Capitulo 4 resumen PDF

Title Capitulo 4 resumen
Course Introducción a la sociedad y estado
Institution Universidad de Buenos Aires
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Summary

Capítulo 4¿Quiénes somos los argentinos? Una aproximación a los imaginarios de poblaciónconstruidos a lo largo de nuestra historiaLaura PugaLos imaginarios construidos a lo largo de la historia oficial le confieren a la población argentina una serie de características, algunos materiales, otras simb...


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Capítulo 4 ¿Quiénes somos los argentinos? Una aproximación a los imaginarios de población construidos a lo largo de nuestra historia Laura Puga Los imaginarios construidos a lo largo de la historia oficial le confieren a la población argentina una serie de características, algunos materiales, otras simbólicas. La población originaria, los conquistadores y los inmigrantes formaron o forman parte de la población. Pero el relato que elaboramos de su presencia o del lugar que cada uno de esos grupos tienen en la población actual, es una construcción social cargada de valorizaciones, es decir simbólica. Se espera establecer vínculos entre los modelos de acumulación económica, la reproducción de la población y los modos de gestión del Estado. Estas conexiones que se pretende establecer impactan en la población. Entendiendo que la formación de la sociedad argentina incluye la búsqueda de cohesión de la población nacional a partir de imaginarios y pretensiones, que guían las políticas que formula el Estado. Nos referiremos a la población, pues ha sido producto de políticas expresas y su reproducción es fundamental en la formación de la sociedad nacional. La población no tiene una única definición, incluso se suele confundir con «poblado» o «pueblo». La población requiere necesariamente continuidad en el tiempo y se define también por las características que trazan su perfil y sus límites. Dado que la pertenencia territorial se define a partir de la formación del Estado, también le otorga a la población sus características argentinas. Hablamos de la formación del Estado y la sociedad argentina, pero en este apartado lo haremos específicamente sobre la población argentina. Fase de desarrollo colonial (1500-1810) La población en América del Sur durante esta larga fase de desarrollo transitó un proceso decisivo para su formación/transformación, tanto debido al impacto de la conquista como a la colonización. A la población originaria, que sufrió una disminución en su tamaño, es decir la debacle demográfica, se sumó la llegada de numerosos conquistadores y esclavos negro-africanos. Este proceso de larga duración otorgó nuevas características a la población, visibles hacia finales de esta fase, que son las que nuestro imaginario asume como «población colonial». Sin embargo, esta población colonial que integra nuestro imaginario refleja más a la población de 1810 que a la de 1550. El proceso además de largo fue heterogéneo y discontinuo. Durante los primeros años de conquista, se produjo una reducción rápida y constante en el tamaño de la población, que se elevó a cifras alarmantes, fue la debacle demográfica. El término catástrofe, es más amplio y podría incluir no solo a la población, sino también la catástrofe ecológica originada con la conquista. No hay duda de que la conquista europea de América causó una importante debacle demográfica. Sempat Assadourian , arma que es fundamental tener en cuenta la alta densidad de población incaica en el momento de la conquista, a la hora de interpretar el proceso que nos ocupa. Esta presión demográfica, agrega, originó la ocupación en tierras de alturas, que requirió un trabajo colectivo, organizado centralmente y realizado de forma constante. La reducción de la población solo puede estimarse conociendo el tamaño de la población inicial a la llegada de los conquistadores y esto fue objeto de estudio de varios pensadores, quienes no coinciden en el tamaño de la población. Livi Bacci sintetiza las estimaciones de la población americana en el momento de la conquista, según los autores que las realizan. La estimación menos numerosa es la de Kroeber, de tres millones de habitantes, quien además sostiene que entre 1500 y 1650 la población disminuyó en casi una cuarta parte. Tal disminución de población sería equivalente a la casi desaparición de los 603.193 habitantes relevados en Lomas de Zamora durante el censo 2010, de quienes sobrevivirían tan solo 551 habitantes. Si aplicáramos otras estimaciones en los cálculos, diferiría el número, no así el proceso de disminución de población. Además del debate en torno a la magnitud de la debacle demográfica en los Andes Centrales, existe otro debate y es acerca de las causas de muerte.

Algunos autores se refieren a las epidemias padecidas por la población a partir del contacto con los conquistadores. Woodrow Borah desarrolla la idea de que las enfermedades de suelo virgen atacaron masivamente la salud de la población autóctona y elevaron rápidamente los valores de mortalidad, en todas las edades. La nueva técnica de extracción de plata es motivo de mayores exigencias de mano de obra, especialmente de indios mitayos. Si bien el trabajo en las minas de los Andes Centrales tenía una mortalidad similar a la de otros lugares del mundo, con seguridad fue otro el factor que contribuyó al declive demográfico. Otro elemento que intervino en la catástrofe tanto demográfica como ambiental fue el proceso migratorio. Posiblemente, la procreación entre los indios disminuía en parte por el «desgano vital», originado en la percepción negativa del futuro. Con estos aportes, se entiende que para Livi Bacci el efecto del movimiento migratorio fue significativamente más importante en el aumento de la mortalidad, que la mortalidad provocada directamente por el trabajo en las minas de plata. Podemos presumir que la debacle demográfica tuvo características muy diferenciadas territorialmente, aun cuando hablamos de los Andes Centrales. Muchos señores incas advirtieron rápidamente que los españoles no cumplían los pactos realizados generando levantamientos armados contra los españoles por parte de los indígenas, que contribuían al aumento de la mortalidad. Recordemos que, a pesar de la superioridad numérica de la población local, los indígenas no conocieron el hierro ni el acero hasta la llegada de los españoles, a pesar de que muchas civilizaciones americanas habían desarrollado métodos avanzados para el tratamiento y fundido de otros metales. Se considera que existieron causas ambientales subyacentes en la debacle demográfica, constituyendo un elemento más para tener en cuenta, tanto por la fragilidad del ambiente agrícola, como por los años de sequía, que, según un análisis del crecimiento de los anillos de quinoa, se demuestra para la región de Lipez. El arribo de esta numerosa población respondió a las necesidades económicas de mano de obra para atender actividades mineras de extracción de oro, plantaciones, tareas domésticas. Sin embargo, en el Virreinato del Perú la esclavitud no fue sinónimo de monocultivo, como lo fue en tierras tropicales, pues los esclavos tenían diversidad de tareas. En el Perú, se utilizaba mano de obra mixta, es decir, indios y negros, en parte por el rechazo al trabajo jornalero de los indios. Así, a medida que disminuía la mano de obra indígena, por los abusos de la mita y otras causas mencionadas en párrafos anteriores, convirtieron a la mano de obra negro-africana en insustituibles. Hacia 1778 la mayor proporción de población negro-africana estaba en Santiago del Estero, donde constituía el 54% de la población total, en el resto del Virreinato la proporción era algo menor, pero en todos los casos superior al 10%. La esclavitud perduró durante toda esta fase, algunos esclavos que lucharon en la Guerra de la Independencia recibieron la condición de libertos, es decir esclavos rescatados por el Estado para servir en el ejército. Primeros años de vida independiente (1810-1860) El territorio que más tarde sería argentino poseía aproximadamente un tercio de esta población. Desde entonces el ritmo de crecimiento de la población se aceleró marcadamente. Durante estos años, en Buenos Aires y en la Confederación los esclavos negros seguían trabajando en tareas rurales, ganadería, labores artesanales o trabajo doméstico. Las familias que aún poseían esclavos los hacían trabajar como talabarteros, plateros, pasteleros, lavanderas, peones o maestros de música. Durante la gobernación de Juan Manuel de Rosas, la comunidad negra de Buenos Aires alcanzó cerca de un 30% de la población total. Esta acción de la Primera Junta y el libre comercio, generaron la llegada de 3500 comerciantes ingleses a Buenos Aires entre 1810 y 1822, muy pocos de los cuales se asentaron en otro lugar. El 4 de febrero decretó la libertad de todos los esclavos que llegaran en adelante, por el mero hecho de pisar el territorio de las Provincias Unidas. Muchas de estas normas y leyes no fueron aplicadas masivamente, pues contradecían los intereses de dueños de esclavos y/o beneficiarios del trabajo indígena. La abolición de la esclavitud recién se declaró en el artículo 15 de la Constitución de la Confederación Argentina de 1853, pero en la provincia de Buenos Aires, se instrumentó en 1861. Finalizada la gesta libertadora, numerosos sobrevivientes esclavos de la Guerra de la Independencia, a pesar de haber cumplido los cuatro años de servicio militar, no fueron liberados. Durante esta fase, la población creció a pesar de que no hubo una política de Estado, la mortalidad de la ciudad de Buenos Aires era altísima, morían por año 41 personas cada 1000, a pesar de las sucesivas

guerras y enfrentamientos y las restricciones existentes para la navegación de los ríos que impedían el ingreso de barcos extranjeros, entre ellos los que transportaban inmigrantes. Inserción de la Argentina en la división internacional del trabajo (1860-1930) Esta fase de desarrollo implica el proceso de formación del Estado argentino que, al igual que otros Estados de América Latina, debieron diferenciarse entre sí y delimitar un territorio de dominación. Dado que a la población se la identifica principalmente a través de su pertenencia al territorio, tal como mencionamos al inicio de este capítulo, es relevante incluir su caracterización a partir de la formación del Estado y la sociedad argentina. Zusman y Minvielle sostienen que el proceso de apropiación territorial que realiza el Estado nacional argentino entre 1879 y 1896, puede analizarse en dos facetas. La primera de ellas consiste en determinar un territorio excluyente y exclusivo, es decir establecer los límites y extensión del territorio argentino dentro del cual solo el Estado nacional tiene jurisdicción, excluyendo la de otros Estados. Dentro de este territorio, la población adquiere categoría nacional cuando Patagonia y Chaco fueron conquistadas. La segunda faceta de análisis es conocer el territorio, y también la población que lo habita. Recién en la edición de 1874 del manual de Elementos de Geografía, usado en las escuelas de primeras letras, se cambia el concepto, estableciendo que el límite al sur es el océano Atlántico y Estrecho de Magallanes, incorporando así la Patagonia al territorio nacional en la enseñanza de geografía en las escuelas. Hasta ese momento, la Patagonia se concebía como un territorio ajeno que constituía la frontera sur de Argentina. Una de las primeras medidas que requiere el Estado para conocer el tamaño de la población es la realización de un censo. El primer censo nacional de población fue realizado en 1869 arrojando una cifra de 1.737.076 habitantes. En Argentina se realizaron diez censos de población hasta la actualidad. A continuación, en el cuadro 2 puede distinguirse el aumento en el tamaño de la población a lo largo de los relevamientos realizados durante esta fase de desarrollo. La población se multiplica por 4,5 veces en 45 años, un crecimiento que se debe al proceso de inmigración masiva de población principalmente europea. Este movimiento de población entre Europa y América, que en Argentina se convierte en altamente significativo, tanto para la composición como para el tamaño de la población, constituye un mecanismo de descompresión social en Europa al tiempo que aporta mano de obra capaz de construir ferrocarriles, infraestructura urbana, cultivar tierras pampeanas o abastecer las ciudades con pequeños emprendimientos comerciales, entre otras muchas formas de inserción laboral. Se vincula así, al modelo de acumulación económica de la exportación agropecuaria con la necesidad de mano de obra, y la voluntad política que el Estado liberal-oligárquico formula en sus políticas de atracción de población, entre las que se encuentra la Ley Nacional sobre Inmigración y Colonización N°817 del año 1876. Es que este proceso fue de tan alto impacto en la sociedad argentina, que fue capaz de generar las condiciones apropiadas para la negación de otros fenómenos, constituyendo la base material sobre la que socialmente se construye el imaginario de una población argentina blanca. Zusman y Minvielle arman que la formación del Estado nacional argentino fue «un proceso planificado que implicó la invención de un territorio legítimo». Tal legitimación, llevada adelante por el Estado con la ocupación de los «desiertos» ,16 no se limita al territorio. La población también es rediseñada con la legitimidad que otorga la gran oleada migratoria. Las aspiraciones de convertir a la población argentina en población europeizada, blanca y civilizada acompañaron este proceso y generaron silencios o contradicciones funcionales a su construcción. Mientras que el soldado alemán cuesta 199 pesos fuertes y el francés 189, el argentino cuesta 551 y mucho más en tiempo de guerra, y sufre como ninguno, todo género de necesidades y miserias. En tanto el Estado argentino promovía la Ley Nacional sobre Inmigración y Colonización N° 817 del año 1876, por la cual protegía las libertades de los inmigrantes blanco-europeos y controlaba a sus transportistas y dadores de trabajo,17 mientras que generaba campos de concentración para los sobrevivientes de las campañas de ocupación de territorios indígenas. Esto sugiere que esos campos pretendían hallarse en los márgenes de lo social, ya que el destino previsto para su población era su desaparición. La existencia de campos de concentración y la falta de registros exhaustivos de quienes pasaron por ellos tiene una historia reiterada en Argentina. Los campos de concentración generados para «ocultar» sobrevivientes indígenas fueron varios, algunos historiadores difieren acerca de cuáles fueron los primeros en constituirse como tales. Lo cierto es que estos campos de

concentración ociaron de reguladores de la reproducción de la población, debido a la separación de mujeres y varones. Podríamos concluir que durante esta fase de desarrollo se funda la idea de población argentina blanca relacionada con las necesidades que genera la llegada de barcos frigoríficos y los abundantes requerimientos de carne y lana por parte del mercado de Inglaterra que «hacían necesaria la expansión de la frontera para, como decía un funcionario de la época, reemplazar a los indios por ovejas» , la llegada de inmigrantes blanco-europeos y la desaparición artificial de negro–africanos,20 todo lo cual contribuye a invisibilizar a la población no blanca, fundando este imaginario colectivo de «población blanca argentina», como un homogéneo ideal que pocos discuten. Fase de industrialización sustitutiva de importaciones (1930- 1976) Durante los siguientes años, en Argentina se produce un cambio en la producción y en las políticas de Estado. Esta nueva relación de precios en el mercado internacional deteriora la capacidad de compra de productos industriales en las sociedades productoras primarias, como era la argentina, en la cual disminuyó el salario real. Este menor costo de la mano de obra incentiva a la producción industrial a transferir recursos desde el agro, transferencia acentuada por la creciente utilización de productos manufacturados. Las industrias se instalaron en su mayoría en los alrededores de la Ciudad de Buenos Aires, en terrenos de bajo valor económico y de fácil acceso. Lanús y Avellaneda fueron lugares centrales en este proceso de concentración urbana, fabril y de población. Ambos partidos inicialmente constituidos en un mismo distrito se separan con la creación del Partido de Lanús, según el Decreto N°3321/1944. Estas localidades en las que se radican los trabajadores, en los alrededores de las fábricas mencionadas, constituyen, según el censo nacional de población de 1947 una de las zonas más pobladas del Gran Buenos Aires. El censo nacional de población de 1947 releva 15.893.827 habitantes en el país, de los cuales 2.435.927, es decir el 15,3%, son extranjeros. Sin embargo, en el Partido de Lanús, según el mismo censo, la población es de 244.473, y la extranjera es de 77.646 habitantes, que en proporción resulta el 31,76%. 22 Esto indica que la concentración de población extranjera en Lanús es el doble que la nacional. Si bien muchos de los extranjeros pudieron haber llegado antes de 1929 procedentes de Europa, de la misma forma que el promedio nacional de extranjero va descendiendo a medida que la población muere, en esta área industrial del Gran Buenos Aires buena parte de esos extranjeros proceden de países limítrofes y no de Europa. Los extranjeros procedentes de países limítrofes, a partir de 1930 tienen mayor visibilidad. Y, por último, esta población obrera, urbana, inmigrante, que reside en el Gran Buenos Aires, especialmente en Lanús, Avellaneda y La Matanza se hace ver en la vida política. Los migrantes limítrofes residentes en Argentina componen un porcentaje cercano al 3% de la población total desde la formación del Estado hasta nuestros días. La proporción de inmigrantes procedentes de países limítrofes se ha mantenido constante a lo largo de la historia argentina, según muestran los relevamientos censales. A partir de 1930 se hacen visibles en la Ciudad de Buenos Aires y alrededores. Esta afluencia de españoles republicanos víctimas de la represión y la pobreza llegados a Argentina durante la posguerra, puede engrosar el porcentaje de población extranjera no limítrofe al 15,3% para 1947, aunque su número absoluto no haya alcanzado a la considerable oleada llegada en la fase de desarrollo anterior. Fase de modernización periférica y neoliberalismo (1976- 2004) Amplios sectores de la población iniciaron un proceso de deterioro que se profundizaría. Las villas de emergencia o villas miseria son enclaves de pobreza de las grandes ciudades cuyo nacimiento data de la década de 1930, con el movimiento migratorio procedente de las provincias del interior del país y de los países limítrofes, ocurrido durante la fase anterior. El intendente de la ciudad de Buenos Aires, brigadier Osvaldo Cacciatore, por ordenanza 33.652 del año 1977, estableció un plan de erradicación de villas de emergencia. Perseguía el objetivo de construir una ciudad moderna y pujante, con autopistas y grandes estadios. Este plan, igual que el de la Campaña al Desierto, fue anticipado con una campaña de propaganda que fortalecía el estigma sobre los villeros, naturalizaba su situación de pobreza y marginalidad e insistía con mensajes que instalaban la idea de que erradicar las villas no era un problema estrictamente de déficit habitacional sino de estética de la ciudad y defensa de las buenas costumbres y la moral. Podríamos decir que eran pretensiones de una ciudad moderna con población «blanca», sobre la base de un «otro» indeseable. Recordemos que al iniciar este trabajo hablábamos del imaginario de ciudad blanca construido sobre bases materiales y simbólicas. La población erradicada

fue distribuida entre La Matanza con el 21%, Lomas de Zamora con el 9,6%, Merlo con el 8%, y el resto de los habitantes desalojados de las villas se distribuyeron en otras localidades como Moreno, Quilmes, General Sarmiento y Florencio Varela. El plan resultó eficaz, la población villera de Buenos Aires de 1977 se redujo a un 17,8% en 1981. Tales honores pueden demostrar cierta admiración por la solución criminal que él diera sobre la población indígena. Así la población no deseada es invisibilizada nuevamente. Coherente con las políticas vinculadas a la población que hemos mencionado, se promulga el Decreto Ley General de Migraciones y Fomento de Inmigración N°22.439, del 23 de marzo de 1981. Durante estos años Argentina se convertía en país expulsor de población por causas políticas y económicas. Sin embargo, este fue un «doble gesto» del Estado argentino, pues estos refugiados no constituyeron la población deseada y fueron fuertemente desatendidos, al mismo tiempo que ante Naciones Unidas, Estados Unidos y Europa se mostraba como nación solidaria. Esta fase se caracteriza por un...


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