Practica 1, reflexión democracia ateniense PDF

Title Practica 1, reflexión democracia ateniense
Course Teoría y práctica de la Democracia
Institution Universidad Complutense de Madrid
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Practica 1, reflexión democracia ateniense...


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Teoría y práctica de las democracias Relaciones Internacionales 2.2

PRÁCTICA 1:

La palabra "democracia" deriva del término griego compuesto por demos, que significa "pueblo", cratein, que quiere decir "gobernar". El concepto, por tanto, significa literalmente "gobierno del pueblo". Esta palabra comienza a usarse en el siglo V a.C. en Atenas, la ciudadestado (polis) considerada el primer ejemplo de democracia y uno de los mayores ejemplos de los que se han nutrido los sistemas políticos democráticos de la actualidad. Tras la tiranía de los hijos de Pisistrato, Clístenes estableció en Atenas en torno a la segunda mitad del s. VI a.C. las bases de la democracia ateniense alcanzadas bajo el gobierno de Pericles. Tuvo una vida relativamente prolongada en comparación con las democracias liberales actuales, pues puede hablarse de la era democrática en Atenas desde las reformas de Clístenes alrededor del 508 a. C. hasta la supresión de las instituciones democráticas en 322 a. C. En otras palabras, podemos situar su inicio en “el siglo de oro de Pericles”, época de gran esplendor cultural debido a la importancia y la riqueza de las numerosas manifestaciones culturales que surgieron. Es precisamente del discurso de este político y orador ateniense de donde podemos sustraer los principios básicos de la democracia ateniense. Tucídides, en su obra clásica “Historia de la Guerra del Peloponeso”, más concretamente en el Discurso fúnebre de Pericles hacia las víctima de la guerra entre la Liga de Delos (Atenas) y la Liga del Peloponeso (Esparta), recoge el retrato idealizado que Pericles realiza de la democracia ateniense, exaltando los principios del mismo. En primer lugar, es necesario destacar la isonomía y la isegoría como puntos básicos de la democracia ateniense. Como recoge el libro II, “de acuerdo con nuestras leyes, [todos los ciudadanos poseen] igualdad de derechos”. A esta igualdad ante la ley se uniría, con los sofistas, la isegoría. Así todos los ciudadanos poseen la misma capacidad política y, además, existe un bien común de la polis que se satisface a través de la participación política. Más concretamente, a través de la deliberación. Esta idea de la deliberación, del debate común de los aspectos más importantes de la polis, se complementaría con el profundo orgullo y sentimiento del deber político de ciudadano

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ateniense. Quien no participaba en la Asamblea, era un “idiota” [“le consideramos al que no participa de estas cosas (…) un inútil”]. Así, se exponía la relación que existía entre el ciudadano y la polis, definida por el siguiente argumento tautológico: “La polis existe en tanto que los ciudadanos participan en la vida política de esta”. A través de esta reflexión, llegamos a otra de las características que se menciona de forma repetida en el discurso, el orgullo ateniense de su sistema [“por todo ello la ciudad es digna de admiración”]. Este orgullo, como afirmó Pericles, no solamente es hacia la polis, también hacia los propios ciudadanos que son quienes la han engrandecido, y hacia los antepasados por dejarles tan preciada herencia. No podemos olvidar que la democracia ateniense también estaba caracterizada por la idea de ciudadanía limitada y por el reducido número de habitantes. De hecho, fue la condición indispensable para que este sistema funcionara. En realidad, todo este modelo descansa sobre la concepción positiva de los seres humanos, de los ciudadanos más bien, como seres racionales, dotados de isonomía e isegoría innatas. Al igual que Hobbes definió al ser humano como una bestia, un lobo para el hombre, y señaló el modelo absolutista como la forma política más adecuada para someter al “lobo”; la democracia sería el sistema óptimo para que los ciudadanos pudieran desarrollar sus cualidades racionales innatas. Podemos señalar, a partir de este punto, una de las múltiples críticas de este modelo, en este caso, realizadas por Aristóteles. Según el filósofo estagirita, los principios de igualdad absoluta de la democracia ateniense son valores corrompidos y falsos ya que no todos los ciudadanos tienen la misma virtud. Aristóteles lanza una crítica férrea a este sistema afirmando que es el gobierno de los pobres orientada al interés de los mismos, silenciando las voces de los mejores. Por ello, frente a esta clase social (y también a la clase más adinerada), defiende a la clase media (la clase virtuosa). Dependiendo de quién se imponga, si los “pobres” o los “ricos” existirá un sistema político democrático (demagogia) o una oligarquía. El estagirita defiende la aristocracia ya que o “bien gobiernan los mejores [aristoi] o bien lo hacen atendiendo a lo mejor [ariston] para la ciudad”. No obstante, admitiendo la legitimidad que otorgan los sistemas democráticos acaba apostando por un gobierno mixto. Es decir, un modelo que una los rasgos más destacables de la aristocracia y de la democracia, conformando la conocida “polieia” o República (en palabras de su mentor, Platón). Así, pese a que parte de su obra se centrara en la crítica de la democracia ateniense, su defensa de la república acabó siendo la fuente de la que bebieron las posteriores teorías del republicanismo que, en realidad, volvieron a impulsar algunos de los principios de la democracia ateniense.

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