Capítulo 1 El Estado. Concepto. Elementos. La evolución del Estado PDF

Title Capítulo 1 El Estado. Concepto. Elementos. La evolución del Estado
Author jorge mg
Course Estado Constitucional
Institution UNED
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Primera Parte El Estado, la Constitución y las fuentes del derecho constitucional Capítulo 1 El Estado. Concepto. Elementos. La evolución del Estado I.

LOS ORÍGENES. CARACTERÍSTICAS

LA

FORMACIÓN

DEL

ESTADO.

1.1 Los orígenes Podemos intentar definir el Estado como la forma de organización de una comunidad determinada en un momento histórico concreto, relacionándola con el territorio donde se desarrolla la misma. Nos referiremos al Estado, sus componentes y las diversas manifestaciones históricas que del mismo se han producido en el devenir del tiempo, de tal forma, que sepamos a qué nos estamos refiriendo cuando hablamos del mismo, las diferencias que se mantienen con otro término, íntimamente relacionado con el primero como es la Nación, así como el Gobierno, que aunque consecuencia de la emergencia del fenómeno estatal es algo profundamente diferente de la más amplia acepción del Estado. Al delimitar conceptualmente el Estado, nos remitiremos en primer lugar al momento histórico de su primera formulación, que coincide con la sociedad renacentista y la emergencia de las Monarquías Autoritarias, para partiendo de esa realidad de organización social y política que aparece en los finales del siglo XV, y principios del XVI, delimitar conceptos de las comunidades paraestatales y la evolución posterior del Estado hasta la actualidad. Es Nicolás Maquiavelo, en las primeras líneas del capítulo I de su inmortal obra «El Príncipe» utiliza el término Estado por primera vez en una acepción próxima a la concepción que del mismo tenemos, relacionándola con el máximo poder existente: la soberanía. En términos similares se refería Bodino en su obra «De la república», al manifestar «República es el acto de gobierno con poder soberano de varias familias y de lo que les es común». Mientras en el mundo latino y continental europeo alcanzó gran éxito las palabras Estado y República, en el mundo anglosajón los términos Corona o Commonwealth fueron y en cierta medida lo son todavía más empleados que el término Estado. No obstante, en la actualidad, y al menos desde el siglo XVIII, 1

el concepto Estado estás suficientemente acuñado y nos resulta válido para referirnos a una comunidad política y socialmente organizada que habita en un territorio de terminado y está sujeta a un conjunto de normas e instituciones. El fenómeno de conformación del Estado se produce en el inicio de la Edad Moderna mediante la emergencia de las Monarquías Autoritarias, que pone fin al largo período del medioevo. En Europa la Edad Media se inicia tras la desmembración del Imperio Romano, y finaliza con el Renacimiento. La forma de organización social, política y económica había sido el feudalismo, que a grandes rasgos se caracterizaba por los siguientes aspectos: a) Ausencia de unidad política Aunque se mantiene una cierta pervivencia de la idea Imperial, que se va perdiendo en la baja Edad Media, que parte el mundo romano, existiendo varios intentos de reconstruir el mismo mediante la conformación del Sacro Romano Imperio y del Sacro Imperio Romano Germánico, sin embargo, ello no implica, a diferencia de la época romana, existencia de un único centro de impulsión política, ya que no existía red de administración alguna, ni siquiera de carácter militar, que pudiera imponerse a los diversos poderes locales. El único sentido unitario en el que tiene su base la existencia del Emperador o la idea del Imperio no es el de la conformación de una entidad política superior a la existencia de los diversos reinos, por el contrario, la idea unitaria es la profesión de una determinada religión. Así lo que caracteriza a sus habitantes es el ser cristianos como contraposición del hecho musulmán. Cabe destacar que la única entidad claramente organizada es la Iglesia, que continúa dentro de los moldes establecidos durante el Imperio Romano, sustituyendo la vieja concepción de civitas romana por la de civitas cristiana como único elemento aglutinante. b) Autarquía política La organización de los diferentes reinos cristianos tampoco es muy diferente a la imperial, aunque a diferencia de la primera está mucho menos diluida, ya que a la cabeza de los mismos hay un Rey con carácter permanente y no ocasional. Los poderes del Rey están muy disminuidos en virtud de la existencia de los poderes locales detentados por los señores feudales, con los que el Rey debía pactar, lo que se manifestaba en la existencia de las Cortes donde la nobleza establecía controles al ejercicio del poder real. Por otra parte, el ordenamiento jurídico no es único para todo el reino, salvo el correspondiente a la Iglesia, de tal forma, que prima el derecho consuetudinario y múltiples ordenamientos, existiendo confusión entre el Derecho Público y el Derecho Privado.

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c) Autarquía económica El localismo imperante durante la Alta Edad Media que se extiende hasta el siglo XIII, confirma a los feudos en entidades cerradas en sí mismas, desaparecen prácticamente las antiguas rutas comerciales, extinguiéndose los mercados preexistentes en la época romana. La producción se limita al autoabastecimiento de la comunidad y no al intercambio. El intercambio comercial y la existencia de pequeños mercados se limitan a la actividad de algunas ciudades que están bajo la autoridad directa del Rey. Con el tiempo se irá gestando el nacimiento de una incipiente burguesía, que basará su importancia en la tenencia de bienes económicos y no de tierras y hombres como es típico en el orden feudal. Las ciudades serán centros de inmigración de aquellas personas libres que abandonen los feudos y las relaciones de vasallaje para convertirse en artesanos y comerciantes. El rol de los centros urbanos será definitivo en la ruptura del orden feudal, incrementando el poder y riqueza del Rey, y posibilitando la conformación de mercados más amplios y la apertura de nuevas rutas comerciales. El desarrollo de la sociedad renacentista que se expande por Europa desde el siglo XIII y que tiene su raíz en el auge económico de las ciudades, los mercados y en la apertura de nuevas rutas comerciales , que posibilitarán nuevos descubrimientos geográficos y técnicos, plantará pronto la necesidad de que se produzcan importantes cambios de orden político, ya que no pueden sobrevivir al mismo tiempo una sociedad autárquica y localista junto a una sociedad que basa su existencia en el intercambio económico y la movilidad de las personas. La nueva sociedad necesita aspectos fundamentales para su desarrolla como la existencia de un ordenamiento jurídico que regule las actividades comerciales, seguridad en el traslado de bienes y personas, apertura de grandes mercados y por tanto conformaciones de comunidades más amplias. Es decir, la existencia de un Estado, un poder político sobre los poderes locales que posibilite los grandes cambios que la sociedad demanda. El nacimiento del Estado, en su primera acepción de Monarquía Autoritaria tiene su base en la figura del Rey, como soberano o máximo poder dentro del territorio del reino, que excluye la existencia de otros poderes dentro del Estado. La existencia de estas primeras formaciones estatales, llamadas Monarquías Nacionales, implica las siguientes características: 1.2.

Concepto y características

En un intento de conceptualizar el fenómeno estatal no referiremos al mismo cuando se produce que «una población determinada, habita permanentemente un

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territorio delimitado y está sujeta a un conjunto de normas e instituciones concretas». Los tres elementos que hemos destacado en el Estado y sin los cuales no existe el mismo son: el pueblo, el territorio y el poder. Es necesario considera que el Estado no es una mera suma aritmética de los tres elementos citados. Como indica Héller, al analizar estos elementos del Estado, no hay que olvidar en ningún caso que sólo adquieren plena actividad y realidad en su recíproca interrelación. Pueden existir separadamente, pero así, no determinan la existencia estatal. Como ejemplo de la existencia del pueblo o la nación judía durante dos milenios, repartida entre diversas entidades territoriales y sujeta a diversos ordenamientos. Sin embargo, sólo podemos hablar del Estado correspondiente a este pueblo cuando se radica definitivamente en un territorio, con voluntad de permanencia y se dota de un determinado conjunto de normas e instituciones, se somete a un poder determinado, conformando el Estado de Israel. Respecto al poder, no cabe ejemplo alguno, pues el ejercicio del gobierno implica necesariamente la existencia de los gobernados. Por ello, no deben confundirse los elementos del Estado con el Estado, así si nos referimos a los españoles o a los franceses estamos hablando de un pueblo con unas características determinadas diferentes de otros pueblos o naciones, pero no al Estado Español o Francés, que solo existe desde finales del siglo XV el primero y a comienzos del XVI el segundo. 1.3.

Los elementos del Estado

El pueblo, el territorio y el poder. a) El pueblo Cabe destacar, que en ocasiones se emplean indistintamente para referirse a las personas que habitan un determinado territorio distintos vocablos que responden a significados diferentes. Así se utilizan los términos, población, pueblo, nación, ciudadanía, etc. A este respecto es necesario realizar algunas matizaciones que nos clarifiquen el panorama. Población: debe ser entendida como el concepto más amplio de los anteriormente expuestos, ya que abarca a la totalidad de los residentes en un Estado, tengan conciencia de su pertenencia al mismo, o no, sean originarios del territorio o respondan a una estancia más o menos ocasional. Todo este colectivo está sujeto a las normas del Estado, pero no todos gozan del mismo status jurídico. Pueblo: Es de carácter más restrictivo, pues los que pertenecen a él son no sólo sujetos de derecho y obligaciones civiles, sino también de derechos políticos y de participación (cuestión que no ocurre con todos los que conforman la población). Es

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decir, se somete a normas e instituciones en cuanto estas son una expresión de su propia voluntad general. Nación: este concepto es el más manipulado intencionadamente en la historia, especialmente en los primeros tiempos de la creación del Estado Liberal, cuando tras la proclamación del principio de soberanía nacional, se reservaba el derecho de voto sólo a unos cuantos miembros del pueblo, mediante el sufragio censitario y capacitario, disociando de esta forma los principios de soberanía popular y soberanía nacional. En la actualidad, y una vez alcanzado el sufragio universal no ha lugar a diferenciación entre los términos pueblo y nación. ¿Es la nación consecuencia directa de la conformación estatal? O por el contrario ¿es el Estado simplemente la nación políticamente organizada? Renan dice que la nación es, ante todo, una formación histórica. Indicar también que los procesos de formación nacional no han sido iguales en todos los casos. Históricamente se ha sostenido que los elementos tradicionales de la formación nacional han sido: la lengua, la religión, la raza y una serie de creencias comunes a la comunidad. Si embrago estos elementos casi nunca responden a la realidad objetiva y son más bien consecuencia de la necesidad de justificar el nacimiento de los Estados merced a la voluntad política del poder. En este proceso nos referiremos en primer lugar a la formación de España como primer gran Estado Moderno en los finales del siglo XV. Cuando se produce el acceso al trono de los Reyes Católicos en Castilla y Aragón y por las razones indicadas en el epígrafe anterior se procede a la conformación del Estado, parece necesario buscar elementos aglutinadores que coadyuven a este proceso. En este sentido, España no contaba ni con un idioma único, ya que cada reino contaba al menos con una lengua diferente, así como con varios dialectos, y de hecho hasta principios del siglo XVIII con la llegada del centralismo borbónico no se impuso el castellano como única lengua oficial en todo el Estado. Tampoco podían establecerse razones de carácter étnico, pues no existía una raza predominante alguna, aunque sí un considerable mestizaje. Respecto a una cultura y creencias comunes, tampoco era muy perceptible, en virtud fundamentalmente de la división entre la España cristiana y la musulmana imperante durante ocho siglos, existía quizás en este aspecto un cierto recuerdo de pasado común remontándose a la España visigótica de mil años atrás, que por otra parte no abarcaba tampoco la totalidad del territorio peninsular. Aunque la religión no era tampoco única en el territorio, si era el elemento aglutinante de la mayoría de la población, en cuanto que los que la profesaban eran o una minoría, que presentaba aspectos marginales, caso de la hebraica, o los habitantes de un reino vencido, caso de los granadinos. Es pues en este contexto en el que el poder político se apoyará en la religión como elemento unificador, de donde se deriva la importancia que la religión ha jugado posteriormente en la historia de

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España. En este sentido deben entenderse aspectos como la expulsión de judíos, o la actuación del Tribunal del Santo Oficio. Más recientemente podemos referirnos al proceso de unificación de Alemania, que vino precedido de una defensa de la raza germánica como aglutinante fundamental, a falta de otros elementos más consistentes y en virtud de la existencia de varios Reinos y Principados soberanos de varios siglos de antigüedad. En Francia, país más homogéneo en el siglo XVI que España, o que Alemania, la unificación estatal se produce como en casi todos los lugares de Europa a instancia del poder político, la justificación en este caso es algo más compleja, conjugando varios elementos, aunque, por ejemplo, el idioma francés fue impuesto de forma excluyente sobre cualquier otra manifestación lingüística. Podemos concluir, por tanto, que por sí solo ninguno de los elementos indicados anteriormente, religión, raza, lengua, etc. Sirve por sí sólo para explicar como categoría universal de formación de las nacionalidades. Mención especial merece el nacionalismo, concebido como exaltación de un sentimiento nacional basado en aspectos específicos de una comunidad que se considera única y perfectamente diferenciada de otras y con carácter excluyente, que identifica Nación y Estado. No existe un aglutinante único de la nación, según el profesor Lucas Verdú «Entendemos por Nación una comunidad aglutinada por un pasado histórico común mediante la síntesis de diversos elementos importantes, pero no exclusivos (raza, lengua, costumbres, tradiciones, religión creencias compartidas), que en unos casos surge en el seno del Estado y en otros que intenta, lográndolo a veces constituirlo». b) El territorio Es la base física del Estado, no pudiendo ser concebido éste sin la existencia de aquél. Una de las características de la población del Estado es su permanencia continuado en u territorio determinado. Por otra parte, es el espacio donde tienen vigencia las normas e instituciones del Estado, estableciendo el límite geográfico de Derecho del Estado. Es por tanto, un elemento constitutivo del Estado, sino existe el mismo, no existe el Estado. El territorio está limitado por fronteras, que marcan el fin de la soberanía del Estado, que son: • Espacio terrestre, que incluye el suelo, los ríos y lagos interiores. La frontera en este caso puede ser de carácter natural o artificial. Las de carácter natural son aquellas consecuencias de accidentes geográficos, y las artificiales, consecuencia de tratados internacionales suscritos entre Estados.

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• Subsuelo. Es la zona subyacente al suelo territorial. Aunque su delimitación no es fácil, en un marco teórico quedaría limitada por un cono invertido que tiene su vértice en el centro dela tierra y su base en el suelo del Estado. • Espacio aéreo. Es similar a los principios de las fronteras marítimas. Se considera perteneciente al Estado lo que se conceptúa como espacio ultraterrestre. • Espacio marítimo. Se regula mediante tratados internacionales. Hay que distinguir entre Mar Territorial, que es la zona contigua al territorio el Estado y se extiende hasta un máximo de doce millas. A continuación, se establece el Mar Contiguo, que extiende el concepto anterior a veinticuatro millas. De ahí, hasta las doscientas millas, se establece la ZEE (zona económica exclusiva). c) El poder En términos generales, el Poder es la capacidad de alguien, persona o grupo, para imponer su voluntad y decisiones en el ámbito de una determinada comunidad. Así en primer lugar, cabe destacar la capacidad y fuerza para ejecutar una voluntad o decisión concreta y en segundo lugar, la aceptación por parte del colectivo al que se dirige la misma del cumplimiento de lo ordenado. Si seguimos una línea histórica para el análisis del tema, partiendo desde las primeras conformaciones estatales, percibimos que la primera manifestación del Poder Político en el Estado se nos revela como un ejercicio del mismo de carácter personal, es el caso de la citada Monarquía Autoritaria y de la culminación de ese tipo de régimen, la Monarquía Absoluta. En el que el Poder se nos revela como inherente al Rey. Sin embrago la complejidad de los asuntos de Gobierno del Estado, obliga al Monarca a delegar algunas funciones del mismo en consejos y organismos, que aunque ejercen su actividad en nombre del Rey, acabarán teniendo plena autonomía en su funcionamiento, con lo que se inicia la institucionalización del poder. El proceso culminará con el advenimiento del Estado Constitucional. La legitimación del poder, que implica el grado de aceptación de su ejercicio por la comunidad, ha sido diferente en cada momento histórico y establece una tipología sobre la legitimación del poder en la que cabe destacar tres modelos fundamentales: Carismática. Tiene su base en las especiales características de quien ejerce el poder. El titular del mismo debe contar con unas condiciones personales y de prestigio que le distinguen del resto de los miembros de la comunidad. Es de carácter caudillista. Es propia de sociedades poco desarrolladas y de regímenes autocráticos o dictatoriales no institucionalizadas. Tradicional. Se asienta en el respeto y confianza que la comunidad tiene en usos y costumbres ancestrales que no son cuestionados, de esta forma, instituciones como la Corona se han legitimado históricamente antes del advenimiento de la Monarquía 7

Constitucional. Corresponde a sociedades donde el poder tiene un cierto grado de institucionalización. Racional. Supone la existencia de una serie de normas y reglas que sin aceptadas por la comunidad, y en virtud de las cuales se ejerce el poder. Es por tanto una sociedad que tiene en su base el Derecho, que canaliza la relación entre gobernantes y gobernados. Implica, por tanto, un alto grado de institucionalización del poder. La democracia. Las características del Poder del Estado, que lo diferencia de cualquier otro poder que pueda producirse en la sociedad, lo que nos lleva al concepto de Soberanía, como carácter supremo del mismo. La soberanía implica que no puede existir otro poder por encima de la misma, ni en competencia con ella, y que no se deriva de ningún otro. Es por tanto el poder del Estado un poder único, excluyente en su ámbito, que nos senos presenta como una unidad de decisión política, y como indica Héller, un poder jurídicamente organizado. II.

EL NACIMIENTO DE ESTADO CONSTITUCIONAL. PRINCIPIOS Y CARACTERÍTICAS DEL PRIMER ESTADO DE DERECHO

2.1. El nacimiento del Estado constitucional 2.1.1. La crisis del antiguo régimen Las postrimerías del siglo XVIII en lo que se refiere a grandes Estados Europeos nos presenta un panorama que se caracteriza por la existencia de Monarquías Absolutas y sociedades estamentales encuadradas en lo que se ha dado en denominar Antiguo Régimen. Con la excepción del Reino Unido y en cierta medida de Holanda, podemos destacar los siguientes aspectos en los diversos Estados del continente europeo: Aspectos políticos La base del sistema político fundamental en Europa era la Monarquía Absoluta. Que proviene de la Monarquía Autoritaria, que desde el siglo XV consiguió imponer la ...


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