La dictadura de Trujillo PDF

Title La dictadura de Trujillo
Author Jesús Sánchez Duran
Course Historia Política Dominicana
Institution Universidad Autónoma de Santo Domingo
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Psicología GeneralTEMA:La Dictadura de TrujilloNOMBRES Y MATRICULASJesús Sánchez Duran2- 18-PROFESOR/AYohana Elizabeth Crisóstomo MuñozSantiago RD.(04/04/2022)Rafael Trujillo nació el 24 de octubre de 1891 en Santo Domingo en la República Dominicana. Su familia tenía once hijos y era bastante pobre....


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Psicología General TEMA:

La Dictadura de Trujillo NOMBRES Y MATRICULAS

Jesús Sánchez Duran 2-18-0228

PROFESOR/A

Yohana Elizabeth Crisóstomo Muñoz Santiago RD. (04/04/2022)

Rafael Trujillo nació el 24 de octubre de 1891 en Santo Domingo en la República Dominicana. Su familia tenía once hijos y era bastante pobre. Los hijos recibieron una educación rudimental y la mayoría de los hijos resultaron a trabajar como generales y coroneles de las Fuerzas Armadas. Rafael Trujillo hizo una carrera como oficial, comandante en jefe y luego general en las Fuerzas Armadas.

En su adolescencia, Trujillo trabajó unos meses como telegrafista, pero enseguida sintonizó con aquel ambiente caótico, y durante varios años se enroló en la Banda 42 de jóvenes delincuentes, liderada por su hermano José. Sus delitos eran variados: falsificaban cheques, cometían asaltos en negocios y casas particulares e imitaban a los cuatreros que aparecían en los wésterns robando ganado en las aldeas, en muchas ocasiones con violencia. Trujillo fue encarcelado algunos meses.

Hasta 1918 no se le conoció otro oficio. Cuando salió de prisión se incorporó a la Guardia Nacional, que los norteamericanos –que ocuparon el país de 1916 a 1924– habían creado para intentar restablecer el orden público. Y a partir de ese momento su carrera fue fulgurante.

Apenas unos meses después de ingresar en la academia, su ambición y falta de escrúpulos empezaron a fructificar: fue ascendido a segundo teniente en un concurso en el que concurrieron dieciséis aspirantes y quedó el penúltimo. De manera nunca explicada, poco después recibió las estrellas de capitán.

“Voy a entrar en el Ejército y no me detendré hasta ser su jefe”, cuentan que había dicho, y la verdad es que lo cumplió. Fue destinado como comandante a diferentes comisarías provinciales, y tuvo tiempo suficiente para comenzar su actividad como conspirador.

Fue entonces cuando irrumpió en la política como vía para encumbrarse. Cuando finalizó la ocupación y los militares estadounidenses –para quienes había sido un oficial sumiso– abandonaron el país, el nuevo presidente, Horacio Vázquez, le nombró jefe del Estado Mayor de la Guardia Nacional. Empezaba a controlar los más altos estamentos del poder, y participó activamente en el derrocamiento de su protector.

En 1930, lideró una rebelión armada que obligó al presidente Vázquez a abandonar el país, mandó asesinar a su colaborador, Virgilio Martínez Reyna, y a su esposa embarazada y, apenas un año después, el 16 de agosto de 1931, creó el Partido Dominicano (PD), de ideas y corte fascistas. Tras unos meses de presidencia interina de su amigo Rafael Estrella, al que apartó del cargo sin consideraciones, fue elegido presidente.

En 1930 hubo una crisis en el país y una revuelta contra el presidente Horacio Vázquez. Oficialmente Trujillo se mantuvo neutral, pero según algunas fuentes Trujillo empezó a planear un golpe de estado al mismo tiempo. A causa de las revueltas, Vázquez renunció a su cargo y se convocaron elecciones en que Trujillo se presentó como candidato. Trujillo tenía mucha influencia en las Fuerzas Armadas y la utilizó para presionar a los opositores a renunciar sus candidaturas.

Según las fuentes, Trujillo usó métodos muy brutales, como encarcelamientos, golpeados e incluso asesinatos para eliminar sus oponentes y para ganar las elecciones. En realidad, ganó porque se quedó como único candidato.

Las presidencias (1930-1938 y 1942-1954), el culto a la personalidad y la masacre de los haitianos

Al llegar al cargo de presidente, Rafael Trujillo empezó su política represiva con la prohibición de los otros partidos políticos y sembrando el terror a través de los militares para atemorizar a sus opositores. Cada uno de los ciudadanos mayores de edad eran obligados de pertenecer al Partido Dominicano si querían desarrollar una vida normal y encontrar trabajo.

En el principio de su presidencia, hubo un huracán que destruyó la capital Santo Domingo. El país era en mala condición, pero Trujillo creó una atmósfera de esperanza en el pueblo cuando prometió hacer todo lo que podía para reconstruir la capital. Con esa esperanza y su figura pública de un presidente anticomunista, disfrutó de la aprobación del pueblo y empezó a construir un culto a la personalidad.

En 1936 la capital Santo Domingo fue renombrada en honor de Trujillo quien había salvado la ciudad después del huracán: el nuevo nombre era la Ciudad de Trujillo. Además, se dice que Trujillo hizo muchos honores a sí mismo, por ejemplo, levantaba numerosos monumentos en su honor alrededor del país y cambiaba los nombres de calles con su propio nombre. También recibía numerosas condecoraciones de las que él era el único destinatario.

Como varios otros dictadores, Trujillo se veía como un tipo de santo y por eso ordenó que cada hogar tenía que colocar una foto del presidente al lado de la imagen de Jesús.

Trujillo desarrolló una cantidad de monopolios estatales y privados que fueron gobernados por sus familiares. Nombró su familia en varios cargos importantes: su esposa controlaba las

importaciones y exportaciones, sus hermanos controlaban la radio y la televisión, la prostitución y las industrias manufactureras. Trujillo mismo siguió siendo el jefe de las fuerzas armadas, pero también se dice que nombró su hijo de diez años como general del Ejército.

En 1937 se pasó la conocida Masacre del Perejil donde Trujillo ordenó a asesinar cada uno de los haitianos en la República Dominicana. Según una fuente, Trujillo había oído una noticia que unos espías dominicanos habían sido asesinados en Haití y enfurecido Trujillo ordenó a asesinar todos los haitianos del país. Según otras fuentes, Trujillo impulsó una política de antihaitianismo porque los haitianos eran la causa de la pérdida de empleos para los campesinos dominicanos. Tampoco hay estimaciones exactas de los víctimas, pero se dice que entre 1.000 y 20.000 de haitianos fueron asesinados en la Masacre del Perejil.

Quizás a causa de la masacre de 1937, Trujillo tuvo que retirarse del puesto de presidente. Eso no quiere decir que ya no era activo en la política, el contrario: durante los 31 años, Trujillo gobernó el país o como presidente o en las sombras a través de un títere. En 1938 Trujillo eligió Jacinto Bienvenido Peynado como su “sucesor”, pero en realidad era Trujillo quien continuó ser el verdadero líder de la república. En 1942 Trujillo regresó como presidente y gobernó oficialmente hasta 1954 cuando eligió su hermano como “sucesor”. Otra vez, el sucesor era solo un títere y Trujillo mantuvo el poder completo hasta su muerte en 1961. La paz con Haití duró poco. Eran muchos los emigrantes haitianos que trabajaban en las comarcas fronterizas dominicanas, donde los salarios y el nivel de vida eran más altos. Su presencia, además de estimular el odio entre las dos comunidades, despertaba la animadversión de los obreros dominicanos, porque los haitianos aceptaban peores condiciones laborales. Trujillo acabó viendo su presencia como un intento de invasión en respuesta a la anexión de territorios que había conseguido en las negociaciones fronterizas, y decidió resolver la situación de manera drástica: ordenando matarlos a todos. Lo anunció en octubre en el transcurso de un baile de sociedad en su honor. Y hacerlo con machetes y cuchillos, lo cual suponía ahorro de munición. Corría el año 1937. Los militares desplegados en las regiones fronterizas se pusieron manos a la obra de inmediato. Los asesinatos en la impunidad se multiplicaban. Algunas veces surgían confusiones y eran ejecutados en plena calle dominicanos. Fue una dramática matanza étnica. Los estrategas del genocidio se proveyeron de una fórmula sencilla para saber quién era haitiano. A los sospechosos se les obligaba a pronunciar en voz alta la palabra perejil, difícil de decir con corrección para hablantes de lengua francesa, y aún más para haitianos analfabetos, cuya única lengua era el creole.

La matanza duró cerca de un año. Los historiadores no coinciden en el número de víctimas, en su mayor parte cortadores de caña al servicio de las plantaciones norteamericanas: entre 15.000 y 35.000. La cifra que más se contempla es la de 25.000. El genocidio se perpetuó con el nombre de la matanza del Perejil. Terminó gracias a la presión internacional. Trujillo lo justificó con argumentos nacionalistas, anticomunistas y de defensa de la patria. El propio gobierno de Estados Unidos intervino. Obligó a detener una masacre con numerosos componentes racistas –los asesinos en su mayor parte eran blancos y a entablar una nueva negociación con Haití bajo los auspicios del presidente norteamericano, Franklin D. Roosevelt. Una vez más, Trujillo impuso su voluntad ante la debilidad del ejecutivo haitiano. Accedió a pagar una insignificante compensación de 750.000 dólares, el equivalente a treinta pesos por muerto. Pero en cuanto los norteamericanos se apartaron del acuerdo, Trujillo volvió a regatear y la cifra quedó reducida a 525.000 dólares, que nunca se supo quién recibió y administró. Desde luego, los familiares de las víctimas no. Rafael Trujillo era un dictador cruel quien perseguía y torturaba a sus opositores junto con los militares. El dictador mantuvo el control del cuerpo de oficiales a través del miedo. Se dice que Trujillo usaba varios métodos brutales de tortura, entre otros la silla eléctrica y sanguijuelas (en finés iilimato). También se dice que tiraba los cuerpos de sus opositores en el mar para que desaparecieran fácilmente. Durante su dictadura, Trujillo era responsable de la muerte de más de 50.000 personas. En la Era de Trujillo, las libertades civiles eran inexistentes y los derechos humanos fueron violados constantemente. Varias fuentes describen la situación del país como “un estado de pánico donde una muerte podía ser encubierta como un accidente y donde cualquier persona sindicada como desafecta podía ser encarcelada y torturada”. Sin embargo, si queremos buscar algo positivo de la Era de Trujillo, las fuentes dicen que Trujillo fundó numerosas escuelas prestando atención en la educación y en la alfabetización del pueblo. Entonces Trujillo no empobreció su país de la misma manera que su colega vecino, Francois Duvalier en Haití. Tantos escándalos, algunos con la implicación de agentes de la CIA, fueron minando la relación de Trujillo con Estados Unidos. Había sido un socio muy útil, pero empezaba a resultar incómodo. Tras la entrada de Fidel Castro triunfante en La Habana en 1959, empezaron a sospechar que la dictadura dominicana, por sus abusos, podía generar una revolución similar. Poco después de tomar posesión, el presidente Kennedy envió a un diplomático de prestigio a convencer a Trujillo de que se retirara, pero él hizo caso omiso.

Ni su brillante capacidad oratoria, que a lo largo de tantos años había sido su principal arma ante las masas, ni la estabilidad económica y la implantación del orden público le servían ya ante una ola creciente de rechazo. Eran muchos los dominicanos que se rebelaban contra aquella situación. El dictador avergonzaba con su vanidad, atemorizaba con su crueldad, escandalizaba con sus esperpentos –como cuando nombró a su hijo Ramfis coronel a los siete años, y general y jefe de las Fuerzas Armadas a los diez– y soliviantaba con la corrupción desenfrenada que enriquecía a su numerosa familia.

Todo concluyó en la noche del 30 de mayo de 1961 en el kilómetro 9 de la carretera de San Cristóbal. Cuando se dirigía a visitar a su amante, fue víctima de una emboscada tendida por un grupo de once hombres dotados de armas proporcionadas por la CIA. Recibió sesenta balazos. Intentó escapar revólver en mano, pero fue rematado en tierra por el líder del grupo, Antonio Imbert Barrera, futuro presidente de la República. Los autores del atentado consiguieron escapar, y el poder provisional fue asumido por el vicepresidente –y luego presidente en varias legislaturas– Joaquín Balaguer. Miles de personas desfilaron ante el cadáver del dictador. Tras los funerales de Estado, celebrados con toda la pompa en la catedral, sus restos fueron sepultados en la cripta de la iglesia de San Rafael, que había mandado construir para él y su familia. El país entró en una etapa de enorme confusión. Los colaboradores más fieles, encabezados por su hijo Ramfis, intentaron sin éxito controlar el poder. El 19 de noviembre, cinco meses y nueve días después del magnicidio, la Fuerza Aérea, mandada por el teniente coronel Manuel Durán Guzmán, se rebeló en Puerto Plata, bombardeó algunos cuarteles y el Ejército se rindió. Aquella misma noche, Ramfis, su madre, hermanos y demás familiares embarcaron en el yate Angelita con los restos de Trujillo y 95 millones de dólares en lingotes de oro a bordo. Desde la isla vecina de Guadalupe continuaron viaje a París en avión. El cadáver del dictador fue enterrado en el cementerio francés de Père Lachaise, donde permaneció hasta 1970, en que fue trasladado al mausoleo familiar preparado en Mingorrubio, en las afueras de Madrid. Su país se ha negado hasta hoy a acoger sus restos....


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