Comentario del Diálogo de la dignidad del hombre de Fernán Pérez de Oliva PDF

Title Comentario del Diálogo de la dignidad del hombre de Fernán Pérez de Oliva
Author Judith L.
Course Literatura Española del Siglo de Oro
Institution Universidad de Almería
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Comentario del ​ Diálogo de la dignidad del hombre ​de Fernán Pérez de OlivaEn la línea de pensamiento en defensa del hombre, la obra más i mportante y completa fue, sin duda, la del español ​ Fernán Pérez de Oliva, gran humanista, filósofo, traductor de obras clásicas y gran estudioso de las lengua...


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Judith Lozano Fernández

Comentario del Diálogo de la dignidad del hombre de Fernán Pérez de Oliva En la línea de pensamiento en defensa del hombre, la obra más importante y completa fue, sin duda, la del español Fernán Pérez de Oliva, gran humanista, filósofo, traductor de obras clásicas y gran estudioso de las lengua castellana. Su diálogo de la dignidad del hombre (escrito antes de 1531), que es una discusión literaria acerca de la condición humana y fue la primera obra de este tipo escrita en lengua vulgar (castellano). En ella reunió la más completa selección de los argumentos 1 esgrimidos por la tradición. Su forma dialéctica le permitió enfrentar dos pensamientos opuestos: ● el de la tradición epicúrea, que mostraba la miseria del hombre, y ● el de la tradición estoica y cristiana que defendía su dignidad. La obra se inicia cuando dos amigos, Antonio y Aurelio, coinciden en el campo y entablan un debate sobre la soledad. Para Aurelio, representante de la idea de la miseria del hombre, el deseo de soledad se justificaba por “el aborrecimiento que consigo tienen los hombres de sí mismos” mientras que Antonio consideraba que no hay “criatura más excelente que el hombre, ni que más contentamiento deba tener por hablar nacido” . Para debatir sobre el tema se retiran a un valle y allí, junto a una fuente se encuentran en el sabio Dinarco y otros estudiosos que escuchan las razones de ambos sin participar. Este breve argumento nos sitúa, de plano, en la consideración del género literario del Diálogo. Si partimos de la base de que el género, en el siglo XVI, está meticulosamente codificado en la teoría y en la práctica nos encontraremos ante la necesidad de observar cuidadosamente, desde este punto de vista, cómo se mueve cada pieza de la construcción formal del Diálogo, para lograr así su plena comprensión. El diálogo, en este primer tercio del siglo XVI, está recogiendo una vasta y rica tradición clásica que le da un prestigio como forma en sí, y que, al mismo tiempo, obliga a que ciertos asuntos sean tratados bajo su cobertura si se quiere que tengan la dignidad suficiente como para ser leídos por el público culto de la época. En Pérez de Oliva, además, esta forma remite a las traducciones del teatro clásico. Si el teatro renacentista es una sucesión de cuadros dialogados, si lo que más importa son los coloquios, porque apenas hay escenario o movimiento, no nos extrañará que el autor quiera elegir, para hablar de la dignidad del hombre, una forma dotada de dramatismo por lo menos desde Platón. Aunque, en verdad, no puede decirse que este diálogo sepa explotar esos recursos dramáticos tan sugerentes en los diálogos platónicos; aquí apenas si hay acción, los personajes están mucho más descritos por lo que hablan que por lo que hacen o por cómo lo hacen. De hecho, encontramos apenas tres párrafos en los que haya movimiento: la descripción del locus amoenus inicial, y un par de ocasiones más en las que los personajes hasta pueden hacer un gesto deíctico (Antonio: mira este valle, cuán deleitable) . Esta reducción del juego dramático, estaba ya en Cicerón, que es el clásico que sirve de modelo a Pérez de Oliva. Como él, deja tres personajes, Aurelio, Antonio y Dinarco; y como él, hace que estos desarrollen largos e ininterrumpidos discursos en los que la inquisición mayéutica2 ha desaparecido porque lo que interesa, fundamentalmente, es convencer con una argumentación docta, en la que la sobriedad prima.

Conjunto de razonamientos y argumentaciones de un discurso o una discusión y modo de ordenarlos. En la filosofía socrática, diálogo metódico por el que el interlocutor interpelado descubre las verdades por sí mismo

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El tercer personaje es Dinarco, que según el modelo ciceroniano debería de ser el dialogante maestro, no juzga, apenas si actúa; se limitará a dar al final, con una parquedad sorprendente, la razón a Antonio. Dinarco, como personaje, es el resultado de la preceptiva pero apenas si cuenta. Pérez de Oliva tira mucho más de la disputa, tanto, que apenas si tiene tiempo de dejar entrar y salir a Dinarco, ni de dejarle opinar. Los verdaderos personajes son Antonio y Aurelio, que exponen ordenadamente sus argumentos; a la intervención de Aurelio sigue la de Antonio, que va oponiéndose, punto por punto, a lo expresado por su amigo. Desde el marco espacial donde se produce este encuentro todo en el tratado es interesante, Se habla de un lugar “deleitable”, en medio de “prados floridos” con “aguas claras que por medio corren”, con “arboledas llenas de ruiseñores y otras aves, que con su canto nos deleitan”. Se trata de un locus amoenus 3 perfecto, donde la Naturaleza proyecta la armonía del hombre y muestra la perfección de la obra de Dios. La disputa comienza con la queja de Aurelio sobre la debilidad humana y su destino mortal tras una breve existencia (“que pasa como un sueño”), llena de desgracias. Para justificar la miseria del hombre repasa los componentes del Universo y después de elogiar la calidad del cielo, la grandez de las estrellas y la ausencia de mudanza en ellos se refiere a los elementos fuego y aire, que también “reciben la lumbre del cielo”, frente a la tierra, donde habita el hombre lugar totalmente imperfecto, donde no reciben esa lumbre, y espacio para los animales. La falta de dignidad del hombre no solo procede de los males del cuerpo que enumera, sino de los males del alma con los que fácilmente el hombre se malogra. Aunque se refiere a la importancia de la voluntad se fija en la dualidad perpetua a que está sometida por la constitución del hombre compuesto de elementos irreconciliables, razón e instinto “está la voluntad, como bien sabéis, entre dos contrarios enemigos, que siempre pelean por ganarla: éstos son la razón y el apetito natural. La razón de una parte llama la voluntad a que siga la virtud, y le muestra tomar fuerza y rigor para acometer cosas difíciles; y de otra parte el apetito natural con deleite le ablanda y la distrae” . Finalmente, Aurelio se refiere a la única esperanza que le queda al hombre, sobrevivir por la fama aunque también sea muy efímera: “ésta toman muchos por remedio de la muerte, porque dicen que da eternidad a las mejores partes del hombre, que son el nombre y la gloria de los hechos, los cuales quedan en memoria de las gentes, que es según dice la vida verdadera” . Pero termina diciendo que finalmente hasta la fama se olvida: “Todo va en el olvido, el tiempo lo borra todo [...] Todo se va en humo hasta que tornan los hombres a estar en tanto olvido como antes que naciesen; y la misma vanidad si sigue después que primero había ”. Cuando su interlocutor, Antonio, toma la palabra manifiesta incluso en el estilo, el contrapunto dialéctico de su amigo. Siguiendo el mismo orden utilizando por Aurelio, le va rebatiendo paso a paso todos los argumentos con que negaba la superioridad del hombre y, por el contrario, le exalta como obra perfecta: “considerando, señores, la composición del hombre, me paresce que tengo delante los ojos la más admirable obra de cuantas Dios ha hecho” . Tras referirse al Génesis “Por lo cual en la creación del mundo, aviendo hecho la Sagrada Escriptura mención de Dios con nombre de Uno, cuando uvo de criarse el hombre refiere que dixo Dios: 3

Locus amoenus (en latín, "lugar idílico" o, más cercano al original, "lugar ameno") es un tópico literario que generalmente refiere a un lugar idealizado de seguridad o de tranquilidad. Un locus amoenus es usualmente un terreno bello, sombreado, de bosque abierto, a veces con connotaciones de Edén.

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hagamos el hombre a nuestra imagen y semejança” , elogia el gobierno de Dios sobre la “fábrica del mundo” y sobre el alma y cuerpo del hombre “así es como Dios tiene en su poderío la fábrica del mundo, y con su mando la govierna, así el ánima del hombre tiene el cuerpo sujeto, y según su voluntad lo mueve y lo govierna; el cual es otra imagen verdadera de aqueste mundo a Dios subjeto” Establece las relaciones y correspondencias entre los cuatro elementos de la materia y los humores del cuerpo humano para justificar la parte material y celestial del hombre, base de su perfección “porque, como son estos elementos de que está compuesto la parte baxa del mundo, así son los humores en el cuerpo humano, de los cuales es templado. Y como veis el cielo ser en sí puro y penetrable de la lumbre, así es en nosotros el leve espíritu animal, situado en el celebro y de allí a los sentidos derivado, por do se rescibe lumbre y vista de las cosas de fuera” “Por donde es manifiesto ser el hombre cosa universal que de todas participa: tiene ánima a Dios semejante, y cuerpo semejante al mndo; bive como una planta, siente como bruto y entiende como ángel. Por lo cual bien dixeron los antiguos que es el hombre menos mundo cumplido de la perfección de todas las cosas. Como Dios, en sí tiene perfección universal” Destaca la superioridad del hombre en la Naturaleza y defiende su ubicación en el centro del cosmos por decisión divina “así, Dios, después de hecha la gran fábrica del mundo, puso al hombre en la tierra, que es el medio dél, porque en tal imagen se pudiese conoscer quién lo havía fabricado [...] más púsonos Dios acá, en el profundo, para que se vea primero si somos merescedores della (el cielo)”. Tras considerar al hombre como una obra de arte perfecta, visible incluso en la proporción de su cuerpo, pasa a describirle, y lo hace siguiendo un orden arquitectónico (coincidente con la descripción habitual de la mujer realizada en la lírica renacentista). Por otra parte, resulta de gran interés la importancia que Antonio le concede a la conversación en cuanto forma de aprendizaje y a la función de la lengua como instrumento de comunicación entre los hombres, elementos fundamentales del Renacimiento. Se fija en las propiedades de las manos y en su gran capacidad para realizar obras muy diferentes (moradas de defensa, navíos para navegar, abrir y allanar caminos, domar los animales, cazar, pescar) y exalta su gran poder “tienen tanto poderío, que no hay en el mundo cosa tan poderosa”) para después considerar la perfección del hombre como obra de arte. Esa perfección justifica el desnudo en la obra artística que el Renacimiento potenció. Utiliza los textos bíblicos (salmos de David) para ilustrar cómo el hombre es centro de las demás criaturas y todas se someten a él, y justifica que por eso tenga cubiertas todas sus necesidades. Un dato importante es el elogio que hace del trabajo, por la importancia del mismo y por el interés que revierte en la vida social y en las relaciones humanas. Enumera las excelencias del entendimiento y la voluntad (cuya guerra no debe existir pues para ello está el vencimiento de sí mismo) y considera que, gracias a sus manos, el hombre puede llevar a cabo cualquier labor proyectada por el entendimiento. El discurso finaliza con el elogio de los diferentes estados y, sobre todo, de la libertad humana para decidirse por alguno de ellos. A diferencia del discurso negativo de Aurelio, donde no parece nunca el nombre de Dios, el de Antonio está lleno de referencias a Dios, a su gran obra y a su gran amor por el hombre lo cual 4 puede interpretarse también como una lección religiosa que, lejos de servir al hombre como rémora ,

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Obstáculo físico o inmaterial que impide o dificulta un proceso, un proyecto o una acción.

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le permite gozar de la felicidad que todo su ser le muestra. A modo de conclusión, podemos añadir que Fernán Pérez de Oliva maneja un humanismo-cristiano donde el hombre se considera superior al resto de las criaturas de la tierra basándose en criterios teológicos ya que acude al Génesis “hagamos el hombre a nuestra imagen y semejança” ; por lo tanto, si eliminamos la figura de Dios de su dialéctica sería incapaz de argumentar la dignidad del hombre. Por lo tanto, la dignidad del hombre queda justificada por la relación hombre-dios. Bibliografía: ● SUÁREZ MIRAMÓN, A. (2012): Literatura, arte y pensamiento. Textos del Siglo de Oro. Madrid: Editorial Universitaria Areces. ● PÉREZ DE OLIVA, F. (1995): Diálogo de la dignidad del hombre; Razonamientos; Ejercicios. Madrid: cátedra. (PRÓLOGO)...


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