La protoindustrialización PDF

Title La protoindustrialización
Author Lorenzo Scalone
Course Historia Moderna III
Institution Universidad Autónoma de Madrid
Pages 3
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Una de las dos prácticas necesarias para aprobar el curso. ...


Description

Lorenzo Scalone Grupo 310

Práctica II: la protoindustrialización

El XVIII vio la intensificación del ritmo de crecimiento entre los varios países europeos, de modo que Inglaterra, al comienzo del XIX, se encontraba al principio de la Revolución Industrial, mientras el resto de Europa seguía en pleno antiguo régimen. En estos años, como podemos ver del gráfico de la izquierda, el gobierno inglés estaba empezando a privatizar sus tierras, sustituyendo a los tradicionales open fields con las enclosures y la explotación intensiva a través del sistema Norfolk, de inspiración holandesa. El sistema de cercamientos, a través de las 14000 actas parlamentarias que fueron promulgadas en su favor, consiguió reducir los territorios comunales a apenas el 5% del suelo nacional; a finales del XVIII, la mitad de la tierra de Inglaterra pertenecía a 5000 familias, de las cuales 400, relacionadas con la corona, eran dueñas de ¼ del país. De esta manera, los que sacaron mayor provecho de las reformas agrarias fueron los mismos parlamentarios y propietarios que las proponían. La necesidad de esas Reformas se hizo patente al registrar la subida de los precios del trigo, fomentada por las malas cosechas (causadas, entre otras cosas, por la Pequeña Edad de Hielo), y la dificultad del campo inglés de responder a la demanda; los parlamentarios promovieron a las enclosures como la solución ideal y, efectivamente, gracias a al provecho que sacaron de las reformas pudieron invertir en el aumento de productividad y finalmente cubrir la demanda de trigo. De esta manera, como veremos, se abrió el camino a la proletarización del campesinado. Las principales víctimas de las reformas agrarias acabaron siendo los campesinos más pobres y

los pequeños productores: estos individuos tenían realmente pocas opciones, pues la única manera de sustentarse, ahora que los open fields ya no existían, era trabajando como campesino asalariado en la tierra de otros. Así, los núcleos familiares empezaron a desarrollar una serie de actividades artesanales rudimentales, mayormente ligadas al sector textil, con las que trataban de sustentarse a coste de su tiempo libre. Este trabajo domiciliario a tiempo parcial pronto capturó la atención de los inversores ingleses, que vieron en los núcleos campesinos una buena alternativa a la costosa artesanía urbana, protegida por el oprimente poder de los gremios. A mediados del XVIII entramos en el periodo de la “revolución industriosa”, que vio un proceso de protoindustrialización del campo, donde se difundió el exitoso putting-out system: un mercader daba a los campesinos los medios de producción para trabajar para su cuenta desde su casa, mientras él se ocupaba del transporte y de la venta de los bienes producidos; aunque los productos no tenían mucha calidad, eran más baratos y cubrían las demandas de las masas del mercado interno. Sin embargo, la mayoría de productos acabaron siendo vendidos fuera del país, especialmente hacia las colonias, pues el poder de los gremios era todavía muy fuerte. El putting-out system se reveló extremadamente exitoso tanto para los mercaderes como para los campesinos que producían los bienes: como notamos en el gráfico de la derecha, la edad media en la que la población rural inglesa se casaba bajó rápidamente a partir de 1745, pasando de 28 a 23 años en 1790. La actividad textil ya es muy rentable y la gente es impulsada a crear familias cuanto antes; además, los hijos se convierten en útil mano de obra cuando ya tienen edad para trabajar. Normalmente, un campesino necesitaba de tierra para casarse en un pueblo, pero ahora Inglaterra ha conseguido eliminar esa necesidad, pues no hay tierra y la nueva actividad protoindustrial permite prescindir de ella. De esta manera, se produjo en el país un asombroso aumento de la población que aumentó del 100% a lo largo del siglo, dando la explosión demográfica que posibilitó la Revolución Industrial. La densidad de población del campo inglés casi triplicó la de España, llegando a 65 háb/Km2; es el periodo de la Segunda Urbanización, en el que los pueblos industrializados “market towns” empezarían a aumentar a desmesura su población, asistiendo al nacimiento de Liverpool, Manchester y Leeds entre otras. A la vez, se dio una paralela evolución del PIB, que en Inglaterra subió constantemente de un 0.25% al año, algo que no se dio en los países anclados a la agricultura tradicional. Según pasan los años, la riqueza de las familias inglesas está creciendo, abriendo un periodo que se conoce como la Revolución de los consumos, pues hay mayor disponibilidad y demanda de

bienes manufacturados, que fueron haciéndose más baratos a lo largo del continente. La tasa de urbanización inglesa en el XIX superó a la rural, consecuencia de la culminación del proceso de reformas fiscales ya empezado en el XVIII: el sistema bursátil, con bonos, sociedades anónimas y acciones, se generaliza, junto con la creación de bancos públicos, cuya mayor ventaja es que el cliente puede sacar su dinero cuando quiera; el de mayor éxito fue el de Inglaterra, que nació como una sociedad anónima. La concentración de la riqueza está en las manos de las altas clases, que deciden invertir en el sistema bursátil, en compañías como la de las Indias Orientales. El crecimiento de este modelo económico fue muy rápido: en 1689 existían en Londres once sociedades anónima, sin embargo, seis años después, ya había cien. Sin embargo, la fiebre especulativa pronto amenazaría el sistema con la aparición de compañías fraudulentas, lo cual aumentó la necesidad de regular al sistema fiscal para proteger a los inversores y evitar burbujas especulativas, como la de la South Sea Company de 1720. La creciente industria inglesa, junto con la obtención del Asiento de Negros en 1713, a través de la Paz de Utrecht, fueron alimentando el nacimiento del comercio triangular, convirtiendo a Inglaterra en un referente económico intercontinental. La solidez y el potencial de la economía inglesa la proyectaron hacia el mercado atlántico, que haría de Inglaterra una potencia mundial a lo largo del siglo, lanzándola hacia la época capitalista....


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