Sexo y género en los textos astrológicos de la Antigüedad grecolatina PDF

Title Sexo y género en los textos astrológicos de la Antigüedad grecolatina
Author J. Martos Montiel
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CRISTÓBAL MACÍAS VILLALOBOS, JOSÉ MARÍA MAESTRE MAESTRE, JUAN FRANCISCO MARTOS MONTIEL (EDS.) EUROPA RENASCENS La cultura clásica en Andalucía y su proyección europea Libros Pórtico ZARAGOZA 2015 Europa Renascens. La cultura clásica en Andalucía y su proyección europea / Cristóbal Macías Villalobos,...


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Sexo y género en los textos astrológicos de la Antigüedad grecolatina Juan Francisco Martos Montiel

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UNA PROPUESTA DE EST UDIO DEL LÉXICO SEXUAL GRIEGO: LOS T EXT OS AST ROLÓGICOS Juan Francisco Mart os Mont iel "Aut oridades griegas en la ast rología medieval", en J. Maest re Maest re, J. G. Mont es Cala & alii (eds.), … Aurelio Pérez Jiménez AUT ORIDADES GRIEGAS EN LA AST ROLOGÍA MEDIEVAL. In J. Mª Maest re, G. Mont es Cala & alii (eds.), B… Aurelio Pérez Jiménez

CRISTÓBAL MACÍAS VILLALOBOS, JOSÉ MARÍA MAESTRE MAESTRE, JUAN FRANCISCO MARTOS MONTIEL (EDS.)

EUROPA RENASCENS La cultura clásica en Andalucía y su proyección europea

Libros Pórtico ZARAGOZA 2015

Europa Renascens. La cultura clásica en Andalucía y su proyección europea / Cristóbal Macías Villalobos, José María Maestre Maestre, Juan Francisco Martos Montiel (eds.). Federación Andaluza de Estudios Clásicos, Instituto de Estudios Humanísticos, Libros Pórtico, Zaragoza, 2015. 1 vol.; 1124 pp.; 17 x 24 cms. I.S.B.N: 978-84-7956-149-9 1. Filología Clásica Griega y Latina, Historia Antigua. 2. Filología Greco-Latina Medieval. 3. Humanismo y Tradición Clásica. 4. Didáctica de las Lenguas Clásicas. ed. I. Macías Villalobos, Cristóbal; ed. II. Maestre Maestre, José María; ed. III. Martos Montiel, Juan Francisco; ed. IV. Federación Andaluza de Estudios Clásicos; ed. V. Instituto de Estudios Humanísticos; ed. VI. Libros Pórtico.

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I.S.B.N.: 978-84-7956-149-9 DEPÓSITO LEGAL: Z 1713-2015 MAQUETACIÓN: Yanira Macías Fuentes IMPRIME: Ulzama Digital Impreso en España / Printed in Spain

SEXO Y GÉNERO EN LOS TEXTOS ASTROLÓGICOS DE LA ANTIGÜEDAD GRECOLATINA JUAN FRANCISCO MARTOS MONTIEL Universidad de Málaga [email protected] ABSTRACT We study the Greek and Roman astrological texts in order to collect and analize some of the many references to eroticism and sexuality that appear in them, which often include very precise indications on astral conjunctions and alignments that favor, according to its authors, attitudes and sexual behaviors of all kinds, both “normal” and “anomalous”. KEY WORDS Ancient astrology, Greek and Roman sexuality.

Tras elaborar el horóscopo de un niño enfermo, un astrólogo asegura a su madre que vivirá muchos años, pero, cuando le pide sus honorarios y ésta le dice que vuelva a cobrar al día siguiente, exclama: “¿Y qué pasa si el niño muere esta noche y me quedo sin mi paga?”. Este chiste, transmitido en la colección de historias jocosas conocida como Philogelos1, cuya redacción suele situarse en torno al siglo IV d. C., nos alerta sobre el escepticismo popular hacia las prácticas adivinatorias de los astrólogos, pero también puede revelarnos el grado de difusión que alcanzó esa antigua creencia y ponernos en la pista de su importancia para un conocimiento profundo de la sociedad y la cultura de la Antigüedad grecolatina. En efecto, entre las artes adivinatorias de la Antigüedad, la astrología fue sin duda la más perfeccionada y probablemente una de las más popu1

Atribuido a un Hierocles (o a Hierocles y Filagrio, según algunos manuscritos) del que poco sabemos con seguridad: cf. González Suarez (2010: 15-18). El chiste citado lleva el número 187 en la edición canónica de Thierfelder (1968) y presenta dos variantes con leves diferencias, entre ellas, por cierto, el nombre de la profesión en cuestión: ἀστρολόγος /  ἀστρονόµος.

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lares y extendidas, sobre todo en época romana e imperial, y su amplia divulgación, tanto entre la élite como entre las capas populares de la sociedad antigua, la convierte en una valiosa herramienta para determinar valores culturales generalmente aceptados desde finales de época helenística y durante el período romano. Originaria de Babilonia2, la astrología ganó un nuevo atractivo en el Egipto tolemaico, cuando la lógica y el método científico griegos contribuyeron a su desarrollo, y se convirtió en el centro de un amplio debate entre la gente culta. En efecto, el determinismo astrológico —esto es, la idea de que la configuración de estrellas y planetas determinan nuestro destino— planteaba profundas cuestiones sobre el hado y la libertad humana que contribuyeron largamente a las discusiones filosóficas y teológicas sobre estas materias3 e influyeron tanto en el pensamiento religioso como en las propias prácticas religiosas. Por otra parte, también entonces, como ocurre ahora, se discutía la validez de la astrología, cuyos detractores comenzaron a surgir desde el mismo momento en que los griegos tuvieron conocimiento de tales prácticas entre los caldeos, pero lo cierto es que muy pronto, y especialmente durante el período romano, prominentes científicos la aceptaron como una disciplina seria4. En esa época, además, la astrología dejó de ser dominio exclusivo de la élite culta e hizo sentir su influencia no sólo en la religión, sino también en medicina, filosofía y otros campos científicos, así como en muchos aspectos de la vida cotidiana5. La astrología, en fin, atrajo a tanta gente en el mundo griego y romano que incluso siglos más tarde el cristianismo, que sostuvo una larga polémica anti-astrológica, no pudo erradicarla por completo6. 2 Sobre los orígenes orientales de la astrología greco-romana, remitimos a la extensa bibliografía citada y comentada en Pérez Jiménez (2001: 137-140); vid. también más recientemente Oll (2010). 3 Sobre este tema vid. Amand de Mendieta (1945). 4 Por ejemplo, Claudio Tolomeo, quien al comienzo de su Tetrabiblos la defiende de sus críticos (1, 2 y 3; vid. también 4, 10). Para los argumentos antiguos a favor y en contra de la astrología, vid. Barton (1995: 27-94). 5 Junto al clásico estudio de Cumont (1937; citamos por la traducción italiana: 2003), vid. por ejemplo la citada monografía de Barton (1995) y el extenso artículo de M. Lawrence, “Hellenistic Astrology”, en la Internet Enciclopedia of Philosophy, , que estudia bien la relación de la astrología con las distintas escuelas filosóficas helenísticas. 6 En general, sobre la actitud del cristianismo temprano frente a la astrología pagana resultan fundamentales las monografías de Riedinger (1956) y de Hegedus (2007); en concreto, para la polémica anti-astrológica sostenida por los primeros cristianos es recomen-

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Estas consideraciones alumbran probablemente la razón por la que los textos astrológicos se nos han conservado en número relativamente amplio, mucho mayor que otros tratados de tipo “científico”, como manuales de onirocrítica y fisiognómica, y sólo comparable con los abundantes escritos sobre medicina de esa misma época. Sin embargo, estos textos son aún poco conocidos, por lo general, y escasamente manejados por la mayoría de los estudiosos de la Antigüedad; de hecho, a pesar de que desde finales del siglo XIX y sobre todo en la primera mitad del XX vieron la luz, tanto en primeras ediciones como en nuevas ediciones críticas, un número considerable de textos de autores y obras astrológicas, sólo en las últimas décadas se ha desarrollado en torno a ellos una literatura de análisis, crítica y comentario lo suficientemente amplia como para que estos textos comiencen a ser estudiados de manera más extendida entre los investigadores y tenidos en cuenta con mayor frecuencia en los estudios generales sobre historia, literatura y sociedad de época helenística y romana7. Y con razón, porque, al igual que aquellos otros escritos “científicos” a los que nos acabamos de referir, los astrológicos presentan una innegable importancia no sólo desde el punto de vista lingüístico y literario, sino también como documentos históricos y sociológicos, ya que dedican buena parte de su contenido a distinguir tipos de personas y comportamientos y a clasificarlos pormenorizadamente, aplicándoles una determinada axiología moral en la que juegan un papel importantísimo los sentimientos amorosos y las pulsiones sexuales8. En efecto, la astrología proporcionó diversas explicaciones “científicas” a las costumbres sexuales de la Antigüedad basándose en la influendable el artículo de Denzey (2003). Vid. también la útil visión de conjunto de Barton (1994: 64-85). 7 Vid. Pérez Jiménez (2001: 140-141), y más recientemente el artículo de Ch. Brennan, “The Rediscovery of Hellenistic Astrology”, consultable online en The Hellenistic Astrology Website, . En las pestañas “Texts” y “Astrologers” de este sitio web encontramos también información muy útil y actualizada sobre los textos astrológicos, tanto ediciones (entre las que destacan sin duda los veinte volúmenes del Catalogus Codicum Astrologorum Graecorum, publicado entre 1898 y 1953 por el editor bruselense Lamertin y en el que colaboraron los más prestigiosos especialistas de la época) como traducciones y comentarios. 8 Los manuales de onirocrítica y fisiognómica a los que nos hemos referido más arriba utilizan también en muchos casos distinciones y clasificaciones similares a las de los textos astrológicos y constituyen por tanto una utilísima fuente de información complementaria acerca de los estereotipos de sexo/género en la Antigüedad: vid. Barton (1994: 165 s.) y Gleason (1990: 397).

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cia de ciertos astros que, junto con el carácter, determinarían también la actitud o gustos sexuales de las personas9. Así, por ejemplo, Tolomeo explica (Tetr. 3, 15, 8-9) que, en una determinada conjunción del Sol y la Luna con Marte y Venus, si las luminarias están en signos “masculinos” (luego hablaremos de esto), incrementan en general “el carácter viril y activo del alma” (τὸ ἔπανδρον τῆς ψυχῆς καὶ δραστικώτερον); pero si los planetas están también en signos masculinos, entonces los hombres propenden con más fuerza a las “relaciones naturales” de su sexo (συνουσίας κατὰ φύσιν) y se convierten en adúlteros, insaciables y dispuestos en cualquier momento a “placeres sexuales sucios e ilícitos” (τὰ αἰσχρὰ καὶ παράνοµα τῶν ἀφροδισίων), mientras que las mujeres son “lascivas en las relaciones antinaturales” (πρὸς τὰς παρὰ φύσιν ὁµιλίας λάγνοι) y se comportan como apasionadas tríbadas, “pues tienen trato con hembras y realizan actos de hombres” (διατιθέασι γὰρ θηλείας ἀνδρῶν ἔργα ἐπιτελούσα)10. También Fírmico Materno, por poner otro caso, afirma (Math. 6, 31, 38) que quienes tengan en su horóscopo a Venus en Capricornio con Saturno en oposición “serán detestables en la coyunda y despreciables siempre por sus deseos sexuales” (erunt etiam hi ipsi execrati coitu et ex venereis libidinibus semper infames); y más adelante advierte (Math. 6, 31, 39) que la Luna, Saturno y Venus “producen pervertidos con delicados cuerpos afeminados” (cum effeminati corporis mollitie cinaedos efficient), especialmente si Marte está en cuadratura, pues “entonces los hace inmundos y adictos a toda clase de vicios depravados” (tunc impuros faciet et ad omne libidinosae vitium turpitudinis applicatos)11. Ejemplos como éstos pueden multiplicarse fácilmente, pues la literatura astrológica contiene muchas más referencias al erotismo y la sexualidad de lo que podría pensarse en un principio. Además, la diversidad interna de sus materiales es amplia, y abarca desde poemas didácticos (como los Astronomica de Manilio o los Ἀποτελεσµατικά del Pseudo-Manetón), 9 Estas explicaciones astrológicas de la sexualidad humana se mantendrán con pocos cambios durante la Edad Media y aun después: vid. Lemay (1980). 10 Recuérdese la clasificación de los sueños eróticos de Artem. 1, 78, que incluía también la homosexualidad femenina dentro de la categoría de συνουσίας παρὰ φύσιν, mientras que la masculina era κατὰ φύσιν. Sobre los estereotipos de lo masculino y lo femenino que maneja Ptolomeo en su obra, y que son aplicables a la mayoría de astrólogos antiguos, puede verse Pérez Sedeño (1994). 11 Cf. también, entre otros muchos pasajes, Firm., Math. 7, 25, 4-16, donde, bajo la rúbrica De sterilibus et cinaedis, se engloban tanto a eunucos y homosexuales como a prostitutas y lesbianas.

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pasando por manuales técnicos para astrólogos más o menos profesionales (como las Ἀνθολογίαι de Vetio Valente o los ocho libros de la Mathesis de Fírmico Materno), hasta sesudos tratados teóricos para consumo de científicos y filósofos (como los Ἀποτελεσµατικά de Tolomeo, más conocidos como el Tetrabiblos), sin olvidar una serie de documentos, en su mayoría horóscopos, contenidos en inscripciones, papiros y ostraka12, que nos acercan otra dimensión de la astrología en época helenística y romana como es la de su arraigo popular, a la que ya nos hemos referido. Ahora bien, para interpretar correctamente estos textos debemos entender previamente ciertos principios básicos de la astrología antigua, que, aprovechando el diseño geocéntrico del Universo establecido por los astrónomos, tiene como sus principales agentes tres elementos13: 1. Los signos del zodiaco, que resultan de la división en doce sectores de 30° de una parte del cielo determinada por la Eclíptica y a los que habitualmente se les asignaba género (Aries, Géminis, Leo, Libra, Sagitario y Acuario son masculinos, por ser impares, al comenzar con Aries la enumeración de los signos; Tauro, Cáncer, Virgo, Escorpio, Capricornio y Piscis, por la misma razón, son femeninos), junto con otra serie de características normalmente binarias (diurno o nocturno, humano o animal, fértil o estéril, etc.). 2. Los planetas, que se mueven por ese círculo zodiacal, y las luminarias (el Sol, que lo recorre por el centro, i. e. por la Eclíptica, y la Luna). Los astrólogos griegos y romanos conocían cinco planetas (Saturno, Júpiter, Marte, Venus y Mercurio), que junto con las dos luminarias circundaban la Tierra (para la astronomía antigua un globo inmóvil), y adjudicaban también género a cada planeta o luminaria: masculino a Sol, Saturno, Júpiter y Marte, femenino a Luna y Venus, mientras que Mercurio era a la vez masculino y femenino14. En esta atribución está latente, por supuesto, 12

Para este tipo de documentos, además de a la recopilación fundamental de Neugebauer & van Hoesen (1987), remitimos en general a la bibliografía recogida en Pérez Jiménez (2001: 141-142). 13 Sobre los métodos y terminología de la astrología antigua, vid. entre otros el libro de Bezza (1981) y el citado manual de Barton (1994: 86-156), así como los glosarios incluidos en los libros de Neugebauer & van Hoesen (1987: 2-13) y Bram (1975: 333-336). En general, remitimos a los apartados de “Estudios generales” de la bibliografía recopilada por Pérez Jiménez (2001: 146-150, 154-155 y 164-166). 14 Según Luciano (Astr. 11), fue el adivino Tiresias, de quien contaba la leyenda “que había sido bisexual e híbrido, unas veces hembra y otras macho” (διφυέα γενέσθαι καὶ ἀµφίβιον [...] ἄλλοτε µὲν θῆλυν ἄλλοτε δὲ ἄρρενα), quien habría revelado a los griegos el sexo de los planetas y sus diferentes influjos.

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la fantasía antropomórfica que adjudica una personalidad determinada a las divinidades que se asocian con los planetas. De todos modos, sobre el sexo atribuido a cada planeta hubo otras variaciones, como la posición en Oriente u Occidente, que masculinizaba o feminizaba, la relación con el Sol o con la Luna, etc. 3. Los decanos o decanatos (integración de los antiguos decanos egipcios en el zodiaco babilonio), que resultan de la división de los 30° de cada signo en tres sectores de 10° que se adjudican a determinados planetas o a las luminarias. Estos son, por utilizar una metáfora teatral, los actores que, a ojos de los astrólogos, representan el drama de nuestras vidas, mientras que, a modo de escenario, se añaden otros elementos como son los términos (cada signo se reparte entre los cinco planetas) y las casas o domicilios (es decir, el signo zodiacal asignado previamente a cada planeta y luminaria, que serán dos, una casa diurna y otra nocturna, en el caso de los planetas, y solo una, diurna el Sol y nocturna la Luna, en el caso de las luminarias). Por último, se establece un mapa fijo de la Eclíptica que consta de doce casas (la δωδεκάτροπος o δωδεκάτοπος) y que es la verdadera carta astral (θέµα, πίναξ). Esta carta será individualizada tanto para personas como para acciones, y su ocupación por los signos o por los planetas dependerá del lugar y momento de observación. En ella, el grado de signo que en ese momento y lugar asciende por oriente, esto es el ascendente en la terminología astrológica moderna, será el Horóscopo (ὡροσκόπος, nombre con el que suele conocerse también la carta astral en su conjunto); el grado que ocupa el sur será el Medio Cielo (µεσουράνηµα, medium caelum); el que está en occidente, el Occidente (δύσις, occasus), es decir el descendente en la astrología actual; y el que está en el norte será el Bajo Cielo o Hipogeo (ὑπόγειον, imum caelum). Estos son los cuatro centros (κέντρα), es decir las casas principales o angulares (conocidas también como los cardinales de la genitura), en torno a las cuales se organizan las demás, y cada una tiene unas cualidades astrológicas propias, que incrementan o atenúan las cualidades de los astros que se encuentran en ellas. Finalmente, aunque en un grado menor, tienen importancia también las constelaciones extrazodiacales, ya sean permanentes o, sobre todo, las que surgen y se ocultan paralelamente a los signos del zodiaco (παρανατέλλοντα). Pues bien, el horóscopo de una persona, trazado por un astrólogo profesional, derivaba de la configuración celeste en el momento de su nacimiento o su concepción, y permitía al astrólogo hacer predicciones

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respecto a ámbitos de la vida como la salud, la riqueza, el matrimonio, los hijos o la muerte. Consistía básicamente en la confección de una carta astral en la que se indicaban los planetas y las luminarias (cada uno con su propia casa) y los signos del zodíaco en los que éstos habían estado situados en dicho momento, a partir de lo cual el astrólogo deducía las relaciones geométricas (aspectos) entre los cuerpos celestes. De este modo, estableciendo previamente la posición en un momento determinado de cada uno de los cuerpos celestes respecto a todos los demás y la configuración general con respecto a las posiciones de la dodecátropos, los astrólogos eran capaces, basándose en la carta astral, en la consulta de manuales y en su experiencia, de pronosticar e interpretar el futuro de sus clientes. Al levantar un horóscopo, el astrólogo profesional trazaba un cuadro de la personalidad de un individuo y de su previsible futuro, y trataba también de aconsejarlo sobre cómo aceptar lo que le había caído en suerte en la vida. Por supuesto, en esta especie de perfil psicológico avant la lettre, los campos de acción de Eros y Afrodita, es decir las pulsiones eróticas y costumbres sexuales de los individuos estudiados (los nativos, en la jerga astrológica antigua), están siempre muy presentes. Es indudable que la conducta sexual tiene un puesto de primer orden entre las numerosas preocupaciones humanas, tanto como referente del juicio moral que la sociedad hace de sus individuos como por su importancia para la estabilidad y buenas relaciones dentro de la familia o grupo social. La vida amorosa de griegos y romanos se reflejó ampliamente en su arte y su literatura, como un aspecto importante de la vida cotidiana, digno de representación y de reflexión15. También los mitos de los dioses y los héroes y la propia evolución histórica de Grecia y Roma están plagados de ejemplos sobre los comportamientos erótico-sexuales de hombres y mujeres que muchas...


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