Contexto Histórico. Época Ptolemaica PDF

Title Contexto Histórico. Época Ptolemaica
Author pan anda
Course Historia Antigua I: Próximo Oriente, Egipto y Grecia
Institution Universidad de Granada
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Contexto Histórico El Egipto Ptolemaico cubre un periodo que va desde el 323 a.C. hasta el 30 a.C. Si bien se debe fijar la fecha de la conquista alejandrina como marca de comienzo del periodo helénico en Egipto. Esta toma se dio en el invierno del 332 al 331 a.C Tras la conquista de la plaza fuerte de Gaza con dos meses de tenaz resistencia, Alejandro se dirigió a la conquista de la milenaria y prístina tierra del Nilo, que no ofreció oposición alguna. Desde el inicio de su marcha en una semana las tropas macedónicas se presentaron en la ciudad de Pelusio (primera línea de defensa egipcia) y Alejandro fue recibido con honras y honores, esto es, como un rey que liberaba a un pueblo y Mazaces, el gobernador del decadente imperio persa, al mando de la desorganización militar egipcia rindió el país ante sus nuevos inquilinos sin derramar sangre inútilmente. El macedonio fue nombrado faraón, dios e hijo de Ra como un gobernante más al igual que sus precedentes y sus sucesores, y así lo demuestran las inscripciones. El general, hijo de Filipo II, fue alabado como hijo de Amón (Zeus) en las recepciones de ciudades como Menfis y en su viaje por el desierto al templo de Amón, en el Oasis de Siwa, intentó emular a los héroes de la mitología así como confirmar, consolidar e impulsar sus ansías de inmortalidad histórica y divina quedando constatado el nuevo status que poseería no solo Alejandro el Grande sino Grecia en la tierra que ésta siempre había observado maravillándose con sus construcciones, con su grandeza, con sus leyendas, con su situación y con su riqueza. Ahora el hogar del río, de las pirámides y del paraíso en el desierto pertenecía a Grecia, más allá de ciudades coloniales a merced de la opinión del faraón (como Náucratis), ahora el Egipto milenario estaba en posesión de sus admiradores. Como muestra del inminente cambio, en estos momentos que “Occidente” regresaba a “Oriente” como un hijo crecido y conquistador, se alzará otra ciudad mítica, la primera de las Alejandrías (7 de abril del 331 a.C), en un lugar propicio en cuanto a geografía y augurios se refiere, siendo ésta la capital de la dinastía ptolemaica. Comienza un periodo final para la historia de este reino egipcio. Época que estará marcada por la carrera del dominio hegemónico de los mares y el comercio, los conflictos internos entre la clase griega (dominadora) y la clase egipcia (dominada), el centralismo absolutista del estado política y económicamente y su caída derivada del aluvión de distintos poderes competidores que se escapaban al control unitario que se pretendía en Egipto. Finalmente, será la estocada final Roma.

Alejandro Magno muere en el 323 a.C y Ptolomeo (general de Alejandro) es designado por Filipo Arrideo como titular de la satrapía de Egipto, tras los asesinatos de Filipo Arrideo (317 a.C) y Alejandro IV (310-309 a.C) es fulminada la débil cohesión del imperio legado por Alejandro, comenzaba la época de las dinastías de los diadocos, y concretamente en Egipto se le dará el nombre de Ptolemaica. Ptolomeo, después haberse proclamado gobernador tras asesinar a Cleómenes, (líder financiero de Egipto) se corona faraón, como ya hubiera hecho el Magno. Las estructuras de poder en Egipto se mantienen pero cambian a manos exógenas y aunque el nomarca sea egipcio el estratega (mando militar) será griego y el verdadero gobernador de la provincia. La capital oficial es Menfis por su prestigio y tradición en la cosmogonía egipcia desplazando a Tebas (capital en el Imperio Nuevo). Los gobernantes nunca residirán en ésta, siendo Alejandría la verdadera residencia del poder político y económico, la ciudad fundada por Alejandro y donde reposa. Alejandría, que también está influida por Egipto, se convertirá en el centro del mundo conocido gracias a la fortuna, honor y la luz ilustrativa del prístino imperio, el lujo y el conocimiento se apoderó de las calles y el poder era infinito. Hay que recalcar que mayoritariamente será una ciudad griega y de población helenística. Los primeros cincuenta años de poder ptolemaico (323-275) Egipto, que seguía siendo independiente, se sometió a un poder de invasión más fuerte que el antiguo persa. En adelante Egipto conservará sus tradiciones pero siempre a merced de la potestad griega, perdiendo energía. El antiguo Egipto, su religión y su esquema de pensamiento, se retirará a mirarse en el Nilo como Narciso, ensimismado en él mientras a sus espaldas la nueva clase dominante explotará el nuevo país que gobierna. Bajo la dinastía Lágida sigue desarrollándose tras el ocaso apenas fulgurante del Imperio Nuevo. Si los saítas recompusieron una nueva monarquía centralizada, los Lágidas procederán a elaborar un estado estático y dirigido económica y políticamente. El mundo en estos momentos ha mutado, “Occidente” ha regresado como un niño crecido y fuerte a someter a “Oriente” y las grandes ciudades interiores que eran la envidia y el honor de los países económicamente dependientes de la servidumbre agrícola como Susa o Tebas han sucumbido a las economías esclavistas cuyo campo de acción era el comercio marítimo. Alejandría o Antioquía, Roma o Cartago se convierten en los nuevos centros del mundo conocido. El poder y el buen gobierno económico y

militar de los estados a los que pertenezcan harán que unas urbes se superpongan a otras. En un primer momento la estrategia ptolemaica era adueñarse de Siria y Fenicia (como los antiguos faraones) así como Jonia y las islas del mar Egeo. La política imperial pasaba por los tratados comerciales, utilizando los centros de transacción del mar Mediterráneo como condiciones y monedas de cambio, así como por las fuerzas coactivas que obligaran a fírmalos y debilitar a los oponentes económicos. En este ámbito fueron necesarios los famosos e ingentes recursos de Egipto que iban a parar a mantener un ejército de mercenarios griegos hasta la batalla de Rafia en el 217 a.C. A diferencia de la vocación fundacional de ciudades que tenían los vecinos del Imperio Seleucida, en Egipto apenas hubo. Alejandría y Ptolemaida (cerca de Tebas, arrasada casi por completo por los asirios) serán las únicas. La vocación de los Ptolomeos será la de desarrollar el centralismo entre la amalgama de ciudades existentes en el delta, en el cuál Menfis y Alejandría serán las ciudades reales y Ptolemaida provinciana. Cirene también es una ciudad griega, aunque entre el 258 y el 246 los Ptolomeos no tuvieron poder sobre ella, y hasta el 96 a.C dependió de los sucesores de Alejandro. Las ciudades de Jonia, de las Cícladas y las fenicias fueron controladas interrumpidamente por Egipto hasta principios del segundo siglo antes de Cristo. Ptolomeo I, que concebía a Grecia y Egipto de la mano en el Mediterráneo, deseaba controlar los importantes puntos económicos del Mediterráneo Oriental así Sidón, Tiro, Chipre, Cirene y Delos sucumbieron a su poder. El rey no buscaba entrometerse en guerras innecesarias con sus anteriores compañeros y firmó tratados, como ya hicieran los saítas, con las polis de Cilicia, Sicilia y la Grecia continental. Para consolidar y defender su posición hegemónica se sucedieron tres guerras contra el Imperio Seleucida: la primera (274-275) con victoria aplastante egipcia de Ptolomeo II hizo que Alejandría se convirtiera en la ciudad política, comercial y económica más importante de la Antigüedad. Tras esto firmó un tratado de amistad con Roma, que acaba de conquistar Tarento. La segunda guerra firmó una paz ventajosa para Antíoco II (261246) que mermó el poder egipcio. Luego los caldeados ánimos se frenaron con una boda entre la hermana, Berenice, de Ptolomeo II y Antíoco. Tras ser asesinados los cónyuges, Ptolomeo III (246-221) y Seleuco II (246-226) prosiguieron una nueva guerra que finalizó con un resultado de predominio egipcio en Siria, la navegación en el

Mar Negro y grandes partes de Asia menor. Ptolomeo III fue el emperador marítimo universal y así se hacía representar con el tridente y la corona radiante. La estructura centralista egipcia era paralizante, demasiado burocrática, y cercaba las arduas empresas de los comerciantes y otros personajes que hacían fluir la economía y la vida en sociedad en Egipto. La burocracia y la renovada, por Ptolomeo II, teoría de teogamia llevaba incluso a la creación de una auténtica “Iglesia de Estado”, los gastos templarios y las propiedades fueron absorbidas por Ptolomeo V (205-181). Ello creó una fuerte conmoción y cada vez eran más e iracundas voces las que clamaban la independencia de las propiedades del clero de nuevo. Otro problema era el ejército formado por mercenarios que habían hecho perder batallas, organizando conflictos. Además estos soldados acabaron en una clase privilegiada con tierras y rentas como pagos bélicos lo que derivó en el acomodo y la disgregación militar. Se transformó en un ejército nacional y profesional que presionaba demasiado las arcas egipcias y que después de la batalla de Rafia era inútil si lo comparáramos con lo que costaba. La decadencia de Egipto comenzaba en el 245 por la cual las islas Cícladas cayeron. Asimismo, cayeron, en los reinados de Ptolomeo III, IV, V, el Helesponto, Samos, ciudades fenicias… Y tras el tratado de Apamea (188) Roma, que ya había vencido a Cartago prácticamente, se proclamaba potencia superior a Egipto, el equilibrio de poder quedaba roto aunque no la relación de amistad. Rodas se alzó y se dispuso a controlar el comercio sirio. Era el fin, a la crisis fiscal le siguió una en los poderes del reino y las derrotas militares desataron el descontento de las clases bajas egipcias sumando éste a todo lo anterior. El estado se resintió y acabó otorgando la independencia al clero que a cambio de regalías y la permisión del libre gobierno de sus propiedades sostendría divinamente al faraón griego en el trono que les dotó de inmunidad. El centralismo egipcio derivó a su administración, por otro lado, a la corrupción y los desmanes de los cargos del funcionariado llevando así a la propia monarquía centralista a estar manejada por una autentica oligarquía. Las donaciones y la libertad de propiedad derivaron inevitablemente en la patrimonialización de los cargos y los bienes inmuebles. Cuando las derrotas llevaron a un exiguo botín de guerra el impuesto se alzó presionando únicamente al pueblo lo que generaba más descontento si cabe. Los campos se abandonaron y el precio de los arriendos bajó siendo los beneficiados los templos, lo que causó conflictos en la burguesía urbana y la industria templaría.

El estado intentó reaccionar y sus medidas fueron el proteccionismo de amplios sectores económicos, el aumento de los aranceles… en definitiva gravar los impuestos indirectos que afectaron al flujo de importación y exportación así como al salario de los trabajadores. Alejandría quedó libre de estas cargas aduaneras siendo el centro económico del país

Los Lágidas entraron en una espiral audestructiva que, al

convertirse en sinónimos con esta nueva autarquía, se trasladó a Egipto, si bien esta tiranía se concebía aislada y separada en su residencia en esa tierra de la isla de Faros. Se produjo el éxodo rural por la ya inadmisible vida agraria con impuestos demasiado altos y beneficios demasiado bajos. Los deudores fueron hechos prisioneros o esclavos y los líderes del funcionariado radicalizaron castigos para su propio beneficio, el caos humano era cruelmente anárquico a pesar de los decretos del faraón. Aprovechando este pánico económico y las constricciones sociales, de pronto Antíoco IV invade Egipto y Roma convirtiendo prácticamente, a partir del 168 a.C, en protectorado el reino forzó la retirada seleucida. Para intentar recuperar la economía y la sociedad el gobierno otorgó más deberes a los grandes propietarios dando a cambio más prebendas. Las ciudades se empobrecían, todas menos Alejandría que como autónoma era un gran mercado de productos de lejanos lugares. La dinastía ptolemaica pataleando entre sí por el poder acabó siendo títere de la oligarquía alejandrina y junto a los intereses romanos los faraones se sucedían a merced de sus gustos. Ptolomeo XII Alejandro II fue impuesto por Sila y fue asesinado, así como Ptolomeo XIII Auletes necesitó el beneplácito romano para conseguir legitimidad y algo de consolidación en el poder. Roma concebía al estado del Nilo como un granero del que salvar las crisis financieras que azotaron la inestable época de la bajarepublica. César en su guerra por alzarse como líder de Roma asentó a Ptolomeo XIII en el trono y abandonando su deseo de instaurar el gobierno romano en Egipto firmó un pacto con el nuevo monarca. Sus intenciones quedaron selladas con la boda con Cleopatra VII en el 68 a.C cuyo hijo Cesarión marcaria la unión de aquellos dos países símbolos del control marítimo. César como nuevo Alejandro concebía una federación con su heredero como monarca pero su asesinato en el 44 a.C abrió una nueva época de desconcierto. El segundo triunvirato llevó a Marco Antonio a Egipto. Cleopatra suprimió la autarquía y la inmunidad eclesiástica y subastó tierras con el fin de revitalizar e internacionalizar Egipto y su alianza y boda con Marco Antonio era el soporte militar para poder defender sus reformas. Sin embargo, comenzó la guerra del segundo triunvirato que se unía

también al deseo de Orodes de refundar el imperio persa. Lépido cayó en África y Octaviano giró y se dispuso a la derrota del fiel amigo de su tío. Marco Antonio había frenado el avance parto con pactos con potencias marítimas y la instauración de pequeños estados que aplacaran el avance como es el ejemplo de Herodes en Jerusalén. Pasando a la ofensiva Antonio fracasó y retiró sus tropas a formas bélicas más defensivas, por otro lado las conquistas de Chipre, Siria, Fenicia entre otros revitalizaron al reino de Cleopatra cuya descendencia serían los reyes de un nuevo imperio egipcio. Octaviano convertido en dictador declaraba la guerra en el 32 a.C a Cleopatra que en Actium en el 31 a.C vencía navalmente al ejercito Antonino, el mar cuyos dueños eran los egipcios había pedecido al barco y supremacía romana. Marco Antonio terminó con su propia vida y Cleopatra al conocer los acontecimientos hizo lo propio. Octavio, ahora Augusto, entraba en Alejandría como la personificación del final de una historia de tres mil años, y destruyó cualquier descendencia que pudiera darle la problemática de guerras civiles, dinásticas o al uso, por el control de Egipto. Egipto se apagó, el faro murió, Narmer era una leyenda casi mítica, las pirámides eran vistas como vestigios de un pasado que nadie había vivido, una grandeza que sucumbió por la constancia del tiempo. Los faraones, ahora prefectos, observaban el Mare Nostrum mientras detrás, entre los designios de un río como un soldado dormido a la umbría de su efigie, un pueblo sin percatarse siquiera de la narración seguía girando hacia un nuevo día y otro y otro.

Conclusión El Imperio Egipcio siempre fue un estado codiciado por los extranjeros y mantenido en el poder por las necesidades socioculturales de los elementos que lo componían. Los Ptolomeo, como otros, habían legitimado su desarrollo a raíz de formas egipcias como podrían ser la identificación del faraón como hijo divino e intercesor del pueblo y las deidades celestes pero aplicó formas griegas de proclamación y predominio como es la talasocracia ahora aplicada a intenciones de un reino centralista, lo que tarde o temprano encaminaría al país al fin. Las luchas de poder por hacerse con las potestades centrales religiosas y políticas impedirían la evolución económica, a excepción de una libre

Alejandría que sería la personificación del mundo civilizado y esplendoroso pero no de Egipto, su hogar....


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