Monografía: MUJERES EN LA HISTORIA ARGENTINA PDF

Title Monografía: MUJERES EN LA HISTORIA ARGENTINA
Course Historia Argentina I
Institution Universidad Nacional de Lanús
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TRABAJO MONOGRÁFICO nº1

LAS MUJERES EN LA HISTORIA ARGENTINA

Prada Preve, Lucía Sanz, Camila Signetti Demand, Aldana

INTRODUCCION En este trabajo monográfico intentaremos exponer brevemente el papel de algunas de las mujeres más importantes y silenciadas de la historia de Latinoamérica. Las mujeres de América del Sur, a principios del siglo XIX, tuvieron una importante participación en la independencia de Latinoamérica. Como resultado de la situación de la época nació un “tipo de mujer” que tuvieron antecedentes como señoras rudas, inteligentes, dominantes. Participaron como espías infiltradas en los ejércitos, vistieron el traje militar, o masculinizaron su persona y sus nombres para poder entrar en las diferentes batallas de la época. En Argentina se pueden verificar la presencia de varias figuras femeninas que quedaron en la memoria colectiva o en la sencilla leyenda de los pueblos del litoral y del norte. Una de las mujeres más importante en la independencia alto-peruana fue la señora Juana Azurduy de Padilla, quien luchó junto a su marido Manuel Padilla y fue distinguida por el general Güemes con el título de Teniente Coronela de la Independencia, entre muchas otras mujeres que participaron en los hechos históricos de este país y en la construcción de una identidad. Representó la incorporación plena de la mujer a la guerra, acción desvalorizada en su época. Otra mujer importante de la época fue Mariquita Sánchez de Thompson, reconocida por sus tertulias en las cuales asistían importantes personalidades políticas y culturales de la Argentina del siglo XIX. Fue una importante mujer política que defendió la libertad y la educación para las mujeres. Encarnación Ezcurra fue una importante política argentina siempre dispuesta a apoyar a su marido Juan Manuel de Rosas. Se la conocía como “la heroína de la Federación” y se la recuerda especialmente por su participación en la Revolución de los Restauradores, que apoyaban al régimen de su marido.

JUANA AZURDUY Juana Azurduy Bermúdez fue una patriota del Alto Perú que luchó en las Guerras de independencia hispanoamericanas por la emancipación del Virreinato del Río de la Plata contra el Reino de España. A la muerte de su marido, Manuel Asencio Padilla, asumió la comandancia de las guerrillas que conformaron la luego denominada Republiqueta de La Laguna, por lo que es honrada su memoria en la Argentina y en Bolivia. En el Alto Perú Juana Azurduy, junto a su esposo, simbolizan lo popular y lo indio la revolución sudamericana. Combatieron por la libertad del Alto Perú desde la revolución de Chuquisaca y la Paz en 1809. Lucharon sin descanso el 25 de mayo de 1810. Ellos y los cientos de caudillos indios y gauchos, junto a Güemes en Salta, fueron quienes impidieron que luego de las sucesivas derrotas de los ejércitos porteños al Norte, los realistas pudieran avanzar sobre Buenos Aires y destruyeran la revolución. La guerra por la independencia la encontró luchando en las filas patriotas como un hombre más. Manuel Belgrano, por su valentía y coraje, le entregó su espada, y recomendó al director supremo Pueyrredón que se la nombrara teniente coronela de las Milicias Partidarias de los Decididos del Perú.

Juana Azurduy nació en la Chuquisaca universitaria, antigua La Plata y actual Sucre, un 12 de julio de 1780, año donde La Paz fue sitiada por Túpac Amaru que lanzó su revolución indígena que estuvo a punto de quitarle a España los virreinatos del Perú y del Plata. Esa rebelión abrió el camino de la libertad pese a su derrota. Durante su infancia su familia tuvo un buen pasar, aprendió el quechua y el aymará. Trabajaba en el campo y se relacionaba con los indios y campesinos. A la muerte de su madre y luego de su padre, quedó cargo de sus tíos. Fue una adolescente rebelde por lo que la internaron en un Convento. Era rebelde, organizaba reuniones clandestinas en las que conoció con detalle la vida de Túpac Amaru. Juana y Manuel Padilla establecieron una relación de amistad y éste compartía su conocimiento adquirido en la universidad de Chuquisaca sobre la revolución Francesa, las ideas republicanas, la lucha por la libertad, la igualdad, la fraternidad y los nombres de Castells, Moreno y Monteagudo, entre otros. Se casaron el 8 de marzo de 1805. Tenían buena posición económica, pero como Manuel era criollo no pudo participar de cargos en el cabildo. Con la caída de Fernando VII bajo la ocupación de Napoleón, el 25 de mayo de 1809 fue la revolución de Potosí. Manuel Padilla se sumó a la resistencia y triunfó. Juró servir a la causa y vengó a los patriotas fusilados en el levantamiento de La Paz. Al año siguiente de la Revolución de Mayo, Manuel Padilla se unió a Martín Miguel de Güemes y combatieron al ejército realista. Juana quiso acompañarlos pero estaba prohibida la presencia de mujeres en el ejército. Su casa fue confiscada y debió ocultarse. Manuel Padilla se enfrentó con las tropas realistas, venció en varias oportunidades y su nombre comenzó a difundirse. En 1813 los revolucionarios ocuparon Potosí y, ahora sí, Juana y su marido se encargaron de organizar el ejército. Su ejemplo hizo que muchas mujeres se sumaran a la lucha. En poco tiempo, el prestigio de Juana Azurduy se incrementó, los indígenas prácticamente la convirtieron en objeto de culto y los soldados de su marido veían en ella una madre y esposa ejemplar, pero sobre todo una guerrera. La lucha se desplazó al nordeste de Bolivia, se le llamó la "Guerra de las Republiquetas" o “montoneras del Alto Perú”. Cada cerro, sierra o valle se declaraba autónomo y era foco de resistencia. Cada republiqueta se constituía mayoritariamente de población indígena o mestiza y reconocía a un jefe, Manuel Padilla fue uno de ellos. En el mes de marzo de 1814 Azurduy y Padilla vencieron a los realistas en Tarvita y Pomabamba, el jefe del ejército español los persiguió y las tropas revolucionarias debieron dividirse: Padilla hacia La Laguna y Juana Azurduy hacia una zona pantanosa con sus cuatro hijos pequeños. Allí se enfermaron y sus cuatro hijos murieron. Con su hija recién nacida, Luisa, huyó a caballo y logró llegar con vida a la otra orilla. La hija quedó a cargo de una india que la cuidó durante el resto de los años en que su madre continuó luchando por la independencia americana. En 1816 Juana y su esposo sitiaron por segunda vez la ciudad de Chuquisaca. En Tinteros, Manuel Ascencio Padilla murió. Manuel Belgrano envió una carta a Juana Azurduy donde la nombraba teniente coronel. La cabeza de Padilla fue exhibida en la plaza pública durante

meses, ésta se convirtió en un símbolo de la resistencia. El 15 de mayo de 1817 Juana la recuperó. Juana Azurduy intentó reorganizar la tropa sin recursos, acosada por el enemigo. Decidió dirigirse a Salta a combatir junto a las tropas de Güemes, con quien estuvo tres años hasta que éste murió en 1821. Decidió regresar junto a su hija y en 1825 logró que el gobierno le dé cuatro mulas y cinco pesos para poder regresar. Ese mismo año se declaró la independencia de Bolivia y le otorgaron a Juana una pensión, que le fue quitada en 1857 bajo el gobierno de José María Linares. Juana Azurduy murió olvidada y en la pobreza en 1862 cuando estaba por cumplir 82 años. Sus restos fueron exhumados 100 años después, para ser guardados en un mausoleo que se construyó en su homenaje.

MARIQUITA SÁNCHEZ DE THOMPSON Mariquita Sánchez de Thompson es conocida como la “Gran Anfitriona Nacional”, gracias a que en su casa se entonó por primera vez el Himno Nacional. Pero más allá de eso, Mariquita fue una importante mujer política argentina, defensora de la educación para las mujeres y una fina cronista. Patriota argentina, casada, primero, con Martín Jacobo Thompson, y luego, con Juan Washington de Mendeville. Sus tertulias convocaban a los principales personajes de su tiempo. Nació el 1° de Noviembre de 1786, hija del granadino Cecilio Sánchez de Velazco y la porteña Magdalena Trillo, pertenecientes a una familia cuyos títulos de nobleza se remontan al siglo XV. Su padre ejerció importantes cargos militares y civiles en Buenos Aires, en ese momento, capital del Virreinato del Río de la Plata. Cuando Mariquita conoció a Martín Thompson, distinguido marino alférez de fragata, sus padres se opusieron a su matrimonio ya que tenían su propio candidato, pero en 1804, ella inició juicio de disenso y el virrey Sobremonte le dio el consentimiento. Se casaron en 1805 y desde ese momento, Mariquita estuvo ligada a los acontecimientos públicos, se involucró en la causa de la libertad y colaboró con las empresas patrióticas. Durante las invasiones inglesas de 1806 y 1807 los Thompson defendieron Buenos Aires, y en la Revolución de Mayo su marido fue uno de los ciudadanos que votaron en el Cabildo. A su vez, Mariquita confeccionó escarapelas para las tropas libertadoras y organizó colectas de dinero y de armas. Las tertulias en su hogar reunieron a importantes personalidades (como Liniers, Pueyrredón, San Martín, Alvear, Rivadavia, entre otros), atraídas por su hospitalidad. Allí se debatían los más delicados problemas, y en 1813 se cantó por primera vez el Himno Nacional. Tuvo cinco hijos con Thompson, quien enloqueció y falleció en el viaje a una misión especial ante el gobierno de Estados Unidos en 1817.

En 1820 contrajo matrimonio por segunda vez, con Washington de Mendeville, joven aristócrata francés que había huido de su patria. El 24 de abril reabrió su salón, en el cual brillaba por su simpatía, cultura y refinamiento. Su tertulia se convirtió en lugar de visita para los extranjeros que pasaban por Buenos Aires, sobre todo cuando su esposo fue nombrado cónsul general de Francia en esta ciudad. Los mejores años de Mariquita son cuando sus amigos, los partidarios de Rivadavia se encuentran en el poder, ya que se la mima y agasaja en su tertulia y también en reuniones artísticas. A su vez, trabajó con Rivadavia, con quien compartía el ideal de la educación de la mujer, para fundar la Sociedad de Beneficencia, que dirigiría el Hospital, la Cárcel de Mujeres, la Casa de Expósitos y todas las escuelas de niñas de la ciudad y la campaña. Fue secretaria de la Sociedad y en 1828, su presidenta. En 1830 el rey Luis Felipe de Francia reemplaza a Mendeville, pero Rosas, gobernador de Buenos Aires y encargado de las relaciones exteriores de todas las provincias, se niega a reconocer esta medida ya que no se había consultado la voluntad de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Instigada por su marido, leal a su monarca, Mariquita le escribe para que cambie su decisión, y Rosas cuestiona a Mariquita preguntado si le escribió “una americana o una francesa”, a lo que ella responde que servirá a su país a menos que se este se oponga a Francia, ya que su marido es francés y sirve a su nación. Luego de esto, Mendeville regresa a Francia y nunca más ve a su esposa, con quien tuvo un sólo hijo, y la figura de Mariquita se ensucia cuando muere el nuevo cónsul francés Durante el resto del gobierno de Rosas ella se exilió a Montevideo, ya que a pesar de su vieja amistad, Mariquita se vuelve opositora y admite que “le tiene miedo”. Al regresar a Buenos Aires, reabrió su salón y fue marcadamente antirrosista. En 1852, con la caída de Rosas, es vocal de la Sociedad de Beneficencia y tienen enfrentamientos con su amigo Sarmiento, gracias a sus ideas divergentes sobre la educación de las mujeres. Murió el 23 de Octubre de 1868, a los ochenta y dos años de edad.

ENCARNACIÓN EZCURRA Previo a desarrollar la importancia política de la no tan reconocida Encarnación Ezcurra, Es fundamental remarcar la alternancia de administraciones unitarias y federales que se dieron en Buenos Aires desde 1827 y hasta 1832. Caído el presidente Bernardino Rivadavia en julio de 1827 tras intentar la aplicación de una constitución profundamente unitaria, que recibió las quejas naturales de los caudillos federales del interior, y donde, además, había cedido la soberanía de la Banda Oriental al Imperio del Brasil, al cual nuestras fuerzas venían derrotando en la guerra desde 1825, le sucede por un breve periodo Vicente López y Planes. El Congreso

Nacional se disuelve y la provincia de Buenos Aires recupera su autonomía, y entonces es elegido como gobernador bonaerense el coronel y federal Manuel Dorrego. Dorrego celebró diversos tratados con las provincias de Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y Córdoba con el fin de organizar la nación. Sin embargo, los antiguos funcionarios y simpatizantes de Rivadavia intentaron desestabilizar al gobierno federal que ahora estaba en el poder. Así, el 13 de diciembre de 1828 es fusilado Manuel Dorrego en Navarro por orden de Lavalle, quien accede a la gobernación de la provincia de Buenos Aires. Sin embargo, el partido unitario era antipopular en la campaña, por eso durante la primera mitad del año 1829 se llevará a cabo un operativo tendiente a eliminar a los federales que apoyaban a Juan Manuel de Rosas, quien ya había llegado a ser Comandante General de Campaña. Las sucesivas derrotas militares de los unitarios hicieron que Lavalle fugue hacia Montevideo, mientras que en Buenos Aires se conformaba un gobierno provisional en cuya cabeza se ubicó a Juan José Viamonte. Finalmente, el 6 de diciembre de 1829 asume Juan Manuel de Rosas como gobernador de la provincia de Buenos Aires. La primera administración rosista se extenderá hasta el 17 de diciembre de 1832, fecha en la que renuncia porque la legislatura no le quiso otorgar facultades extraordinarias. Pero el Restaurador de las Leyes, además, hacía tiempo que quería emprender una campaña por los desiertos del sur para luchar contra las tribus aborígenes que saqueaban los campos y pueblos fronterizos nacionales. Le sucedió a Rosas un gobernador llamado Juan Ramón González Balcarce, un federal que se dejó dominar por los enemigos de su antecesor. En las calles de Buenos Aires hay atentados todos los días, lo mismo que asesinatos. Se oyen gritos, amenazas y peleas con armas que parecen no tener fin. El gobernador González Balcarce decide entonces expulsar o eliminar a todos aquellos federales considerados partidarios de Rosas. Totalmente debilitado frente a la acción de los Restauradores, presenta la renuncia el 4 de noviembre de 1833. En noviembre de 1833 asume el gobierno de la provincia de Buenos Aires Juan José Viamonte y aquí también se está en presencia de un hombre que favorece los designios del bando unitario exiliado en Montevideo. El clima tenso volvía a reaparecer sobre Buenos Aires. Además, hay alianzas oscuras entre unitarios salvajes y gobiernos extranjeros que salen a la luz. Juan Manuel de Rosas termina la campaña del desierto el 25 de marzo de 1834. Por otro lado, Viamonte ya estaba agobiado por no poder frenar el accionar de la establecida Sociedad Popular Restauradora y los mazorqueros, ante esta situación, el 27 de junio de 1834 presenta la renuncia y lo sucede Manuel Vicente Maza, un federal “de casaca” que tampoco pudo resolver la anarquía cada vez más acentuada en el país. El crimen del general Juan Facundo Quiroga, ocurrido el 16 de febrero de 1835, hizo que Maza renuncie a su cargo y le cediera el mando a Juan Manuel de Rosas, esta vez con el otorgamiento, mediante un plebiscito, de las facultades extraordinarias.

María de la Encarnación Ezcurra y Arguibel (Buenos Aires, 25 de marzo de 1795 – Buenos Aires, 20 de octubre de 1838), mejor conocida como Encarnación Ezcurra, fue una política argentina, esposa de Juan Manuel de Rosas. Hija de Juan Ignacio Ezcurra y Teodora de Arguibel, Encarnación Ezcurra nace dentro de la clase alta del virreinato y se educa en un ambiente severo. La sociedad del momento estaba sumergida en las luchas y guerras civiles que dieron lugar a un cambio dentro de las familias y de las estructuras femeninas, que originaron para algunas de ellas una forma de escape hacia todo tipo de vida casera. Así, dichas mujeres alcanzaron el poder a través de sus familiares o, como era típico en la época, por medio de alianzas matrimoniales. En el caso de Encarnación, ella logra un cierto poder a través de su casamiento con Don Juan Manuel de Rosas. Un casamiento, según los historiadores, basado en el simulacro de un supuesto embarazo para poder obtener la aprobación de su suegra. Tenía dieciocho años cuando, el 16 de marzo de 1813, se casó con don Juan Manuel de Rosas. Del matrimonio nacieron los siguientes hijos: María de la Encarnación, nacida el 26 de marzo de 1816, y bautizada de urgencia, que no sobrevivió; Manuela Robustiana, que nació el 24 de mayo de 1817, y Juan Bautista Pedro, que vio la luz el 30 de junio de 1814 y que falleció el 3 de julio de 1870. Desde ese momento se convertiría en la más fiel seguidora política de su marido, ayudándolo en las circunstancias más difíciles. Su rol como impulsora de la Revolución de los Restauradores e impulsora de la Sociedad Popular Restauradora —mientras su marido se encontraba sobrellevando la Campaña al Desierto— le aseguró a su esposo los 17 años de control después de 1835, ya que la mencionada revolución derrocó a Juan Ramón González Balcarce. Poco después, se creó la Mazorca, brazo armado de la Sociedad, y ésta presionó a todos los gobiernos del interior, asegurándole a Rosas el deseo público de que se hiciera efectivo su retorno al gobierno y provocando que la Junta de Representantes, la encargada de designar gobernadores, viera a su esposo como la única opción para restablecer el orden social en la provincia. Sin embargo, la clave de ambas creaciones, fue el apoyo firme que Encarnación se había ganado del pueblo. La alta sociedad porteña no le perdonaba a Encarnación Ezcurra el trato cordial que mantenía con pardos, mulatos, gauchos, indios, comisarios y soldados, todos ellos considerados entonces como representantes de las capas sociales más bajas. Aparte de entablar amistades tan grotescas para la época, pues, su familia era de las más pudientes de Buenos Aires, doña Encarnación sabía que al ganarse el cariño de los sectores más populares le traería a Rosas un caudal muy grande de seguidores, votantes y soldados para sus campañas, y también espías y matones para las campañas políticas de los federales. En este sentido, es importante destacar una carta que Rosas le manda a Encarnación, mientras hacía la Campaña al Desierto, en noviembre de 1833, donde le dice: “Ya has visto lo que vale la amistad de los pobres y por ello cuánto importa el sostenerla para atraer y cultivar sus voluntades. No cortes, pues, sus correspondencias. Escríbeles con frecuencia, mándales cualquier regalo sin que te duela gastar en eso. Digo lo mismo respecto de las madres y mujeres de los pardos y morenos que son fieles. No repares, repito, en visitar a las que lo merezcan y llevarlas a tus distracciones rurales, como también en socorrerlas con lo que

puedas en sus desgracias. A los amigos fieles que te hayan servido déjalos que jueguen al billar en casa y obséquialos con lo que puedas”. Tanta firmeza y decisión la ubicó, entre 1833 y 1834, como operadora política de excelencia cuando todo parecía indicar el debilitamiento de la influencia de Juan Manuel de Rosas en la provincia de Buenos Aires. Es durante el gobierno de Balcarce que comienza a jugar un rol fundamental Encarnación Ezcurra, cuando el gobernador decide expulsar a todos aquellos federales considerados partidarios de Rosas. Al enterarse de los acontecimientos, la elige a su esposa como su informante desde la provincia de Buenos Aires. Ella, en su rol de operadora política rosista, manejará y movilizará a las capas populares y a los viejos colaboradores de Juan Manuel de Rosas en el alzamiento del 11 de octubre de 1833, más conocido como la Revolución de los Restauradores. Se dice que su hogar, en ese tiempo, parecía un comité por la cantidad de gente que lo frecuentaba. Desde los generales Ángel Pacheco y Agustín de Pinedo, pasando por los comisarios Ciriaco Cuitiño y Andrés Parra, y comandantes y milicianos de escuadrones procedentes de Lobos, Monte, Cañuelas y Matanza. Tras la caída de Balcarce frente a la Revolución Restauradora, asume Viamonte y, atenta como siempre, Encarnación Ezcurra presiente que aquí también se está en presencia de un hombre que favorece los designios del bando unitario exiliado en Montevideo. Contando con un avanzado sistema de espionaje e...


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