EL RETORNO DEL PERONISMO AL PODER (1973-1976) PDF

Title EL RETORNO DEL PERONISMO AL PODER (1973-1976)
Author Mica Sotelo
Course Problemas de Historia Argentina
Institution Universidad Nacional Arturo Jauretche
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Parte I: El peronismo en el 73 y el Pacto Social: de Cámpora a Perón. Parte II: El 74 y después: conflictividad política, escalada represiva y tensiones económicas. ...


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Libro Clase 8 EL RETORNO DEL PERONISMO AL PODER (1973-1976) INTRODUCCIÓN El período que se abre en marzo de 1973 y se extiende hasta marzo de 1976 fue particularmente conflictivo. Esto se debe a que, por un lado, los diferentes actores políticos profundizaron sus rivalidades: la izquierda y la derecha peronista, el sindicalismo tradicional y el combativo, las organizaciones armadas de izquierda, las FFAA y el propio Perón. Y por otro, los objetivos del programa económico del peronismo fueron difíciles de alcanzar en un contexto internacional crecientemente adverso. Entonces, esta clase toma dos ejes, por un lado, la conflictividad política y por otro lado, las idas y vueltas de un programa económico basado en un acuerdo social. Este recorrido lo haremos siguiendo el orden cronológico de las presidencias peronistas: Héctor Cámpora, Raúl Lastiri, Juan D. Perón e Isabel Perón. Parte I: El peronismo en el 73 y el Pacto Social: de Cámpora a Perón De acuerdo a lo desarrollado en la clase anterior, sabemos que el 25 de mayo de 1973 volvió el peronismo a un gobierno nacional. En este caso, luego de 18 años de proscripción, el FREJULI, que llevaba la fórmula H. Cámpora- V. Solano Lima alcanzó la presidencia, luego de una campaña electoral donde las organizaciones juveniles del peronismo fueron protagonistas. La presidencia de Cámpora duró sólo 49 días y estuvo atravesada por la centralidad en la escena pública de la “Tendencia Revolucionaria”, donde convergieron grupos de izquierda como la Juventud Peronista, y organizaciones armadas como Montoneros. No obstante, el peronismo tradicional, de fuerte peso en los sindicatos, ocupó posiciones de poder dentro del esquema de gobierno. Así, el triunfo de Cámpora dio paso a una puja de poderes entre estos sectores, ambos legitimados en la figura de Perón. En este marco de tensión política, Cámpora, a instancias de Perón, nombró como ministro de economía a José Gelbard, un empresario nacional de gran trayectoria en la Confederación General Económica -CGE-. Gelbard diseñó un plan económico para hacer frente al desequilibrio inflacionario y productivo que había dejado el gobierno militar. Entre sus objetivos se encontraba la mejor distribución del ingreso, la ampliación del mercado interno, la consolidación del pleno empleo y el fortalecimiento de las empresas nacionales, tanto estatales como privadas. La pieza clave para alcanzarlos fue el llamado Pacto Social, que era un acuerdo de precios y salarios entre el Estado, los empresarios de la CGE y la CGT, liderada por el dirigente metalúrgico José I. Rucci. El acuerdo implicaba un incremento de salarios, pero el compromiso de no volver a exigir un nuevo aumento durante el año siguiente. Asimismo, los empresarios se comprometían a no aumentar el precio de los productos de mayor consumo. El

Pacto Social fue acompañado con otras medidas como el incentivo a la producción industrial a través de medidas proteccionistas, subsidios y créditos y la regulación del sistema financiero para frenar la fuga de divisas. El Pacto Social generó disconformidad en las bases trabajadoras fuertemente movilizadas -y en algunos casos opuestas a la conducción de la CGT-, y en las expectativas de los sectores de la Tendencia Revolucionaria dado que no encuadran esta medida dentro del camino para construir la “Patria Socialista”. El punto culminante de esta tensión se manifestó en el terreno político. El 20 de junio de 1973, en ocasión del regreso definitivo de Perón se enfrentaron la ortodoxia peronista -liderada por Lopez Rega- y los sectores de la Tendencia Revolucionaria y se vivió en Ezeiza una masacre que dejó un saldo en muertos y heridos que demostró los límites y debilidades de un movimiento peronista agrietado y falto de consensos. Esto llevó a la renuncia de Cámpora y Solano Lima, y la asunción de Raúl Lastiri como presidente provisorio, hechos que denotaban un cambio de rumbo y un acercamiento al sindicalismo tradicional. Lastiri convocó nuevamente a elecciones,y en esta transición la CGT y el propio Rucci se transformaron en los principales aliados de Perón, que ahora sería candidato. Las elecciones del 23 de septiembre de 1973 dieron triunfadora a la fórmula Juan Domingo PerónMaría Estela Martínez de Perón con el 62% de los votos; no obstante, ese triunfo no traería la finalización de la disputa al interior del peronismo. En adelante, las posiciones de ambos sectores irían hacia posturas irreconciliables, cerrándose el diálogo hacia mediados de 1974. El 12 de octubre de 1973, Perón asumió como presidente por tercera vez. Confiaba en que la Argentina que encontraba, atravesada por la conflictividad y la violencia, alcanzaría la estabilidad mediante un sistema de acuerdos entre los diferentes actores políticos, la “democracia integrada”, que buscaba fortalecer la institucionalidad: la búsqueda de consensos con el radicalismo, y un acercamiento y conciliación con las fuerzas armadas El Pacto Social, celebrado meses antes, pretendía ser una pieza importante en el proyecto, aunque la situación macroeconómica complicaría la supervivencia. No obstante, la crisis del petróleo desencadenada hacia fines de 1973 provocó el aumento de los precios del combustible, los insumos y los productos importados que llevó a una escalada inflacionaria que, además, se complementaba con un descenso de los precios de los bienes agropecuarios exportables. Este escenario, comenzó a resquebrajar el frágil acuerdo conseguido por Gelbard en el Pacto Social. Para 1974, tanto sindicatos como empresarios buscaban reactivar las negociaciones salariales y la suba de

precios. Finalmente, para abril de ese año, el mantenimiento del Pacto Social se sostenía atado a la figura de Perón, aunque ni él mismo era capaz de evitar que este se desvirtuara. A ello se le sumaba la tensión entre el gobierno y las agrupaciones de la “Tendencia Revolucionaria” y los embates de las bases sindicales combativas contra los gremios ortodoxos. En mayo de 1974 se produjo la ruptura definitiva de Perón con la izquierda peronista. En este escenario, cada vez más inestable y conflictivo, Perón murió el 1° de julio de 1974, dejando a su viuda en la vicepresidencia al mando del gobierno nacional. Parte II: El 74 y después: conflictividad política, escalada represiva y tensiones económicas El gobierno de María Estela Martínez de Perón, conocida como Isabel, no solo presenció la desintegración del Pacto Social, sino que contribuyó al desmantelamiento del mismo. Los objetivos económicos planteados por Gelbard al comienzo del período fueron abandonados y el ministro finalmente renunció. En cambio, tanto la CGT como López Rega fueron incrementando su poder dentro del gobierno. El fortalecimiento del sindicalismo tradicional, que obtuvo algunos beneficios concretos para los trabajadores, como nuevas negociaciones salariales o una nueva ley de Asociaciones profesionales, también se tradujo en la persecución al sindicalismo combativo, especialmente el cordobés, radicalizado desde el Cordobazo. En el último tercio de 1974, el gobierno sancionó la ley de Seguridad y estableció el Estado de sitio, dos instrumentos que tendrían consecuencias terribles para los sectores trabajadores más radicalizados. La represión estatal y el crecimiento de organizaciones represivas paraestatales, como la Triple A, atentaron fuertemente contra la movilización obrera y redujeron los conflictos laborales. Sin embargo, el ritmo confrontativo de algunos segmentos de las organizaciones obreras era imparable, como el caso de Acindar, en Santa Fe, que consiguió torcerle el brazo a uno de los sindicatos tradicionales más poderosos, la UOM. Fue necesaria la participación de diversos sectores sociales, como las FFAA y los empresarios, junto al gobierno y el sindicalismo ortodoxo, para eliminar la escalada de la movilización obrera. Los desequilibrios de la economía argentina latentes hacia finales de 1974 se profundizaron hacia 1975. A mediados de ese año, el ministerio de economía recayó en la figura de Celestino Rodrigo, hombre de confianza del ministro López Rega. Sus primeras medidas provocaron una conmoción pública por las consecuencias sociales y políticas que implicaban: una fuerte devaluación, el aumento de tarifas de servicios públicos, el aumento de los combustibles y de los precios de los alimentos. El Rodrigazo era el fin de las políticas redistributivas y el avance de un paquete de medidas que buscaban beneficiar a los principales sectores empresarios. Las consecuencias políticas y sociales del Rodrigazo no se hicieron esperar. Los trabajadores exigieron una

recomposición inmediata de su poder adquisitivo, pero el gobierno solo decretó un aumento inicial que no conformó a los sindicatos. El ministro de trabajo fue el primero en renunciar. La presión se mantuvo, la CGT llamó a un paro general de 48 horas y, finalmente, el gobierno accedió a aumentos que recomponían discretamente el poder adquisitivo. El Rodrigazo terminó con la experiencia ministerial de Rodrigo y, también, de López Rega, quien se fue del país. En este estado de situación, Isabel solo permanecía en el poder sostenida por la estructura que le ofrecía el sindicalismo tradicional peronista, que comenzó a ocupar los espacios vacantes de gobierno. La combinación de crisis económica, conflicto social y recrudecimiento de la violencia revolucionaria también profundizaron la escalada represiva gubernamental. A la acción cada vez más extendida de la Triple A y a las medidas ya señaladas (Ley de Seguridad y Estado de sitio), se sumó la habilitación de las FFAA a participar de la represión interna de los “elementos subversivos” que atentaban contra el orden social. En la práctica, las FFAA montaron los primeros centros clandestinos de detención, donde se ejecutaban prácticas ilegales y clandestinas contra guerrilleros, pero, sobre todo, contra dirigentes sindicales, trabajadores, estudiantes, abogados, periodistas y demás actores sociales que pudieran interferir con el objetivo de disciplinamiento social. El caso más emblemático de estas acciones militares se desarrolló en Tucumán durante el “Operativo Independencia”. A esta altura, el debilitamiento de Isabel era evidente y el camino hacia el golpe de Estado, irreversible. La imposibilidad del gobierno democrático de dar respuestas a los problemas económicos y de contener y, eventualmente, frenar a las organizaciones guerrilleras, fue creando un escenario donde los militares y algunos sectores empresarios llamaban activamente a la toma de “medidas extraordinarias”. La última tentativa de Isabel por frenar el golpe, fue la opción de adelantar las elecciones presidenciales para octubre de 1976. Sin embargo, la decisión de terminar con el gobierno de Isabel ya estaba tomada. Si en diciembre de 1975 todavía había sido posible frenar un intento golpista por parte de la Fuerza Aérea, en marzo de 1976, el consenso de las tres fuerzas armadas inauguró un nuevo período dictatorial, el más terrible de la historia argentina....


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