La infancia en el ciclo vital, salud mental PDF

Title La infancia en el ciclo vital, salud mental
Course Introducción a la Salud Mental
Institution Universidad Nacional Autónoma de México
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Resumen de la sección de infancia del capítulo de ciclo vital del libro Psicología médica por Ramón de la Fuente....


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INFANCIA La infancia es el periodo de vida, crecimiento y desarrollo que comprende desde la gestación hasta aproximadamente los 10-11 años de edad, antes de entrar a la pubertad. La noción de infancia tiene un carácter histórico y cultural y es por ello que ha tenido diferentes apreciaciones en la historia; su concepción depende del contexto cultural de la época. De acuerdo con José Puerto Santos (2002):      

en los 354 - 430 hasta el siglo IV se concibe al niño como dependiente e indefenso (“los niños son un estorbo”, “los niños son un yugo”). Luego, en el siglo XV, el niño se concibe como algo indefenso y es por ello que se debe tener al cuidado de alguien y se define el niño “como propiedad”. Para el siglo XVI ya la concepción de niño es de un ser humano pero inacabado: “el niño como adulto pequeño”. En los siglos XVI y XVII se le reconoce con una condición innata de bondad e inocencia y se le reconoce infante “como un ángel”, el niño como “bondad innata”. Y en el siglo XVIII se le da la categoría de infante pero con la condición de que aún le falta para ser alguien; es el infante “como ser primitivo”. A partir del siglo XX hasta la fecha, se reconoce una nueva categoría: “el niño como sujeto social de derecho”

1. Primera infancia: va de 0 a 8 años. Incluye el periodo intrauterino. En los primeros tres años, o en los primeros mil días de vida, existen momentos críticos en el desarrollo cognitivo, emocional, social y del lenguaje y las ventanas de oportunidad de intervención están claramente identificadas. Lo que se haga o se deje de hacer en ese período tendrá significancia a lo largo de todo el curso de vida. En otras palabras, el período de la infancia temprana puede demarcar la trayectoria en salud, el aprendizaje y la conducta, así como influir en las futuras etapas del desarrollo. La primera infancia es muy importante porque de ella va a depender toda la evolución posterior del niño en las dimensiones motora, lenguaje, cognitiva y socioafectiva, entre otras. 2. Segunda infancia: de los 8 a los 10 años de edad.

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Área cognitiva. Su capacidad para pensar en términos abstractos y matemáticos se desarrolla mucho pero no llega a su máximo.

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Área del lenguaje. A medida que el niño crece va mejorando el uso del lenguaje y de la comunicación.

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Área socio-emocional. La imagen que tiene de sí mismo adquiere mucha importancia y trata de ganar amistad de quienes considera

importantes. El círculo social de iguales configuran su identidad y se empiezan a quebrantar las normas familiares. -

Área motora. Es a partir de esta etapa cuando el niño es capaz de aprovechar las nuevas formas de control de su cuerpo. La maduración casi definitiva del sistema nervioso permite al niño a realizar más movimientos.

Algunas características de la infancia: -

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Al nacer, el niño es un producto prematuro e inacabado. Su indefensión es tal que su completa dependencia de la madre o de quien la sustituye se prolonga por un tiempo muy extenso, comparado con otras especies animales. Por otra parte, su plasticidad y su capacidad de aprender son también únicas en la escala zoológica y permiten la participación de múltiples influencias conformadoras. La personalidad es resultado del despliegue de la dotación biológica y de las experiencias que la modelan durante los primeros años. La influencia del ambiente sobre la dotación genética se deja sentir muy precozmente. Las influencias de los padres en el niño comienzan a delinearse en sus actitudes hacia la concepción y las circunstancias que rodean el embarazo. También es posible que durante este último los estados emocionales de la madre influyan en el feto a través de mecanismos endocrinos y bioquímicos aún no esclarecidos. Desde su nacimiento los niños revelan notables diferencias individuales en cuanto a la succión, el funcionamiento del aparato digestivo y el ritmo del sueño y de la vigilia. Los recién nacidos difieren también en cuanto a su sensibilidad a los ruidos, a los estímulos táctiles, etcétera. Actualmente se distinguen dos clases de influencias conformadoras: unas que actúan en forma explosiva, por tiempo muy breve, en ciertos momentos críticos del desarrollo, y otras que actúan más lenta y silenciosamente y se ejercen mediante actitudes, gestos y signos.

Relación madre-hijo: Las observaciones llevadas a cabo directamente en niños por Ribble, Spítz, Bowlby, Mahler y otros han puesto de relieve el carácter transaccional de la relación madre-hijo. Es necesario entenderla como un sistema en el que los elementos que lo constituyen, la madre y el hijo, se afectan e influyen recíprocamente. En la relación madre-hijo, la madre no sólo alivia las necesidades del niño generadas en sus tensiones internas. sino que también provee los estímulos necesarios para el desarrollo del psiquismo infantil. El niño emite señales que la madre recibe, y ella a su vez emite señales que el niño recibe; la respuesta de uno de los participantes influye decisivamente en la respuesta del otro. Las

perturbaciones de la relación, pueden deberse a defecto de uno u otro de los participantes; por ejemplo, la madre puede experimentar al niño como si fuera una parte de sí misma por un tiempo exageradamente prolongado, o bien puede retirarle su contacto y su protección antes de tiempo. Los estudios de Spitz han mostrado la riqueza de las señales que son comunicadas en esta relación: los contactos de la piel, las tensiones musculares, el tono de la voz, el olor. las expresiones del rostro, etc. Hacia el segundo o tercer mes, el aparato afectivo y motriz del niño ha madurado lo suficiente para que pueda sonreír. A esa edad, los niños sonríen cuando su madre les sonríe, pero de hecho la presencia de la madre no es necesaria para que el niño sonría, basta que se desplace por delante de sus ojos la imagen frontal de un rostro sonriente aun cuando esté burdamente diseñado. EJEMPLO RELACIÓN MADRE-HIJO Ante una variedad de circunstancias, el nii'io puede un buen día rehusarse acomer, tal vez como una simple operación de defensa fisiológica. El hecho puede ser visto por la madre con gran alarma, siente miedo y también se sieme culpable y puede intentar resolver el problema forzando al niño a comer, lo cual suscita mayor resistencia en él y más angustia en la madre. Si esta situación se prolonga, se cierra un círculo psicopatológico. El nii'io que vomitó por cualquier causa sigue ahora vomitando porque hacerlo se ha sobrecargado de significados emocionales negativos derivados de la mala relación con su madre. SIMBIOSIS Y SEPARACIÓN La interacción entre la madre y el feto comienza en el momento de la concepción. El nacimiento, la interrupción de la simbiosis madre-feto representa un trauma fisiológico, dado que la fisiología del neonato experimenta un cambio después de su pasaje a través del canal pélvico; ahora, para asegurar la satisfacción de las necesidades básicas de su vida: respirar, succionar y tragar- tiene que ser activo. En las primeras cuatro semanas el nii'lo es extremadamente frágil y vulnerable; su necesidad de recibir atención y ser protegido del ambiente es apremiante. A partir de la segunda semana, el niño tiene representaciones parciales de objetos y cuando está semidormido o alimentándose muestra un estado placentero. Después de la tercera y antes de la quinta semana, el niño es capaz de sonreír ante un rostro cualquiera o la representación de un rostro sonriente. Aparentemente el niño asocia el rostro humano con las sensaciones placenteras que le causa su madre en el proceso de satisfacer sus necesidades. Hacia la décima semana, el niño sonríe espontáneamente a su madre, lo cual indica que ha establecido un contacto emocional. Si la madre está disponible y dispuesta a responderle, la estimulación recíproca fomenta el establecimiento entre ambos de una relación afectiva intensa. El niño percibe a su madre como parte de sf mismo y se percibe a sí mismo como parte de ella. En esta etapa, llamada de simbiosis por Mahler, lo esencial es que el niño se experimenta unido a su madre.

Hacia los 5 o 6 meses, cuando el niño se encuentra entre personas extrañas, experimenta ansiedad, llora y se agita, pero se calma al regresar a los brazos de su madre. Esta angustia ante la separación es una experiencia precursora de otras experiencias angustiosas. A partir del sexto mes, el niño entra en la etapa que Mahler llamó deseparación-individuación, que se extiende hasta el final del tercer año de vida. Se distinguen cuatro fa.o;es: la primera va de los 6 meses hasta el final del primer año; cada vez que el niño es separado de su madre y se ve entre personas extrañas, llora y sufre angustia; aparentemente el niño en alguna fonna teme ser abandonado por su madre. La siguiente fase, de práctica, se extiende desde los 10 o 12 meses hasta los 16 o 18 meses. Lo más notable en esta etapa son los logros del niño en el área motriz. En efecto, la maduración de su sistema nervioso le permite desplazarse a voluntad. La fuente principal de satisfacción es el control voluntario de los músculos, incluyendo los esfínteres del ano y la vejiga. El niño usa su habilidad motriz para explorar el mundo que le rodea. En esta etapa se inicia la separación activa de la madre. Si el nii'lo se aleja caminando o se tapa la cara, su madre desaparece. El nii'lo ensaya hasta adquirir dominio sobre su miedo a la separación. En sus juegos, repite con sus mui'lecos las manipulaciones de que ha sido objeto: los baña, los viste, les cambia pai'lales, etcétera. Winnicott7 ha hecho hincapié en que algunos nii'los desarrollan un apego intenso hacia un objeto: un juguete, un mufteco, un pai'lal, etc. Este objeto se vuelve muy imJX>rtante para la tranquilidad del nii'lo; separarlo de él le suscita angustia. Aparentemente la adhesión a este objeto transitorio tiene como función permitir al nii'lo dominar la angustia de la separación. El objeto, que puede manipular según sus deseos, representa a su madre. Las dos determinaciones más importantes de la efectividad social, la locomoción y el discurso, se establecen hasta el segundo ai'lo de vida. El niño puede vocalizar y gradualmente sus vocalizaciones asumen el carácter del lenguaje. Aunque condiciones ambientales como el contacto con otros adultos y nii'los pueden afectar la velocidad del aprendizaje. El creciente control voluntario del sistema muscular permite al nii'lo participar activamente en su adiestramiento. Desea conservar el amor de su madre y, JX>r ello, la complace. Así, la madre puede lograr que el nii'lo haga lo que le pide. Por ejemplo, controlar sus deseos de defecar, orinar, etc. Pero el nii'lo puede no controlar sus esfínteres como expresión de resistencia y hostilidad hacia su madre. De hecho, el nii'lo está ya atrapado entre su deseo de complacer a la madre y la hostilidad que le suscitan sus frustraciones e imJX>siciones. Se asume que en esta fase del desarrollo temprano, que Freud llamó fase anal, el nii'lo aprende a distinguir entre lo que es aceptable y lo que es inaceptable; controla su deseo de jugar con sus heces y manipular objetos tales como comida, lodo, plastilina, y sólo lo hace en las formas y en el grado en que la madre lo permite. La siguiente fase se extiende hasta el tercer año. Se caracteriza por la adquisición de la capacidad de mantener la representación mental de los objetos. Puede decirse que para el niño su madre exisúa realmente cuando estaba presente y dejaba de existir cuando se alejaba. Ahora el niño ha adquirido lo que Piaget llamó constancia objetal. Puede evocar la imagen de su madre ausente aun cuando no la vea. En esta fase emergen otras capacidades psicológicas, tales como distinguir entre lo que proviene del exterior y lo que proviene de uno mismo, ya sean afectos u otros esúmulos; también surge la capacidad de síntesis e integración, la posibilidad de ejercer un juicio de realidad

que le permita descartar lo que es incongruente o inaceptable. Es entonces cuando puede haber ya una barrera entre lo consciente y lo inconsciente. El niño percibe claramente la figura de la madre y la del padre sin confundir los esúmulos que provienen de ellos ni los afectos que siente hacia cada uno. También puede evocar una representación mental de sí mismo que le permite distinguir sus propios límites. Un niño normal de tres años tiene una percepción clara de sí mismo como una entidad diferente, y de su madre y su padre como figuras más importantes. En esta etapa se establece en su mente un conjunto de relaciones que implican amor, odio, rivalidad, miedo, culpa, etc. El pequeño de 3 años siente que su propia hostilidad proviene del otro: su madre o su padre. Maneja este conflicto a través del desplazamiento de su hostilidad. atribuyéndola a objetos exteriores tales como perros, gatos, insectos, brujas, vampiros, etc., y exponiéndose activamente a estos objetos fóbicos, disfrutando los cuentos de monstruos y de brujas. Otro aspecto observable en el niño hacia los 3 años, al que se atribuyó en el pasado una importancia central, es su interés en los genitales. El pequeño observa su pene y tiene curiosidad acerca de él. La manipulación del pene produce a los niños sensaciones placenteras. A partir de los 5 a 6 años de edad, el niño se torna más introvertido y exterioriza menos sus afectos, sus fantasías y sus preocupaciones. Freud designó a esta etapa del desarrollo, que se extiende hasta la pubertad, "periodo de latencia". En nue.....


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