Historia Medieval Evolucion del mapa de Europa del año 700 al 1000 PDF

Title Historia Medieval Evolucion del mapa de Europa del año 700 al 1000
Course Historia Medieval
Institution Universidad Carlos III de Madrid
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FRANCISCO HERRERA MEGIA

HISTORIA MEDIEVAL FORMACION EUROPEA DEL AÑO 700 AL 1000 En el año 700 el imperio bizantino apenas sufrió grandes cambios con respecto a los anteriores años (650). Quizá lo más relevante fue en el año 673, cuando la flota árabe sitiaba Constantinopla, en una acción que repetirá cinco añas mas tarde. Afortunadamente para Bizancio, la necesidad del califa omeya de atender otros frentes y, sobre todo, la efectividad del llamado fuego griego, contribuyeron a levantar el asedio de la capital. Esa victoria relativa permitió que la situación entre bizantinos y árabes se estabilizara durante cuarenta años. Los lombardos seguían establecidos en Italia, reino que duro hasta el 774, cuando serian conquistados por los francos. En la península hispánica, la fusión de las dos sociedades (goda e hispana) continúo en los años siguientes. En el 654, el monarca Recesvinto promulgo el Liber Iudiciorum, único código de aplicación para el conjunto de la población. Su contenido reconocía el principio de territorialidad de las leyes y se inspiraba en el derecho tardorromano, refrendando la importancia de los vínculos privados en las reacciones sociales y políticas, lo que beneficiaba a la aristocracia. El triunfo de esta en los años 681 a 711 acelero la fragmentación del espacio político en numerosas y pequeñas células. Ello facilito, desde 711, la entrada y dominio de los musulmanes en la península. En lo que respecta a los francos, Pipino de Herstal, un nieto de Arnulfo de Metz y Pipino de Landen, unifico en sus persona las mayordomías del os tres reinos en el año 687 y, desde ese puesto, dirigió en los veinte siguientes la conquista y evangelización de Frisia. Cuando murió en 714, le sucedió en el cargo un hijo bastardo llamado Carlos Martel, cuyos éxitos pondrían las bases de la construcción política realizada por su nieto Carlomagno. Lo más importante sería la expansión a pasos agigantados del imperio musulmán. En el año 750, lo más relevante fue lo relacionado con el imperio bizantino y los inicios del gran imperio carolingio, que será lo que explicaré a continuación.

Un golpe de estado en abril de 717 permitió al estratega de Asia Menor hacerse con el trono imperial de Bizancio que ocupo con el nombre de León III el Isaurico (717-741). En pocos meses, el nuevo emperador fortaleció su posición rechazando dos ataques navales de los árabes a Constantinopla y frenando las intenciones búlgaras de hacer lo mismo por tierra. Su esfuerzo sirvió para que los bizantinos recuperaran la iniciativa militar perdida hacia ochenta años. Ello permitió al nuevo emperador emprender los primeros pasos de reorganización del estado que, en seguida, cubrió tres aspectos principales. El derecho, la administración territorial y la política religiosa, con la imposición de la iconoclastia. El arranque del movimiento iconoclasta se produjo en el año 726. El primer acto simbólico consistió en la retirada de la imagen de Cristo que remataba la puerta del palacio imperial y su sustitución por una cruz. A ello siguió la destrucción sistemática de las imágenes, frente a la que los jefes iconodulos, casi siempre monjes. Con respecto a los francos, a principios del siglo VIII darían los primeros pasos para convertirse en el poderoso imperio carolingio. Pipino de Herstal murió en 714 dejando en manos de su hijo bastardo Carlos Martel las mayordomías del palacio de los tres reinos de Austrasia, Neustrasia y Borgoña, a cuyos títulos empezó a añadir otro, el de príncipe o duque de los francos. Tras los primeros años de dificultades para imponer su autoridad, Carlos Martel propuso a las aristocracias unos objetivos exteriores que permitieran relajar las tensiones internas. En el norte, continuar la tarea de sumisión de Frisia y controlar a alamanes y sajones. En el sur, frenar a los musulmanes que habían entrado en tierras francas; Carlos los derroto cerda de Poitiers en 732, lo que contribuyo decisivamente a realzar su prestigio. Los éxitos del caudillo franco animaron en 739 al propio papa Gregorio III a buscar la ayuda de Carlos Martel para asegurar las posiciones del papado en el complicado mapa político de la península italiana, que el pontífice veía amenazadas no tanto por los bizantinos, ya debilitados en Italia, cuanto por los lombardos bajo el mando de su monarca Liutprando. La llamada del pontífice no fue atendida por Carlos Martel pero estableció un precedente. El caudillo franco murió en 741 y, como un rey merovingio, repartió el poder entre sus dos hijos, Carloman y Pipino el Breve, como mayordomos de palacio. Seis años después, Pipino quedo solo al frente de todo el reino. El nuevo jefe de los francos,

aunque apoyado por la aristocracia, busco la legitimación de su poder en la confirmación del pontífice Zacarías. Con este objeto envió una embajada a Roma para plantear al papa quien debía ser rey de Francia: si el poseía el poder de nombre o el que lo ejercía de hecho. De este modo, Pipino fue nombrado rey. La alianza entre el papado y los francos había quedado sellada. En el año 800 el mapa de Europa se ve caracterizado por tres potencias, que son el imperio carolingio, el imperio islámico y el imperio bizantino. Con lo que respecta al imperio bizantino, el concilio de Nicea de 787 sirvió para poner fin a la querella de las imágenes pero no resolvió los múltiples problemas que sesenta años de enfrentamiento habían suscitado. Los monjes podían considerarse los únicos triunfadores en toda regla, porque, por su parte, la emperatriz Irene, alentadora de la solución iconodula, empezó a tener graves dificultades para mantenerse en el trono. Precisamente, lo inusitado de la situación de una mujer al frente del imperio fue aprovechado tanto en el oeste de Europa como en el propio Bizancio. En occidente, Carlomagno lo utilizo como excusa para considerar vacante el trono imperial y, en consecuencia, proponerse para el mismo en la navidad del año 800. En el imperio de Bizancio, los mandos militares aprovecharon el golpe de mano dado por la emperatriz, que destrono y mando cegar a su hijo, para eliminarla del trono en el año 802 y colocar en su lugar a Nicéforo, jefe de la administración imperial. En el imperio carolingio, la muerte de Pipino en 768 trajo un nuevo reparto del regnum francorum entre sus hijos Carloman y Carlos. El fallecimiento del primero tres años después dejo todo el poder en manos del segundo, pronto llamado el magno. Las conquistas de Carlomagno siguieron las líneas trazadas por su abuelo Carlos Martel y su padre, Pipino el Breve. La primera dirección de sus campañas fue la del este pagano y, una vez asegurada la conquista y cristianización de Frisia, se desplego en tres escenarios. El primero, el de los territorios sajones. Entre los ríos Rin y Elba, las campañas se prolongaron durante treinta años, en los que alternaron aparentes victorias francas y sangrientas revueltas de los presuntos vencidos. El segundo escenario oriental de los éxitos carolingios fue Baviera. Las veleidades de su duque Tassilon, católico y vasallo del rey franco, y sus inclinaciones por lombardos y avaros fueron consideradas inaceptables por Carlomagno, quien depuso al duque en 788. Por fin, el tercero y último de los éxitos orientales de Carlomagno consistió en la destrucción del imperio de

los avaros, establecidos desde finales del siglo VI en el curso medio del Danubio, desde donde saqueaban las poblaciones desde el Báltico hasta los Balcanes. El producto de sus accione, reunido en un recinto circular fortificado, constituía un enorme botín que estimulo las campañas carolingias, coronadas en 796 con la captura de las riquezas y la destrucción de la organización política de los avaros. Una segunda dirección de las campañas carolingias fe la del sudoeste. Atendiendo la petición de los gobernadores musulmanes de Zaragoza y Barcelona, descontentos con la política del emir Abd-al-Rahman I, emprendió la campaña ibérica, donde al llegar a Zaragoza el gobernador no abrió las puertas a los francos y al volver fueron atacados por los vascones. Posteriormente el resultado combinado de resistencia indígena y apoyo franco fue la constitución de una frontera, una marca hispánica meramente defensiva de Cataluña a Navarra. La tercera dirección de las expediciones carolingias fue, por fin, Italia, donde Desiderio, rey de los lombardos padre de la repudiada mujer del rey franco, rompió los acuerdo suscritos entre ambos y amenazo los territorios pontificios. Ello dio pie a Carlomagno a intervenir; en 774 entro en Pavía, capital lombarda, dómino el reino, y de hecho, lo extinguió al coronarse el mismo con la corona de hierro y el título de rey de los lombardos. Su victoria reafirmó la vieja alianza franca con el papa, quien otorgó a Carlomagno el titulo de patricio de los romanos. Para el consejero áulico, los tres poderes que gobernaban el mundo eran el emperador de Constantinopla, el pontífice de Roma y el rey de los francos. De los tres, la situación de los dos primeros se había visto debilitada considerablemente. El día de navidad del año 800, en la Misa del gallo, el papa León III impuso la corona a Carlomagno. El orden escogido por el papa fijo para posteridad la imagen de que era el pontífice quien concedía el Imperio. Lo concerniente al año 850 es lo siguiente: Carlomagno murió en el año 814, siendo sustituido por Luis el Piadoso (814-840). El nuevo reinado estuvo marcado por las dificultades de administrar un imperio demasiado extenso y variado, la dinámica de la sociedad franca, con una privatización de competencias del poder público, la falta de nuevas empresas exteriores y los espectaculares progresos de la iglesia franca que llego a constituir una iglesia de estado y ejerció una decisiva influencia en la formación de la civilización de la Europa occidental. De hecho, durante el reinado de Luis, lo que el

imperio perdió en cuanto construcción política lo gano en cuanto escenario de una Respublica christiana, de una Cristiandad. A ese conjunto de rasgos se unieron dos hechos que condicionarán el destino del imperio: el reparto del mismo y las segundas invasiones. El reparto arrancaba de la concepción patrimonial franca del poder y se hizo efectivo en las personas de los tres hijos de Luis. En virtud del tratado de Verdun del año 843, el imperio fue repartido en tres porciones. La occidental, propiamente Francia occidenalis, quedo en manos de Carlos. La central, signo de los artificial de su construcción, recibió de su titular el nombre de Lotaringia y fue para el primogénito, Lotario, quien, pese a contar con las dos capitales imperiales, Aquisgrán y Roma, no pudo aducir ninguna primacía sobre sus hermanos, Y la oriental, Francia orientalis, futura Alemania, quedo a cargo de Luis el Germánico. El segundo hecho que apuro la desmembración del imperio hasta su fragmentación más radical fueron los ataques y saqueos que sufrieron sus territorios por obra de las llamadas segundas invasiones. Las acciones de vikingos, húngaros y sarracenos aportaron un clima de ruina e inseguridad, que contribuyo a fortalecer dos importantes desarrollos. La defensa regional de los habitantes contra los invasores, lo que aseguro la autoridad de algunas aristocracias locales, y la desestructuración final de la sociedad de tipo antiguo, que permitió a los campesinos de algunas áreas del imperio gozar de situaciones que tenían tanto de inseguridad como de libertad. En Bizancio, el nuevo emperador León V el Armenio (813-820) retorno el imperio a la iconoclastia. En 815 se inició un segundo periodo de destrucción de imágenes que se prolongó hasta 843 y se caracterizo por una menor virulencia contra los iconódulos; tal vez, por que los nuevos ataques se vieron inmersos en una prolongada revuelta general a través de la vual se esperaban resolver problemas más profundo s de la vida del imperio. Por último voy a explicar cómo se desarrollaron las principales potencias en Europa a partir del 900 hasta el 1000. El asesinato del emperador Miguel III en 867 puso el trono en manos de Basilio I (867886). Con él se inicio una nueva dinastía, la Macedónica, que prolongo su existencia entre aquella fecha y 1057, en que la aristocracia territorial dio el golpe de estado que entronizo a Isaac Comneno. Durante casi dos siglos, bajo el mando de los emperadores

macedones, el Imperio de Bizancio vivió una etapa de consolidación política y social interna y apogeo cultural que ha sido denominada segunda edad de oro bizantina. Dentro de esos doscientos años, un primer periodo correspondió a la afirmación de la nueva dinastía entre el acceso de Basilio I al trono en 867 y la muerte de Constantino VII en 959. El fortalecimiento de la autoridad imperial, la recuperación de las ciudades, la reactivación del comercio internacional, un cierto debilitamiento de las comunidades aldeanas y un desarrollo de las grandes propiedades monásticas fueron sus rasgos dominantes. En los noventa años que mediaron entre la accesión al trono de Basilio I y la muerte de Constantino VII, el imperio mostro una fortaleza que se tradujo en un cambio de la actitud, hasta entonces defensiva, que había caracterizado la política exterior bizantina. Dentro de ella, lo característico en el siglo X fue una disminución de la atención a los frentes oeste y este, ocupados por los musulmanes, y una dedicación al frente norte, es decir, a Bulgaria y al mundo eslavo, representado, sobre todo, por el principado ruso de Kiev. Por otra parte el imperio carolingio llegaba a su irremediable final. El empeño de Carlomagno por imponer sus ideas centralizadoras en el campo cultural alcanzo un resultado, el renacimiento carolingio, que, aunque limitado en términos absolutos, constituyo la parte más sorprendente y mas permanente de su herencia. En una perspectiva más amplia, hay que incluir el esfuerzo que la iglesia desplego en los setenta años que siguieron a la muerte de Carlomagno en lo que se ha podido llamar la construcción de la iglesia del antiguo régimen. Esto es, la definición de las normas teológicas, morales y organizativas que, sancionada por los concilios de los siglos XII y XIII, ha llegado en parte hasta nuestros días. La imagen de anarquía política y pillaje, que los segundos invasores contribuyeron a robustecer, no debe hacer olvidar que las relaciones de producción en el seno de la sociedad de occidente estaban experimentados los cambios que iban a asegurar las bases de construcción de la sociedad medieval europea. Desde comienzos del siglo X, los que podemos llamar europeos empezaron a vivir en una evidente paradoja. Mientras sus pies se asentaban en el pequeño espacio de su familia, aldea, señorío, principado, y, al hacerlo, incrementaban sus bases de riqueza e intercambio, su mente, adoctrinada por obispos y monjes, se resistía a abandonar el universo de la unidad imperial y cristiana

que el imperio de Carlomagno había constituido. Esa mezcla de innovación y herencia caracterizaron el nacimiento de Europa....


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