Un ensayo sobre la depresion PDF

Title Un ensayo sobre la depresion
Author Abigail Jonanet Vasquez Reyes
Course psicología
Institution Escuela Libre de Psicología
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UNIVERSIDAD MICHOCANA DE SAN NICOLAS DE HIDALGO

FACULTAD DE PSICOLOGIA

“REDACCIÓN DE TEXTOS EN PSICOLOGÍA”

Maestro: Sergio Pardo

Alumno: Daniel Durán Farías

“UN ENSAYO SOBRE LA DEPRESIÓN”

Sección: 02

Semestre: 3ro

Morelia, Michoacán, marzo del 2018.

La depresión El presente trabajo tratará un tema controversial que, en los últimos años, ha dado mucho de qué hablar: la depresión. Un trastorno mental que poco ha sido estudiado de una manera clara y objetiva. Tema poseyente de mucha información que, en ciertas ocasiones, tiende a ser contradictoria o poco verificable y con una desagradable popularización de su término que ha dado como resultado que la gente deje tomarlo como algo serio. Un término que ha ido perdiendo reputación en el vocablo local debido a la poca información que se tiene de éste. En éste ensayo se darán a conocer las distintas definiciones a dicho concepto tratando de abarcar un amplio rango de opiniones en base a distintos criterios y enfoques. Además, se presentará todo lo referente al cómo se manifiesta, es decir, sus signos y síntomas y si estos tienden a variar en personas de distintas edades. Se analizará el cómo poder detectarla de una manera eficaz y no malinterpretar los síntomas. También, es de vital importancia saber cuáles son los orígenes de dicho trastorno en cada individuo, quiénes son las personas más propensas a padecerla y el momento que pueda influir en su adquisición. Por último, se detallará brevemente los métodos más eficaces que distintas áreas de la salud han utilizado para tratar éste fenómeno. El principal problema de la depresión en los últimos años ha sido encontrarle una correcta definición, ya que, para lograr esto último, hace falta entender el trastorno de una manera total y todos en la misma sintonía o canal. La depresión dice Salomón (2002) “eclipsa la capacidad de dar o recibir afecto” (p.17). Ésta idea claramente no nos dice mucho acerca de todo lo que engloba dicho trastorno, pero es un buen punto de arranque. Según el manual de diagnósticos y estadísticos de los trastornos mentales (DSM, 2010, p.163), La depresión puede conocerse como un episodio depresivo mayor cuya característica principal esencial ''es un periodo de al menos dos semanas durante el que hay una pérdida de interés o placer en casi todas las actividades”. Argumentar que la depresión es debida únicamente a causas químicas como, por ejemplo, niveles bajos de serotonina, como muchos neurólogos afirman, es un error. No existen personas inteligentes o personas asesinas únicamente por causas químicas. “El aumento en los niveles de serotonina en el cerebro desencadena un proceso que con el tiempo puede ayudar a muchas personas deprimidas a sentirse mejor” (Solomon, 2002, p.26) Los síntomas que caracterizan a la depresión son muy extensos y pueden variar de una persona a otra dependiendo del contexto. Un síntoma muy común es el agrandamiento de los pesares:

La vida está colmada de pesares: hagamos lo que hagamos, a la larga moriremos; cada uno de nosotros está encerrado en la soledad de un cuerpo autónomo; el tiempo pasa, y lo que ha sido nunca volverá a ser (Salomón, 2000, p.06). Esto da a entender que una persona con depresión tiende a dejar de hacer actividades que anteriormente eran de su agrado por el hecho de que, según su criterio, no tiene caso llevarlas a cabo, no ve una meta en ello y, por lo tanto, las abandona. Una persona que sufre depresión, por citar un ejemplo, que acostumbraba a ejercitarse puede perder las ganas de seguir realizando dicha actividad debido a los pesares, ya que, según su criterio, esto no le servirá de nada. Hasta el momento, se percata que una persona que presenta al trastorno no ve un fin productivo al realizar actividades que antes disfrutaba de realizar, las abandona. Sin embargo, esto no lo es todo. Una persona adulta puede presentar su estado depresivo muy diferente a como lo haría un niño o un adolescente. Entonces, debido a esto, no se debe ser tan determinista al momento de dictaminar si un individuo padece el trastorno o no. No se puede decir que una persona sufre depresión por el simple hecho de que en ésta ocurrió un descenso en el interés por sus aficiones. “El episodio debe acompañarse de un malestar clínicamente significativo o de una alteración del funcionamiento social, ocupacional o de otras áreas importantes de la vida del individuo” (DSM, 2014, p.163). El DSM (2014) cataloga a una persona con depresión si ésta presenta un cuadro clínico de cinco síntomas de una lista de nueve. Esto ha sido fuente, de numerosas críticas, tal es el caso de Salomón quien señaló (2002) que “no hay ninguna razón concreta para afirmar que si se presentan cinco síntomas hay depresión” (p. 23). Dichos trastornos son los siguientes: 1.- Estado de ánimo depresivo la mayor parte del día, casi cada día según lo indica el propio sujeto (p. ej., se siente triste o vacío) o la observación realizada por otros (p. ej., llanto). En los niños y adolescentes el estado de ánimo puede ser irritable; 2.- disminución acusada del interés o de la capacidad para el placer en todas o casi todas las actividades, la mayor parte del día, casi cada día (según refiere el propio sujeto u observan los demás; 3.- pérdida importante de peso sin hacer régimen o aumento de peso (p. ej., un cambio de más del 5 % del peso corporal en 1 mes), o pérdida o aumento del apetito casi cada día. Nota: En niños hay que valorar el fracaso en lograr los aumentos de peso esperables; 4.- insomnio o hipersomnia casi cada día; 5.- agitación o enlentecimiento psicomotores casi cada día (observable por los demás, no meras sensaciones de

inquietud o de estar enlentecido); 6.- fatiga o pérdida de energía casi cada día; 7.- sentimientos de inutilidad o de culpa excesivos o inapropiados (que pueden ser delirantes) casi cada día (no los simples autorreproches o culpabilidad por el hecho de estar enfermo); 8.- disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, o indecisión, casi cada día (ya sea una atribución subjetiva o una observación ajena); 9.- pensamientos recurrentes de muerte (no sólo temor a la muerte), ideación suicida recurrente sin un plan específico o una tentativa de suicidio o un plan específico para suicidarse (DSM, 2014, p.160-161). Los síntomas varían mucho dependiendo de numerosos factores. Un dato muy interesante que se le puede asignar a la depresión, es que la susodicha puede aparecer en cualquier momento de la vida. “La edad media de inicio de los episodios depresivos mayores data después de los veinte años, sin embargo, pueden ocurrir a cualquier edad incluyendo la infancia” (Lammoglia, 2001, p.126). No podemos entonces descartar a un niño o un adolescente con depresión. Niños que poseen predisposición genética a la depresión, dice Lammoglia (2001) “suelen presentar episodios depresivos desde pequeños” (p.127). Si un sujeto posee predisposición a la depresión y dicho sujeto engendra un niño, dicho niño estará un paso adelante a la hora de medir las probabilidades de adquirir el trastorno bajo los factores de riesgo adecuados. “La herencia puede explicar entre 40 y 50% del riesgo de depresión mayor” (Bouchard, 2004; como se citó en Papalia, Wendkos & Duskin, 2005). Su manifestación es muy característica en esta etapa de la vida: “son particularmente frecuentes las quejas somáticas y la agitación" (Lammoglia, 2001, p.127). Incluso la agresividad es muy común, por lo tanto, es importante mencionar que tristeza y depresión no son la misma cosa y no tienen un mismo núcleo en común, más si un alto grado de correlación. Se puede estar deprimido, mas por esto, no se debe dar por hecho de que el llanto es un síntoma imprescindible. Los niños deprimidos suelen provenir de familias con altos niveles de depresión paterna, ansiedad, consumo de drogas o conducta antisocial (Papalia, et al., 2005, p. 345). Encontrar adolescentes con problemas depresivos es también muy común; generalmente se representan con conductas antisociales, el ingreso a las adicciones, poseen la creencia de que son incomprendidos y tienen en su poder el deseo de abandonar sus hogares. Nos menciona SAMHSA, en el año 2005 (como se citó en Papalia et al., 2005, p.369), que para el año 2004, al menos el 9% de los jóvenes con de entre 12 y 17 años habían experimentado por lo menos un episodio de depresión mayor” y que, como ya lo habíamos mencionado con los niños, esta “no necesariamente se presenta como tristeza sino como irritabilidad, aburrimiento o incapacidad para experimentar placer” (Papalia et al., 2005, p.369).

El trastorno también puede estar presente, y es más común, en los adultos de todas las edades. Los adultos jóvenes suelen acarrear los estados depresivos desde la adolescencia o incluso desde la niñez, estas personas “suelen haber estado expuesto a factores de riesgo importantes en la niñez, como trastornos neurológicos o de desarrollo, familias disfuncionales o inestables y trastornos conductuales” (Papalia et al., 2010, p.431). En un estudio realizado a mujeres de mediana edad en los Estados Unidos se encontró que “una de cuatro mujeres mostró síntomas de depresión” (Papalia et al., 2010, p.502). Los adultos mayores también poseen riesgo de caer en el presente trastorno. “En 2002, 11% de los ancianos y 18% de las ancianas estadounidenses reportaron síntomas de depresión clínica” (Federal Interagency Forum on Aging-Related Statistics, 2004; como se citó en Papalia et al., 2010, p.569). “Con frecuencia la depresión se asocia con otras condiciones médicas” (Papalia et al., 2010, p.569), esto debido a que los adultos tienden a bajar sus condiciones favorables de vida: aparecen enfermedades crónicas (hipertensión, diabetes o cáncer, por citar algunos ejemplos) y disminuyen su capacidad física y cognitiva lo cual es un duro golpe a su autonomía y calidad de vida. Existen muchas formas de erradicar o disminuir los niveles de depresión y eso es algo muy importante de hacer, dado que el poseer el trastorno puede acelerar el deterioro físico y mental por lo tanto aumentar los niveles de una probable muerte prematura. “La depresión puede tratarse con medicamentos antidepresivos, psicoterapia o ambas cosas” (Harvard Medical School, 2005; como se citó en Papalia, et al., p.569). “Un análisis de todos los estudios posibles encontró que la psicoterapia cognitiva y no cognitiva puede ser eficaz, pero que sus efectos no duran más de un año” (Weisz, McCarty y Valeri, 2006, como se citó en Papalia, et al., 2010, p.370). Anderson, Dimidjian y Miller (1999), presentaron un método de terapia familiar que consta de cuatro frases con en la cual se trata de eliminar los signos y síntomas depresivos de alguno de los mismos familiares. La fase 1 es determinada “toma del contacto/evaluación” donde se plantean los objetivos y metas junto con el terapeuta. Es una fase en donde el mismo terapeuta toma conciencia de las fuerzas y debilidades de cada elemento familiar. La segunda fase se denomina brindar apoyo e información donde se educa “a la familia en lo relacionado con la enfermedad” (Anderson, Dimidjian y Miller, 1999, p.41). Dependiendo el tipo de paciente y del elemento de la familia “las sesiones educativas varían un poco” (Anderson, et al., 1999, 45). Se debe tratar muy diferente a un niño con depresión que a un adulto con el mismo trastorno. La fase número tres, es llamada “aplicar los principios y mantener las ganancias”. En esta aprenden a manejar la depresión el tiempo dado que, cómo menciona Anderson, esta es muy a menudo crónica (1999). Por último, nos encontramos con la fase

finalización gradual. En donde el número de sesiones va en descenso debido a la finalización progresiva del mismo trastorno. Otro de los métodos de terapia más utilizados y famosos es el método basado en la teoría psicológica cognitiva-conductual. Esta terapia “se aplica generalmente en un periodo de entre tres a seis meses” (Thase, 1999, p.59). La terapia cognitivoconductual, a grandes rasgos, “se centra en torno a la comprensión de las relaciones funcionales entres los procesos de pensamiento, el contenido del pensamiento, las conductas abiertas y las perturbaciones en el estado anímico” (Thase, 1999, p.60). Existen a su vez, otros modelos curativos para la depresión como la terapia interpersonal, la personal, de grupo y la somática. Entonces, se puede concluir que la depresión es un descenso en el estado de ánimo de una persona que afecta su modus vivendi de una manera significativa, que no lo deja ser y repercute de manera en su salud, en sus relaciones sociales, familiares y laborales. Es un tema que seguirá dando de qué hablar por un largo tiempo en esa eterna rivalidad existente entre las neurociencias y la psicología como tal. Si bien es cierto que existen cambios en los niveles neuronales en las personas poseyentes de dicho trastorno, es también correcto que dichos cambios no sean el factor determinante para su aparición. Los síntomas varían en personas; factores como la edad son importantes a la hora de la manifestación de los síntomas, por lo que se reitera que es importante evaluar bien cada uno de los mismos para, así mismo, ser concisos a la hora de dictaminar si una persona posee el trastorno. Decir que una persona posee depresión, no es algo que deba tomar a la ligera.

REFERENCIAS  

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Anderson, C., Dimidjian, S. & Miller, A. (1999). Capítulo 1. En tratamiento de la depresión, Yalom, I. (p. 23, 40, 41). México: Ediciones Granica. Asociación Americana de Psiquiatría. (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (5 ª ed.). Arlington: American Psychiatric Publishing. 160-161, 163. Lammoglia, E. (2001). Las máscaras de la depresión. México: Grijalbo. 126127. Papalia, D., Wendkos, S., & Duskin R. (2010). Desarrollo Humano. Mc Graw Hill: México. 347, 369-370, 431, 502, 569. Solomon, A. (2002). El demonio de la depresión. CD. México: Debate. 17, 23, 26.



Thase, M. (1999). Capítulo 2. En tratamiento de la depresión, Yalom, I. (p. 5960). México: Ediciones Granica....


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