El capitalismo. sociologia. marx PDF

Title El capitalismo. sociologia. marx
Author Camila Martin
Course Sociologia
Institution Universidad de Buenos Aires
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resumen del Documento de Cátedra en el Campus: LIFSZYC,
SARA, “El capitalismo”, publicado originalmente en
Lifszyc, Sara (comp.), Sociología. Los hechos
sociales, Buenos Aires, Gran Aldea Editores, 2001...


Description

El capitalismo Kart Marx, Durante todo el siglo XX, la palabra capitalismo se convirtió en un término de uso generalizado para designar, sin mayores precisiones, distintas realidades de la sociedad moderna. La amplitud de sentidos de un término suele ser un obstáculo para la reflexión en general, y en particular cuando el término «capitalismo» es utilizado para explicar una realidad y construir diagnósticos y pronósticos sobre los acontecimientos que se suceden en un país y en el mundo actual. El capitalismo es un fenómeno complejo con manifestaciones en diferentes dimensiones de la realidad, que ha dado lugar, a lo largo del tiempo, a una amplia gama de significados. Los debates sobre el capitalismo tendieron a desarrollarse en torno a los planos teórico metodológico y también en el ideológico-político, en éste último, bajo la apariencia de confrontaciones científicas. En estas polémicas se observa que muchas veces suelen entremezclarse las ideas de Marx referidas a las formas de superación del capitalismo con su principal descubrimiento teórico, que fue el formular con implacable rigurosidad las leyes de funcionamiento de la sociedad capitalista. La crítica tiene que limitarse a comparar y contrastar un hecho no con la idea, sino con otro hecho. No obstante, las pasiones que este tema despierta desde el punto de vista ideológico, también en el plano teórico el capitalismo ha originado extensos debates. En las ciencias sociales estos criterios son plurales, en el sentido de que acerca de una misma realidad, el «capitalismo», distintos investigadores pueden abordarlo de manera diferente. Por ejemplo, suele considerarse al capitalismo como un sistema cuyo funcionamiento está regido por las leyes del mercado, basado en la libre empresa y en la iniciativa individual. También se consideran que son capitalistas las sociedades modernas en las que predominan las libertades individuales, con movilidad social, tanto ascendente como descendente, estratificadas en clases. Es corriente pensar que la industrialización y el Estado son atributos del capitalismo, como si fueran términos de una relación causal, en la cual la industrialización y el Estado serían una consecuencia lógica derivada del funcionamiento del capitalismo. La particularidad del capitalismo moderno en Occidente, residiría entonces, en la convergencia de ambos fenómenos, la industrialización y el Estado, como sus componentes. La originalidad histórica del capital parece consistir en las manufacturas, en las fábricas como lugares de concentración de eficientes y poderosos medios de producción. De ahí que, si bien de manera silenciosa, tienden a coincidir entre sí las imágenes del capitalismo e industria. En esta visión no sólo hay una evidente distorsión histórica, sino, además, una fuente grave de errores acerca del presente.» En cambio, para Marx , el capitalismo no es reductible ni a lo económico, ni a lo político ni a lo social. Es un fenómeno integral, caracterizado por un tipo de organización de la sociedad en su conjunto, en el que las relaciones sociales asumen la forma de relaciones entre los propietarios y no-propietarios de los medios de trabajo. Ésta es la principal diferencia respecto a otras formas de relaciones sociales -esclavistas o serviles- que la precedieron, ya que es dentro del capitalismo moderno donde esas relaciones se plantean como relaciones entre hombres libres e iguales. En la sociedad en la que prevalece ese tipo de vínculo social, el móvil central es la producción, la apropiación y la acumulación de riquezas. El trabajo libre, asalariado, y la propiedad privada de los medios de producción, son sus categorías básicas. El concepto de sociedad desarrollado por Marx es una de las premisas de las cuales parte para construir y fundamentar su método para el análisis de las realidades socioeconómicas y políticas, pasadas, presentes y futuras. La producción material que constituye la estructura económica, incluye al trabajo como la actividad creadora y transformadora por excelencia, mediante la cual las personas obtienen de su medio natural y cultural los elementos necesarios para su vida. En dicha actividad las personas van estableciendo relaciones entre ellas, es decir, la producción de la vida es social. Cómo producen y qué relaciones establecen con su entorno y con los otros individuos, la forma que adopta la producción de sus vidas, es decir, el modo de producción, define el tipo de sociedad. Por ello, el análisis de Marx del capitalismo comienza por la mercancía, por la forma concreta que adopta el resultado del trabajo y al mismo tiempo expresa las relaciones sociales de producción que esa clase de trabajo requiere. Estas categorías constituyen la base de la sociedad, la estructura sobre la cual se va configurando la otra dimensión social, la superestructura jurídica, política e ideológica. Ambas, base y superestructura, definen el modelo de sociedad y el

modelo de sociedad no es otra cosa que lo que se deriva de un modo de producción. « El conjunto de estas relaciones de producción constituye la estructura económica de la sociedad, que tiene una base real, sobre la que se edifica una superestructura jurídica y política y a la cual corresponden determinadas formas de conciencia. La aparición del trabajador libre como categoría social ha sido el resultado de un proceso histórico, en que el productor, en un estadio histórico, era propietario de sus medios de vida y controlaba las condiciones de producción de su existencia, es decir controlaba el proceso de trabajo. La separación del productor de su producto y de sus instrumentos comienza en el mundo feudal. Alrededor del siglo XI, con el resquebrajamiento del mundo feudal, con la disolución de los lazos de vasallaje y la descomposición del feudo como unidad social económica y política, la actividad productiva se fue trasladando del campo a la ciudad. En esta última predominaba la producción artesanal, en la cual el trabajador fabricaba en su domicilio productos por encargo. En una etapa posterior, el trabajador se irá transformando en un productor independiente que producirá y venderá su producto. Los instrumentos de producción, sus habilidades y su producto son de su propiedad, mejor dicho, son aún de su propiedad. Entre los siglos XIII y XIV, con la intensificación del comercio y el crecimiento de la población urbana, el productor delegará la venta de sus productos en el mercader, quien concentrará la producción de diferentes trabajadores independientes y los venderá en el mercado, aprovechando las diferencias de precios entre la compra y la venta para obtener sus ganancias. Al mismo tiempo, y como forma de incrementar sus beneficios, extenderá los límites del mercado hacia lugares cada vez más lejanos. La producción manufacturera, el desarrollo de la ciencia y la tecnología posibilitaron la introducción de la máquina a vapor que revolucionará la producción y la gran industria sustituirá a la manufactura. « De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. » La Revolución Francesa en el siglo XVIII, porque liberó a los individuos de las relaciones de propiedad personal, disolviendo los lazos de sujeción y vasallaje, estableciendo la libertad y la igualdad de las personas. La Revolución Industrial en el siglo XIX, con la adopción de la nueva tecnología, posibilitó el salto cualitativo para el desarrollo de la producción a gran escala. Se había iniciado una nueva época de enormes cambios y transformaciones, bajo el predominio del capital, como una forma de relación social de producción entre personas jurídicamente iguales, pero socialmente diferentes, transformando la producción «en un gran arsenal de mercancías» como señala Marx en el primer párrafo de El Capital, convirtiendo a la fuerza de trabajo en una mercancía más que es vendida y comprada. ""Ni el dinero ni la mercando son de por sí capital, como no lo son tampoco los medios de producción ni los artículos de consumo. El régimen del capital presupone el divorcio entre los obreros y la propiedad sobre las condiciones de realización de su trabajo. La producción capitalista no sólo mantiene este divorcio, sino que lo reproduce y acentúa a escala cada vez mayor. Se ha señalado que las relaciones sociales en el capitalismo aparecen como relaciones entre iguales, desde el punto de vista jurídico, que intercambian sus diferentes productos en iguales proporciones . Pues, como dice Marx, "si se la vende en bloque y para sí, siempre lo que hace es venderse a sí mismo, convertirse de libre en esclavo, de poseedor de una mercancía en mercancía". El trabajo crea valores que se manifiestan cuando se plasma en productos concretos útiles, objeto que satisfacen algún tipo de necesidad. Cuando los productos son consumidos o usados por su propio productor, éstos sólo asumen la característica de ser objetos útiles, de ser valores de uso. Pero cuando lo producido por el trabajo no le pertenece, y su destino es ser vendido en el mercado, el producto, además de ser un valor de uso, contiene un valor de cambio. Dicho valor se revelará en el contacto con otros productos, que al igual que éste han sido el resultado del trabajo humano. Es entonces cuando el producto adopta la forma de mercancía y la generalización de este tipo de producción pone de manifiesto la transformación operada en la figura del trabajador libre, que debió vender su capacidad útil, su fuerza de trabajo para poder subsistir, convirtiéndose ella misma en una mercancía más. El trabajador vendió al propietario de los medios de producción su fuerza de trabajo, y éste la compró por su valor equivalente en dinero. Como se señalara anteriormente, la fuerza de trabajo, posee la cualidad de crear, tanto valores

de uso como de cambio y éste se determina por su costo, es decir, por el tiempo socialmente necesario para su producción. En el caso de la fuerza de trabajo, el costo de producción se estima en una cantidad de medios de vida para poder al día siguiente continuar con sus tareas, en iguales condiciones de fuerza y de salud. Es la cantidad indispensable de objetos como comida, descanso, confort, vestimentas, algunas de las cuales deberá reponer todos los días y otras con menor frecuencia. Durante siglos, filósofos y economistas intentaron develar el secreto del Intercambio de equivalentes, intentaron explicar qué es el valor y por qué adopta la forma equivalencias cuyo patrón de medida es la cantidad de trabajo utilizada en su producción, es una magnitud, un valor, independientemente, del tipo producto concreto que sea. Aristóteles advierte, además, que la relación de valor que contiene esta expresión de valores, a su vez, una relación condicionada, pues la casa se equipara cualitativamente a los lechos, y si no mediase alguna igualdad sustancial, estos objetos corporalmente distintos no podrían relacionarse entre sí como magnitudes conmensurables. "El cambio -dice Aristóteles- no podría existir sin la igualdad, ni ésta sin la conmensurabilidad". Mas al llegar aquí, se detiene y renuncia a seguir analizando la forma valor. Aristóteles no podía descifrar por sí mismo, analizando la forma del valor, el hecho de que en la forma de los valores de las mercancías todos los trabajos se expresan como trabajo humano igual y, por tanto, como equivalentes, porque la sociedad griega estaba basada en el trabajo de los esclavos y tenía, por tanto, como base natural la desigualdad entre los hombres y sus fuerzas de trabajo. El secreto de la expresión de valor, la igualdad y equiparación de valor de todos los trabajos, en cuanto son y por el hecho de ser todos ellos trabajo humano en general, sólo podía ser descubierto a partir del momento en que la idea de la igualdad humana poseyese la firmeza de un prejuicio popular. Y para esto era necesario llegar a una sociedad como la actual, en que la forma mercancía es la forma general que revisten los productos del trabajo, en que, por tanto, la relación social preponderante es la relación de unos hombres con otros como poseedores de mercancías. Lo que acredita precisamente el genio de Aristóteles es haber descubierto en la expresión de valor de las mercancías una relación de igualdad. Es decir, el trabajador ha vendido su fuerza de trabajo por un determinado valor, pero a lo largo de su jornada produce un valor superior al que ha sido comprado. La diferencia entre el valor que ha producido y el valor por el cual fue comprado es la ganancia del propietario de los medios de producción. Si el costo de la fuerza de trabajo equivale a una equis cantidad de horas de una jornada de trabajo, en la que el trabajador produce un volumen determinado de productos equivalente al valor por el que fue comprado, en ese punto podría dar por finalizada su jornada. Esa cantidad adicional de productos creados y no remunerados, representa la ganancia del propietario del capital, es el plus-valor de su trabajo. Esa partir de este momento que la aparente igualdad de las relaciones de producción revela su asimetría, cuando el trabajo no remunerado es apropiado por los dueños del capital. Dicho trabajo se convierte en capital cuando se concreta la venta de la mercancía y la ganancia obtenida la invierte nuevamente en la producción. El propietario de los medios recupera el capital invertido más el plus de ganancia que será nuevamente invertido para continuar y ampliar el ciclo productivo y reproductivo del capital, que es un ciclo de reproducción ampliada. « El capitalista invierte ambas sumas en comprar las mercancías que le permitan acometer de nuevo la fabricación de su artículo, esta vez sobre una escala ampliada.» El trabajo no remunerado implica la creación de un valor adicional que se genera en el proceso de producción, su apropiación por parte del capitalista es lo que posibilita la acumulación y la reproducción del capital. Es decir, la continuidad del capitalismo se centra en el aumento permanente de la productividad del trabajo, con el fin de obtener cada vez mayor ganancia. Para lo cual requiere la asistencia de la ciencia y la técnica para revolucionar los procesos de producción, la tecnología, los procesos de trabajo y también los métodos de organización. Al mismo tiempo se va profundizando la interdependencia de los mercados para que las mercancías puedan venderse con mayor celeridad y convertirse nuevamente en capital. Ambos, productividad y mercado, son los elementos indispensables para el sostenimiento del capitalismo, si bien la creación del plus-valor se inicia en la producción , culmina en el mercado con la venta de la mercancía, cuando se transforma de plus-valor en capital. Las revoluciones tecnológicas, los cambios en las habilidades y capacidades de la fuerza de

trabajo más la creciente interdependencia del mercado mundial, se desarrollan a expensas del capital y no a la inversa, sin ellos es imposible concebir el desarrollo del capitalismo. « la necesidad del mercado exterior para un país capitalista no se halla determinada en modo alguno por las leyes que rigen la realización del producto social, sino por el hecho de que el capitalismo sólo aparece como resultado de una circulación de mercancías muy desarrollada, que rebase las fronteras del Estado. Por eso no es posible concebir una nación capitalista sin comercio exterior, ni tal nación capitalista ha existido nunca en la realidad. » Considerando que la sociedad actual es una sociedad capitalista, y teniendo en cuenta las transformaciones que en todos los planos de la vida social se están desarrollando desde hace varias décadas, se plantea una serie de interrogantes relacionados con el sentido y la dirección de los cambios. Algunos autores sostienen que estos cambios, propios del capitalismo, corresponden a su nueva etapa, la etapa globalizadora. Para otros autores, son el fin del capitalismo. Los procesos de producción, los métodos y la organización del trabajo se han automatizado a tal punto que van sustituyendo y desplazando de la escena productiva al trabajador asalariado. SÍ la atención se centra en cambios en las características de las fuerzas productivas, tecnologías y trabajo y en el funcionamiento del mercado mundial, se puede afirmar que los mismos se inscriben dentro de la lógica de funcionamiento del capitalismo. No obstante, la novedad histórica de esta época respecto a las anteriores radica en la dinámica que el desarrollo de las nuevas tecnologías de la información le ha conferido. Pero ni las relaciones de producción ni las formas de apropiación y acumulación del capital han cambiado hasta ahora. Desde este punto de vista es posible pensar que el capitalismo ha entrado en una nueva fase de su desarrollo y no constituye el inicio de su final. Pero también esta afirmación puede ser puesta en duda, si se consideran los efectos de la automatización sobre los procesos de producción y sobre el trabajo. Varios autores han señalado que la automatización ha decretado el fin de la era del trabajo y, en consecuencia, estos cambios pueden ser el inicio del final del capitalismo. El análisis de un estudio del Financial Times sobre las 500 compañías más grandes del mundo, con base en criterios de valor, país y sector, viene a poner fin al debate en torno a la globalización del imperialismo. En esta transformación lo que aparece como pilar fundamental de la producción y de la riqueza no es ni el trabajo directo ejecutado por el hombre ni el tiempo por él trabajado, sino la apropiación de su propia fuerza productiva general tan pronto como el trabajo en forma directa ha cesado de ser la gran fuente de riqueza, el tiempo de trabajo deja, y tiene que dejar de ser, su medida y por lo tanto el valor de cambio del valor de uso . " Con ello se desploma la producción fundada en el valor de cambio." De acuerdo con esta cita, y debido a la mayor automatización, es posible inferir que está desapareciendo un tipo de trabajo, el trabajo asalariado, creador de valores de cambio, propio del capitalismo industrial. Creemos que para que ello efectivamente suceda son necesarios cambios en las relaciones básicas y fundamentales propias del capitalismo. Más allá de las elucubraciones teóricas y de las especulaciones hipotéticas, lo que sí queda claro es que aún es prematuro prever el desenlace de este proceso, sobre todo cuando estamos en un mundo en el que lo viejo no termina de morir y lo nuevo apenas comienza a nacer. " Comienza post festum y arranca, por tanto, de los resultados preestablecidos del proceso histórico."....


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