2.- Conflicto y acoso escolar PDF

Title 2.- Conflicto y acoso escolar
Course Tipos Especiales De Violencia Y Acoso (Optativa Sin Mención)
Institution Universidad Isabel I de Castilla
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La convivencia y el acoso escolar

Jesús Niño Triviño

TEMA 2. CONFLICTO Y ACOSO ESCOLAR

2.1. Introducción. 2.2. El conflicto. 2.2.1. Definición. 2.2.2. Tipologías. 2.3. Acoso escolar. 2.3.1. Definición. 2.3.2. Características. 2.3.3. Consecuencias. 2.4. Evaluación. 2.5. Bibliografía.

2.1. Introducción Varias son las preocupaciones que tiene en la actualidad el profesorado. Una de las más importantes es todo lo relacionado con la conflictividad y la indisciplina escolar. El profesorado dedica mucho tiempo, esfuerzo y energía a velar por el cumplimiento de normas, a mantener el orden, a hacerse respetar y a garantizar el buen funcionamiento del aula, así como a controlar el comportamiento de sus alumnos y conseguir que estos les obedezcan. Hacer, en definitiva, un ejercicio efectivo de su autoridad se convierte, más que en tarea, en preocupación, cuando no en obsesión, que puede llegar a afectar al terreno estrictamente personal.

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Hay que partir de que en toda relación humana suelen aparecer desacuerdos e intereses opuestos, elementos generadores de posibles conflictos. El funcionamiento de los centros educativos, como contexto interactivo entre padres, profesores y alumnos, conlleva en sí mismo el reconocimiento de la presencia de los conflictos. La aceptación de este aspecto nos facilitará el desarrollo de las adecuadas estrategias de actuación en el aula y en el centro. Como en cualquier otra situación, intervenir en conflictos de forma rigurosa y eficaz requiere, en primer lugar, la identificación precisa de las causas que facilitan su aparición, evitando, como ocurre en ocasiones, que el profesorado tenga que enfrentarse a situaciones graves pero no precisas, a conflictos no adecuadamente identificados, proponiendo soluciones improvisadas que tienen un alto riesgo de no alcanzar el éxito esperado. En este sentido, el aumento de los conflictos en los centros escolares ha puesto en el centro del debate educativo y social el problema del clima de convivencia en los centros docentes, provocando, con ello, actuaciones centradas en dar respuesta inmediata a dichos conflictos. Sin embargo, la convivencia escolar es un requisito básico para el logro del éxito escolar. Por ello, el análisis, categorización e intervención en los conflictos debe responder a una estrategia más global de fomento y mejora de la convivencia.

2.2. El Conflicto 2.2.1. Definición de conflicto Podemos entender el conflicto como una situación de confrontación en la que participan dos o más individuos. Para Jares (1991) el conflicto es un tipo de situación en la que las personas o grupos sociales buscan o perciben metas opuestas, afirman valores antagónicos o tienen intereses divergentes. Las referencias al conflicto no son siempre coincidentes, pudiendo ser inclusive contradictorias en función del criterio educativo desde el que se emiten dichas valoraciones. Por un lado existe una visión del conflicto que le considera como algo negativo, no deseable, sinónimo de violencia, disfunción o patología y, en consecuencia, como una situación que hay que corregir y, sobre todo, evitar. Desde esta visión tradicional la gestión de la escuela sólo será estable y facilitadora cuando sea posible prever y minimizar los conflictos (Britto, 1991). Se considera al conflicto como un elemento que acaba por perjudicar gravemente el normal funcionamiento de la organización. Por ello, las estrategias de actuación se dirigirán al diseño de actividades y procesos de control que prevengan el máximo de situaciones de conflicto. La actuación sobre el conflicto será preventiva con el objetivo de evitar su aparición. De este modo, el conflicto será un problema que requiere medidas correctoras para resolver la disfunción de lo socialmente aceptado.

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Sin embargo, y frente a la anterior visión, el conflicto se puede valorar como un elemento presente en la realidad social, y por tanto en los centros educativos, y necesario para el cambio personal y social. El conflicto puede enfocarse básicamente como una de las fuerzas motivadoras de nuestra existencia, como un elemento tan necesario para la vida social como el aire para la vida humana (Galtung, 1981). Por consiguiente, el conflicto puede considerarse como un instrumento esencial para el avance educativo personal y colectivo. En ocasiones se observa una cierta confusión terminológica cuando hablamos de conflicto. En este sentido, además del término conflicto, se utilizan con frecuencia y de forma indistinta términos como violencia, acoso, intimidación, bullying, vandalismo, conductas antisociales, conductas disruptivas, alteraciones del comportamiento, problemas de conducta, problemas de convivencia, etc., siendo la más común la tendencia a utilizar indiscriminadamente conflicto y violencia como si de sinónimos se tratasen. El hecho de que existan numerosos términos no es casual, sino que responde a diferentes enfoques de la realidad de los centros educativos y afecta al afrontamiento de los propios conflictos. De esta forma los conflictos de convivencia pueden ser mencionados como comportamientos antisociales o como violencia escolar, según la visión de la conflictividad tenga un perfil más psicológico o sociológico, respectivamente. Sin embargo, para Etxeberría, Esteve y Jordán, no es legítimo asociar conflicto con violencia, porque mientras el conflicto responde a situaciones cotidianas de la vida social y escolar, en la que se dan enfrentamientos de intereses, discusión y necesidad de abordar el problema, la violencia es una de las maneras de enfrentarse a esa situación. Entre conflicto y violencia existe cierta relación pero no es bidireccional. La violencia es consecuencia de un aprendizaje mientras que el conflicto es inherente al ser humano, formando parte de su propia naturaleza, de su estructura básica y esencial que le permite madurar y desarrollarse como persona. La violencia es parte de lo que los alumnos aprenden a lo largo de su desarrollo social. Puesto que conflicto y violencia son manejados indistintamente, con frecuencia es preciso insistir en que la existencia de conflicto no implica necesariamente la existencia de situaciones de violencia. Existen situaciones violentas, más o menos puntuales, provocadas por alteraciones comportamentales de carácter individual, patológico, o socio-ambiental que van más allá de lo educativo pero lo habitual es que la respuesta violenta no sea más que una de las posibles formas de abordar un conflicto. Es decir, la deriva del conflicto hacia la violencia dependerá en gran medida de la disposición de estrategias adecuadas de intervención en el plano colectivo y en el plano individual, de que el profesorado disponga de recursos y habilidades. Por ello podemos considerar el conflicto como oportunidad de

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aprendizaje, que podría llegar a potenciar la competencia social y las relaciones interpersonales.

2.2.2. Tipologías Si queremos solucionar un conflicto es necesario un afrontamiento temprano. Evitar o ignorar las situaciones conflictivas no sólo no contribuye a su solución sino, lo más probable, a su incremento. Alcanzar acuerdos satisfactorios para todos los implicados, superando posiciones discrepantes y respetando sentimientos e intereses, se convierte en el principal objetivo de tratamiento del conflicto. Para ello será imprescindible conocer previamente quiénes son los protagonistas directos y sus posiciones e intereses. A partir del análisis en el que participarán todas las partes en conflicto se podrán alcanzar soluciones positivas y satisfactorias para todos los implicados. El análisis debe contar al menos con los siguientes requisitos básicos: - La participación de todas las partes en conflicto. - El conocimiento de todas y cada una de las posiciones de las partes que intervienen en el conflicto. - El análisis de los intereses de cada una de las partes que, por otro lado, son las que contribuyen al mantenimiento de su posición. - La reflexión sobre los sentimientos de cada una de las partes. A tenor de lo anteriormente expresado, una primera dificultad para establecer una categorización de los diferentes conflictos es la amplitud, cuando no la imprecisión, en el lenguaje sobre la conflictividad escolar. Además hay un segundo aspecto que, si no como dificultad, sí que es preciso tener muy en cuenta en dicha categorización, y es el carácter social y de proceso interactivo, individual y/o colectivo del conflicto, lo que determina que tanto su conceptualización, y con ello su categorización, como su nivel de incidencia y prevalencia en los centros educativos esté directamente relacionado con modelos educativos, sociales, morales, legales o familiares concretos, dependiendo, por tanto, la consideración de conflicto, o no, de los calificadores del mismo más que de cualquier otro criterio. De esta manera, por ejemplo, una conducta de desafío podría ser considerada, por unos, como desobediencia peligrosa y, por ello, anormal y categorizada como violencia escolar y, por otros, no ser considerada como tal, de acuerdo con criterios de calificación subjetivos. Lo señalado puede aplicarse perfectamente a madres y padres, centros educativos e instituciones sociales o culturales. Por tanto, es necesario distinguir entre lo que el alumno

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hace y lo que su entorno escolar espera que haga, dado que el impacto de las expectativas ambientales sobre las conductas es fundamental. Una misma conducta puede ser aceptada en un momento determinado y rechazada en otro, de manera que podrá ser considerado, o no, como conflicto, como conducta violenta o como respuesta simplemente molesta en función del contexto en que aparezca. Es evidente que esta característica afecta de forma considerable a los estudios sobre la aparición, prevalencia e incidencia de los conflictos y las conductas violentas en la población escolar, difiriendo los resultados ampliamente, conforme sea el paradigma y el modelo de categorización utilizado. Por ejemplo, si queremos evaluar la incidencia de conductas disruptivas en la escuela, el resultado dependerá en gran medida del nivel de tolerancia del profesor o de la persona que haga el estudio, de forma que un alto nivel de tolerancia de conductas arrojaría resultados de prevalencia mínima. En todo caso, hay que resaltar que la conflictividad escolar, al igual que otros sucesos violentos, requieren un análisis multicausal de los factores que intervienen en su origen. Más allá de la tendencia a simplificar la categorización de los conflictos mediante agrupaciones con escaso rigor y sujetas a situaciones coyunturales, conviene entender la complejidad de las situaciones y, por añadidura de su clasificación. En este sentido el Informe del Defensor del Pueblo sobre violencia escolar contempla que el maltrato entre iguales, que se produce en la escuela, tampoco puede explicarse sólo mediante las variables relativas al propio centro. Junto con los factores más relacionados con el medio escolar y con el grupo de amigos, existen otros factores sociales y culturales implicados en el fenómeno cuyo conocimiento permite la comprensión del mismo en toda su complejidad. A pesar de la presencia casi constante en los medios de comunicación de situaciones conflictivas en los centros y de la preocupación existente entre el profesorado, la investigación educativa en España hasta fechas bien recientes no ha prestado suficiente atención a los conflictos en los centros educativos. No obstante, los estudios e investigaciones realizadas en los últimos años en varios países europeos, y en España, han producido abundantes modelos para la categorización de los conflictos escolares. De esta forma, los datos de las investigaciones sobre los conflictos en los centros educativos que podrían ser considerados como de mayor gravedad por el impacto social e individual, el vandalismo y agresión física, sitúan dichos conflictos en torno al diez por ciento del total de los que se registran. Dichos estudios estiman, así mismo, que uno de cada cinco alumnos podría estar implicado en este tipo de situaciones, como agresor, como víctima, o como ambas cosas a la vez. En todo caso sí que se puede afirmar que las alteraciones del comportamiento más significativas en los centros, es decir, las que con más frecuencia

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aparecen en el ámbito escolar son las conductas disruptivas en las aulas, la violencia física y el maltrato entre iguales, el vandalismo y las faltas graves de disciplina. El estudio nacional realizado por el Defensor del Pueblo contempla la clasificación de los conflictos que se muestra en la tabla que se incluye a continuación, siendo las conductas violentas menos graves, como la agresión verbal y la exclusión social, las que presentan una mayor incidencia en los centros escolares, según los alumnos agresores y los alumnos victimizados. Por otro lado, los alumnos más violentos consideran que las conductas de abuso, de pegar y maltratar a otro físicamente se cometen con mayor frecuencia de lo que las perciben las víctimas. En cuanto a la opinión del resto de compañeros que son testigos de las agresiones se ha podido comprobar que las conductas de agresión verbal, a excepción de hablar mal de los otros, se perciben con menor incidencia que las declaradas por los agresores y víctimas.

Maltrato físico - Amenazar con armas (directo). - Pegar (directo). - Esconder cosas (indirecto). - Romper cosas (indirecto).

Maltrato verbal - Insultar (directo). - Poner motes (directo). - Hablar mal de alguien (indirecto).

- Robar cosas (indirecto).

Mixto (físico y verbal)

Exclusión social

- Amenazar con el

- Ignorar a alguien.

fin de intimidar.

- No dejar a alguien participar en una

- Obligar a hacer cosas con amenazas (chantaje).

actividad.

- Acosar sexualmente.

Tipos de manifestaciones de maltrato por abuso de poder entre iguales contemplados en el estudio epidemiológico incluido en el informe del Defensor del Pueblo.

Una de las categorizaciones más precisas, y sobre todo útil, y que permite al profesorado un proceso de seguimiento y revisión de la realidad de su centro y abordar de forma más precisa las actuaciones necesarias es la propuesta por Torrego y Moreno a partir de los siguientes bloques:

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COMPORTAMIENTO ANTISOCIAL DE ALUMNOS

▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪ ▪

Disrupción en las aulas. Indisciplina (insultos, malas contestaciones, falta de respeto, horarios, materiales y espacios comunes). Violencia psicológica (conductas intimidatorias; si son permanentes, bullying). Vandalismo – daños materiales. Violencia física (agresiones, extorsión, armas, incluída la violencia contra uno mismo). Acoso sexual. Absentismo y deserción escolar. Fraude – corrupción (copiar, plagio, tráfico de influencias, etc.)

PROBLEMAS DE SEGURIDAD EN EL CENTRO ESCOLAR

▪ ▪ ▪

Delitos (delincuencia – predelincuencia) cometidos en el contexto del centro escolar. Delitos – problemas de seguridad – realizados por sujetos ajenos al centro procedentes del entorno más próximo (Bandas). Conciencia individual o colectiva de inseguridad en el centro; clima de inseguridad.

VIOLENCIA DE LA ESCUELA EJERCIDA HACIA Y SUFRIDA POR EL ALUMNADO

▪ ▪

Maltrato de profesores a alumnos (físico o psicológico). Injusticia intrínseca del sistema y de la institución (margina, estigmatiza, condena al fracaso a muchos alumnos) (Violencia simbólica).

CONFLICTOS ENTRE ADULTOS

▪ ▪ ▪ ▪

Conflictos entre familias y profesores. Conflictos entre profesores entre sí. Conflictos entre familias entre sí. Conflictos entre profesores y/o familias y personal no docente del centro.

Categorías de problemas y conflictos de convivencia (J.C. Torrego y y J.M. Moreno)

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Los conflictos en el aula son diversos, no sólo por los implicados sino también porque es preciso distinguir la tipología de los conflictos para aplicar las estrategias de resolución adecuadas a la naturaleza del mismo. En este sentido, se pueden establecer cuatro grupos de conflictos en los centros educativos: Conflictos de relación, de rendimiento, de poder y de identidad (Viñas, 2004). De estos grupos, el establecido a partir del aspecto relacional, permite una categorización más precisa. Si el establecimiento de una determinada relación puede generar conflicto, según el motivo y dirección de la relación de éste se podrán establecer grupos concretos de conflictos y, con ello, podremos diseñar con mayor precisión estrategias de intervención en los mismos. Desarrollando los conflictos de relación podemos ver:

Conflictos en relación con las tareas académicas. Incluye este bloque todas las conductas relacionadas con la denominada “disrupción escolar”, afectando a la autoridad del profesorado con la consiguiente repercusión en el rendimiento académico de todo el alumnado. En la actualidad constituyen el principal problema de convivencia en los centros viniendo a reafirmar, con ello, la estrecha relación entre aprendizaje y convivencia.

Conflictos en las relaciones entre las personas. - Conflictos en la relación profesor-alumno. Se incluyen aquí las agresiones, de todo tipo, al profesorado por parte del alumnado. De seta forma se contabilizan en este apartado las agresiones verbales y físicas, las amenazas y ofensas personales graves, entre otras, conductas que por su carácter gravedad y carácter directo, no pueden ser considerados como disrupción escolar. - Conflictos en las relaciones entre el alumnado. a) Conflictos en las relaciones entre iguales. b) Conflictos con acoso en intimidación “Bullying”. En este sentido es preciso distinguir entre las conductas agresivas que producen daño a otro en una situación puntual o de cierta simetría de las partes y el acoso e intimidación, cuya característica diferencial con el anterior es la reiteración temporal, por una parte, y el desequilibrio entre las partes implicadas, por las características individuales o por producirse de un grupo hacia un individuo. Incluye diferentes formas y modalidades, maltrato físico,

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psicológico, sexual y verbal. El maltrato psicológico suele estar unido a los otros por su relación causa-efecto) y posibilidades. - Otros conflictos en las relaciones entre las personas. Se incluyen aquí tres grupos de conflictos. a) Conflictos entre el profesorado (Incluyendo el acoso laboral, “mobbing”). b) Conflictos entre profesores y familias. c) Conflictos por ausencia de relación: Alumnado con déficit extremo de interacción social.

2.3. Acoso escolar 2.3.1. Definición El bullying, o acoso escolar, posiblemente no sea un fenómeno nuevo, como en ocasiones se ha pensado, pero lo cierto es que en los últimos años ha ido adquiriendo una relevancia que ha trascendido el ámbito educativo. Para Inés Monjas y José María Avilés (2006) el maltrato entre iguales, o bullying, ocurre cuando un/a chico/a o grupo, pega, intimida, acosa, insulta, humilla, excluye, incordia, ignora, pone en ridículo, desprestigia, rechaza, abus...


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