La teoría de Pierre Bourdieu PDF

Title La teoría de Pierre Bourdieu
Author Julieta Janice
Course Sociología
Institution Universidad Nacional de Mar del Plata
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LA TEORÍA DE PIERRE BOURDIEU Julio L. Bisso A. Superación de oposiciones irreconciliables: objetivismo y subjetivismo Desde la sociología, consideramos la propuesta conceptual de Pierre Bourdieu y en ella el concepto de “habitus”, una teoría contemporánea atrayente y ajustada en la explicación de la acción social de los “agentes”, como a él gusta llamarlos, en el espacio social. Propone en las ciencias sociales, una metodología que permita superar antinomias irreconciliables, como objetivismo y subjetivismo, o dicho de otra manera el fisicalismo y el psicologismo. Debe lograrse en un primer momento, nos dice, una ruptura objetivista con las prenociones, las ideologías, la sociología espontánea, las folk theories. Recupera de Durkheim, que con Marx representa las expresiones mas consecuentes de la posición objetivista, el principio de que la “vida social debe explicarse no por la concepción de aquellos que en ella participan, sino por las causas profundas que escapan a su conciencia”. Le llamará a esta instancia “objetividad de primer orden”, punto de vista “objetivista” o estructuralista, en el sentido de aceptar que existen en el mundo estructuras objetivas, independientes de la conciencia y de la voluntad de los agentes, que son capaces de orientar y coaccionar sus acciones o representaciones simbólicas. El paradigma que ilustra perfectamente esta posición objetivista será “El Suicidio” de Durkheim, donde se expone su método sociológico, en el que donde los hechos sociales son objetos de conocimiento, “cosas”, y a la manera de una “física social”, pueden ser aprehendidos desde afuera. Una estructura objetiva, cuya articulación puede ser observada, medida estadísticamente, cartografiada, y que opera con independencia de las representaciones que tengan sus habitantes. La fuerza de este punto de vista estructuralista, que también reconocerá antecedentes en el estructuralismo de Lévi-Strauss y en la lingüística saussuriana, radica en que para Bourdieu “destruye la ilusión de la transparencia del mundo social”. 1 Son estructuras objetivas, posiciones en el espacio social, donde se dan las distribuciones de los recursos socialmente eficientes y que son los que definen las coerciones externas que sufrirán los agentes, y serán limitativas de las interacciones e interpretaciones del mundo. En un segundo momento, que Bourdieu lo identificará como “objetividad de segundo orden”, y evitando caer en una trampa reduccionista, reconocerá que la visión y las interpretaciones del mundo, por los agentes son una parte ineludible de la realidad del mundo social. Propondrá una segunda ruptura, ahora con el objetivismo, introduciendo una sociología de la percepción del mundo social, de la construcción de las visiones del mundo, pero que contribuyen a su vez, a la construcción de ese mundo. Los individuos poseen un conocimiento práctico del mundo y hacen uso del él en sus actividades diarias. Esta visión subjetivista o constructivista, Bourdieu la identificará con la etnometodología en su variante culturalista, y con la teoría de la elección racional. Con Garfinkel coincidirá en que “la realidad es también obra contingente e incesante de actores sociales competentes que construyen de continuo su mundo social a través de ingeniosas prácticas organizadas de la vida cotidiana”. Reconocerá con Schutz y los etnometodologos que “el campo de observación del social scientist, la realidad social, tiene un sentido y una estructura de pertinencia específica para los seres humanos que viven, actúan y piensan en ella” La experiencia inmediata de los agentes, lo cuales sostienen categorías de percepción y apreciación del mundo que guiarán sus acciones y representaciones serán el concepto de “habitus” en Bourdieu. En una frase resume este análisis de su teoría estructuralismo constructivista: “…por un lado las estructuras objetivas que construye el sociólogo en el momento objetivista, que al apartar las representaciones subjetivas de los agentes, se constituyen en el fundamento de la representaciones subjetivas y operan como coacciones estructurales que pesan 1

Bourdieu Pierre y L. Wacquant, Respuestas por una antropología reflexiva, op. Cit., Introducción de L. Wacquant.

2 sobre las interacciones. Por otro lado, esas representaciones también deben ser consideradas si se quiere dar cuenta especialmente de las luchas cotidianas, individuales o colectivas, que tienden a transformar o conservar esas estructuras. Esto significa que los dos momentos, objetivista y subjetivista, están en una relación dialéctica y que, aún así, por ejemplo, el momento subjetivista parece muy próximo, cuando se lo toma separadamente, de los análisis interaccionistas o etnometodológicos, está separado de ellos por una diferencia radical: los puntos de vista son aprehendidos en tanto tales y relacionados con las posiciones en la estructura de los agentes correspondientes”.2 Hemos llegado al umbral de los dos conceptos centrales de la teoría de Bourdieu: campo y habitus. Corresponde aquí hacer una breve una digresión metodológica. En toda su obra, superando la oposición artificial entre estructura y representaciones, se observa una modalidad reiteradamente proclamada por Bourdieu, la primacía de las relaciones, del pensamiento relacional en el análisis de las prácticas sociales, frente a la tendencia de favorecer el pensamiento sustancialista, el del sentido común, el del racismo, que lleva a no reconocer ninguna otra realidad que aquellas que se ofrecen a la intuición directa en la experiencia ordinaria, inscrita en el lenguaje mismo de los medios de comunicación, la política y la sociología, “donde se expresan mas fácilmente las cosas que las relaciones, los estados que lo procesos”.3 Observa antecedentes en una larga tradición estructuralista poliforme, de la perspectiva relacional, en los trabajos de Piaget, Jackobson, LeviStrauss y Braudel, Merton y se remonta hasta Marx y Durkheim. Recuerda que en los Grundrisse, Kart Marx dice: “La sociedad no se compone de individuos; expresa la suma de los vínculos y relaciones en que están insertos los individuos”. Para Bourdieu lo que existe en el mundo social son relaciones, no interacciones o vínculos intersubjetivos entre agentes, sino relaciones objetivas que existen “independientemente de la conciencia y de la voluntad individuales”, como dijera Marx. Sus dos conceptos centrales, “habitus” y “campo” designan nudos de relaciones, y así los tratará en todos sus trabajos referidos al campo del deporte, al científico, al económico, etc. El “ habitus”, dirá en otro momento, se refiere a “un conjunto de relaciones históricas, depositadas en los cuerpos individuales bajo la forma de esquemas mentales y corporales de percepción, apreciación y acción”. Una segunda consideración metodológica a ser tenida en cuenta es la incorporación de la dimensión histórica conjuntamente con la relacional, en el análisis de las estructuras objetivas del campo social. La dimensión histórica obliga al estudio de su conformación en el tiempo de ese campo social, su reconstrucción a través de un proceso diacrónico de análisis. Pero también la dimensión histórica, debe ser tomada en cuenta, por el lado de las estructuras cognitivas, de percepción, de apreciación y generación de prácticas, de los habitantes del campo. Deben ser analizados como procesos históricos de incorporación del habitus, en relación a la clase social en que se ubican los agentes sociales. B. Las estructuras sociales e históricas: los campos y sus capitales específicos Volviendo al concepto de “campo” en Bourdieu, a este lo definirá como integrado por una red, o conjunto de relaciones históricas objetivas entre posiciones ancladas en ciertas formas de poder (o de capital), tales que la estructura de estas relaciones (materiales o simbólicas) ejerce efectos entre los integrantes del campo. El espacio social, la sociedad, está constituida por el conjunto de esos microcosmos sociales relativamente autónomos, los campos, que son espacios de relaciones 2

Bourdie Pierre, Cosas dichas, trad. M. Mizraji, Buenos Aires, Editorial Gedisa, 1988, Pág. 129. Bourdieu nos explica que el modo de pensamiento sustancialista lleva a tratar las actividades o las preferencias propias de ciertos individuos o grupos, de una cierta sociedad, como si fueran propiedades sustanciales, inscritas de una vez y para siempre, como si se tratase de un atributo biológico o cultural.

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3 objetivas que forman la base de una lógica y una necesidad específica de cada campo, que son irreductibles a las que rigen en los demás campos. Así observaremos innumerables campos y subcampos específicos, dentro del espacio social: el campo artístico, religioso, económico, social, político, científico, jurídico, etc.4 Los límites del campo se encuentran en el punto en el cual terminan los efectos del campo. “Esas posiciones se definen objetivamente en su existencia y en las determinaciones que imponen a sus ocupantes, ya sean agentes o instituciones, por su situación actual y potencial en las estructura de distribución de las diferentes especies de poder (o de capital) –cuya posesión implica el acceso a las ganancias específicas que están en juego dentro del campo- y de paso, por sus relaciones objetivas con las demás posiciones (dominación, subordinación, homología, etc.)”. 5 Los límites del campo constituyen según Bourdieu, fronteras dinámicas, producto de las luchas dentro del campo. La imagen que compara al campo con un campo de juego utilizada por Bourdieu nos ilustra con respecto al comportamiento de los agentes, pero también nos aclara que ese comportamiento no es como en el caso del juego, ya que no se trata del producto de una creación deliberada que obedece a reglas o a regularidades, ya que esas reglas no son explicitadas o codificadas. El interés o inversión en el juego de los agentes (illusio) proviene de “ludus”, es decir juego: los jugadores están atrapados por el juego, y esos jugadores aceptan (porque participan del juego y no por contrato), que dicho juego es digno de ser jugado y que vale la pena. Disponen de “triunfos”, cartas maestras según sea cada juego, que cambian de acuerdo con los juegos (campos), lo que equivaldría a las diferentes formas de capital: económico, cultural, social, que posee cada agente en un respectivo campo. Finalmente el capital simbólico, que se presenta como una forma particular de capital, que es la forma que adopta el capital de cualquiera de esas especies, cuando es percibido con ciertas categorías de percepción, o sea cuando es conocido y reconocido. “Las fuerzas que son activas en el campo y que por lo mismo, el analista selecciona como pertinentes, porque producen las diferencias más importantes, son aquellas que definen el capital específico, “ …un capital solo existe y funciona en relación con un campo; confiere un poder sobre el campo, sobre los instrumentos materializados o incorporados de producción o reproducción, cuya distribución constituye la estructura misma del campo, así como sobre las regularidades y las reglas que definen el funcionamiento ordinario del campo, y de ahí, sobre las ganancias que se generan en el mismo”.6 El campo es un escenario de relaciones de fuerzas y de luchas encaminadas a transformarlo, por consiguiente es un sitio de cambio permanente, y a diferencia de un “ sistema”, la coherencia que puede observarse en un estado dado del campo, la reproducción de sus estructuras, es el resultado del conflicto, la lucha y la competencia, y no de una especie de autodesarrollo inmanente de la estructura, como lo propone la concepción luhmaniana del derecho como sistema. Cada subcampo posee su propia lógica, reglas y regularidades específicas, y cada etapa de la subdivisión de un campo produce un verdadero salto cualitativo (el paso del campo literario al de la novela, o al del teatro). Esto le da al campo una dinámica y una maleabilidad muy peculiar, configura una estructura de probabilidades, recompensas, ganancias y sanciones, que implican cierto grado de indeterminación y lo hace diferente al determinismo rígido del estructuralismo clásico. Hay una interdependencia estrecha entre las nociones de campo y capital. La estrategia de juego del agente en el campo, jugadas mas o menos prudentes o arriesgadas, mas o menos subversivas o conservadoras, dependen del volumen total de sus fichas, o sea del volumen global y de la estructura de su capital, pero también de la evolución en el tiempo de ese volumen y estructura, o 4 En Respuestas por una antropología reflexiva, Bourdieu en las notas al capítulo 2, ejemplificando el espacio que puede abarcar un campo, o subcampo dice: “El concepto de campo puede emplearse en diferentes niveles de “agregación”: en la universidad, el conjunto de disciplinas, o la Facultad de Ciencias Humanas; en la economía, el mercado constituido por todas las sociedades constructoras de casas particulares, o la empresa considerada como una unidad relativamente autónoma. 5 Bourdieu P. y Wacquant L.J., Respuestas por una antropología reflexiva,, Op. Cit. Pág. 64 6 Op. Cit., Pág. 67

4 sea de su trayectoria social y de las disposiciones o “habitus ” que son constituidas o determinadas por cierta estructura objetiva de posibilidades con que cuenta el agente en el espacio social. C. Las estructuras sociales incorporadas en los cuerpos y las mentes: el “habitus” Bourdieu, decíamos, reintroduce así la experiencia inmediata de los agentes, en una segunda ruptura, ahora con el objetivismo, los cuales sostienen esas categorías de percepción y apreciación del mundo que guiarán sus acciones y representaciones, como un sistema de enclasamiento del mundo social, el espacio de los estilos de vida. En ese sentido, en su trabajo La Distinción, dirá: “Sistema de esquemas generadores de prácticas que expresa de forma sistemática la necesidad y las libertades inherentes a la condición de clase y a la diferencia constitutiva de la posición, el habitus aprehende las diferencias de condición, que retiene bajo la forma de diferencias entre unas prácticas enclasadas y enclasantes (como productos del habitus), según unos principios de diferenciación que, al ser a su vez productos de estas diferencias, son objetivamente atribuidos a estas y tienden por consiguiente a percibirlas como naturales. Si es preciso reafirmar contra todas las formas de mecanismo, que la experiencia ordinaria del mundo social es un conocimiento, no es menos importante hacer resaltar, contra la ilusión de la generación espontánea de la conciencia a la que se reducen tantas teorías de la “toma de conciencia”, que el conocimiento primero es desconocimiento, reconocimiento de un orden establecido que también lo está en el cerebro”.7 Propone una sociología “de la percepción del mundo social, es decir una sociología de la construcción de las visiones del mundo, que contribuyen también a la construcción de ese mundo. Pero dado que hemos construido el espacio social, sabemos que estos puntos de vista, la palabra misma lo dice, son vistas tomadas a partir de un punto, es decir de una posición determinada en el espacio social. Y también habrá puntos de vista diferentes o aún antagónicos, puesto que los puntos de vista dependen del punto del cual son tomados, puesto que la visión que cada agente tiene del espacio depende de su posición en ese espacio.”8 Bourdieu en contra del idealismo, recuerda que el principio de esa construcción no es el sistema de las formas apriorísticas y de las categorías universales propias de un sujeto trascendental, sino una suerte de trascendente histórico, un sistema socialmente construido de disposiciones estructurantes y estructuradas, adquirido mediante la práctica y siempre orientado hacia funciones prácticas. La noción de habitus, según Bourdieu, “intenta posibilitar una teoría materialista del conocimiento, que no relegue al idealismo la idea de que cualquier conocimiento ingenuo o científico, requiere un trabajo de construcción; y recalca que este trabajo no tiene nada en común con un trabajo meramente intelectual y se trata de una actividad de construcción, incluso de reflexión práctica, que las nociones comunes de pensamiento, conciencia y conocimiento, nos impiden concebir adecuadamente.”9 Hay una búsqueda de formas invariantes de percepción de la realidad social, pero esas construcciones del mundo social no se operan en el vacío social, sino que están sometidas a coacciones estructurales del mundo objetivo. Por otra parte las estructuras cognitivas de los agentes (estructuras estructurantes) que son ellas mismas estructuradas por una génesis social y la construcción de la realidad social, no es una empresa exclusivamente individual, sino es también una empresa colectiva. “Las representaciones de los agentes varían según su posición (y los intereses asociados) y según sus habitus como sistema de esquemas de percepción y apreciación, como estructuras cognitivas y evaluativos que adquieren a través de la experiencia duradera de una posición en el mundo social. El habitus es a la vez un sistema de esquemas de producción de 7

Bourdieu Pierre, La Distinción, Criterios y bases sociales del gusto, trad. de Mª C.Ruiz de Elvira, Madrid, Taurus, 1988; Pág. 171 8 Bourdieu, Pierre, “Cosas dichas”, trad. M. Mizraji, Buenos Aires, Editorial Gedisa, 1988; Pag. 133. 9 Bourdieu P. y Wacquant L.J., Respuestas por una antropología reflexiva”, Cap. 3, Pág. 83

5 prácticas y un sistema de esquemas de percepción y de apreciación de prácticas. Y en los dos casos, sus operaciones expresan su posición social en la cual se ha construido.”10 Bourdieu rehúsa establecer línea clara de demarcación entre lo externo y lo interno, lo consciente y lo inconsciente, lo corporal y lo discursivo. Lois Wacquan sintetiza esa lógica imprecisa del sentido práctico, el habitus, en el rechazo de la dualidad u oposición entre cuerpo y espíritu, comprensión y sensibilidad, sujeto y objeto y dirá: “Intenta aprehender la intencionalidad sin intención, el dominio prerreflexivo e infraconsciente del mundo social que los agentes adquieren por el hecho mismo de su prolongada inmersión en él…”. Hace referencia a la idea que Bourdieu toma de Merleau-Ponty11 sobre la corporeidad intrínseca del contacto preobjetivo entre sujeto y objeto, y dirá que el cuerpo es considerado como fuente de intencionalidad práctica, como principio de una significación intersubjetiva arraigada en el nivel preobjetivo de la experiencia. Según Merleau-Ponty, esta sociología estructural incorpora una fenomenología de la “unidad antepredicativa del mundo y de nuestra vida”, trata al cuerpo socializado no como objeto sino como depositario de una capacidad generativa y creadora para comprender, como el soporte activo de una forma de saber cinestésico dotado de poder estructurante. Para Bourdieu, siguiendo esta línea de pensamiento, “la relación entre el agente social y el mundo no es la existente entre un sujeto (o una consciencia) y un objeto, sino aquella de complicidad ontológica, o de posesión mutua –entre el habitus como principio socialmente integrado de percepción y de apreciación, y el mundo que lo determina”12 Observa que constituye al mundo como significante al anticipar espontáneamente sus tendencias inmanentes de la misma manera que el jugador de fútbol, analizado por Merleau-Ponty, en “La structure du comportament”. El jugador tiene una exacta visión del juego, una clara ubicación de los adversarios y de sus compañeros de equipo, de sus movimientos, actúa en forma “inspirada”, creativa y profesional, sin recurrir a la reflexión, a la razón calculadora, ya que el desarrollo del juego, en un momento crucial, no lo permitiría, no daría tiempo para la reflexión. El habitus, explica Wacquant, “está indisociablemente ligado con la imprecisión y la ambigüedad”, y a que obedece a “una lógica práctica, es decir, aquella de la vaguedad y la aproximación, que define la relación con el mundo ordinario”, y que “es lógica en la medida en que ser lógico se aparta de ser práctico”13 III. El Habitus y su ruptura con la racionalidad instrumental. Pierre Bourdieu, desarrolla la filosofía de la acción, o el concepto del sentido práctico (habitus), teniendo como función principal la de marcar la ruptura con la filosofía de la acción racional, representada en particular por la teoría del “homo oeconomicus”, como ag...


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