TEMA-2 PDF

Title TEMA-2
Course Literatura Clásica
Institution UNED
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TEMA 2 LITERATURA CLÁSICA: GRECIA Y ROMA LITERATURA GRIEGA INTRODUCCIÓN La literatura griega está en la base de la tradición literaria occidental. De ella proceden una serie de términos que perduran y sirven para nombrar diferentes formas genéricas: la epopeya, la tragedia y la comedia, la lírica, la bucólica o el diálogo, por ejemplo. Además de facilitar una serie de denominaciones con las que clasificamos los diversos tipos de textos, la literatura griega, junto a la latina, se distinguen como «literaturas clásicas» porque han legado también a la posterioridad una serie de tópicos literarios, de temas y argumentos que han apasionado a escritores y lectores de distintas épocas. Por tanto, la literatura griega puede entenderse, a la vez, como principio y también como culminación, ya que los antiguos escritores crearon mundo de belleza y fuerza perdurable. No es extraño que en la continua sucesión de movimientos artísticos y literarios se repita, con repetidas alternancias, la idea de una vuelta a lo clásico (clasicismo, neoclasicismo, …). Como el arte griego, también la literatura de aquellos tiempos pasados buscaba el equilibrio, la proporción y la armonía para llegar a lo bello. Pero esa no era su única característica. El equilibrio de las formas se convertirá en hiperbólica exaltación del heroísmo en la epopeya o conflicto intenso y angustiado en las tragedias. La forma y el sentimiento iban muy unidos, del mismo modo que estuvieron enfrentados muchas veces el pensamiento mítico y las formas más racionales del logos filosófico. Tradicionalmente, la literatura griega se divide en cuatro períodos:  Época arcaica: abarca desde unos orígenes imprecisos en los siglos IX-VIII a. C. hasta comienzos del siglo V a. C. Recibe el nombre de Jonio-Dórico, porque el centro de la actividad literaria se localiza en las colonias, en el Asia Menor jónica y eólica, donde surgió la épica como arte independiente.  Época clásica, o de gran esplendor, que discurre desde el final de las guerras médicas 449 a. C. hasta Alejandro (356 a. C.)





Época helenística o alejandrina, coincidiendo con el reinado de Alejandro Magno hasta la conquista romana de Grecia. El reino de Alejandría se convierte en centro cultural, mientras la inspiración cede su lugar a la erudición y a la ciencia. Época romana o bizantina, tras establecimiento del Imperio (finales del s. I a. C.), la literatura griega convive con la latina y experimenta un notable renacimiento a partir del s. II d. C.

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1. LA EPOPEYA 1.1. Heroísmo y oralidad La poesía épica o epopeya está basada en una serie de mitos y leyendas, muchas veces con carácter fabuloso, que sucedieron en un pasado remoto. Se trata de narraciones en verso, destinadas a ser divulgadas mediante la recitación o el canto. Inicialmente se encargaron de su difusión los aedas («cantores» creadores), quienes empleaban unos versos formularios y repetían el proceso compositivo de poema a poema. La transmisión oral de sus historias conducía a una obra que era colectiva y donde lo más importante eran los hechos heroicos narrados. Posteriormente, los rapsodas (recitantes que reproducían con cierta libertad lo creado por otros), agrupando y ordenando los poemas, formaron repertorios para recitar en ciudades y palacios. La difusión de la épica podía ser popular, aunque sus principales destinatarios eran los príncipes jonios y una aristocracia que pretendía afirmar su posición considerándose descendiente de los héroes de las epopeyas. Así, los cantos épicos tuvieron una vocación elitista. Se ocupaban de los dioses (siempre envueltos en la vida de los mortales) y los héroes, ansiosos de alcanzar la fama y cuyas hazañas les otorgan una condición semidivina. Frente a ellos, el resto de los personajes casi resultaban ridículos. En este género no interesa tanto la verdad histórica (su correspondencia con unos sucesos verídicos) como la verdad modélica. Sus protagonistas eran dignos de ser recordados porque representaban unos valores ejemplares. Es característico de su estilo el empleo de determinadas fórmulas como los «epítetos épicos» (sintagmas que expresan una cualidad peculiar del sustantivo al que acompañan), usadas para resaltar a los personajes más importantes, o la descripción tópica del amanecer o del ocaso. A través de estos recursos el poeta podía cuadrar la métrica de sus versos, mientras que al recitador le servían como apoyo memorístico. Homero Considerado el padre de la epopeya griega, se supone que nació en Esmirna hacia el siglo VIII a. C. y, normalmente, se le representa como un anciano ciego. Partiendo de unos temas que no eran originales, Homero es muy posiblemente el autor de la Ilíada y la Odisea, y también se le atribuyen unos treinta y tres himnos (bautizados como himnos homéricos). Sus dos grandes poemas constan de veinticuatro «cantos» o «rapsodias» y están escritos en versos hexámetros (versos de seis pies acentuales). Los sucesos narrados, más históricos o más legendarios, se remontan hacia el año 1200 a. C., siendo, por tanto, muy anteriores a las hipotéticas fechas de redacción de los poemas. La Ilíada es la narración más extensa, integrada por más de quince mil versos. Su argumento desarrolla una serie de acontecimientos pertenecientes al mítico asedio de la ciudad de Troya por las tropas griegas. Si la tradición asegura que la guerra provocada por el «rapto» de Helena por Paris duró diez años, los hechos relatados abarcan un periodo de menos de dos meses. En concreto, se inicia con la descripción de la ira de Aquiles al considerarse ofendido por Agamenón por querer quitarle una esclava (Briseida) que formaba parte del botín, y concluye con los funerales del príncipe troyano Héctor. La historia gira alrededor del protagonismo de Aquiles, personaje obsesionado por el honor y la fama, cuyas decisiones le otorgan a la trama una total coherencia. Por

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un lado, su enojo hacia Agamenón le hace abandonar la batalla; por otro, la cólera que le provoca la muerte de Patroclo determinará su vuelta al combate para confirmar su heroísmo mediante el uso de las armas. El poema es, sobre todo, una sucesión de enfrentamientos militares entre los ejércitos aqueos y los troyanos, aunque también desempeñan un papel importante otros motivos y personajes. Los dioses, dominados por las pasiones humanas, intervienen de modo caprichoso en el destino de los héroes. Asimismo, la fuerza de sus afectos distingue a figuras como Andrómaca (por el amor hacia su esposo), Príamo (por su sentimiento paternal hacia Héctor) o las huestes griegas (por la añoranza de su patria). Junto a la magnitud de los sucesos relatados y la grandeza de las pasiones que dominan a individuos como Aquiles, la Ilíada se caracteriza por su tono dramático, pues sus personajes se describen por sus hechos o sus palabras, nunca directamente. La narración de episodios bélicos alterna con pasajes que le otorgan un ritmo más lento a la historia, especialmente a través de la descripción de las armas de los guerreros o de otros detalles con sabor realista que, al igual que el empleo de las comparaciones, aproximan el poema a la experiencia de sus destinatarios. La Odisea, compuesta por más de 12110 versos, puede entenderse como continuación de la Ilíada. Comparte su carácter mítico y legendario; sin embargo, a pesar de su tono épico, es una obra muy diferente. Después de participar en la guerra de Troya, Odiseo (Ulises en la tradición latina) emprende su regreso a Ítaca. Pero su viaje durará mucho más de lo previsto. Durante diez años, el protagonista discurre por escenarios diferentes, vive increíbles aventuras y tiene que enfrentarse a numerosos peligros: a monstruos, tempestades, trampas e incluso a la ira de Poseidón. Posiblemente, el poema fue redactado por Homero durante su madurez, de ahí la coherencia de un argumento organizado en tres grandes bloques:  Telemaquia (cantos I-IV): desde Ítaca se evoca la figura de Ulises, cuyo regreso desean sus parientes. Su hijo Telémaco pretende salir en su busca.  Aventuras marinas del protagonista (V-XII): componen la parte central de la historia.  Venganza (XIII-XXIV): a su llegada a Ítaca, Ulises tiene que pelear con los pretendientes de su esposa Penélope. El nexo de unión entre las tres partes es Ulises, un héroe distinto a Aquiles, puesto que, si bien posee notables aptitudes para la guerra, destaca como el hombre de los “mil recursos”, inteligente, astuto, prudente, capaz de adaptar su conducta a las más diversas circunstancias. Un personaje más humano, a pesar de contar con la ayuda de la diosa Atenea. Los rasgos del héroe le otorgan al poema un tono realista, del mismo modo que el mar y la navegación poseen una gran importancia, como reflejo del papel que el Mediterráneo desempeñó en el imaginario de los marinos griegos y fenicios en su intento de descubrir, comerciar y colonizar nuevas tierras. Aún así, en la narración predominan los elementos mitológicos, algunos relacionados con el cuento folclórico (como la aventura del cíclope Polifemo). La tradición de la epopeya volvió a resucitar varios siglos después de Homero con Apolonio de Rodas (295-215 a. C.). Este autor helenístico enlazó con la Odisea en Las argonáuticas, poema compuesto por casi seis mil hexámetros y donde se narra el viaje de Jasón a la Cólquide para conseguir, con la ayuda de Medea, el famoso vellocino de oro. No obstante, la obra de Apolonio respondía a los nuevos gustos de la cultura alejandrina, como se revela en su el interés por una geografía trazada con rasgos maravillosos e inverosímiles. Asimismo, resultaba diferente el tratamiento de los

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protagonistas, de un Jasón menos heroico que Ulises o una Medea en cuya psicología se detenía mucho más el autor. 1.2. Epopeya didáctica Surgió entre los dorios en el continente y estaba destinada a fijar los conocimientos de cualquier género y divulgarlos. Hesíodo (nacido entre los ss. VIII y IX a. C., y, posiblemente, contemporáneo de Homero) es el principal representante de este subgénero. Su labor fundamental fue la de compilar la tradición mítica antigua. Precisamente, este es el asunto de su poema Teogonía, formado por unos mil versos y donde habla del origen del mundo y de la genealogía y los rasgos distintivos de los dioses mitológicos en un tono, quizá, demasiado enumerativo. En Los trabajos y los días, poema compuesto por 826 versos, Hesíodo, que fue un campesino, alaba el valor del trabajo e instruye a su hermano en materias agrícolas, náuticas, etc. Frente a la poesía homérica, resultado de una tradición oral y colectiva, Hesíodo introdujo en sus obras un tono más personal, aunque su vocación fuese didáctica. 2. TEATRO Orígenes El nacimiento del teatro se remonta a las fiestas religiosas del mes de marzo en honor de Dionisos (dios del vino y de la vida silvestre). Así el término «tragedia» procede de la fusión de aquellos de «tragos» (macho cabrío) y «odes» (canción), en referencia al sacrificio de este animal ante el altar de Dionisos, acompañado de cánticos adecuados. En aquellas celebraciones, un coro de campesinos disfrazados con pieles de animales cantaba un ditirambo (himno sobre las aventuras del dios) con música y danzas. A veces el director del coro o corifeo interrumpía esos cantos para comentar o enfatizar determinados episodios de las aventuras relatadas. Sobre este esquema tan simple, en el siglo VI a. C., Tepsis introdujo en el ditirambo un segundo personaje o primer actor cuya misión era dialogar con el corifeo. Se estaban sentando las bases del teatro. Era un género relacionado con la epopeya por tratar también de los mitos heroicos. Sin embargo, el mythos de la épica se fundía aquí con la acción o representación directa (drama). Asimismo, frente al uso de los hexámetros (característicos del poema épico), se usó el yambo (ya empleado en la lírica coral). La representación El teatro griego alcanzó su máximo esplendor en el siglo V a. C., siendo el instrumento idóneo para la política ateniense, al contribuir a configurar el modelo de la polis. De ahí que los grupos aristocráticos financiaran los gastos de la representación y cualquier ciudadano libre pudiera asistir a las funciones sin pagar entrada. A partir del siglo IV a. C. empezaron a construirse los primeros teatros de piedra con forma de herradura. Estos anfiteatros se ubicaban sobre la ladera de una montaña, en pendiente, para facilitar la visibilidad de los espectadores, situados en el auditorio. El coro ocupaba la orchestra, parte semicircular entre las gradas (cávea) y el escenario (scena).

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Las funciones tenían lugar durante el día para aprovechar la luz del sol; y las piezas dramáticas solo se representaban una vez. A lo largo de una jornada, se escenificaban tres tragedias y un drama satírico. El número de actores era mínimo (no podía pasar de cuatro) y un mismo actor (siempre un hombre) encarnaba varios papeles (incluso los femeninos). Por su parte, el coro, formado por quince miembros, se encargaba de comentar o interpretar las acciones de los personajes, reproduciendo el punto de vista del autor o del pueblo. Los actores y el coro van ataviados con túnicas, mientras que aquellos llevan coturnos (zapatos altos) para que se les vea mejor y también unas máscaras, diferentes en la tragedia y en la comedia, con un orificio en la boca para dar mayor resonancia a la voz. Subgéneros dramáticos La tragedia y la comedia surgieron a raíz de las fiestas dionisíacas. Sin embargo, mientras la primera nació en el ambiento urbano de Atenas, la segunda está vinculada a escenarios rurales, donde los campesinos centraban sus burlas en unas diversiones denominadas comos. Las obras de ambos subgéneros contienen partes recitadas por el actor y cantadas por el coro, y seguramente el desarrollo de la tragedia precedió a la fijación de los rasgos de la comedia. Ahora bien, ya Aristóteles (s. IV a. C.) en la definición que realizó de la tragedia en su Poética dejaba constancia de los límites existentes entre la una y la otra. De forma resumida, estas son algunas diferencias entre los dos subgéneros: Tragedia Tiene una función correctiva. Intenta contribuir a la catarsis: que el espectador sienta miedo o compasión ante lo ocurrido en el escenario y la acción teatral le anime a “purificarse” de sus bajas pasiones Sus fuentes de inspiración son la leyenda y la mitología. Sus temas son conocidos por el público

Comedia Su finalidad es divertir y provocar la risa

Tono elevado

Tono popular

Su lenguaje es solemne

Abundan los chistes

Su acción se desarrolla con un ritmo lento

La acción se sucede a un ritmo más vivo

Se basa en personajes y situaciones de la vida pública de la época. Sus temas son originales

Está protagonizada por personajes de alta Sus personajes son seres comunes extracción social, con un papel decisivo de los dioses Los grandes «trágicos» Una de los principales motivos de la repercusión posterior de la tragedia griega reside en su capacidad para hablar de las pasiones humanas, un tema universal. Por eso, a pesar de las diferencias existentes entre las obras de los tres grandes escritores trágicos, todos coinciden en el hecho de enfrentarse en sus obras, en distinta medida, a 5

las limitaciones a las que se ven empujados los hombres en una época dominada por el antropocentrismo. Esquilo (nacido, en Eleusis, en el s. V a. C.) es considerado como el «padre de la tragedia» por su papel decisivo en la transformación de las antiguas fiestas religiosas en un verdadero género literario. Se le atribuyen innovaciones fundamentales en la representación como el empleo de mantos, máscaras y altos coturnos por parte de los actores. Asimismo, introdujo un segundo actor (deuteragonista) que dialogaba con el coro. Los temas de sus obras proceden, sobre todo, de las epopeyas homéricas, pero el sentido religioso de Esquilo, que se sentía como educador del pueblo, determinó la agrupación de sus tragedias en trilogías. Con el Destino como protagonista, el autor desarrollaba en tres historias, correspondientes a las tres generaciones de un linaje, la idea de que la acción errónea de un personaje influye en sus herederos. Las culpas siempre tienen un castigo. Mientras los hombres se resignan sin poder rebelarse ante las adversidades, solo los dioses pueden ponerle un límite al sufrimiento. Aunque Esquilo compuso más de ochenta obras, solamente se conservan siete, siendo su trilogía más famosa La Orestiada, compuesta por Agamenón, Las Coéforas, Las Euménides. Sófocles (nacido, en Colona, h. el 496 a. C.) se dedicó a la política y, como dramaturgo, triunfó en varios certámenes literarios. Al igual que Esquilo, también introdujo algunas innovaciones escenográficas además de un tercer actor (tritagonista), a la vez que fue reduciendo la importancia del coro. Pero lo más significativo de sus obras es el pesimismo. En las siete tragedias que se conservan (aunque escribió muchas más), el argumento se centra en un solo personaje, indefenso ante la fatalidad y la omnisciencia divina. Con grandes problemas universales como tema, sus obras (Edipo rey, Antígona, Áyax, Electra, Filoctetes, Edipo en Colono y Las Traquinias) cuestionan la posibilidad del heroísmo y desarrollan la idea que el hombre sufre un destino que no ha elegido. En ocasiones las circunstancias son tan horribles que al personaje no le queda otra salida que el suicidio, tal y como le ocurre al protagonista de Áyax. Eurípides, contemporáneo de Sófocles, fue bautizado como «el filósofo de la escena» por su temperamento culto y reflexivo. Contribuyó a la evolución de la tragedia griega introduciendo niños en la escena, reduciendo el papel del coro y dotando de gran fuerza a sus figuras femeninas. De las más de noventa obras que escribió se conocen unas dieciocho. En ellas el escritor también manifiesta su pesimismo. Pero, a diferencia de Sófocles, esta actitud le impulsa a ser crítico con las tradiciones heroicas y mitológicas. Aunque en sus tragedias siguen apareciendo los héroes y los dioses (considerados estos últimos como «ficciones engañosas»), sus personajes se transforman en seres normales que poseen incluso rasgos vulgares o caricaturescos. En lugar de preocuparse por las dramáticas consecuencias que pueden derivar de la intervención del Destino, Eurípides profundiza en las pasiones y reacciones humanas más exaltadas, según se observa en títulos como Medea, Orestes o Ifigenia. La comedia antigua El máximo exponente de la comedia antigua es Aristófanes (nacido el 444 a.C.). A través de sus obras, el lector actual puede acceder a algunas de las preocupaciones de la vida ateniense de aquella época, porque en cierto modo los personajes son portavoces de aquello que pensaba el pueblo griego pero no decía. En las once comedias

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conservadas de Aristófanes el principal objetivo es conseguir la risa del espectador. Para ello, el autor crítica y ridiculiza, hasta llegar a la caricatura, a filósofos, políticos y escritores contemporáneos. Así, desde una posición conservadora y aristocrática que defendía la validez de los mitos antiguos, se convierten en personajes cómicos figuras como Eurípides, cuyas tragedias juzgaba como una degradación del teatro clásico por su tendencia a desmitificar a los héroes legendarios (en Las ranas) o Sócrates en Las nubes, donde las maneras educativas del filósofo son descritas con fina ironía. Las burlas de Aristófanes también tuvieron un carácter genérico y se dirigieron contra temas como la guerra en Lisístrata, comedia donde las mujeres se rebelan contra sus esposos, negándose a cumplir con sus deberes hasta que estos no terminen la guerra que los aleja de su hogar. La comedia nueva Surgió en la época helenística, cuando la tragedia empezaba a entrar en decadencia. Presentaba rasgos propios como la desaparición del coro y la parábasis (momento de la representación en que el coro se dirigía al público para hablarle de un tema distinto al de la obra), la división del argumento en actos y el establecimiento de un prólogo donde el autor manifestaba sus opiniones. El comediógrafo más representativo fue Menandro (h. 342-292 a.C.), que destacó por su capacidad para obtener el argumento de sus obras de la vida de la época, reflejánd...


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