3. La sociedad estamental. Estamentos privilegiados PDF

Title 3. La sociedad estamental. Estamentos privilegiados
Author Libertad Sevilleja
Course Historia Social de la Edad Moderna
Institution UNED
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Síntesis resumida de los textos obligatorios de Floristán y Ribot referidas a este tema....


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III. LA SOCIEDAD ESTAMENTAL. ESTAMENTOS PRIVILEGIADOS Para la historiografía marxista, tanto la Edad Media como la Edad Moderna pertenecen al modo de producción feudal, si bien con algunas diferencias. Así, el feudalismo posterior al siglo XVI sería un «feudalismo tardío». La sociedad moderna europea, comúnmente denominada «Antiguo Régimen», era principalmente agraria, y en ella la nobleza ocupaba una posición privilegiada. Las ciudades preindustriales estaban muy vinculadas con el mundo rural; dominándolo a veces, otras transformándolo en la medida de lo posible. La economía urbana se suele presentar como antitética del feudalismo, si bien la burguesía ciudadana coexistía y colaboraba con la nobleza, cuando no se convertían en dominadores del mundo rural. Lo sociedad del siglo XVI era aún jerárquica y tradicional, centrada en alguna clase de grupo social — familia, linaje, corporación laboral, comunidad de vecinos, parroquia —, por lo que se habla de sociedad corporativa. Una sociedad estamental es aquella organizada en estamentos constituidos en grupos cerrados a los que se accede por nacimiento, si bien existían casos de trasvase de un estamento a otro, especialmente mediante la compra de títulos, práctica cada vez más común a partir del siglo XVII. Cada estamento se corresponde con un grupo definido por un estilo de vida común y análoga función social. Jurídicamente desigual, la existencia de privilegios inherentes a ciertos estamentos constituía un principio rector del orden social. Los estamentos privilegiados incluían a la nobleza y al alto clero, mientras que el resto, burgueses, artesanos, campesinos y grupos marginales, carecían de todo privilegio. Esta rígida sociedad estamental entró en crisis a partir del siglo XVIII como consecuencia del fortalecimiento de la burguesía, que controlaba gran parte de la economía. Ante las negativas a sus reivindicaciones de derechos políticos y prestigio social por parte de la nobleza se vieron abocados hacia movimientos revolucionarios cuyo objetivo fue la destrucción de los privilegios feudales.

1. LA NOBLEZA Y EL CLERO 1.1 LA NOBLEZA La nobleza continuaba siendo el principal estamento privilegiado y el punto de referencia para los otros grupos de la sociedad. En teoría se definía por su función militar, aunque sería más correcto definirla como una clase terrateniente hereditaria de origen militar. Los teóricos de la nobleza también intentaban justificar la condición privilegiada de los nobles haciéndolos descendientes de los antiguos conquistadores germánicos. La condición nobiliaria se transmitía por herencia a todos los hijos, pero el título no. En los países de Derecho Romano, o influidos por él, sólo el hijo mayor heredada el título. Los demás hijos serían simplemente caballeros, que si eran afortunados podían obtener un nuevo título. Por lo que hace a la herencia de los bienes, en el siglo XVI todavía no se había extendido, a nivel europeo, el sistema de primogenitura procedente del Derecho Romano. Sistemas como el mayorazgo castellano planteaban la problemática de los segundones, para quienes se abría la carrera militar, la burocracia y la eclesiástica; mientras, en los países germánicos estaba vigente el sistema de reparto de los bienes entre los hijos varones por igual, lo que explica la extrema fragmentación política de Alemania. En su conjunto la nobleza era rica. Al lado del clero se constituyó en la mayor propietaria de superficie cultivable. Es decir, la base de la riqueza nobiliaria era la propiedad privilegiada de la tierra por medio del régimen señorial. En sus señoríos, el noble, además de propietario, ostentaba la autoridad pública, incluso la judicial, y el nombramiento de las autoridades locales. Se trataba de una evolución del sistema feudal medieval, en el que los señores recibían diversos derechos por el ejercicio de sus funciones públicas y una serie de rentas como propietarios de la tierra. Desde el punto de vista económico, solían ceder la explotación de la mayor parte de sus tierras a campesinos, sea a cambio de rentas fijas, sea a cambio de una parte de la cosecha —lo más provechoso en una época de alza de precios como fue el siglo XVI—. Quedaba una «reserva señorial» que solía explotarse por medio de mano de obra campesina, muchas veces forzada. Los señores disponían de muchos medios de coerción económica sobre los campesinos. Tenían monopolios de medios técnicos y cobraran impuestos sobre vías de comunicación y derechos sobre las ventas o transmisiones hereditarias de las propiedades de aquéllos. Su situación privilegiada les permitía vivir del trabajo de sus súbditos y al mismo tiempo dictar las normas que regulaban dicho trabajo. Así, la explicación de la nobleza no puede concebirse fuera del mundo rural, pero tampoco se le debe desvincular del ámbito urbano, donde protagonizó un papel de excepción. Toda renovación de las aristocracias europeas se desarrolló en base a su estrecha dependencia del favor real. La política monárquica trastocó tanto la composición como el papel de sus antiguos auxiliares nobles en asuntos de estado. Ahora, los monarcas absolutos requieren la presencia de hombres de confianza, preparados ya no tanto en el ejercicio de las armas como en el de las letras. El objetivo no fue otro que despojar del poder a quienes aún defendían, aprovechando sus atributos militares, una concepción feudal del Estado.

No es, pues, casual el hecho de que en todos los países la aristocracia se viese atraída hacia las recién creadas capitales permanentes, dando lugar a esplendorosas cortes renacentistas. A partir de este momento los valores que priman son aquellos que derivan de la fidelidad al rey. De este modo se explica el incremento que empieza a apreciarse en el número de nobles, que pasan a formar parte de una realidad más dinámica en torno a las ciudades, asumiendo funciones de capital política, participando así en la extensión del nuevo urbanismo renacentista. Esta transformación de la nobleza hacia funciones cortesanas y urbanas hicieron de ella una clase absentista que no conocía el valor de la riqueza fuera de una procedencia puramente hereditaria, por lo que la condujeron a un paulatino empobrecimiento . Un cierto grado de cultura formaba parte de la educación nobiliaria, que en muchos aspectos era más funcional que la impartida en las universidades. La nobleza fue en buena parte una clase ociosa, pero contó con individuos de elevada capacidad intelectual, y en algunos países conservó unas ideas de libertad política contra el autoritarismo de los monarcas. Una parte significativa incluso renunció a sus privilegios jurídicos.

1.2 EL CLERO El clero conformaba el otro estamento privilegiado del Antiguo Régimen, caracterizado por unos rasgos estéticos propios que lo diferenciaban del resto: la tonsura ―el rapado del pelo― y la forma de vestir, con sotanas de diferentes colores en función de su rango, así como adornos específicos del mismo. Se trata así de un uniforme que refleja la fuerte jerarquización interna del grupo, que, de mayor a menor rango, estaba constituido por:

• Cardenales, encargados de la elección del nuevo Papa, y sus máximos consejeros en vida. • Arzobispos, encargados de administrar amplios territorios. • Obispos, encargados de ciudades y territorios menores. • Canónigos, miembros del clero catedralicio y de las colegiatas. • Beneficiarios, introducidos en la Iglesia por familias pudientes que financian abadías y capillas. • Órdenes regulares. • Clero secular, aquellos no sometidos a regla alguna, y que por lo general poseían mayor formación

cultural que éstos.

• Curas de parroquia, cuya riqueza variaba en función de la parroquia que administraban. De esta forma, existían diferencias abismales entre la economía de unos y otros. Los hijos segundones de la nobleza ocupaban los cargos eclesiásticos más altos, mientras los segundones de otros estamentos ocupaban los otros en forma descendente. Por otra parte, el clero poseía privilegios fiscales y jurisdiccionales muy similares los de la nobleza.

2. CRITERIOS DE JERARQUIZACIÓN Lo nobleza se subdivide, fundamentalmente, en dos estratos, en función de la posesión o no de título nobiliario. En la alta nobleza coexisten así marqueses, duques, condes y barones, existiendo incluso entre ellos grupos más reducidos y prestigiosos, como los grandes en España o los pares en Francia. Frente a esta teórica homogeneidad que ofrecía la nobleza titulada, resulta complicado establecer la estratificación de la numerosa y variada baja nobleza o nobleza menor, cuyas «jerarquías» se rigen más por apreciaciones particulares. En el plano militar, quedan marginados de las nuevas concepciones del ejército moderno. Desde el punto de vista económico, tampoco participaban en los repartos de tierras y honores. Encontramos así, por una parte, caballeros, gentileshombres e hidalgos; por otra, aquella baja nobleza rural pobre que únicamente disfrutaban de su condición privilegiada, sin tener por qué tener rentas para sostener un modo de vida compatible con su condición. Había también una serie de situaciones «seminobiliarias», como los graduados universitarios, que poseían algunos privilegios fiscales y honoríficos de la nobleza. Ahora los monarcas absolutos requieren la presencia de letrados que desempeñen altos cargos en los órganos consultivos de gobierno. Así, magistrados y altos funcionarios podían llegar a ennoblecerse, constituyendo la llamada «nobleza de toga».

3. NIVELES SOCIOECONÓMICOS En teoría todos los miembros del estamento nobiliario poseían la misma condición, pero existían en el interior de la nobleza diferencias de nivel económico y rango social. Se suele hablar de alta y baja nobleza. La diferencia entre ambos grupos podía venir definida por la posesión de señoríos jurisdiccionales, o bien por la posesión de un título de conde, duque, marqués o similar. En el siglo XVI prácticamente todos los nobles titulados eran señores jurisdiccionales, a diferencia de siglos posteriores. En cambio había muchos señores jurisdiccionales que no poseían título, sino que pertenecían a la baja nobleza. Y por supuesto existía un número de simples caballeros o gentileshombres —hidalgos en Castilla— que no poseían señoríos jurisdiccionales, sino que eran propietarios rurales o urbanos.

Al contrario de lo que predicaban sus teóricos, la condición nobiliaria no era inmutable, sino que obedecía a una evolución histórica. Los reyes otorgaban ascensos dentro del rango de la nobleza titulada, o convertían en nobles o «militares» a plebeyos ricos, campesinos acomodados y oligarcas urbanos. El ennoblecimiento era posible porque existía una zona mixta de personas que, sin ser jurídicamente nobles, vivían como nobles. Se trataba de oligarquías urbanas o «patriciado», como gustaban de presentarse, descendientes de los patricios de la antigua Roma. Frente al auge económico característico de los inicios de la Modernidad, es patente su paulatino empobrecimiento. Evidentemente, el panorama varía en función de las circunstancias de cada territorio. En Alemania adopta tintes dramáticos, ya que el descontento y la falta de futuro empujó a muchos caballeros hacia el bandolerismo. Mientras, en Inglaterra los caballeros y gentileshombres sí consiguieron beneficiarse de la venta de bienes monásticos. En paralelo su poder político cobró especial importancia durante la monarquía de los Tudor, que confiaron en sus manos la autoridad local. En España, la ambigüedad que caracterizaba a la nobleza no titulada permitía incluir en ella multitud de condiciones, aunque, al final, todas gravitaban en dos categorías: la del hidalgo y la del caballero. La primera constituía la esencia de la nobleza, el requisito previo para ostentar cualquier título superior. No obstante, sufrió un evidente proceso de devaluación.

4. PRIVILEGIOS JURÍDICOS Los privilegios nobiliarios eran diversos. Algunos meramente honoríficos.

• Se suponía que la nobleza disponía de un derecho preferente para ejercer cargos públicos. • Estaban exentos de todo tipo de impuesto, puesto que se estimaba que defendían a la sociedad

con su esfuerzo personal. Sin embargo, y a medida que se desarrollaron las Monarquías Absolutas, los nobles se vieron obligados a tributar de una forma u otra.

• Si los ingresos de la nobleza eran elevados, también lo eran sus gastos. Un gran señor debía mantener un elevado número de criados y llevar una vida suntuosa, sin reparar en gastos: a esto se le llamaba «ser liberal». Debía dotar económicamente a las hijas y desarrollar una política matrimonial adecuada, buscando nueras bien dotadas para sus hijos. A fines del siglo XVI, muchas casas nobiliarias tenían serios problemas económicos. Aquí interviene nuevamente la condición privilegiada de la nobleza y su dependencia del poder real. Uno de los privilegios de los nobles consistía en que no podían ser encarcelados por deudas. Los monarcas concedían todo tipo de ventajas económicas para que los aristócratas no se vieran obligados a pagar a sus acreedores. Aunque algunos historiadores se han referido a la existencia de una «crisis de la aristocracia» a partir de los años centrales del siglo XVI, en todo caso, la ruina de algunas familias se veía compensada por el ascenso de otras.

• Eran juzgados y castigados de manera distinta a la de los plebeyos. Incluso en caso de ejecución se les decapitaba, mientras a los plebeyos se les ahorcaba, o se le infligía algún tipo de suplicio. En este sentido la Revolución Francesa impuso la guillotina como sistema de ejecución igualitario, y como tal antijerárquico....


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