Espiral del acoso PDF

Title Espiral del acoso
Author David GINER PEIRO
Course Orientación e intervención en dificultades de aprendizaje y comportamiento
Institution Universitat de València
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Summary

Trabajo sobre Espiral del Acoso...


Description

Dificultades en la autorregulación del comportamiento Bully Dance. Delimitación conceptual del acoso escolar

ACTIVIDAD T2, 3 y 5. DELIMITACIÓN CONCEPTUAL ACOSO ESCOLAR

NOMBRES Y APELLIDOS: DAVID GINER PEIRÓ

1. ¿Podéis detectar las etapas de la espiral descendente de Sullivan (2005) en el corto Bully Dance? El trabajo realizado con el cortometraje “Bully Dance” ofrece una mirada clara, sencilla y comprensible del fenómeno del acoso escolar, de tal manera que es perfectamente accesible a todas las edades, incluso las más infantiles. De hecho, cuando mirábamos la animación en casa, mis hijos de 6 y 10 años se vieron atrapados por una historia que se ha construido de manera atractiva tanto en el aspecto visual como en el aspecto sonoro. A medida que avanzaba el vídeo, ambos eran capaces de identificar las situaciones de acoso que se describían. La primera etapa, “mirar y esperar”, se reconoce en cuanto el grupo de acosadores otea el patio en busca de una posible víctima. Mira alrededor y observa a todos los compañeros del cole hasta encontrar una víctima potencial. En este sentido, es importante destacar que “las víctimas no son diferentes; el grupo decide la diferencia” (Robinson y Maines, 1977 citado en Sullivan et al., 2005: 6) 1. Dicho de otra forma, el acoso sobre la víctima no responde normalmente a características diferenciadoras respecto del resto del grupo, sino que se da en cuanto esta víctima se percibe como apartada del grupo (en parte por causa misma del acoso) y, por lo tanto, más vulnerable. Esta afirmación no excluye otras posibles situaciones de acoso iniciadas por causas como el aspecto físico, la orientación sexual o la procedencia o etnia, sino que expone cuál sería el factor principal que lleva a una agresión o burla puntal a convertirse en un acoso continuado. En los momentos de esta primera etapa, ninguno de los alumnos es aún consciente de que es una posible víctima de acoso. Es más, la inmensa mayoría podría afirmar sin dudarlo que en absoluto se podría convertir en una víctima. La segunda etapa, “probar la temperatura del agua”, se hace visible en cuanto el grupo de acosadores por fin decide quiénes van a ser sus posibles víctimas. En el cortometraje puede verse en cuanto los acosadores se acercan a un grupo de compañeros para intimidarlos. En esos momentos,

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el acosador es capaz de distinguir qué otro niño ha podido mostrar una conducta más asustadiza o susceptible de intimidación y agresión. La víctima aún no llega a ser consciente del peligro potencial que esta situación implica, por lo que no reacciona en absoluto contra estos actos de amenaza. La víctima incluso no duda en seguir actuando como si nada ocurriera: juega, baila, se muestra contenta, etc. No tarda en sucederse la agresión física, lo que Sullivan decide llamar como “etapa 3”. Allí, y delante de toda la clase, tiene lugar una burla verbal seguida inmediatamente de una agresión física que podríamos calificar como contundente. Ninguno de los compañeros dice nada, deciden evitar el enfrentamiento para no pasar a formar parte del grupo de víctimas. Esto ocurre con demasiada frecuencia en las situaciones de acoso: existen dos grandes grupos, dos dimensiones: la de la víctima y la del acosador. No existe término medio ni modo de ser neutral, así que en ocasiones el resto de compañeros del grupo contrario al de la víctima y, dado que no intervienen en su defensa y apoyo, sin ser conscientes pasan a formar parte del grupo del acosador. Se gesta poco a poco una sensación de impunidad en el acosador que termina desembocando en una fijación constante sobre una misma víctima. En consecuencia, las agresiones puntuales dejan de serlo para convertirse por fin en un acoso imparable: conflictos en los almuerzos, en los momentos de juego en el patio, etc. Y todo ello ocurre mientras el resto de compañeros permanece impasible, a modo de espectador, pero reforzando sin saberlo la actitud del acosador. Es curiosa también la actitud del profesor, quien en un primer momento posiblemente piensa que “son cosas de niños… pueden arreglarlo solos… no tiene mayor importancia… ya pasará…”. Si el acoso no se detiene en este punto en el que las agresiones físicas cobran cada vez mayor protagonismo, el problema puede acarrear situaciones muy graves de verdadero peligro para la integridad física y mental de la víctima. Cuando el acoso se hace cada vez más evidente, llega un momento en el que el profesor interviene. El problema ante los intentos de intervención contra el acoso escolar reside en la falta de información y de estrategias claras: mucho más allá de medidas estrictamente punitivas, son necesarias también medidas de resolución de conflictos. De lo contrario, y si el agresor no es capaz de comprender la gravedad de sus acciones y sigue creyendo que son justificadas y justificables, los castigos que reciba por su conducta van a ser percibidos como ataques personales causados por la actitud de la víctima (“chivarse”, demostrar dolor y señalar al culpable, etc.). Ante estos “ataques” hacia una conducta que considera impune y justificada, el agresor va a descargar su ira y frustración contra su víctima, agravando considerablemente el acoso: las agresiones son más intensas, y la

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víctima se siente más vulnerable y culpable, decidiendo no hablar más con nadie sobre ese acoso que sufre. Cuanto mayor sea la sensación de impunidad del agresor, más intensas serán las agresiones, llegando a superar los límites de la escuela: si sabe que la víctima no va a delatarlo, y si sabe que ninguno de los observadores va a hacer nada para evitar los ataques, el acoso seguirá en la calle, en los parques, incluso en casa de la víctima si se da desde las redes sociales. En la animación podemos ver cómo la víctima es agredida también en la calle, de camino al colegio. Y por más que intente esconderse y pasar desapercibida bajo una supuesta coraza, sigue sufriendo los ataques del acosador. Es la siguiente etapa del acoso escolar según Sullivan, la etapa 4 en la que el acoso sube de tono en cuanto a intensidad y frecuencia. En esta etapa pueden aparecer intentos de confrontación con el agresor: en el cortometraje vemos cómo tanto la víctima como sus amigos se enfrentan con el acosador en mayor o menor grado: la primera, fruto de la desesperación, intenta defenderse sin éxito; los segundos, cuando sienten de manera explícita las amenazas de agresión, huyen para evitarlo. Se convierte ya en una situación límite de la que la víctima piensa que no podrá salir: si se lo cuenta a los adultos (escuela y familia), el acosador le agredirá aún con mayor virulencia si cabe, y tampoco puede contar con sus compañeros para hacer frente al acoso. La víctima se siente sola y siente que no existe posibilidad de que el acoso termine y la situación mejore. Ante esta angustia, llegamos a la etapa 5, una etapa que puede tener consecuencias fatales para la víctima, quien puede pensar incluso en el suicidio. Aislada ya del grupo, de sus amigos, del cole… no ve posible un futuro sin miedos. En este sentido, el cortometraje muestra de manera muy sutil un posible pensamiento de suicidio cuando ve a la víctima sentada en el tejado de la escuela. Es tan delicada al no mostrar el peligro de caída como inminente, que difícilmente los niños van a poder percibir otra cosa que no sea la decisión de estar sólo y auto-aislarse. Solamente una persona mayor y consciente de qué significa el suicidio podría detectarlo en esta escena; en edad de pubertad o adolescencia posiblemente lo hagan, en mi caso, por ejemplo, mi hijo de diez años no consideró la posibilidad del suicidio. Suele ser la etapa en la que la agresión es tan violenta que se hace ya demasiado evidente: es el momento en el que todo el mundo suele intervenir. Profesores, alumnos, familias… todos intentan

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frenar la situación de acoso, pero la intensidad es tan alta que pudiera ocurrir que fuese demasiado tarde. En esta ocasión, afortunadamente, la situación de acoso termina.1 2. ¿Qué otras características de lo que hemos trabajado hasta el momento sobre el acoso escolar podéis detectar? Además de las agresiones explícitas hacia la víctima, en el cortometraje se hacen visibles otras características del acoso escolar. Una de ellas es el aislamiento de la víctima. Como decíamos anteriormente, en las situaciones de acoso se crean dos grupos: el de la víctima y el del agresor, sin término medio. Ello provoca que ningún otro alumno quiera estar cerca de la víctima, puesto que puede pensar que si el grupo de agresores los ve juntos van a ser también el objetivo de las agresiones. Así, poco a poco, la víctima se va quedando sola y aislada del resto: no cuentan con ella en el patio, va y vuelve sola al colegio sin hablar con nadie, no la hacen partícipe de los juegos, bailes, actividades, equipos, etc. Otra característica es la pretensión de invisibilidad de la víctima: quiere pasar desapercibida y no destacar, creando una coraza social que acentúa aún más el aislamiento. Esa coraza también se convierte en emocional en el momento que adoptar una actitud de silencio para evitar nuevas agresiones: no quiere contar nada a nadie, e invisibiliza su presencia y sus emociones. También se refleja el acoso en la casa de la víctima. Se recluye en su habitación y ya no quiere pasar tiempo en familia, ni jugar, ni mucho menos contar cómo ha ido el día en el colegio. Esta situación de aislamiento es muy peligrosa y puede derivar en cuadros de depresión. Existen además otras características típicas del acoso, como cambios de humor repentinos (en el ejemplo de la confrontación con el agresor cuando ya no puede más), o la consolidación de los roles dentro del sistema social escolar. Asimismo, muestra una situación bastante frecuente en los agresores, y es que suelen proceder de ambientes familiares agresivos. En este sentido, vemos cómo su padre, cuando de entera de las agresiones de su hijo, lo primero que hace es enseñarle el puño y no la palabra y el razonamiento. Destaca, por otra parte, el proceso que suele sucederse cuando por fin el entorno reacciona ante las agresiones. Tiene lugar un efecto que podríamos llamar como de “bola de nieve”, y a medida que

1

Jiménez Vázquez, Antonio (2007). El maltrato entre escolares (Bullying) en el primer ciclo de Educación Secundaria Obligatoria : valoración de una intervención a través de medios audiovisuales. Tesis doctoral. Universidad de Huelva. Departamento de Educación, Huelva, España.

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más personas reaccionan contra el acoso y el acosador, muchas otras más se unen, de manera que llega un momento en el que el agresor pasa a ser el aislado. Desafortunadamente esto suele tener lugar cuando la situación es muy grave. Como aspecto a mejorar de la animación, en la resolución del conflicto se echa en falta una reconciliación con el entorno también del agresor. Si en un primer momento el mensaje es válido (hay que aislar las agresiones), sería positivo también que mostrara otro paso más en la resolución del conflicto, y es esta reconciliación misma.

3. Plantead una actividad para facilitar que el alumnado explore el tema del acoso escolar por sí mismo a partir del corto. Este cortometraje es perfecto como punto de partida para la elaboración y establecimiento de estrategias colectivas contra el acoso escolar. De nada sirve una denuncia del acoso desde la verticalidad del profesor hacia el alumno, si éste no lo percibe como un problema real. De hecho, no es extraño ver cómo parte del alumnado, aun habiendo sido informados sobre el acoso escolar, aceptan algunas conductas de agresión porque las consideran de poca importancia o las normalizan. Por ello mismo siempre será mejor una estrategia construida de manera horizontal y con la participación del alumnado. En este sentido, esta animación es ideal para iniciar un debate que permita, en primer lugar, identificar las conductas, en segundo lugar reconocer las emociones y actitudes tanto deseables como no deseables, y en tercer lugar establecer estrategias de acción contra el acoso. La primera actividad consiste en visualizar la animación por primera vez sin interrupciones. Paramos el vídeo al terminar de verlo y empezamos preguntando: ¿Qué os ha parecido la historia? ¿Qué actitudes ven que están mal? Preguntamos también si solamente está mal la actitud del agresor… Intentaremos así identificar las acciones sucedidas en la animación: agresión, apoyo o falta de él, respuesta de la víctima… El segundo paso es crear una situación de empatía. Realizaremos preguntas referidas ahora hacia los sentimientos: ¿Cómo se siente la víctima? ¿Y el agresor? ¿y cómo se sienten los compañeros?... De esta manera trataremos también de establecer los roles que aparecen y de atribuirles las características correspondientes.

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En tercer lugar, volveremos a ver el vídeo para identificar con exactitud los momentos que marcan la evolución de la agresión: ¿En qué momento empieza el acoso? ¿Cuándo creéis que se convierte en realmente grave y por qué?... Llegados a este punto, ya hemos identificado las situaciones de acoso y sus procesos de evolución, y los roles y las emociones y actitudes implicadas. Sabemos qué ocurre, por qué ocurre, y quienes son los participantes en estas situaciones. Ahora es el momento de establecer las estrategias, normas y acciones: ¿Qué podemos hacer para evitarlo? ¿Cuándo habría que intervenir y cómo? ¿Y si el proceso de acoso está ya avanzado y es intenso, cómo podemos intervenir en cada caso? El debate deberá terminar con unas normas definidas que den lugar a un protocolo de actuación y resolución en casos de acoso escolar o fuera de la escuela. Estas dinámicas son interesantes porque, al crearse desde la participación del alumnado, son mucho más significativas y los alumnos están más implicados emocionalmente. Al mismo tiempo y ante situaciones de acoso, las posibles víctimas saben que existe una solución para ello y que van a verse apoyadas, y el acosador no va a sentirse con tanta impunidad en sus agresiones....


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