Tema 5. La adquisicion de habitos en los centros de Educacion Infantil PDF

Title Tema 5. La adquisicion de habitos en los centros de Educacion Infantil
Course Nutrición y salud
Institution Universidad de Jaén
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1. De la necesidad al hábito. Durante los primeros años de vida son las personas adultas las que asumen toda la responsabilidad. A medida que crecen, van mostrando diversas aptitudes y pueden y quieren hacer cosas por si mismos. En estos momentos las personas adultas debemos permitirles satisfacer por si mismos estas necesidades y fomentar esa actitud porque así van mejorando en su autonomía. Esto es uno de los aspectos clave de la intervención educativa en la primera infancia. 1.1 Las habilidades. La habilidad es la destreza de ejecución. Se refiere a capacidades o posibilidades físicas, motrices o cognitivas para llevar a cabo una cierta acción con tanto éxito como sea posible, y de acuerdo con las normas y los valores culturales. Podemos agrupar estas habilidades en dos grandes grupos:  

Habilidades de ejecución. Son las conductas que dependen de la capacidad motriz. Habilidades de planificación. Son las habilidades de tipo más cognitivo, que se refieren a la capacidad de comprensión, reconocimiento y planificación de acciones.

Ambas serán necesarias para avanzar en el aprendizaje de hábitos de autonomía personal. 1.2 Las rutinas. Las rutinas son aquellas actividades que uno ha aprendido a efectuar diariamente de manera regular, debido a su repetición continuada. La rutina se adquiere después de un proceso repetitivo y rutinario de cada acción. De esta manera se ejecuta siempre de la misma manera y ante unas situaciones similares, por lo que al cabo del tiempo se hace automáticamente, casi sin prestar atención. Las rutinas son muy importantes en la educación porque ocurren cada día de manera estable y permite a los niños orientarse, anticiparse a los posibles cambios y ser más permeables a la adopción de pautas. Las personas adultas también seguimos rutinas. A diferencia de los hábitos, que como veremos son más constantes, las rutinas las podemos cambiar. 1.3 Los hábitos. El establecimiento de una rutina facilitara la adquisición del hábito. Un hábito es la automatización de una habilidad que el niño ejecuta automáticamente en el momento adecuado. Para que se pueda considerar que existe un hábito, el niño debe ejecutar en el momento oportuno, de manera adecuada y sin necesidad de un control externo. En comparación con las rutinas los hábitos son constantes y flexibles a la vez:  

Son constantes en el sentido de que permiten elaborar un marco de actuación consolidado. Son flexibles de acuerdo con las características del entorno.

Se considera que un hábito esta adquirido y ha dejado de ser rutina cuando el niño lo aplica automáticamente (por sí mismo) y adaptándose a las circunstancias del entorno. Recordar de que el hecho de que un niño pueda realizar una actividad no se debe presuponer que haya conseguido el hábito, ya que para ello debe ser capaz de aplicarlo, sin esfuerzo, cada vez que surja una situación que lo requiera.

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 Tenlo en cuenta. La habilidad es un conjunto de destrezas: coger la cuchara, tomar el alimento, ponérselo en la boca, etc. Se convierte en rutina cuando cada día, a la misma hora, se sienta a la mesa y come. El hábito lo adquiere cuando identifica cuando debe comer y aplica las habilidades necesarias, sea cual sea el contexto en el que se encuentre.

1.4 La autonomía. La autonomía es la capacidad que tiene el niño de tomar decisiones y resolver situaciones cotidianas sin necesidad de ayuda. La autonomía requiere tanto capacidad motriz (habilidades de ejecución) como capacidad cognitiva (habilidades de planificación). Cuanta más autonomía tenga un niño, menos dependerá de la persona adulta. Incluye la vertiente individual (capacidad para pensar y hacer cosas) como la social (capacidad para interactuar y para relacionarse). 2. Condiciones previas a la intervención para la adquisición de hábitos. Es importante saber cuáles son las capacidades que se requieren para empezar el proceso de aprendizaje de un hábito. Los aspectos externos pueden condicionar dicho proceso, así como los materiales y el entorno para llevarlo a cabo. 2.1 ¿Cuándo intervendremos? Para adquirir un hábito el niño debe disponer de suficientes habilidades, el grado de desarrollo y maduración del niño las condiciona. Sin la existencia de estas capacidades básicas, el esfuerzo será estéril, si el niño dispone de estas capacidades pero no se interviene, se producirá un retraso en la adquisición o un proceso inadecuado de desarrollo. El momento idóneo, en el desarrollo de cada niño, en el que el aprendizaje del hábito será más afectivo es el que Vygotsky denomina la zona de desarrollo próximo. 2.2 ¿Con qué intervendremos? La adquisición de hábitos depende del entorno, de que este facilite situaciones que favorezcan el aprendizaje. Los espacios y los materiales son necesarios para la intervención. 



Los espacios deben ser acogedores y los niños los deben reconocer como propios, además, deben ser suficientemente amplios para permitir llevar a cabo la actividad libremente y para facilitar la tarea de los educadores. Se debe disponer del mobiliario que requiere la actividad educativo y del mobiliario auxiliar para guardar la bata, la muda, la bolsa, los pañales u otros objetos.

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Las instalaciones también deben estar acondicionadas a las necesidades de los niños por ejemplo, la altura de los sanitarios o el lavabo, mandos fáciles de accionar, etc. Los objetos que el niño utilice deben servir para la adquisición del hábito y también ser de fácil uso.

Cada actividad requerirá unos espacios y unos materiales específicos según la edad del niño. Esto los detallaremos al elaborar la programación. 2.3 ¿Cómo intervendremos?  La relación afectiva. El niño establece con la persona que le enseña o le exige el hábito una relación íntima y muy comunicativa. En ella se establece un dialogo, aunque sea solo de miradas y gestos en el que el adulto entiende las intenciones del niño, y a la vez este muestra mayor disponibilidad de cooperar, supone un avance en la conquista de su autonomía. La persona adulta también ejerce de autoridad necesaria para favorecer una mejor predisposición en la adquisición del hábito. 

El afecto.

La persona adulta debe garantizar que el afecto esté por encima de cualquier conflicto o dificultad. La afectividad facilitara la comunicación con el niño, que entenderá con más facilidad qué es lo que se quiere y se espera de él. Nunca se debe poner en duda la relación afectiva, ya que esto debilitará su confianza en la persona adulta y, por tanto, las posibilidades de aprender de ella. 

La autoridad.

Nos referimos a una relación que plantea unas normas y unas exigencias razonables, conocidas y aceptadas por las dos partes. La autoridad aporta seguridad y estabilidad a la relación, las personas adultas deben mostrarse constantes en su conducta y exigencia, explicar claramente qué piden y asegurarse de que son entendidas.  La interrelación familia-escuela. Los hábitos que el niño debe seguir implican una intervención conjunta escuela familia. Esto supone establecer unas pautas comunes en los entornos más habituales de desarrollo y dar seguridad respecto a la manera de interactuar con el entorno. Los dos agentes deben coordinarse y seguir la misma metodología. Para ello deben ponerse de acuerdo del momento en el que comienza el aprendizaje y de los procedimientos y las estrategias. En los primeros meses de vida, los encargados de satisfacer las necesidades de los niños son las personas adultas, la familia como la escuela deben acordar las horas de las comidas, de la siesta y de cualquier otra particularidad de la vida cotidiana del niño. Así se harán viable la continuidad de la vida familiar y la escolar. Los hábitos se deben consolidar en ambos ambientes a la vez. Un hábito que solo está asimilado en la escuela o en casa no se puede considerar consolidado, dado que no se generaliza a las diferentes situaciones y entornos en que se debe observar.

 La cotidianidad. La adquisición de un hábito es un aprendizaje que debe tener lugar en el entorno cotidiano. Estos son momentos de referencia en los que se repiten ritos y actividades (rutinas) que crean seguridad en las relaciones con los demás y con el entorno. Estas ocasiones son un gran recurso en el proceso de aprendizaje. Las actividades y vivencias cotidianas deben entenderse como labores educativas.  Adquisición de hábitos e interculturalidad. Cualquier hábito lleva implícitas una serie de exigencias de corrección, de normas y valores concretos en cada cultura. Esto implica que hay diferentes maneras de ejecutar, todas ellas perfectamente correctas. Los hábitos pueden facilitar la convivencia se comparten o se respetan las maneras de ejecutarlas, o si se pactan con seguridad, la actuación correcta tanto en la familia como en la escuela. Estas diferencias también se deben entender como un recurso educativo, los niños conocen otras culturas y costumbres y aprenden a respetar formas de vida diferentes. 3. Fases en la creación de hábitos. El logro del hábito es un proceso que se produce progresivamente, es imprescindible conocer estas fases y saber en cual se encuentra. Además, se debe conocer la necesidad de alcanzar una fase antes de emprender la siguiente.  Fase de preparación. Se debe analizar los aspectos que tienen que ver con el aprendizaje y lo hacen posible.  

Asegurarse de que el niño dispone de las habilidades de planificación y ejecución necesarias. Que el momento sea el adecuado y las condiciones las idóneas, y que además se cuente con los recursos necesarios y la motivación del niño sean las mejores.

 Fase de aprendizaje. Se enseña la habilidad, es muy importante mostrar la conducta y plantear su aprendizaje como un juego y así provocar una reacción de imitación. Hay que ayudar al niño a vencer el miedo y la inseguridad que le supone enfrentarse a nuevos retos, así como reforzar los avances que vaya logrando. Se deben observar las dificultades en la ejecución de las rutinas y ofrecer orientación, apoyo y recursos, así como permitirles nuevos aprendizajes y darles tiempo para que puedan analizar sus errores y corregirlos. Finalmente, es importante para que continúen poniendo en práctica lo que han aprendido. Las actividades deben ser cortas pero repetitivas a lo largo del día y de la semana, y deben ser trabajadas como rutinas. La colaboración y la ayuda de la persona adulta son todavía esenciales y necesarias.

 Fase de automatización. La habilidad hay que practicarla repetidamente hasta que el niño pueda reproducirla cuando se presenta la situación. Primero automatizara la habilidad en forma de rutinas cuando la acción se presente en el mismo contexto, y siempre la ejecutara de la misma manera. Se debe trabajar en el perfeccionamiento de la ejecución. Se deben analizar las dificultades y animar a los niños a seguir dominando la habilidad. El refuerzo de los progresos, así como la retirada de refuerzos ante las acciones inadecuadas. Mientras el hábito no esté plenamente adquirido es importante la presencia de la persona adulta, tanto para guiar el proceso como para mantener un clima afectivo, positivo y distendido.  Fase de consolidación. Implica la aplicación autónoma del hábito cada vez que la situación lo requiera. Se produce cuando el niño ha interiorizado la ejecución de la actividad con precisión, y cuando la aplique en el momento oportuno, sea cual sea el contexto (generalización). Cuando esto lo pueda hacer de manera automática, el hábito está consolidado. La consolidación puede ser muy larga y exceder la duración de un curso escolar. El educador debe mostrarse coherente y estable y evitar los refuerzos materiales (premios) y la sobreprotección. Seguirá siendo necesario cierto nivel de supervisión, de refuerzo emocional y de seguimiento. La práctica de un hábito hace que se fortalezcan y mejoren las habilidades de ejecución que requiere, hacerlo con más precisión y menos esfuerzo. 4. El entorno de aprendizaje de hábitos. Cualquier centro o servicio de atención a la infancia tiene como objeto básico asegurar que los niños adquieran progresivamente hábitos de autonomía en las actividades cotidianas. Esta premisa es válida para centros educativos formarles (escuela infantil) como no formales (espacios familiares, centros abiertos, centros de acogida, ludotecas, etc.). 4.1 La adquisición de hábitos en la escuela infantil. Las rutinas o actividades de la vida cotidiana forman el eje central de la programación educativa en la escuela infantil. Cumple una función de reloj que permite a los niños orientarse en el tiempo. Válido tanto para el primer ciclo como para el segundo, no tendrá el mismo tratamiento debido a que las necesidades son diferentes en cada uno de los ciclos.  El primer ciclo infantil. El cuidado de los niños como la afectividad son muy importantes. Las intenciones educativas irán cambiando en paralelo a las necesidades del niño. Los primeros meses es la persona adulta quien suple totalmente la falta de autonomía, al final de ciclo, ya es más autónomo, hay que enseñarle el hábito y darle tiempo para adquirirlo. El educador debe establecer el tiempo y el momento que dedicara a satisfacer las necesidades del niño.

 El segundo ciclo. Los niños tienen más autonomía y pueden actuar con más seguridad y eficacia, pero sigue siendo importante que los aprendizajes se hagan correctamente y que los hábitos aprendidos se perfeccionen y se consoliden. La adquisición de hábitos se comparte con el aprendizaje de contenidos escolares, por lo que el horario se distribuirá ente los dos tipos de aprendizajes. Un hábito no puede considerarse adquirido en un solo año ni en toda la etapa educativa. La mayoría de los hábitos no se adquieren plenamente hasta la adolescencia. 5. Programación de la adquisición de hábitos. Hay que programar el proceso de aprendizaje de hábitos y hacer un seguimiento para asegurar el éxito, se harán los ajustes que convengan para el proceso de aprendizaje de hábitos avance. Así como otras programaciones son más abiertas a la orientación y características de cada centro y cada docente (por ejemplo, se pueden enseñar los colores o las partes del cuerpo mediante recursos y métodos muy diversos), las relacionadas con los hábitos suelen ser más uniformes, ya que la actividad se base es la misma en todos los casos. La adquisición de hábitos está ligada a lo cotidiano y aspectos sobre los que hay que trabajar conjuntamente. No programamos separadamente cada uno de los hábitos sino las actividades cotidianas en las que se deben aplicar. La planificación de estos aprendizajes se hace en los servicios formales como en los no formales, donde se elabora con más detalle y donde el proceso es más cuidadoso. Definimos en primer lugar la actividad cotidiana y el grupo al que se refiere. Tendremos en cuenta cuatro aspectos básicos.    

Los objetivos y capacidades. La metodología La forma en que evaluaremos el progreso de cada niño y la propia tarea educativa. El papel de los educadores y la relación con la familia.

6. El papel de los educadores y educadoras y la relación con la familia. Cuando hacemos la programación de actividades cotidianas es necesario precisar las funciones y objetivos concretos que tienen los educadores, y el intercambio de información con las familias.  Los educadores y educadoras. Cada programación exigirá unos objetivos concretos, el educador debe presentar las siguientes recomendaciones en los procesos de adquisición de hábitos.  

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Ser paciente y perseverante en todas las actividades. Se debe enseñar al niño a reconocer sus necesidades, a aceptar la importancia de la adquisición de los hábitos y a hacer que experimente el bienestar que supone su satisfacción. Estimular el interés del niño para que colabore en la actividad. Invitar al niño a participar, según sus posibilidades y su iniciativa.

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Enseñar al niño estrategias que ayuden a perfeccionar la ejecución y a recordar cuales son los momentos oportunos para aplicar el hábito. No reemplazar la ejecución de la actividad cuando se está en pleno proceso de adquisición. Que conozcan las dificultades o problemas más frecuentes. Esto incluye saber identificar los signos de alerta y saber cómo actuar en cada caso.

 La familia. El niño debe recibir siempre las mismas indicaciones sobre lo que debe hacer y sobre la manera y el momento adecuados. No debe percibir diferencias significativas entre lo que se pide en casa y lo que se pide en el centro infantil. Por eso debe haber una relación continuada con las familias y una complicidad por ambas partes que evite la aplicación de diferentes criterios. Las programaciones tienen que prever cual será la relación con la familia en lo que concierne al hábito, así como la frecuencia y forma con que se hará....


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