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LOS ROLES. ¿IMPUESTOS O AUTOIMPUESTOS? ¿BUENOS O MALOS?

El concepto de rol, puede ser definido de múltiples formas atendiendo a su significado tan amplio y desarrollado. Una sencilla forma de entenderlo, sería como aquel papel que representamos cuando nos encontramos en interacción dentro de un determinado grupo social. Nuestra conducta se amolda a lo que los demás esperan de nosotros y se vínculo con una posición dentro del grupo.

¿Cómo surge y se desarrolla este rol? En el inicio de nuestras interacciones en grupo, nuestras expectativas de cumplimiento de un determinado rol, se depositan sobre cada uno de los miembros del grupo. En función a determinadas características de personalidad y actitudes que las personas muestran, vamos configurando y distribuyendo de forma implícita, quien asumirá en primer lugar el rol de líder, y así con cada uno de los demás. Estos roles nacen sobretodo de las expectativas del grupo, y a cada cual se le adscribe una responsabilidad a desempeñar dentro del grupo. No los elegimos nosotros de forma individual y aislada, sino que están condicionados por el contexto y el tipo de interacciones que se dan. Hasta tal punto, puede llegar a identificarte un determinado rol, dentro de un grupo que puedes acabar llevando a cabo, conductas opuestas a tus creencias o valores personales; sin sentirte responsable de las mismas. Si consideras que el rol que desempeñas así lo prescribe.

Pero entonces… ¿Se remite tan solo el rol a un constructo autoimpuesto? Aquí es necesario atender a las dos dimensiones que podemos encontrar en la formación de los roles. Ya que, ambas interactúan de forma conjunta y dependen la una de la otra. La primera es la dimensión situacional, es decir lo que los demás esperan de nosotros. Sus expectativas respecto a nuestra forma de actuar.

Cuando una persona es caracterizada con un determinado rol se tiende a atribuirle todas las características de dicho rol, independientemente de los atributos individuales de este. Sin embargo, esto no ocurre siempre así puesto que en la formación de estas expectativas por parte del grupo sobre el individuo interviene también la dimensión personal de este mismo. Es decir, todas aquellas actitudes propias de la personalidad del individuo. Ahora bien, depende mucho aquí de las actitudes que este muestre con respecto al grupo. Factores como rasgos de personalidad más extrovertidos, más asertividad, manejo de habilidades sociales, carisma, forma de comunicar… propios de la persona contribuirán a influenciar en mayor medida el rol asignado a este mismo. Es decir, aquí los roles quedarían sintetizados en las actitudes. Si estas son consideradas como predisposiciones permanentes de actuar de manera determinada frente a los demás dentro de un grupo restringido. En definitiva y considerando ambas dimensiones. Los roles no solo actúan como un una etiqueta autoimpuesta de expectativas del grupo referentes a objetivos y necesidades. Sino que también intervienen las características más personales, como los valores, aptitudes… de cada uno de los miembros del grupo.

El concepto de norma en interacción con el de rol Otro concepto que aparece muy unido al de rol es el de norma. Las normas son reglas establecidas para hacer fijas las conductas de los miembros de un grupo. Uniendo esta definición con la de rol, podemos matizar más aún esta última. Entendiendo el rol como un conjunto de normas que se aplican a las conductas de las personas cuando estas se manifiestan en relación con algún problema externo o la simple convivencia. Es importante destacar que la diferenciación de roles de la que hemos ido hablando. Surge muchas veces de un problema que terminada situación plantea al grupo. Como se da la toma de soluciones para reequilibrarlo puede contribuir, a la variación o nueva asignación de roles.

¿Quién eres tú? ¿La persona de ideas o el sujeto más querido? Cabe destacar que la tipología de roles por parte de algunos autores está estrechamente ligada a la diferenciación de las características propias de la persona, que entra en un grupo social para cubrir cierto tipo de necesidades personales, como sentido de pertenencia, refuerzo de identidad, de autoestima, protección ante amenazas…

irrelevantes para el grupo. Y las orientadas al cumplimiento de metas comunes en base a resolución de tareas, estructuración de actitudes… En la diferenciación de los roles dentro del cumplimiento de metas. Algunos autores apuntan a dos tipos de roles diferenciadores que se dan dentro del grupo. El puesto de líder, “el miembro de ideas” que se centra en la tarea y desempeña un rol más agresivo y el “sujeto más querido”, el cual se centra en enfocar las interacciones hacia reacciones emocionales más positivas.

Dificultades presentes en el desempeño de roles Mientras exista un desempeño adecuado de los roles va a haber un funcionamiento adecuado en cuanto a productividad, como para el clima, dinámica, y relaciones predominantes dentro del mismo grupo. Sin embargo, el desempeño de roles en ocasiones presenta dificultades y se produce lo que se denomina “tensión de rol”. Esto puede surgir ya sea por una incompatibilidad entre aspectos individuales de la persona y las expectativas de su rol, por las características del sistema; lo que lleva a que la persona se encuentre sometida a expectativas conflictivas. También por las exigencias que pueden surgir al cambiar de una posición a otra o las recompensas inadecuadas a cambio del desempeño del rol ;como por ejemplo poco reconocimiento.

Un arma de doble filo. Queda evidenciado que no somos iguales cuando estamos solos que cuando estamos en grupo. Los roles son necesarios para configurar un ajuste en las interacciones que se dan entre las personas. Estos engranajes tienen el propósito de compensar al grupo como unidad social y a cada individuo por separado. No obstante, existen muchos riesgos aquí que afectan a las personas en estos procesos de composición de grupos , reparto de roles, estatus…El efecto de un determinado rol, que actúa sobre nosotros dentro de un grupo, puede llevarnos a alejarnos de nuestra dimensión personal. Y a empezar a actuar en base a lo que los demás esperan de nosotros. Afectando esto a nuestro autoconcepto y por consiguiente a nuestra autoestima.

Lo que nos puede llevar aún más, a desarrollar conductas de riesgo para los demás e incluso para nosotros mismos....