TEMA 2 LA Poética DE Luzán Y EL Nuevo Espíritu Literario. LA Poesía Neoclásica. LA Fábula PDF

Title TEMA 2 LA Poética DE Luzán Y EL Nuevo Espíritu Literario. LA Poesía Neoclásica. LA Fábula
Author Flo Ruiz
Course Literatura Española de los Siglos XVIII y XIX
Institution UNED
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TEMA 2: LA POÉTICA DE LUZÁN Y EL NUEVO ESPÍRITU LITERARIO. LA POESÍA NEOCLÁSICA. LA FÁBULA. 2.1. La Poética de Luzán y el nuevo espíritu literario. Luzán es conocido sobre todo por su monumental tratado sobre teoría literaria, La Poética o reglas de la poesía en general y de sus principales especies (1737). Su segunda edición póstuma (1789) acentuaba los rasgos neoclásicos de su estética suprimiendo muchos de los numerosos elogios a la literatura del Siglo de Oro de la primera y ha sido considerada el modelo teórico de la poética neoclásica en la literatura española y sin duda el más influyente en el siglo XVIII. La obra se divide en cuatro libros. El primero trata sobre el "Origen, progresos y ciencia de la Pôesía". El segundo, sobre la " Utilidad y deleite della". El tercero sobre " Poesía dramática" y el cuarto y último sobre "Poesía épica". No admite la poesía en prosa y la belleza es para él como "una luz y resplandor de la verdad que, iluminando nuestra alma y desterrando de ella las tinieblas de la ignorancia, la llena de suavísimo placer". Si la poesía no alecciona, no tiene razón de existir, porque la moral es la única verdad, así que el fin de la poesía es docente y moralizador, para depurar las insanas pasiones o bien para enseñar las virtudes cívicas y morales necesarias a toda buena sociedad. El fin de la poesía, pues, coincide con el de la Filosofía Moral y no es independiente de la misma. Nada hay más lejos de su pensamiento que l'art pour l'art. El criterio del arte neoclásico, claro pero idealizador, es "el buen gusto". También es esta obra una crítica del teatro clásico español del Siglo de Oro (más en la segunda edición que en la primera): es partidario de observar con rigor la distinción entre los géneros, pese a lo cual no deja de apreciar a algunos autores como Lope de Vega, Pedro Calderón de la Barca, Agustín Moreto y Francisco de Rojas Zorrilla por su capacidad de interesar a los espectadores y por su poder de invención, de lo cual se hizo eco otro gran preceptista del siglo XVIII, el helenista Pedro Estala. Lo que tienen de desarreglado las obras del teatro clásico español es la disposición, (una construcción poco racional, disparatada a veces, o que mezcla diversos materiales temáticos) y la elocución, demasiado hinchada. Analiza los defectos del teatro barroco atribuyéndolos al desconocimiento de la preceptiva artística clásica. Critica las infracciones a la regla de las tres unidades, la mezcla tragicómica, la inverosimilitud de la fábula o argumento, los errores contra la historia, la geografía y la cronología, la presencia inadecuada del gracioso en determinadas obras o situaciones, el uso de la música en el teatro y, sobre todo, rechaza la inmoralidad de la mayoría de las piezas áureas. En la poesía épica alaba a Homero como modelo universal y censura en la épica moderna el empleo de la mitología pagana, ya que la epopeya: "Debe servir de instrucción, especialmente a los reyes y capitanes... y proponer la idea de un perfecto héroe militar." Es decir, su finalidad es primordialmente ejemplar y didáctica. Las fuentes de la Poética de Luzán son muy amplias, pero principalmente italianas: Della perfetta poesia de Ludovico Antonio Muratori y los comentaristas de Aristóteles, pero también L’Art Poétique de Boileau, la preceptiva grecolatina clásica ( Poética y Retórica de Aristóteles, Epistola ad Pisones de Horacio), los especialistas en poética españoles como el Pinciano y Francisco Cascales, y otros autores de muy secundaria importancia. Se interesó especialmente por el teatro escribiendo traducciones y adaptaciones de obras como La clemencia de Tito, de Pietro Metastasio, La razón contra la moda, una comédie

larmoyante o comedia lacrimógena del maestro del género, Nivelle de la Chaussée. Es autor también de una comedia propia, La virtud coronada, escrita en 1742 para ser representada en el Ayuntamiento de Monzón. Como poeta compuso anacreónticas, romances burlescos, sonetos (algunos traducidos del italiano), la canción A la conquista de Orán, Leandro y Hero y El juicio de París, fábula épica dedicada a la entrada de Fernando VI en Madrid en 1746. La Giganteida es un poema paródico de la épica culta que se inspira en el Poema de las locuras y necedades de Orlando de Quevedo. Hizo un intento inconcluso de versificar la Biblia y redactó además una Retórica de las conversaciones, un Tratado de ortografía española y un Método breve para enseñar y aprender las lenguas. 2.2. La poesía neoclásica. La coexistencia de diversas tendencias es una nota característica de la poesía del siglo XVIII. Puede hablarse de una poesía postbarroca y de una ilustrada; dentro de ésta existen las corrientes rococó y neoclásica, y una tendencia filosófica, cívica y didáctica. También cabe citar la corriente prerromántica que anticipa la nueva sensibilidad vinculada al movimiento romántico. La renovación de la poesía no se afianza hasta 1760, después de un largo proceso que se caracteriza por el intento de los escritores de superar los modelos agotados y por la búsqueda de formas que expresen las ideas reformistas de la Ilustración. Dentro de la poesía ilustrada se advierte la coexistencia de una poesía de tono menor, personal, delicada e intrascendente, representada por la corriente rococó, y de otra corriente de más elevadas pretensiones, de carácter filosófico, cívico y didáctico; es decir, conviven una poesía ligera y refinada junto a otra de carácter grave. También son importantes los dos círculos poéticos, la escuela salmantina y la escuela sevillana. La escuela salmantina agrupó a los poetas más relevantes de la centuria y fueron ellos los que elevaron el tono vulgar que mantenía la poesía de la primera mitad del siglo con el remedo de las composiciones burlescas de los poetas del Siglo de Oro. Sus principales componentes fueron fray Diego Tadeo González, José Iglesias de la Casa, Juan Pablo Forner y Juan Meléndez Valdés. La vinculación de Cadalso a esa escuela se produjo con ocasión de haber sido destinado como militar a la plaza de Salamanca; él fomentó la afición a la poesía bucólica entre los poetas que la formaron Jovellanos también estuvo relacionado con el grupo como mentor, a través de un contacto epistolar continuado, y animó a estos escritores a cultivar la corriente filosófica, cívica y didáctica. Los modelos de los poetas de esta escuela no son los grandes escritores del barroco sino los líricos del siglo XVI, especialmente Fray Luis de León. Jovellanos propone también a los salmantinos la lectura de escritores extranjeros como Pope y Young. La corriente poética de tono menor denominada rococó acoge las vertientes bucólica y anacreóntica, que experimentan en este periodo una nueva y última revitalización; el florecimiento que tuvieron en la antigüedad clásica se renovó en la literatura española de los siglos XVI-XVII y en el XVIII con el neoclasicismo de los ilustrados. Es una poesía artificiosa y convencional cuyos temas predilectos giran en torno a los placeres de la vida, el amor y la belleza femenina; la complacencia en los amores artificiosos de refinados pastores se relaciona con las ideas sensualistas difundidas desde Francia que proponen el arte como deleite de los sentidos; este concepto sensualista de la existencia formará también parte del pensamiento ilustrado. La corriente filosófica, cívica y didáctica se impone en la escuela salmantina, después de la exhortación de Jovellanos a sus componentes para que "abandonaran los temas amorosos y frívolos y sirvieran a la patria por medio de composiciones elevadas". Se considera esta tendencia más genuinamente ilustrada.

Una vertiente de esta poesía tiene carácter social. Los autores eligen temas de la vida diaria y manifiestan un propósito testimonial: lo cotidiano había sido utilizado por los poetas barrocos con fines humorísticos, satíricos, pero ahora adquiere un tono grave. Los temas reflejan problemas sociales: se denuncia el lujo, el vicio, la holganza, la injusticia, las desigualdades entre ricos y pobres. La función didáctica de esta poesía es evidente. 2.3. La fábula. Desde 1775 resurge el viejo género de la fábula. Se define como breve relato ficticio en verso o en prosa, protagonizado preferentemente por animales, que contiene una enseñanza o moraleja. Se trata de un género didáctico y es la causa de su estimación en un periodo en que los escritores ilustrados proponían como lema "enseñar deleitando" según el principio horaciano. En estos breves poemas se representan y simbolizan las virtudes y los vicios humanos en los animales o en los humanos, para ensalzar aquellas o vituperar estos, mediante la narración de una anécdota o de un suceso ficticio del que pueda extraerse una enseñanza. Aunque esté escrito en verso el estilo de la fábula no es elevado sino prosaico, y adecuado al contenido y a la finalidad que tradicionalmente tienen los antiguos apólogos o ejemplos. Los fabulistas de este siglo escriben con claridad y sencillez, y rechazan expresamente la retórica y el ornato considerando que pueden encubrir la idea que se desea transmitir. Afirma Iriarte que "la verdad no necesita recurrir a los atavíos del arte para ostentarse tan hermosa como es". La revitalización de este género en España está relacionada con el auge que tuvo en Francia en el siglo XVII. El famoso fabulista La Fontaine había conjugado en sus Fables las diversas corrientes del antiguo apólogo, no sólo la griega de Esopo, sino la latina de Fedro, además de las procedentes de la tradición oriental, de los apólogos medievales, renacentistas y de tradición oral; apoyándose en la tradición del escritor francés moderniza el género. La Fontaine confiere a la narración una importancia superior a la moraleja, lo que desvirtúa un poco el sentido primitivo del género, donde el relato constituía un mero apoyo para la enseñanza. Es este el modelo que siguen nuestros fabulistas. Iriarte, además, aporta la novedad de la fábula literaria, modalidad no ensayada con anterioridad. 2.3.1. Félix María de Samaniego, Fábulas en verso castellano. Las Fábulas en verso castellano (1781) de Samaniego (1750-1801) responden más que las de Iriarte al concepto tradicional de la fábula moralizante. Se trata de 157 composiciones que en su mayoría constituyen una adaptación libre al castellano de las antiguas fábulas de Esopo y Fedro con notable influencia de las de La Fontaine. Samaniego persigue la enseñanza moral y los temas tratados se refieren a los vicios y defectos de la condición humana en general: la astucia, la venganza, la desconfianza, la insolidaridad o la supervivencia; aborda también otros temas relacionados con la sociedad del momento y vinculados a los principios de la Ilustración: el elogio de la razón, de la utilidad, de la justicia, la crítica de la ociosidad de la nobleza, la injusticia y la arbitrariedad de las leyes. 2.3.2. Tomás de Iriarte, Fábulas literarias. Nacido en Puerto de la Cruz en 1750, vivió en Madrid,donde trabajó como oficial traductor de la Secretaría de Estado. Más tarde fue archivero del Supremo Consejo de la Guerra. Se relacionó con la elite ilustrada, fue amigo íntimo de Cadalso y asistía a la tertulia de la Fonda de San Sebastián. Participó en varias polémicas literarias con adversarios tan relevantes como Forner y García de la Huerta. La Inquisición le sometió a un proceso por elaborar y divulgar escritos irreverentes, proceso del que salió librado con una pequeña sanción. Su preocupación por la creación literaria constituye el eje principal de su obra. Iriarte se

considera ante todo un literato; es un escritor consciente de su oficio y sólo de este modo puede entenderse el tema general de sus fábulas y su aportación a la literatura de su tiempo. Las Fábulas literarias (1782) contienen 67 composiciones. En ellas el autor se sirve de los relatos de animales para elaborar una especie de preceptiva literaria de inspiración neoclásica y adapta a esta preceptiva la anécdota y la moraleja. Sus fábulas no están al servicio de ideas morales sino de ideas éticas y estéticas acerca de los literatos y de la literatura. Los temas versan por una parte sobre aspectos relativos a la creación literaria y su valoración por los escritores y por el vulgo, acerca de la utilidad del arte, la exigencia de la claridad en la escritura y la censura de la afectación; por otra se refieren a los defectos individuales de los escritores y al panorama negativo del mundillo literario. Algunos escritores coetáneos se creyeron representados y criticados en las fábulas, especialmente Fornera, que había intercambiado con Iriarte varios escritos polémicos. Se ha acusado al autor de prosaísmo en el estilo y de escasa expresividad, pero su propósito satírico y las características de este antiguo género popular justifican el no haber utilizado un estilo elevado. La variedad métrica es uno de los rasgos del fabulario: el escritor empleó hasta cuarenta combinaciones estróficas diferentes. El éxito de las Fábulas literarias fue sorprendente. Es la obra poética del siglo XVIII que más se editó en España e Hispanoamérica y la única de este siglo que se tradujo a las principales lenguas europeas. Sirvió de libro básico de lectura y recitado para los escolares en el siglo XIX y en buena parte del XX. Contagiados por Samaniego e Iriarte una serie de escritores menores cultivaron el género con posterioridad, como Bernardo María de la Calzada, seguidor de La Fontaine, José Agustín Ibáñez de Rentería, discípulo de Samaniego, y Cristóbal de Beña que compuso las Fábulas políticas....


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