Texto Argumentativo - Lucha Contra LA Prostitución PDF

Title Texto Argumentativo - Lucha Contra LA Prostitución
Course Lingüística
Institution Instituto Superior de Formación Docente N° 1
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Editorial Luchar contra la prostitución |En algunas sociedades, como la holandesa, se intenta legalizar la prostitución llamándola “trabajo sexual”. Se hace en nombre de una falsa concepción de la libertad individual. La prostitución, para que nadie se confunda, no es una parte más de un comercio sino una esclavitud tan vieja como el mundo, pero que en el siglo XXI cobra mayor preocupación, justamente porque las leyes evolucionan. Holanda, cuya política se jacta de hacer culto a la tolerancia (lo mismo ocurre con las drogas), adhiere al pensamiento que la supresión origina más problemas de los que resuelve y así deja hacer, tolerando todo. La prostitución nada tiene que ver con la libertad sexual, dado que el cuerpo humano no puede ser objeto de transacción por la sencilla pero profunda razón de que el cuerpo humano es inalienable. En este marco hay que prestar mucha atención a los cambios de vocabulario que se utilizan especialmente en los medios de comunicación masiva e incluso en algunos programas educativos y sociales. Los “derechos sexuales” es una expresión ambigua porque abre la puerta de par en par para la comercialización del sexo. El “trabajo sexual”, el “mercado sexual” en el fondo disimula o intenta esconder la prostitución lisa y llana. De la misma forma, los proxenetas o los propietarios de prostíbulos se convierten en “organizadores del trabajo de las prostitutas”, “en gerentes de locales” o en “gerentes de la industria del sexo”. Este cambio de vocabulario en el fondo esconde el razonamiento de que debe considerarse a la prostitución como una actividad económica como cualquier otra. No hay prostitución libre, por eso es una contradicción asociar a la prostitución con la libertad sexual. De la misma forma, no hay prostitutas voluntarias, es decir, fundada en una elección racional. Nadie puede consentir su propia explotación.

En el Senado, se propone penalizar a quienes contraten los servicios de víctimas de trata. En Diputados, se impulsa una sanción para todos los clientes, exista o no consentimiento por parte de la trabajadora sexual, quien en ninguna de las dos iniciativas es penalizada. El senador Aníbal Fernández (FPV-PJ) propone penalizar a quienes contraten los servicios de víctimas de trata. En Diputados, por su parte, Marcela Rodríguez (Democracia Igualitaria y Participativa) impulsa una sanción para todos los clientes, exista o no consentimiento por parte de la trabajadora sexual, quien en ninguna de las dos iniciativas es penalizada. Rodríguez sigue de esta manera los lineamientos de la legislación sueca, aplicada desde hace diez años. Según la legisladora, “el modelo de penalización del cliente funciona bien, porque reduce notablemente la trata y la prostitución”.

Que sea el oficio más antiguo del mundo no implica que deba crecer. Sin embargo, crece. En la Capital, hay casi 6000 trabajadoras sexuales más que a mediados de la década de los noventa. Resulta un incremento del 42,85%. Por la crisis, sostienen ellas/os. Por la demanda, agregan en el gobierno. Extendida por toda la geografía porteña, la oferta y la demanda de sexo agrupaba a unas 14.000 personas en 1995, según las estadísticas de la Asociación de Mujeres Meretrices Argentinas (AMMAR). Hoy, después de una crisis brutal, esa cifra parece irrisoria: de acuerdo con el cálculo de Elena Reynaga, secretaria general del gremio, suman 20.000 entre las mujeres y hombres que en la Capital ejercen la prostitución. El desempleo y la inseguridad, además, ayudaron a modificar ciertos hábitos de la actividad, explicó Reynaga. Por ejemplo: creció el ejercicio de la prostitución en departamentos y decreció la oferta en la vía pública. Además, los travestis tomaron como propias ciertas calles que antes pertenecían a las trabajadoras sexuales (éstas las abandonaron para refugiarse en espacios cerrados). Y aparecieron algunas zonas nuevas -pocas y no demasiado exploradas, por ahora- como los alrededores del Parque Lezama, y cambió el horario, porque la noche, en el siglo XXI, es un peligro. Mientras tanto, la Legislatura porteña estudia cómo tratar la prostitución en el nuevo Código Contravencional. El proyecto del ex Jefe de Gabinete incorpora el artículo 127 bis al Código Penal, mediante el cual se disponen penas de uno a tres años para quien “utilice o procure servicios sexuales de una persona sabiendo o debiendo saber que es una víctima de trata de personas”. En los casos en que las víctimas sean menores de edad, las penas se incrementan de cinco a diez años. Sin embargo, no todas las voces son de apoyo. Por caso, Elena Reynaga, referente de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR), salió al cruce de estas iniciativas legislativas. “Al clandestinizar al cliente, nos clandestinizan a nosotras, y eso agrava la trata y la explotación”, sostuvo Reynaga, quien también cuestionó a la policía: “Una cosa es la policía de Suecia y otra la de Argentina, que hace caja con nosotras”, agregó. Las políticas para luchar contra la prostitución deben ir junto con la de inmigración interna y externa. Se trata siempre de mujeres –muchas menores de edad- que viven aterrorizadas, amenazas y son víctimas de violencia de todo tipo, e incluso se las despoja de la documentación y del alma. No tienen contacto con el mundo exterior y otras ni siquiera saben en qué ciudad se encuentran. Hay que tomar conciencia de que la prostitución constituye una grave violación de los derechos de la persona y que el cuerpo humano es inalienable. En materia de prostitución no hay ningún derecho que pueda avalar semejante esclavitud....


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