TEMA 4 Iglesia Y Religiosidad EN LA Sociedad Feudal PDF

Title TEMA 4 Iglesia Y Religiosidad EN LA Sociedad Feudal
Author Tania Gamallo
Course Introducción al estudio de la Edad Media y Moderna
Institution Universidad de Oviedo
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Subidos por la propia profesora...


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IGLESIA Y RELIGIOSIDAD EN LA SOCIEDAD FEUDAL Que la Iglesia Romana ha sido fundada solamente por Dios. Que solamente el Pontífice Romano es llamado "universal" con pleno derecho. Que él solo puede deponer y restablecer a los obispos. Dictatus Papae (1075) Gregorio VII

1. INTRODUCCIÓN Los inicios del período, el siglo X, en algunos ocasiones se ha definido como el siglo de hierro de la Iglesia, puede considerarse como un período difícil, pero también es una época en la que se definen las bases de un nuevo florecimiento monástico , se experimentó un notable desarrollo del pensamiento religioso y se emprendió un ambicioso movimiento que aspiraba a reformar toda la sociedad cristiana en su conjunto. Esta reforma que alcanza su momento culminante en 1120, se proponía distinguir claramente lo espiritual de los profano, hacer de la jerarquía eclesiástica más independiente de las autoridades políticas. Pero este magisterio que se atribuían los clérigos sobre la sociedad cristiana resultó incómodo para algunos. De ahí que se registren también en el siglo XII

poderosos movimientos contestatarios, que

obligaron a la Iglesia a redefinir los principios y los medios de su acción sobre los fieles. El período desde el punto de vista político-religioso está marcado por la querella de las investiduras. Lo que resulta innegable en este período es que la Iglesia se convierte en omnipresente en el mundo occidental. Había logrado que la realidad geográfica del Occidente se convirtiera en una unidad cultural y religiosa: la cristiandad, La Christianitas, conjunto de tierras y gentes de pueblos cuya lengua litúrgica era el latín y cuya obediencia en materia religiosa los vinculaba a una cabeza constituida por el Obispo de Roma. 2. LA IGLESIA DEL AÑO MIL.

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La iglesia del año mil no puede entenderse al margen de las transformaciones que se registran en la sociedad occidental y de la estrecha relación que a lo largo de la tardoantigüedad y la Alta Edad Media, se habían establecido entre los poderes espirituales y los temporales. La Iglesia ejerció a lo largo de este período una función no sólo espiritual como maestra de la doctrina de la Fe y administradora de los sacramentos, sino que ejerciten múltiples ocasiones una función político-adminitrativa ya que poseen importantes señoríos temporales. Y estos señoríos despiertan el interés de los señores laicos que a menudo ejercen una presión violenta sobre ellos, aunque la tónica general es que estos monasterios se beneficien del crecimiento económico de este período que se inicia en el siglo X, especialmente a través del amplio movimiento de donaciones que se dirigió hacia los monasterios lo que permitió ampliar en gran medida sus posesiones. A su vez, la Iglesia, al igual que los señores laicos, aprovechó la crisis feudal, el debilitamiento de las estructuras de poder monárquico tras la desaparición del Imperio Carolingio y los Obispos se beneficiaron de la fragmentación de la autoridad pública y ejercieron atribuciones de regalías en las ciudades episcopales. Por ejemplo en Cataluña, si bien dependen del conde de Barcelona, ejercen con normalidad la posibilidad de infeudar a otros señores los castillos que controlan. Pero esta situación de integración dentro de las estructuras temporales del mundo feudal, también tenía repercusiones negativas en el seno de la doctrina de la Iglesia. La Iglesia anterior al año mil no era independiente de la autoridad política, el modelo carolingio se apoyaba en un soberano que se ve a si mismo como ejecutor de la voluntad divina, que guía a sus súbditos hacia la salvación y es responsable último de la Iglesia. Esta idea persiste en los Emperadores otónidas, especialmente en Otón III, que hace de sus Obispos y abades un instrumento fundamental de su gobierno. Debido a esta íntima colaboración, si bien el emperador apoya a la Iglesia, también necesita asegurarse la fidelidad del clero, por lo cual se asegura la designación de los obispos y abades mediante la investidura.

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La investidura significaba la entrega de un cargo , que en el caso de un cargo eclesiástico tenía una doble vertiente, la espiritual y la de los bienes y derechos temporales anejos a la función. A comienzos del siglo XI era habitual que los soberanos y príncipes designasen a los titulares del cargo (obispos) y les diesen la investidura mediante al báculo y el anillo, insignias de la autoridad espiritual, instituyéndolos tanto en los espiritual como en lo temporal. Esto significa que al apropiarse de las prerrogativas regias, los príncipes y luego los señores, se hacen con el control de las funciones y de los bienes de las iglesias. Por ejemplo el duque de Normandía pone bajo su tutela a la Iglesia normanda y lo mismo hará posteriormente con la Iglesia inglesa tras la conquista de 1066. Del mismo modo que el emperador alemán controla la iglesia. Y estas funciones eclesiásticas no escapan a las presiones ejercidas por las solidaridades de los linajes, o de clientela, los señores colocan a sus parientes al frente de Obispados y Abadías y el mismo papado, está atrapado en las redes de clientelismo de los príncipes romanos, hasta que a mediados del siglo X pasa bajo control de los emperadores germanos. En el mundo rural, al nivel de las parroquias, se impone el sistema de las iglesias propias, sea por infeudación o por propia fundación. Los señores fundan iglesias y monasterios que forman una parte más de su patrimonio y nombran a los sacerdotes que las atienden y perciben sus rentas, de este modo para poder sobrevivir el clero parroquial en muchas ocasiones tiene que cobrar dinero a los fieles cuando administra los sacramentos para poder sobrevivir. Al integrarse los clérigos dentro de este sistema de beneficios económicos que generaba la iglesia, durante este período gran parte del clero participase de los dos vicios más denunciados por los reformadores de las décadas posteriores: El nicolaismo y la simonía. 1. El nicolaismo suponía la incontinencia de los clérigos obligados al celibato, que puede acarrear la trasmisión hereditaria de funciones y bienes pertenecientes a la Iglesia. 2. La simonía, a ejemplo de Simón el Mago, que quiso comprar a San Pedro el poder de hacer milagros y comunicar el Espirítu Santo, se entiende por

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simonía el tráfico de cargos eclesiásticos o de bienes espirituales (sacramentos), por un precio: dinero, regalo material o protección. Frente a esta situación un tanto oscura relacionada con la organización eclesiástica, hay que destacar que en este período se produce una importante propagación de la fe cristiana por toda Europa, en lo cual jugó un papel primordial su transmisión a través de las imágenes pintadas o esculpidas en los muros de los templos y por la cultura oral. Lo que no está del todo claro es el grado de contaminación que esta fe tenía de las antiguas costumbres paganas, defendido por unos y matizado por otros. De la mano de los emperadores germanos, se fueron nombrando sucesivos papas que estaban convencidos de la necesidad de una reforma. Quizá el mayor protagonista del siglo X, junto con Otón III sea Gerberto de Aurillac, que el emperador nombrará como Silvestre II, y que ya había desempeñado una importante tarea como Obispo de Ravena.

3. EL FORTALECIMIENTO INTERNO DE LA IGLESIA. Entre los siglos X y el XIII la Iglesia puso las bases y alcanzó a ver los resultados de la construcción de la Cristiandad latina, que se realizó básicamente apoyándose en cuatro líneas de actuación: 1. La ampliación del espacio cristiano mediante la evangelización de las zonas que progresivamente se van incorporando y en el norte y el este, lo que trajo consigo la aparición de nuevas monarquías como formas políticas superiores a los clanes y parentelas y de Iglesias nacionales en Polonia, Hungría, Noruega o Bohemia. 2. Una delimitación espacial y cultural respecto a otros ámbitos, especialmente el islam del que les separaba la fe y del Imperio bizantino, del que les separaban problemas de carácter puntual que cristalizaron en el Cisma de Oriente de 1054. 3. La reforma Gregoriana que supuso la consolidación de una organización eclesiástica en cuya cúspide se encontraba el papado. 4

4. El afianzamiento de la Iglesia en sus aspectos espirituales, jurídicos y doctrinales 3.1 La Reforma Gregoriana. Debe su nombre al Papa Gregorio VII (1073-1085) que fue uno de sus impulsores, pero se trata de un movimiento de larga duración que se extiende desde comienzos del siglo XI hasta el Concilio ecuménico de Letrán de 1123. La reforma va a atender a dos aspectos principalmente: 1. La reforma de la moral y la disciplina y 2. La liberación de las injerencias de los laicos.

1.

La reforma de la moral y la disciplina se propone extirpar las dos

principales lacres de las iglesias a las que antes aludíamos, la simonía y el nicolaismo ya que el cuestionamiento de la moral de los clérigos suponía el cuestionamiento de la validez de los sacramentos por ellos administrados. La purificación de las costumbres del clero, tarea que nunca concluyó desembocó en la condena firme del concubinato de los eclesiásticos que hasta entonces se toleraba. La simonía era perseguida en la medida en que se ligaba a la condena de la investidura laica. 2.

La liberación de las injerencias de los laicos. A mediados del siglo XI los

reformadores son conscientes de que para alcanzar sus objetivos es preciso comenzar por reformar la cabeza, es decir, sustraer al papado de la tutela laica y más concretamente de la Imperial. Así los papas se esforzaron por reservar el nombramiento de los Obispos y abades a los cabildos catedralicios y monasterios respectivamente. El decreto papal del año 1075 prohibía recibir un Obispado o una abadía de manos de un laico, lo cual mermaba considerablemente el poder de los laicos sobre los dominios eclesiásticos y esto incluía al rey o al príncipe, lo que suponía tambalearse los principios mismos de la gobernación del Estado. Así vemos como desde mediados del siglo XI, el papa toma las riendas de la Reforma y la reafirmación del primado romano se expresa con toda rotundidad en el Dictatus papae de 1075. Gregorio VII, fuertemente persuadido de que la sociedad Cristiana debía ser dirigida por el poder espiritual, recogió sus ideas básicas en 27 proposiciones del Dictatus papae: por voluntad de Dios y como sucesor de San Pedro, el papa es la cabeza suprema de la Iglesia. Esta pues por encima de todos los Obispos y 5

en lo espiritual, por encima de todos los príncipes, a los cuales puede excomulgar y deponer sino respetan los derechos de Dios y de su Iglesia. La desaparición de Gregorio VII y posteriormente de Enrique IV suavizaron las posturas y esto culminó en 1122 cuando se firmó el Concordato de Worms un compromiso que salvaguardaba la libertad de las elecciones

episcopales

y

abaciales en el territorio del Imperio. La investidura mediante el báculo y el anillo quedaba reservada al metropolitano y a continuación el emperador procedía a la investidura de los derechos de regalía anejos al cargo mediante el cetro. A comienzos del siglo XII se firmaron compromisos semejantes con los demás soberanos que concedían a estos últimos amplios poderes sobre el reclutamiento de su alto clero, de modo que se mantuvo en buena parte el carácter de Iglesia nacional en los reinos de Francia, Inglaterra y Nápoles. Las aspiraciones del concordato de separar los aspectos espirituales y temporales del nombramiento episcopal quedaron confirmadas en el concilio de Letrán ceebrado en 1123. Estos principios eclesiásticos suponían una serie de consecuencias: 1. Alejar a las iglesias Orientales, que nunca aceptarán la supremacía de Roma. 2. Debilitan la autonomía de las sedes metropolitanas y de los concilios provinciales, ya que la intervención pontificia en las Iglesias locales se efectúa por medio de los legados papales 3. La jerarquía eclesiástica reivindica su derecho, que se convierte en un deber, de juzgar sobre la moralidad de las acciones de todos los fieles y en especial las de los gobernantes por la mayor trascendencia de sus actos. 3.2 El fortalecimiento institucional y espiritual. Los años que mediaron entre el inicio del papado de Gregorio VII (1073) y el final de Alejandro III (1181) fueron de gran importancia para la vida de la iglesia en lo que se refiere a su reforma institucional y espiritual. Las líneas básicas de estas reformas son: 1. la institucionalización de la Iglesia que tuvo como fin fortalecer el estatuto de monarquía centralizada que se apoyaba en :

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a. un centro reconocido ocupado por el papa de se rodea de un consistorio de consejeros, los cardenales y que rige tanto al clero regular como al secular. b. un territorio reconocido que se extiende por toda la cristiandad y permite vincular a cualquier europeo con el papa; la célula elemental es la parroquia que unidas unas cuantas forman un arciprestazgo, y varios de estos forman la diócesis dirigida por un Obispo. Varías diócesis forman una provincia metropolitana. c. Unos medios de gobierno y administración, humanos y materiales. Entre los primeros los legados pontificios y entre los segundos una fiscalidad que se concretó en el cobro del diezmo y las primicias, además de las limosnas. d. Un código de derecho canónigo elaborado por Graciano en 1140 que tenía por objeto armonizar las normas que regían la vida interna de la Iglesia. 2. La renovación espiritual de la Iglesia. El monacato.



En el siglo X, la abadía de Cluny, fundada por Guillermo de

Aquitania, representa el principal propulsor de las tendencias reformadoras que ya se detectan en el monacato del siglo X y se expandirán en el siglo XI. Bajo la dirección de notables abades se restauró la disciplina interna, cifrada en la elección del abad por los propios monjes y en la observancia más estricta de los postulados de San Benito Aniano, que primaba la oración y la celebración del oficio divino. La restauración del ascetismo monástico fue paralela a la liberación de las autoridades, tanto seculares como eclesiásticas. Bajo su fundación, la abadía de Cluny quedó bajo la dependencia de San Pedro y San Pablo, es decir, de la Santa Sede y obtuvo una inmunidad reforzada que la permitió luchar en buenas condiciones contra las exacciones de los señores y a su vez estos privilegios de exención (privilegio pontificio que libera de las dependencias episcopales a un monasterio) concedido por el papa le hicieron casi independiente de los Obispos locales y lo mismo ocurrió con los cenobios que se le afiliaron en la decisiva etapa de expansión de Cluny.

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Desde mediados del siglo de la mano de la reforma cluniacense florece una brillante cultura monacal con una esplendorosa arquitectura, ligada al desarrollo de la liturgia, con unas importantes bibliotecas y scriptoria, como San Gall o Hildesheim y por una vasta cultura intelectual . La vitalidad del monacato se halla en su pleno apogeo hacia el año 1100, cuando Cluny alcanza la cima de su poder y esplendor, manifestados en la construcción del tercer templo Abacial, el mayor de la cristiandad hasta que se erige San Pedro del Vaticano en el siglo XVI. Los abades habían establecido relaciones con una serie de monasterios que se afiliaron a él constituyendo una pirámide monasterial que recordaba la vasallática. Así el espíritu inicial se había desvirtuado y nada tenía que ver con sus inicios, habiéndose convertido en posesores de grandes riquezas. Y así, el declive de los cluniacenses como centros de renovación espiritual fue compensado por otros movimientos como los de los ermitaños y el movimiento cisterciense. 

La paz de Dios es un movimiento que surge en las regiones

meridionales a fines del siglo X, donde el poder de los soberanos no era capaz de garantizar la paz pública. Por iniciativa de algunos Obispos ciertas asambleas de paz prohíben la violencia de la Iglesias y de sus bienes y obligan a proteger a los clérigos y a los laicos desarmados. A partir del 1016, estos movimientos reciben el impulso de Cluny de la mano de su abad Odilón. Al final evolucionó hacia la tregua de Dios que obligaba a los profesionales de la guerra a cesar en los combates desde el jueves al sábado en recurso de la Pasión y durante los tiempos fuertes de la liturgia: adviento, cuaresma y pascua. La paz de Dios contribuyó a definir la noción de guerra injusta –entre cristianos- y por derivación la guerra justa, que derivará en la Guerra Santa, que aparece como un modelo de regulación de las relaciones sociales y un rito de purificación de la aristocracia guerrera encuadrada dentro de una perspectiva de salvación colectiva.

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 Los ermitaños crecieron en las regiones en las que la sociedad se iba haciendo más urbana. Se escapaban al monte o a las cuevas para vivir su ideal de perfección en soledad e incluso algunos como Pedro el Ermitaño o Roberto d’Abrisel ejercieron como predicadores itinerantes, llegando a movilizar tras de sí a un gran número de persona.  Los cartujos. Pero el movimiento que tuvo mayor repercusión fueron aquellos que trataron de unir las características eremíticas con el cenobitismo, fruto de este movimiento son los cartujos que nacen cerca de Grenoble con unos votos de silencio, abstinencia perpetua y frecuentes ayunos que fue la forma más severa del benedictismo.  Los canónigos regurales: En el extremo opuesto otros hombres trataron de compaginar purificación espiritual y relación con la vida del mundo, eran los canónigos regulares que desde la segunda mitad del XI comienzan a proliferar en las ciudades y que acomodaron su vida a una vida en común propia de los monasterios aunque combinada con la acción pastoral propia de una parroquia. Se inspiraron en las normas y recomendaciones conocidas como Regla de San Agustín.  Los premostratenses: Orden generada a partir de 1119 en Premontré que se extendió principalmente por Holanda y Alemania, en las zonas de nueva colonización y también se inspiraban en la misma regla.  Los cistercienses: La norma cisterciensefue la que en el siglo XII se impuso sobre el resto de las formas de ascetismo, Roberto de Moplesnes fundó la primera comunidad monástica en Citeaux pero el impulso definitivo se lo dio Bernardo de Claraval fustigador de los pecados de los príncipes, militante activo de la devoción a María y polemista con Pedro de Abelardo como propagandista de la nueva forma de religiosidad combativa de las ordenes militares. Basan su ascetismo en el desprecio al mundo, la mortificación y la rehabilitación del trabajo manual. Critican a Cluny por haberse desviado de la sencillez de la regla benedictina por su riqueza, su excesiva dedicación de tiempo a la liturgia y su intervención en los asuntos mundanos. Rehusaron en un principios la recepción de diezmos y rentas señoriales y explotaban directamente las tierras que recibían, las granjas con ayuda de los conversos, 9

laicos asociados a la comunidad monacal. El reflejo de sus principios se ve reflejado en sus iglesias, despojadas de cualquier elemento ornamental. Pero su éxito fue su fin. Pronto se convirtieron en receptores de limosnas y los monjes blancos empezaron a justificar su derecho a cobrar el diezmo parroquiales.  Las órdenes militares: Nacidas en Palestina a raíz de la conquista de Jerusalén por los cruzados latinos en 1099, las dos primeras fueron las del Hospital, (orientada a la atención a los peregrinos cuya herencia histórica pervive hoy en a Orden de Malta) y la del Temple de vocación más militar y con una regla inspirada por Bernardo de Claraval que fue su gran propagandista. Después se difundieron por los reino Europeos en especial por tierras fronterizas con los infieles el Islan de la Península o los paganos del báltico como la de los caballeros Teutónicos que fueron importantes protagonistas de la colonización alemana de las tierras bálticas en el siglo XIII. En la Península destacan la Orden de Calatrava, de Santiago y Alcántara. Asociadas al espíritu caballeresco, se adaptan bien a la nobleza guerrera. 4. EL AUMENTO DE LAS DISIDENCIAS. La reforma gregoriana, al insistir en la superioridad del...


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