Ciencia politica su origen PDF

Title Ciencia politica su origen
Author Miguel Molina
Course Ciencia Politica
Institution Universidad Blas Pascal
Pages 33
File Size 529.7 KB
File Type PDF
Total Downloads 57
Total Views 160

Summary

Download Ciencia politica su origen PDF


Description

Origen y Desarrollo de la Ciencia Política: Temas y Problemas Héctor Zamitiz Gamboa FCP y S-UNAM Resumen: El presente artículo profundiza en tres grandes temas de interés que, además de encontrarse claramente entrelazados en la historia de la disciplina, ilustran algunos de los principales desacuerdos que se han generado por los cambios en los cánones. Esto con el fin de pensar la política en las distintas épocas (lo que desde la perspectiva khuniana podría ser considerado como una revolución científica). Abstract: This ar ti cle goes deep into three im por tant themes, which, be side the fact that they are clearly braided in the his tory of po lit i cal sci ence as a dis ci pline, they il lus trate some of the main ar gu ments that have emerged prin ci pally due to the changes in the rules on how to think of politics during different historical periods (what could be considered, ac cord ing to khunian’s perpective as sci en tific rev o lu tion).

P

arece que al interesarse por el desarrollo científico, el historiador tiene dos tareas principales. Según Thomas S. Khun, por una parte, debe determinar quién y en qué momento se descubrió o inventó cada hecho, ley o teoría científica contemporánea y; por otra, debe describir y explicar el conjunto de errores, mitos y supersticiones que impidieron una acumulación más rápida de los componentes del caudal científico moderno. Sin embargo, durante los últimos años, algunos historiadores de la ciencia han descubierto que es más difícil desempeñar las funciones que les asigna el concepto de desarrollo, por acumulación. Quizá –apunta Khun– porque la ciencia no se desarrolla por la acumulación de descubrimientos e inventos individuales, y las teorías anticuadas no dejan de ser científicas por el hecho de que hayan sido descartadas. Esto hace difícil considerar el desarrollo científico como un proceso de acumulación (Khun, 1986:2). Lo an te rior ha obligado casi siempre a los historiadores a privilegiar la integridad histórica de una ciencia en su propia época y, después, a buscar sus contribuciones permanentes al cau dal nuevo de conocimientos. No obstante, la existencia de episodios extraordinarios subvierten la tradición de prácticas científicas y se inician investigaciones extraordinarias que conducen a un nuevo

septiembre-diciembre 1999, Núm. 20, pp. 89-122

1

Héctor Zamitiz Gamboa

conjunto de compromisos, denominados por Khun: revoluciones científicas1. Si pretendemos seguir el razonamiento de Khun, es pertinente preguntarnos: ¿Cómo ha sido el proceso histórico en el estudio de la política, para lograr su status como ciencia? ¿Existen desacuerdos fundamentales en tre la comunidad de los científicos políticos? ¿Cuáles son las controversias que persisten con el paso del tiempo?¿Cuáles y por qué pueden ser considerados episodios extraordinarios en el desarrollo de la ciencia política?. La complejidad en esta última área nos obliga como miembros de dicha comunidad, a esclarecer conceptos y corregir malentendidos. Para re sponder algunas de estas interrogantes tomamos como punto de partida el planteamiento de que la evolución de la disciplina ha sido con tinua y se ha producido a través de la definición y redefinición de su objeto de estudio. En el transcurso del tiempo ha cambiado tanto el objeto (la política) como el método (la ciencia), por lo que su desarrollo puede y acaso deba trazarse y analizarse precisamente con referencia a estas dos modificaciones (Sartori, 1992:201-260; Pasquino, 1998: 15-35). Para atender esta problemática, el presente artículo profundiza en tres grandes temas de interés que, además de encontrarse claramente entrelazados en la historia de la disciplina, ilustran algunos de los principales desacuerdos que se han generado por los cambios en los cánones. Esto tiene el fin de pensar la política en las distintas épocas (lo que desde la perspectiva khuniana podría ser considerado como una 1

2

Khun asevera que al pasar un año en una comunidad compuesta principalmente por científicos sociales, se asombró ante el número y alcance de los desacuerdos patentes, sobre la naturaleza de problemas y métodos científicos aceptados. Tanto la historia como sus conocimientos le hicieron dudar de que quienes practicaban las ciencias naturales poseyeran respuestas más firmes o permanentes para esas preguntas, que sus colegas en las ciencias sociales. Sin embargo, hasta cierto punto, la práctica de la astronomía, de la física, de la química o de la biología no evocaba para él, normalmente, las controversias sobre fundamentos que, en la actualidad, parecían endémicas, por ejemplo entre psicólogos y sociólogos. Así, al tratar de descubrir el origen de esta diferencia, Khun llegó a reconocer –según lo afirma– el papel de la investigación científica. Desde entonces llamó paradigmas a las “realizaciones científicas universalmente reconocidas que, durante cierto tiempo, proporcionan modelos de problemas y soluciones a una comunidad científica”.

Origen y Desarrollo de la Ciencia Política: Temas y Problemas

revolución científica).También se abordan las controversias, “temas pendientes” y hasta falsas disyuntivas que obedecen, por una parte, a la vinculación de la ciencia política con la filosofía política y con la historia de las ideas y del pensamiento político; y, por otra, al desarrollo y diversificación de nuevos métodos y técnicas preferentemente empíricas. Dos formas de entender la política: la aportación de Aristóteles y Maquiavelo En los inicios de la década de los 60, el ensayista francés Georges Mounin invitó a los interesados en comprender los orígenes de la ciencia política, a discutir lo que él consideró una cuestión pendiente que todo estudioso, debía conocer y reflexionar. En este sentido escribió: “La idea más corriente es que antes de Maquiavelo no existía, en cuestión de ciencia política, más que balbuceos apenas dignos de una mención o utopías sin valor objetivo, o tratados escolásticos y morales llenos de verbalismo. Todos los que al consagrar un estudio a Maquiavelo han examinado lo que era la ciencia política an tes de él, señalan en mayor grado el vacío entre sus predecesores y Maquiavelo, y no la continuidad”

(Mounin, 1962:115).

El estudioso francés Marcel Prélot escribió en 1964 que el conocimiento sistemático y ordenado del Estado había constituido una ciencia desde sus orígenes y que los griegos eran, a su vez, los creadores de la política. En tre ellos, Aristóteles era no sólo el prin ci pal promotor del conocimiento científico, sino también el autor de un gran descubrimiento: cada ciencia tiene su individualidad. A él le debíamos la política, la ciencia política y la situación de ésta en el seno de las ciencias (Prélot, 1964:17). Prélot se empeñó en aclarar por qué La Política de Aristóteles se consideraba más un conocimiento filosófico-político que científico, y señaló que la clasificación aristotélica se apoyaba en la distinción de tres operaciones del espíritu: saber, hacer y crear. En consecuencia, según su planteamiento, existían tres grandes categorías de ciencias: teóricas, prácticas y poéticas. Las ciencias teóricas eran las matemáticas, física y metafísica; las poéticas incluían la lógica, retórica y poética y, situadas en tre ambas, las ciencias prácticas eran la ética, económica y política. Así, la ética era la ciencia del comportamiento per sonal; la moral, el conocimiento de la conducta del individuo; la económica, la ciencia de

3

Héctor Zamitiz Gamboa

la familia, de su composición y del mantenimiento del hogar y; la política, la ciencia de la constitución y de la conducta de la ciudad-Estado (sic). La política ocupaba –según Aristóteles– la cúspide de la jerarquía, porque su objeto: la ciudad-Estado englobaba toda la organización social, pero, sobre todo, porque dominaba teóricamente a las otras ciencias, es decir, regulaba todas las actividades humanas. Sin embargo, la frontera entre la ética y la política no siempre se trazó claramente. “El objeto de la ética es una especie de política”. Esta afirmación del estagirita, según Prélot, mostró que hubo en él alguna incertidumbre en lo relativo a la delimitación de las diferentes artes. En cambio, distinguió con claridad en tre la política, que es el conocimiento de las cosas cívicas y la económica, que es la ciencia de las cosas domésticas. Lo que sí es un consenso general es que El Príncipe de Nicolás Maquiavelo es el título del libro con el que inicia la ciencia política moderna. El detentador del poder absoluto reclama toda la atención. Es a él a quien es necesario conquistar e instruir. La política se inclina entonces hacia la psicología y la pedagogía y, aunque bajo estos aspectos continúa fluyendo la corriente antigua, la ciencia política en la obra de Maquiavelo es una disciplina que no sólo reconoce la realidad presente en la que se aplica, sino que demuestra ser ciencia trascendiendo la realidad. No se limita a describir los fenómenos que estudia, busca siempre las mejores soluciones teóricas y prácticas que se derivan de tales fenómenos. La característica de Maquiavelo –nos dice Arnaldo Córdova– es que aceptó los hechos de su tiempo con un sentido de objetividad, de la verdad efectiva de las cosas que aún sigue siendo ejemplar, para la investigación científica de los hechos sociales. Por tanto, comienza a inventar la ciencia política en el momento mismo en que reconoce en los hechos de los hombres, una forma especial de actuar que se relaciona claramente con la existencia del Estado. En primer término, el actuar político es ya evidente, identificable en la vida so cial como una forma de actividad, distinto de otros modos de comportamiento social que da a su obra un carácter diferente; no sólo con relación a obras escritas en otras épocas, sino aún respecto de aquellas que en su tiempo no lograban ser obras políticas especializadas. En segundo término, el Estado como un organismo que

4

Origen y Desarrollo de la Ciencia Política: Temas y Problemas

se coloca por encima de la sociedad con sus propias relaciones, que es indiferente a toda actividad que no sea la política y la militar, está ya presente y a él se refiere Maquiavelo como centro de su preocupación científica. “En efecto, el pensador florentino es el primero que escribe perfectamente sobre el Estado, el primero que usa el término Stato en un texto político es pe cial; es, además, el primero que identifica al Estado como una entidad autónoma...” (Córdova, 1976:

101).

¿Cuál es la característica de la ciencia política de Maquiavelo?. El problema del significado que ha tenido el secretario florentino en su tiempo y de los fines que se proponía escribiendo sus libros y especialmente El príncipe es abordado, entre muchos otros, por Antonio Gramsci. El pensador y dirigente italiano nos dice que la doctrina de Maquiavelo no era en su tiempo puramente “libresca”, un monopolio de pensadores aislados, un libro secreto que circula entre iniciados. Su estilo no es el de un tratadista sistemático como los había en el medievo y en el humanismo, sino todo lo contrario, es el estilo de un hom bre de acción. El mismo Maquiavelo destaca que las cosas que escribe son aplicadas y lo han sido siempre por los más grandes hombres de la historia. De allí que no parezca sugerirlas a quienes ya las conocen. Su estilo no es tampoco el de una desinteresada actividad científica, ni puede pensarse que llegó a sus tesis de ciencia política por especulación filosófica, lo que en esta materia particular tendría algo de milagroso para su tiempo, si aún hoy encuentra tanta hostilidad y oposición. Por ello, “...es todo un hombre de su época; y su ciencia política representa la filosofía de tal época...”(Gramsci, 1986:37). Lo cierto es que, sin proponérselo, Prélot profundiza en el debate que abre Georges Mounin. Dice que la filiación aristotélica del secretario florentino es segura, pues leyó y meditó una traducción italiana de La Política publicada en 1435 por el erudito Leonardo Bruni, cuya edición se multiplicó desde 1470. Prélot puntualiza que la inspiración del florentino no es la de Aristóteles, pues éste dirige sus investigaciones hacia el buen gobierno que garantiza una vida buena a sus buenos ciudadanos. Maquiavelo tiene un objetivo más directo y bru tal: un gobierno eficaz para “una Italia unida y desclericalizada”. En consecuencia, para Maquiavelo la política es el arte del Estado dirigido más hacia la obediencia de los ciudadanos, que a su felicidad. Empero, ya se trate del bien de los hombres o de su obediencia, el objeto del

5

Héctor Zamitiz Gamboa

conocimiento político sigue siendo el Estado, concebido así como un cuerpo político. A decir de Mounin, es con tra Aristóteles que se quiere de fender una suerte de primicia de Maquiavelo, en materia de ciencia política. Contra Aristóteles, autor de La Política, pues existe una opinión común de que Maquiavelo ignoraba el tratado del estagirita. Aunque las pruebas que ofrece este autor no son del todo decisivas, su planteamiento nos obliga a la reflexión. La polémica se sitúa en que, si bien la distancia entre Aristóteles y Maquiavelo es inmensa, con seguridad el segundo se nutrió de La Política, como todos los de su tiempo, incluido el mismo Savonarola. En primer lugar, se asegura que Maquiavelo fue el primero en proclamar su positivismo político en la famosa frase “...Me ha parecido conveniente atenerme a la verdad de hecho de la cosa y no a lo que de ella se ha imaginado. Porque muchos se han imaginado repúblicas y principados que nunca se han visto ni conocido como si existiesen realmente”. Para Mounin esto es inexacto, pues Aristóteles, con menor jactancia, ya había reprochado a Platón dos veces seguidas que su República no había jamás existido (Libro II, Caps. 2 y 3) (Mounin, 1962:116). Por ello no es posible –apunta Mounin– disminuir el aporte de Aristóteles, ni aun para dar a Maquiavelo lo que le pertenece. Es evidente que la ciencia de Aristóteles está condicionada a las formas de civilización que él observa, pero debe reconocerse como el creador de una ciencia política empírica, por su cuidado en apoyarse sobre los hechos (se le ha reprochado de recurrir a la historia más que a la razón pura y haber “con demasiada frecuencia creído que lo que es, era lo que debía ser”); por su laicización de la política (al decir que el hom bre es un an i mal político, hace de la vida política un hecho nat u ral y se libera de toda explicación mitológica) y por su curiosidad por cuestiones económicas. Mounin enfatiza: “...borrar el nombre de Aristóteles del punto de partida de una larga línea de escritores que van constituyendo lenta mente la ciencia política en provecho de Maquiavelo, con el pretexto de que Aristóteles no ha codificado la experiencia política del siglo XVI, es anti-histórico...” (Mounin, 1962:117).

Filosofía política, teoría política y ciencia política: relaciones y especificidades Uno de los problemas actuales que genera cierta confusión, es el que tiene que ver con la ubicación de los ámbitos en tre la filosofía, la teoría

6

Origen y Desarrollo de la Ciencia Política: Temas y Problemas

y la ciencia política, así como sus relaciones y especificidades. La cuestión no se resuelve fácilmente. Para entender el núcleo del problema es necesario conocer las diferentes tradiciones de ciencia política (europea y norteamericana fundamentalmente) y el modo de posicionarse respecto de algunas corrientes de la filosofía política. De lo contrario, en lugar de demostrar cómo y por qué existe un enriquecimiento mutuo entre filosofía política y ciencia política, seguirán existiendo enfrentamientos por la defensa de las fronteras de las disciplinas, o bien, no asumir qué significa en realidad hacer teoría en la ciencia política contemporánea, lo cual hace aún más difícil dominar los componentes de la disciplina. Durante este proceso se ha presentado una primera dificultad y, al igual que Gianfranco Pasquino, nosotros suscribimos: no existe una concepción aceptada por todos de lo que significa teoría política (Pasquino, 1988:33). Veamos el siguiente ejemplo. Sobre las relaciones en tre la filosofía, la teoría y la ciencia política, Ray mond Aron observó en 1962 que a la pregunta: “¿Qué es la teoría política?”, filósofos y politólogos interrogados por la Revue francaise de science politique dieron una respuesta dictada por su respectivo modo de pensamiento. Los tres filósofos: Isaiah Berlin, Eric Weil y Richard Wollheim definieron su teoría en función de la filosofía. Por otra parte, tres estudiosos de la política considerados como pertenecientes a otro género: Henri Lefebvre, Bertrand de Jouvenel y An thony Downs, explicaron la teoría política a partir de una doctrina política diferente en tre sí, o en función de la teoría con otras ciencias sociales, en particular la economía. Una de las primeras observaciones de Aron fue que, mientras para los filósofos entrevistados –aunque no todos distinguían claramente entre teoría y filosofía– la teoría era más o menos caracterizada por evaluaciones (o si se prefiere juicios de valor), o en función de consideraciones meta-empíricas. Así la teoría de los politólogos sería esencialmente descriptiva. Sin em bargo, al aseverar que no había nada más nor mal y legítimo que estos últimos buscaran una teoría empírica, Aron se preguntó: ¿Por qué, a pesar de múltiples esfuerzos, no hay el menor consenso sobre la teoría política, sobre sus conceptos fundamentales, sobre sus modelos?. Al referirse particularmente a Downs en la construcción de un modelo económico de la democracia, Aron formuló la siguiente objeción:

7

Héctor Zamitiz Gamboa

... cada teórico tiene el derecho de construir un modelo si en ello encuentra diversión o interés. Pero se equivocaría singularmente sobre la naturaleza de la realidad y la ciencia política, si atribuyera a semejante modelo un alcance comparable al de los modelos económicos, (pues) un modelo que incluye los dos postulados que hemos recordado no ofrece una imagen simplificada o esquematizada de las conductas políticas, sino que deforma o falsifica esas conductas, o, por lo menos, hace de ellas una interpretación que los propios actores no aceptarían... (Aron, 1997:147).

Esta advertencia será el eje de su preocupación, de lo que llamará “una teoría de la teoría política”. Lo que en realidad le interesaba a Aron, era dejar claro que las filosofías políticas del pasado se apartan menos de la realidad que los esquemas abstractos de los teóricos de hoy; y que ni la ciencia ni la teoría política contemporáneas, respondían categóricamente a las preguntas que tradicionalmente había planteado la filosofía. Dichas preguntas nos ayudaron a reconocer sentidos y valores específicos de la política y, por tanto, a identificar las vari ables y las soluciones históricamente cambiantes, dadas a problemas permanentes. La crítica a la formulación y uso de modelos abstractos en la ciencia política llevará a entender la teoría como filosofía, o a proponer la recuperación de la filosofía política puesto que “el esfuerzo del teórico no debe ten der a la elaboración de un esquema simplificado”, en el cual actuaría una motivación única. Como toda teoría social, la política tiene como fin la comprensión de un universo específico, con derecho de simplificar éste, pero sin falsear su sentido. Por ejemplo, no se comprendería a la política real, a los políticos, ni a las filosofías políticas, si se decreta que la lucha por el poder, o la lucha por la participación en los beneficios del poder, constituye su esencia, revela su importancia permanente o descubre su mecanismo. Por tanto, –dirá Aron– ni la teoría como elaboración con cep tual, ni el estudio empírico alcanzan una entera neutralidad si ésta exige el rechazo de toda valoración. La ciencia política, al menos implícitamente, suele juzgar los valores que profesan los actores que ella estudia. No es posible comprender el sentido de una conducta política, sin incluir en esta comprensión ciertas distinciones de valores. Al respecto Aron pregunta: ¿Cómo determinar o definir una ciudad ejemplar y...


Similar Free PDFs