Tradición oral de los mayas xinca garifuna ladina PDF

Title Tradición oral de los mayas xinca garifuna ladina
Author Anonymous User
Course Didáctica general
Institution Universidad de San Carlos de Guatemala
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Tradición oral de los mayasTierra plana y jaguares Los mayas creían que la Tierra era plana con cuatro esquinas y que cada esquina representaba una dirección cardinal. El centro era verde y cada una de las cuatro direcciones tenía otros colores; rojo-este, negro-oeste, blanco-norte y amarillo-sur. Y...


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Tradición oral de los mayas Tierra plana y jaguares Los mayas creían que la Tierra era plana con cuatro esquinas y que cada esquina representaba una dirección cardinal. El centro era verde y cada una de las cuatro direcciones tenía otros colores; rojo-este, negro-oeste, blanco-norte y amarillo-sur. Y, en cada esquina, había un jaguar de diferentes colores llamados bacabs, que sostenían el cielo. Los mayas también creían que el universo estaba dividido en trece capas y que cada capa tenía su propio dios.

La leyenda de los Aluxes Los Aluxes eran pequeños seres hechos de arcilla. Una vez que fueron creados, recibían ofrendas y oraciones para hacerlos cobrar vida. Estas criaturas estaban ocultas para poder proteger a su dueño de esa manera. Eran ágiles y ligeros como el viento, por lo tanto, apenas eran vistos. Los aluxes eran fieles a sus dueños pero traviesos con los extraños. Cuando las propiedades de sus dueños pasaban a otros, aparecerían los aluxes y asustaban a los niños. Por lo tanto, para apaciguarlos, los nuevos propietarios les regalaban alimentos, miel, maíz y cigarrillos. Incluso hoy en día, se cree que los aluxes protegen las ciudades mayas y algunos creen que los aluxes brindan luz al mundo. Los mayas también creían que si respetaban los aluxes, a su vez protegían a las personas y sus pertenencias. La creación de la Tierra Hay varias historias sobre cómo se creó la Tierra. Una versión de la historia de los mayas es así: Antes de que la Tierra surgiera, solo había dos dioses, Tepeu el Hacedor y Gucumatz el Espíritu Emplumado. Brillaban con brillantes plumas azules y verdes, mientras que todo lo demás a su alrededor era negro. Estos dos se unieron para crear el mundo. Lo que fuera que ellos pensaran venía a la vida; cuando ellos pensaron en la Tierra, se formaron tierras y ellos pensaron en montañas, pinos, valles, cielo y agua, y todo esto apareció. Por lo tanto, la Tierra se formó.

Creación de la vida en la tierra Una vez que los dioses Tepeu el Hacedor y Gucumatz el Espíritu Emplumado hicieron la Tierra, hicieron que los seres cuidasen sus creaciones y los elogiasen. Crearon todas las criaturas que deambulan por la Tierra hoy. Sin embargo, estos animales no podían hablar por mucho que lo intentaban. Solo podían ladrar, aullar, balbucear, rugir o gemir. Los dioses desilusionados decidieron crear seres mejores, que pudiesen hacer una adoración apropiada. Hicieron la primera raza de hombres de barro húmedo y les dieron vida, pero se desmoronaron poco cuando intentaron hablar. Se creó una segunda raza de hombres, tallada en madera. La segunda raza de hombres era más fuerte y capaz de caminar, hablar y multiplicarse. Sin embargo, estos hombres no tenían mentes; sus corazones estaban vacíos y no tenían recuerdos de su creación. Además, cuando hablaban sus palabras estaban vacías y no tenían sentido, por lo que no podían alabar a los dioses. Por lo tanto, Tepeu y Gucumatz enviaron un gran diluvio para destruirlos y ordenaron a los animales que los atacaran y los despedazaran. Pocos de ellos lograron escapar al bosque. Se convirtieron en monos y los dioses los dejaron allí como un ejemplo para la próxima raza de hombres.

Tradición oral de los Xinca Leyenda xinca del Sol Los vecinos del municipio de Guazacapán cuentan que en los primeros tiempos el Sol fue simplemente un hombre. Al principio, solo caminaba como cualquier otro en la Tierra. Un día encontró un hermoso árbol frondoso y decidió subir a él para descansar. Pero pronto se quedó dormido y entró la noche, oscureciéndose todo alrededor. Bajo el árbol permaneció mucha gente, quienes tuvieron un festín con mucha comida y bebida. Pronto, el hombre que estaba en la copa del árbol despertó con mucha hambre. Así que cuando se durmieron las personas bajo el árbol, el hombre bajó a buscar comida. Abrió algunos de los cofres que las personas llevaban y encontró uno hecho con madera de ceiba. Cuando lo abrió, encontró una hermosa vestimenta luminosa. Entonces, el hombre se vistió con las prendas mágicas y comenzó a bailar. De esta forma, danzando subió al cielo. Allí fue donde se convirtió en el astro Sol que hoy ilumina a los xincas.

EL HOMBRE ARAGÁN CONVERTIDO EN MAPACHE. Había una vez un hombre haragán, pero muy haragán que no se levantaba de su cama. Su esposa estaba desesperada pues ella tenía que buscar que comer, tenía que ir a trabajar la milpa y traer lo necesario para ellos, mientras el esposo sólo se levantaba a ver que comía. Llegó a enojarse tanto que lo hecho de la casa, pero este no lo hizo, la patoja acudió entonces a su mama y le dijo lo que sucedía, entonces ella hizo que se fueran los tres a ver la milpa pues se la estaban comiendo los animales; al llegar al lugar este vio su milpa y pensó como los animales hacen esto. Y como la suegra de él era Tekuan lo convirtió en mapache y este anduvo por el terreno desgarrando las mazorcas de la milpa, la hija de la señora solo veía de lejos y así anduvo el mapache hombre, de un lado y otro, y desesperado dijo suplicante a su suegra que lo volviera a la vida de hombre, pues no le gustaba estar en el monte y comiendo lo ajeno, entonces la señora le dijo ¿me juras que vas a trabajar para darle de comer a mi hija y a los hijos que tendrán?, si le dijo el mapache parado en dos patas, y la señora por la tarde lo devolvió a la vida de hombre, este agradecido juro a su esposa y suegra que de ahora en adelante trabajaría como debía ser.

Tradición oral de los Garífunas Leyenda de Agáyuma Esta es una leyenda originaria del pueblo garífuna, Agáyuma es una sirena de agua y de mar ya que estos son seres fantásticos que se refugian en las cascadas de los ríos que generalmente tienen una apariencia de una bella mujer de piel canela de larga cabellera. Regularmente se le ha visto bañarse en los ríos adornados de mucha vegetación o aparecerse en sueños. Hay quienes aseguran haber recogido sus pertenencias debido a que al sorprenderla a la hora de su baño esta se ausenta abandonando su vasija de echarse agua al igual que su preciosa peineta con que peinaba su larga cabellera.

Cuidado con el Tata Duende En lo profundo de la jungla beliceña vive Tata Duende, allí vive un hombrecillo feo con los pies hacia atrás, un gran sombrero rojo y sin pulgares. Él saluda a los niños que caminan educadamente por los senderos de la jungla y les pide que vean sus manos. Los padres de Belice advierten a los niños que nunca lo hagan, para que Tata Duende no se limpie los pulgares. El problema es que nunca puedes estar seguro de estar en presencia de Tata Duende. Aunque sus fantasmas probablemente no estarán en la gira de su crucero de lujo típico del Caribe, este hombre astuto a menudo se convertirá en un animal pequeño, o incluso alguien que usted conoce. Quizás lo mejor sea mantener las manos escondidas en los bolsillos si alguna vez camina por los bosques de Belice.

Tradición oral Ladina LA LEYENDA DEL SOMBRERON Una noche El Sombrerón caminaba en un barrio de La Antigua Guatemala cuando vio a una muchacha muy bella con pelo largo y se enamoró de ella. Buscó su casa y le llevó serenata una y otra noche, pero ella no le dijo nada a sus padres sobre él. Un día empezó a dejar de comer hasta el punto de que casi murió, y fue entonces cuando la madre se dio cuenta que era por El Sombrerón. Llevó a su hija a un convento creyendo que ahí iba a estar mejor, pero la niña siguió sin comer y un día despertó con una trenza en su pelo hecha por el espectro y ese día murió. Luego en el velorio, apareció El Sombrerón llorando y sus lágrimas eran como cristales. Jamas olvida a las muchachas que ha amado. También se cuenta que les hace trenzas a los caballos y mulas... Se cuenta también que este espanto a parte de enamorar a muchachas jóvenes, gusta por cabalgar mulas y caballos de los establos de las fincas en las noches agotándolos. Por ello, las bestias durante el día no cumplen las tareas sumado a que se vuelven hostiles con las personas, los campesinos y finqueros al ver este comportamiento buscan si el Sombrerón no les ha hecho trenzas en la greñas. Si es así, el animal ya no sirve para tareas... Una forma de saber si el Sombrerón está haciendo de las suyas en fincas y casas, es colocar ya sea cerca de un balcón de casa o cerca de los establos una silla y mesa de pino recién elaboradas, junto a aguardiente y una guitarra en noche de luna y deben guardar silencio todas las personas, sólo así se escuchará la guitarra y los cantos del Sombrerón. Al Sombrerón le atraen las muchachas de pelo largo y ojos grandes, por ello, cuando se sospecha que está tras una joven se le debe cortar el pelo a esta para que el Sombrerón no se gane el alma de la joven.

LEYENDA DE LA SIGUAMONTA A finales del Siglo XIX y durante la primera mitad del siglo XX, la capital guatemalteca se expande y crece más allá de los barrancos que la rodeaban y habían mantenido hasta cierto punto contenida en lo que hoy son las zonas céntricas de la ciudad. Este crecimiento trae consigo horripilantes sucesos y surge así la leyenda de la Siguamonta… Muchos confunden a la Siguamonta con la Siguanaba, primero por el obvio parecido en los nombres, y también porque ambos nefastos personajes suelen atraer a sus víctimas a sus muertes, aunque se valen para ello de estrategias muy distintas, dirigidas contra una presa en especial: mientras la Siguanaba atrae a los hombres mujeriegos, la Siguamonta hace lo propio con los niños curiosos y desobedientes. Y es que a principios del siglo pasado, la ciudad no era para nada ruidosa –al menos no comparada con el ensordecedor bullicio de estos días- y la rodeaban verdes barrancos repletos de vegetación y animales. A falta de suficientes puentes y caminos, los habitantes solían atravesar los barrancos para acortar las distancias entre una y otra zona. Es durante estos cortos trayectos entre los matorrales que empezaron a suceder cosas horribles, pues varias personas ya no volvían a casa, solo para ser encontrados muertas algunas horas o incluso días después. Muchas de las víctimas eran niños que presentaban múltiples heridas, pero no era claro si esos golpes habrían sido propiciados por algún adulto o por el contrario los habrían sufrido al caer por el barranco. La teoría más aceptada era que en los barrancos de la ciudad se escondían peligrosos y desalmados bandoleros que aprovechaban para asaltar y despojar de sus pertenencias a quienes se aventuraban a ingresar en sus profundidades con la esperanza de ganar algunas horas en su recorrido. La mayoría de padres de familia prohibiría a los niños acercarse a los barrancos, pero su naturaleza rebelde y curiosa los obligaba en muchos casos a desobedecer, formando pequeños grupos para sentirse más seguros al momento de ingresar al barranco a investigar. En una ocasión, uno de estos grupos formado por 5 niños entre los 8 y 13 años de edad, bajó por el barranco del barrio Gerona que separa las zonas 1 y 5 de la capital para realizar su habitual recorrido de 2 horas. Eran aproximadamente las 4 de la tarde y los niños ya casi terminaban su recorrido, cuando escucharon el peculiar silbido de un pajarito: “Tutuiiit! Tutuiiit! Tutuiiit!”...


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