, aunque este será tratado en detalle en un tema posterior. En algunos autores, de fuerte influencia positivista, puede encontrarse el criterio de que el estudio criminológico clínico tiene por objetivo esencial o exclusivo, establecer la peligrosidad del sujeto estudiado y que esta es su concepto clave, lo que limita sus objetivos para determinar si va a seguir delinquiendo y en qué medida, tratando de precisar su capacidad criminal (cantidad de delito que puede cometer el criminal) y su adaptabilidad (capacidad de adaptación al medio en que vive). En cualquier caso, hay dos preguntas criminológicas esenciales, a responderse ante el análisis de un criminal, primero: ¿Quién es el individuo que comete el crimen? ¿Qué respuesta debe darse a su conducta? En el caso en concreto y analizando los aspectos médicos del autor material de los asesinatos cometidos por este personaje podemos observar que era muy difícil imaginar o sospechar que Jaime llegare a cometer semejante atrocidad y es ahí donde debemos detenernos analizar qué aspecto medico genero esta reacción. Las hipótesis en investigaciones de conductas delictivas, no constituye un procedimiento más dentro del proceso penal, es una herramienta donde se debe integrar los conocimientos criminológicos y científicos.Investigaciones que aporten calidad al proceso penal, y establezcan un grupo de requisitos que dentro de la misma la hagan amas homogénea posible la investigación de esta manera, otorga oportunidades a los diferentes casos; estudiar la patología que afecte al individuo conociendo su historia clínica, antecedentes hereditarios, será lo más importante a tener en cuenta los investigadores de igual manera identificar sus aptitudes y habilidades en la investigación clínica. A través de los aspectos clínicos se persigue dos fines identificables: el primero sería la aplicación de todos los conocimientos anteriores al sujeto en particular, y el segundo estaría relacionado con la investigación de nuevas teorías y métodos para el caso en concreto. Las explicaciones, desde el estudio criminológico, emplean los conocimientos ya establecidos en Criminología, no el hecho inverso de que se tenga por unidad de estudio a sujetos para resolver un problema general. Los conocimientos a emplear no deben limitarse a los netamente «psicológicos» o «biológicos», y los métodos de exploración pueden ser variados. Por ambas razones, la clínica es tan interdisciplinaria como cualquier otra vertiente de la Criminología. El «paso al acto delictivo» Para Jean Pinatel, explicar el aspecto del llamado «paso al acto» es especialmente importante en Criminología Clínica, pues es la forma y el punto en que «se pasa la línea» y se comete el delito, a diferencia de

otros sujetos que, en circunstancias aparentemente iguales, controlan sus impulsos, lo que puede representar importantes diferencias entre delincuentes y no delincuentes. Durante el paso al acto, pudieran diferenciarse cuatro fases importantes: 1. consentimiento mitigante: concibe la posibilidad del delito como conducta eventual o posible y no la rechaza. 2. consentimiento formulado: decide cometer el delito 3. estado de peligro: latente la ejecución ya decidida. 4. paso al acto: la ejecución del delito

Conclusiones Un análisis criminológico de un caso o problema delictivo también tendría que contemplar la incidencia o posible participación de la reacción social formal, la de órganos de control del delito, como policía, sistema judicial y legislación penal e informal, la del resto de la estructura estatal y la de la sociedad civil, tanto por lo que fracasaron o no hicieron, como por lo que pueden aportar, bueno o malo. Vemos la importancia de analizar la importancia de la criminología en desarrollo y beneficio de la comunidad, por medio de esta no solo se estudia las conductas criminales ya cometidas, sino se proyectan teorías o conceptos que permitan entender una conducta delictiva en un caso concreto.

Bibliografía

Mediocentro Electrónica vol.22 no.1 Santa Clara ene.-mar. 2018 Ernesto Pérez González1, Ricardo Romel Rodríguez Jorge 2, Baldomero Loy Vera3...


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