35. Historia de la Anestesia PDF

Title 35. Historia de la Anestesia
Author Jaime A. Aguirre Santibañez
Course Historia de la Medicina
Institution Universidad Autónoma de Coahuila
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Historia de la Anestesia A través del tiempo el hombre se preocupado por mitigar o al menos controlar el dolor físico. En ocasiones con buenos resultados, en otras con menos suerte. Ya desde la antigüedad, en tiempos de Hipócrates y Galeno se dieron los primeros pasos en la lucha contra el dolor con el uso de las esponjas soporíferas. Este sistema consistía en la combinación de mandrágora, beleño y opio. La mandrágora fue usada por muchos pueblos antiguos, incluso se cree que 200 años antes de Cristo era usada como anodina por los babilonios. El beleño es un narcótico suave, de la familia de la belladona, su representante actual es la escopolamina, la cual se mezclaba con morfina para producir el “sueño crepuscular”. El alcohol no se sabe cómo ni cuándo se descubrió, ni cuándo se comenzó a utilizar como medicamento contra el dolor, al parecer, según Howard Riley R.: “La historia de la anestesia exhala un vaho de alcohol”. El éter y el cloroformo son productos del alcohol. El opio se usó desde la época anterior a Cristo. Generalmente se mezclaba con vino. De hecho la tintura de opio (láudano) mezclada con whisky se usó durante mucho tiempo para preparar al paciente para cirugía. El fraile, médico y cirujano del siglo XIII, Teodorico de Lucca, empleaba esponjas empapadas en una mezcla de opio, beleño, jugo de mora verde, jugo de hojas de mandrágora, etc. (esponja quirúrgica, bola o manzana somnífera) aplicadas a la nariz del paciente para dormirlo antes de iniciar el procedimiento quirúrgico. Todos estos métodos comenzaron a caer en desuso a partir del siglo XV, debido a la influencia religiosa de la Inquisición. Se hizo una persecución de todas las personas que ejercieran la brujería, la magia negra o rindieran culto al diablo. Otros métodos, menos elegantes, deben también ser mencionados acá, ya que el hombre en medio de la desesperación por combatir el dolor los usó en más de una ocasión. Uno era apretarle el cuello al paciente hasta que éste perdiera el sentido, produciendo anestesia por hipoxia cerebral; método muy usado en Italia hasta el siglo XVII. También se recurrió a la concusión cerebral, golpeando al paciente en la cabeza con un trozo de madera. Por último se menciona la compresión o sección de raíces nerviosas, muy utilizada para amputaciones, método usado por un cirujano inglés (John Hunter) en el siglo XVIII. Igualmente se ensayó la aplicación del frío como medio de conseguir anestesia. Ninguna sustancia o remedio había resultado lo suficientemente eficaz en el control del dolor, de modo que, sobre todo, en los procedimientos quirúrgicos los pacientes se movían tanto que el cirujano tenía, por obligación, que realizar la cirugía lo más rápidamente posible y con la necesidad de sujetar fuertemente al paciente, ya sea atándolo previamente o bien sometiéndolo con la ayuda de varios ayudantes, resultando las operaciones un acto sumamente sangriento, temido y horripilante, amén de la elevada mortalidad secundaria al choque hemorrágico o a los procesos sépticos postoperatorios, de modo tal que podemos identificar tres jinetes apocalípticos que se oponían al desarrollo y avance de la cirugía para que ésta finalmente alcanzara el estatus de ciencia que actualmente goza, éstos tres, a saber, son: 1. El dolor. 2. La hemorragia. 3. La infección. Realmente la historia de la anestesia como ciencia en el sentido estricto de la palabra, se inició con los adelantos de la química, especialmente con el descubrimiento de algunos gases en estado puro. En Inglaterra el reverendo Josef Priestley, descubrió el oxígeno en 1771. Un año después, 1772, descubrió el óxido nitroso. Previamente había sido identificado el hidrógeno por Josef Black en 1751. Igualmente interesante fue el descubrimiento del nitrógeno por Daniel Rutherford y el aislamiento del dióxido de carbono por Joseph Black (1782). A raíz de estos descubrimientos se fundó en 1789 el Instituto de Medicina Neumática de Clifton, Inglaterra, dirigido por el doctor Thomas Beddoes. En 1799 se hizo cargo de éste Humpry Davy, con el propósito de investigar con el dióxido de carbono y el óxido nitroso. Describió claramente los efectos del óxido nitroso, en 1795 con 17 años de edad lo inhaló, describiendo una sensación de mareo, relajación muscular, audición más aguda y se sintió tan alegre que rió largamente, por lo cual se le denominó “gas hilarante”. En 1800 publica un artículo “ Researches, Chemical and Philosophical; chiefly concerning Nitrous Oxide...” En este libro describe cómo calma el dolor inducido por la salida de la “muela del juicio”, igualmente sugiere el uso del óxido nitroso

como agente anestésico. El siguiente evento importante es el aislamiento de la morfina a partir del opio por F.W. Saturner en 1806. Este fue el primer alcaloide aislado y muy usado por ser seguro y fácil de manejar. En 1807 aparece la anestesia por refrigeración. Años más tarde, en 1824, un médico inglés, Henry Hill Hickmann (1800-30), admitido a temprana edad (20 años) como miembro del Royal College of Surgeons of London, empezó a experimentar con animales en una campana que contenía gas carbónico y obtuvo anestesia en monos y perros para procedimientos quirúrgicos. Cuando quiso reproducir sus resultados en seres humanos fue desautorizado y desanimado por sus colegas, quienes lo tacharon de loco. Muere en Inglaterra el 5 de abril de 1830. Hacia 1842 surge el nombre de un boticario y médico norteamericano, el doctor Crawford W. Long (1815-1878), quien era médico rural en Jefferson (Georgia). El doctor Long, haciendo inhalar éter a un amigo suyo quien sufría de dos tumores en la nuca, lo operó exitosamente el 30 de marzo de 1842. El hizo su reporte en diciembre de 1849, cuando ya había sido hecho el reporte de Morton (de quien hablaremos más adelante). A continuación aparece otro personaje quien al igual que el doctor Long estuvo bastante cerca del descubrimiento de la anestesia; se trata de E.R. Smilie quien en la primavera de 1844 utilizó con éxito la mezcla de opio y éter para el drenaje de un absceso. Por fin aparecen los nombres de dos grandes hombres que introdujeron un cambio en el rumbo de la historia de la anestesiología. Son ellos los doctores Horace Wells y William Morton. Horace Wells inició sus estudios de odontología en 1834, conoció a su colega el doctor Morton, quien vivía y trabajaba en Farmington. Se trasladaron a Boston para trabajar conjuntamente, impulsados por la idea de buscar la manera más eficiente de eliminar el dolor a sus pacientes. Infortunadamente no se entendieron y debieron separarse. Horace Wells regresó a su ciudad natal en donde rápidamente se ganó el aprecio y respeto de la población. En diciembre de 1844 Wells presenció un espectáculo público, en el cual un químico de apellido Colton mostraba los efectos hilarantes que producía la inhalación de óxido nitroso, atraído Wells, bajo el efecto del óxido nitroso, se hace extraer una pieza dentaria de su colega el doctor Riggs. Wells continuó experimentando con el óxido nitroso en sus pacientes, hasta que es invitado por un cirujano, el profesor Warren, para realizar una demostración en el Hospital General de Massachusetts en Boston. El 15 de enero de 1845 y ante un nutrido público, Horace Wells se dispone a hacer inhalar óxido nitroso a su paciente. Cuando se preparaba para empezar a extraer una muela al paciente, éste comienza a dar gritos desesperados. Horace Wells ha fracasado y es considerado un farsante y mentiroso. Wells se entrega por completo al alcohol, volviéndose luego adicto al éter y se suicida el 21 de enero de 1848 en una cárcel de Nueva York. Luego de la derrota de su colega, Morton empieza a investigar con éter en perros, en sus amigos y en sí mismo. Tuvo la oportunidad de poner a prueba su método con un paciente que acudió a su consultorio por un terrible dolor de muelas. Le hizo inhalar éter y cuando estuvo suficientemente profundo le realizó la extracción sin que esto le produjera dolor. De aquí en adelante se dedicó a diseñar su pequeño aparato de anestesia que consistía de una esfera de vidrio con fieltro en su interior y dos orificios: uno superior a través del cual se introducía el éter y uno inferior del cual salía la boquilla que iba a la boca del paciente. Cuando ya estuvo listo le solicitó autorización al Dr. John Collins Warren para realizar una demostración de su método en el anfiteatro del Hospital General de Massachusetts;. Fijaron la fecha para el 16 de octubre de 1846. El paciente tenía un enorme tumor de la glándula submaxilar que debía ser extirpado. Una vez dormido el paciente (Gilbert Abbott), procedió el doctor Warren a realizar la incisión, fue grande la sorpresa de todos al ver que el paciente no se defendió durante la cirugía y que se pudiera terminar el acto quirúrgico sin que hubiera indicios de dolor.

Warren expresa su satisfacción con estas palabras: "Señores, esto no es charlatanería", y el Dr. Henry H. Bigelow que se hallaba presente, expresa con toda solemnidad: "Hoy he visto algo que va a dar la vuelta al mundo". De esta manera, se llevó a cabo la primera demostración pública y exitosa de la cirugía sin dolor, la mayor aportación norteamericana a la medicina en el siglo XIX. Oliver Wendell Holmes lo denominó “anestesia”, y agregó:“cualquiera sea el nombre que se elija, será repetido por las lenguas de todas las razas civilizadas de la humanidad.” Había nacido la Anestesia. Luego de su exitosa demostración con el éter, Morton se afanó en explotar su descubrimiento publicando en la prensa 2 anuncios semanales encabezados por el título Importante descubrimiento, donde se ofrece como anestesista y se describe a sí mismo como "un hombre que posee completa competencia para aplicar este remedio", a la vez que se ponía en guardia expresamente contra el empleo de este narcótico al que llamaba Letheon, a pesar de que todavía no le habían concedido los derechos de patente. El que le había dado a Morton muchos y útiles consejos sobre el éter, fue el químico y geólogo Charles Thomas Jackson, quien le aconsejó construir un aparato de inhalación. Todo esto hace que Jackson reclame para sí la paternidad de este invento, surgiendo muy pronto entre ambos una tenaz disputa de prioridad, la cual llegó a ser sometida al dictamen del Senado de los Estados Unidos y de la Academia de Medicina de Francia; quien concedió el Premio Monthyon compartido entre Jackson y Morton. Jackson enloqueció al poco tiempo y Morton murió en la mayor miseria. Al pasar el tiempo, se veía la necesidad de buscar otros anestésicos que fueran más seguros y con menos efectos colaterales. James Young Simpson, ginecólogo de Edimburgo, supo del descubrimiento de otro compuesto, conocido con el nombre de cloroformo; había sido sintetizado por Justus Liebig en Giessen y por el francés Soubeiran en 1831 casi en forma simultánea. Se dedicó a partir de noviembre de 1847 a realizar anestesias con cloroformo y más tarde presentó un informe en el cual reportaba éxito obtenido con la administración de éste en 50 pacientes; pero el encanto no duró mucho tiempo y pronto se dieron cuenta de la gran cardio y hepatotoxicidad. Sin embargo, la reina Victoria aceptó el uso del cloroformo de Simpson en abril 7 de 1853 durante el nacimiento de su 8o. hijo, el príncipe Leopoldo. Fue atendida por James Clark y fue su anestesista John Snow (1813-1857). Snow administra cloroformo a la Reina Victoria en forma intermitente durante el nacimiento del Príncipe Leopoldo, lo que desencadena una larga polémica de orden religioso sobre si era lícito o no suprimir los dolores del parto. En el año 1857, repite la misma técnica con motivo del nacimiento de la Princesa Beatriz. Snow muere en 1858, en el momento de completar su libro Sobre el cloroformo y otros anestésicos: Su acción y administración, el cual se convierte en uno de los clásicos de la bibliografía anestesiológica; puede decirse que su publicación fue el evento más importante de la época en lo referente a la anestesia. A Snow debe reconocerse al primer anestesiólogo en el verdadero sentido de tal, desde el momento que fue médico dedicado al estudio, aplicación y acción de los agentes anestésicos. Técnicas anestésicas en el siglo XIX A consecuencia de la alta morbimortalidad observada luego de la administración del cloroformo, se instaló una comisión en 1864 con el fin de investigar los efectos producidos por el cloroformo. Esto conllevó a que los médicos se inclinaran nuevamente por el éter, olvidando el cloroformo. No satisfechos con los anestésicos hasta ese momento disponibles, muchos investigadores se dieron a la tarea de encontrar nuevos agentes. Fue así como se introdujo el cloruro de etilo y el acetileno, sustancia propuesta para su utilización en medicina por los alemanes Kronig y Gauss. Sin embargo, ninguno de estos gases pudo superar las ventajas del óxido nitroso y del éter. Después del fracaso de Wells, solamente un hombre parece mantener la fe en la eficacia del óxido nitroso, ese hombre es Colton quien continua haciendo demostraciones con este. Una dama que presencia una de esas demostraciones le solicita que le administre óxido nitroso para una extracción dental, a lo que Colton acepta.

La noticia llega a Gran Bretaña, donde el odontólogo Rymen realiza algunas experiencias en el National Dental Hospital; pero si bien los resultados fueron estimulantes, tuvieron poca difusión y la introducción del óxido nitroso en Gran Bretaña se vio diferida. Una de las dificultades que encontró Rymer fue la de no obtener suficiente suministro de gas. Este problema fue solucionado en Estados Unidos por A. W. Sprague, de Boston, quien diseña un aparato para producir óxido nitroso calentando nitrato de amonio y haciendo pasar el gas por frascos lavadores; lo almacena en un pequeño gasómetro, para que pudiera ser usado directamente o almacenado dentro de vejigas para su uso fuera del consultorio. Este aparato, si bien resultaba costoso, era de fácil manejo y daba buenos resultados. En 1867 Colton viaja a París, donde hace demostraciones de su técnica y de este aparato; logra interesar al odontólogo estadounidense T. W. Evans, quien al año siguiente se traslada a Inglaterra llevando consigo el aparato de Sprague, efectúa una serie de demostraciones en el nombrado National Dental Hospital y en otros lugares, y consigue persuadir al notable Alfred Coleman para usar este gas, pero contando con la oposición de B. W. Richardson, quien sostiene que el óxido nitroso no es seguro, basándose en la teoría de que la anestesia que produce es el resultado de un estado de asfixia. El extendido uso del óxido nitroso hacia 1868 lleva a la necesidad de contar con algún método simple para su distribución. Los clindros de aire comprimido ya eran usados desde principios de 1833 por el Cuerpo de Bomberos de Viena; y en 1856 la Medical Pneumatic Apparatus de Londres ya ofrecía óxido nitroso y otros gases en cilindros, pero sin despertar mayor atención; la principal dificultad era alcanzar dentro del cilindro la presión suficiente para conseguir la licuefacción del gas. A principio de 1869 el profesor Andrews, de Chicago, describe el uso de una mezcla de óxido nitroso y oxígeno. En esta misma época Coleman introduce el uso económico del óxido nitroso por reinhalación, haciendo pasar el aire exhalado a través de cal apagada, este fue el primer uso de la absorción del anhídrido carbónico en anestesia. Una de las causas contribuyentes a la extensión del uso del óxido nitroso fue el desarrollo de máquinas prácticas para su administración. Clover diseña en 1857 un regulador portátil de éter, ideado exprofeso para la secuencia óxido nitroso-éter, el cual, con algunas modificaciones, es usado durante más de 50 años. A principio del siglo XX el desarrollo de la aparatología anestesiológica tenía su centro en los Estados Unidos, principalmente durante los primeros 20 años. En 1910 Mc. Keesson perfecciona su válvula mezcladora, y Bothby y Cotton abren las puertas para los modernos aparatos de flujo continuo, al introducir los flujómetros de agua, eran algo incómodos y fueron mejorados por J. T. Gwathmey. En 1912 los mismos Bootby y Cotton introducen el uso de válvulas reductoras de presión dentro de la práctica anestesiológica. De esta misma época son los aparatos de Heindbrink y Foregger. Este desarrollo despierta el interés de Boyle en Gran Bretaña, quien diseña su primer aparato en 1917, el cual, sometido a una continua serie de modificaciones, se convierte en el más popular en las Islas Británicas. En 1928, aparece el aparato de Magill que tiene como avance la incorporación de los flowmeter secos de Gorman; estos fueron sustituidos en 1937 por los rotámetros, cuyo valor en anestesiología fue destacado por Magill primero y más tarde por Mr. Salt, del Departamento de Anestesia de Nuffield. La situación anestesiológica a fines del siglo XIX, estaba limitada al uso de los agentes anestésicos iniciales: cloroformo, éter y óxido nitroso; solos o combinados, por parte de médicos a menudo sin experiencia y todos sin excepción, carentes de la formación adecuada. El especialista en anestesia no existía y el estudiante de medicina recibía una instrucción mínima, no existía ningún tipo de enseñanza formal de la anestesia, la cual aún permanecía en estado embrionario en manos de un practicante, enfermero o hermana religiosa.

En un clima así pocos progresos podían esperarse y a pesar del impulso otorgado por hombres como Snow y Clover, las técnicas se estancaron y los progresos cesaron por completo, adquiere popularidad la anestesia local como contrapartida a las imperfecciones de la anestesia general. En 1884, Koller demuestra el efecto analgésico de la cocaína sobre la córnea del conejo, y un año después Halsted en Nueva York, practica el primer bloqueo regional mediante la inyección de cocaína en un tronco nervioso. En 1892 Carl Ludwig Scleich comunica al Congreso de Cirujanos Alemanes en Berlín sus observaciones sobre la anestesia local infiltrativa, la anestesia por infiltración fue acogida con gran escepticismo. A pesar de este significativo rechazo la idea de la anestesia local por infiltración se difundió rápidamente. En 1903 Braun perfecciona el método de Schleich recomendando añadir a la solución de cocaína, adrenalina, la cual, por su acción vasoconstrictora, retardaría la reabsorción de la solución anestésica. Las experiencias de Braun demostraron efectivamente que la anestesia local es tanto más activa cuanto más lentamente se absorbe el anestésico, a la vez que los fenómenos secundarios aumentaban proporcionalmente a la cantidad absorbida de cocaína. La sustitución de la cocaína por otras sustancias de síntesis disminuyó considerablemente los riesgos de esta técnica. La más conocida de estos sustitutos fue la novocaína, obtenida por Alfred Einhor en 1899, la que a pesar de sus numerosos rivales siguió manteniendo su supremacía y popularidad hasta años recientes, cuando es finalmente desplazada por la lidocaína, sintetizada por Nils Lofgren y Bengt Lundquist en el año 1943 e introducida en la práctica clínica por Gordh 5 años después. De estas investigaciones básicas sobre la lidocaína surgen otros derivados tales como la tetracaína y la bupivacaína, esta de uso corriente en la actualidad. El desarrollo ulterior de la idea de Halsted de producir anestesia bloqueando los nervios sensitivos de la región, condujo a Augusto Bier, en el año 1898, a la anestesia lumbar o raquídea, después que Heinrich Quincke introdujera la punción lumbar con fines terapéuticos. El 16 de agosto de 1898, Bier, con el fin deliberado de obtener anestesia para practicar una resección de pie en un paciente tuberculoso con múltiples lesiones y en quién temía la narcosis clorofórmica, inyecta 3 mL de una solución de 0,50 % de cocaína por punción lumbar, pudo efectuar la operación con anestesia completa. Después de practicar la misma técnica en 6 casos más y a fin de demostrar la inocuidad del método, decide ensayar en sí mismo. Ocho días después de su primera anestesia pide a su colaborador Hildelbrandt que le practicara la punción lumbar y le inyectara 5 mg de cocaína en solución al 1 %. Hildebrant, tal vez por la emoción de ser el ejecutor de tan seria determinación de su maestro, no consiguió inyectar la cantidad decidida, se perdió parte de la misma por mala adaptación entre jeringa y aguja, juntamente con mucho líquido cefaloraquídeo. A pesar de esto, se...


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