COMENTARIO POEMA LIRICO PDF

Title COMENTARIO POEMA LIRICO
Author MA_María Pulido Carrillo
Course Literatura Española
Institution UNED
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COMENTARIO TEXTO...


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COMENTARIO DE TEXTO (Lirica tradicional)

Al alba venid, buen amigo, al alba venid. Amigo, el que yo más quería, venid a la luz del día. Amigo, el que yo más amaba, venid a la luz del alba. Venid a la luz del día, no trayáis compañía. Venid a la luz del alba, no traigáis gran compaña. Este poema recoge el tema, habitual en la lírica tradicional, del encuentro de la doncella con el enamorado, en este caso, más específicamente, el encuentro al amanecer, al que convoca con alborozo la doncella enamorada. Se trata de una de las albas o albadas más bellas de la literatura castellana. Se encuentra recogido en el Cancionero musical de Palacio. Adopta la forma de una composición paralelística en dísticos encadenados. El poema es una sucesión de versos agrupados de dos en dos. Los dos primeros son los inspiradores de la composición y funcionan a manera de estribillo: Al alba venid, buen amigo, al alba venid. Lo demás es un desarrollo de esos dos versos en técnica paralelística y encadenado, conformando dos unidades estróficas, constituidas a su vez por dos núcleos estróficos cada uno de dos versos. El primer núcleo de dos versos recoge la apelación al amigo y su convocatoria al amanecer: Amigo, el que yo más quería, venid a la luz del día. El segundo núcleo repite la redacción del primero casi en su totalidad, cambiando sólo la palabra o sintagma rimante final de verso por otra sinónima: Amigo, el que yo más amaba, venid a la luz del alba.

Estos dos núcleos constituyen una primera unidad estrófica. A ella sigue una segunda unidad, que guarda estrecho paralelismo con la primera y se construye de forma encadenada, retomando el segundo verso de la primera y añadiendo un verso nuevo, que hace progresar el sentido del poema: Venid a la luz del día, no trayáis compañía. El segundo núcleo de esta segunda unidad se limita a variar de nuevo la palabra en rima: Venid a la luz del alba, no traigáis gran compaña. Si bien miramos, en todo el poema hay apenas tres versos distintos: "Amigo el que yo más quería", "venid a la luz del día", "no traigáis compañía". Los demás versos o repiten exactamente otro o lo varían mínimamente. Lo conceptual está, pues, sumamente restringido, disuelto en múltiples repeticiones y correspondencias (de versos, de palabras, de sonidos). La primera estrofa recoge dos motivos temáticos: el afectivo del amor de la doncella a su amigo: Amigo, el que yo más quería, y el temporal de la llegada del día, del alba: venid a la luz del día. Motivos que reitera en el segundo dístico: Amigo, el que yo más amaba, venid a la luz del alba. La segunda estrofa trata otros dos motivos: otra vez el de la llegada del alba: Venid a la luz del día, (alba) y uno nuevo, el del secreto, del sigilo o la complicidad, íntimamente relacionado con el motivo amoroso del primer dístico: no trayáis compañía (gran compaña) Como vemos, pues, el poema privilegia el motivo temático temporal, el motivo de la llegada del alba. Lo destaca y reitera en las dos estrofas, e incluso se abre el poema con un sintagma que alude a él (al alba). Es un motivo central, que resalta la plenitud de la luz, siempre presente. Y ello porque es el momento del júbilo, del encuentro, del alborozo.

El motivo amoroso, por su parte, está expresado con gran intensidad: con un ponderativo (el que más) y un verbo en imperfecto (quería, amaba) que marca el tiempo durativo (que viene a decir: “el que más sigo queriendo”). Ese apasionamiento se une a un amor secreto, cómplice, sin testigos (no traigades compañía), lo que le añade notas de tensión, de dramatismo y de cierto misterio. Todo ello está expresado, como vimos, en aquella forma armoniosa y trabada, de repeticiones y simetrías, que conforma la técnica paralelística y el encadenado. El resultado es un bello poema de extraordinario ritmo y musicalidad.

COMENTARIO DE TEXTO

El romance del Prisionero Por el mes era de mayo, cuando hace la calor, cuando canta la calandria y responde el ruiseñor, cuando los enamorados van a servir al amor; sino yo, triste cuitado, que vivo en esta prisión, que ni sé cuándo es de día ni cuándo las noches son, sino por una avecilla que me cantaba al albor: matómela un ballestero, déle Dios mal galardón.

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Característico de los romances es que, como poesía narrativa y noticiera, dieron cabida principalmente a asuntos históricos, a los temas heroicos estilizados por la epopeya o a los relatos novelescos idealizados de las leyendas carolingias y bretonas. Pero junto a ello, también tomaron con frecuencia materiales procedentes de la lírica culta y de la poesía popular: temas amorosos, motivos del mundo de la naturaleza, símbolos poéticos, fórmulas expresivas, elementos léxicos, etc. Así sucede también en este romance del Prisionero. Como puede observarse, arranca del tema tradicional de la exaltación de mayo y la primavera: Por el mes era de mayo, cuando hace la calor, cuando canta la calandria y responde el ruiseñor, cuando los enamorados van a servir al amor

Éste era un tema de remotos orígenes y de prolongada pervivencia en la lírica popular y en el folclore de todos los tiempos y lugares. Como supervivencia de antiguas celebraciones paganas, que enlazarían con las fiestas florales a Venus, la Edad Media conoció diferentes manifestaciones del tema en ceremonias festivas, bailes (como la célebre maya) y, sobre todo, una modalidad poética de enorme difusión como fue la canción de mayo, canto lírico de exaltación del amor y de la naturaleza con ocasión de la llegada de la primavera. El romance del Prisionero, en sus seis primeros versos, concede plena acogida a los motivos más característicos de aquellas canciones de mayo: la exaltación del amor, el florecer de la naturaleza y el canto amoroso de las aves ('ruiseñores' y 'calandrias'). Todo

ello es muestra de un sentimiento jubiloso de celebración del amor y de la libertad y alegría de vivir, que abiertamente se manifestaba en las fiestas de mayo y que impregna también los versos de nuestro romance en esa exaltación de un pansensualismo que mueve a toda la naturaleza animal y vegetal. Ahora bien, ese canto a la libertad y alegría de vivir presenta en el romance un fuerte contraste con la situación aherrojada del prisionero, dolorosamente privado del goce del amor y de la naturaleza a que convida mayo: sino yo, triste cuitado, que vivo en esta prisión, que ni sé cuándo es de día ni cuándo las noches son.

Se deja entrever así en el romance un mundo de cadenas, de hierros y de armas, de lejana resonancia épica y hazañas guerreras, que, como sabemos, ocuparon la mayor parte de la poesía, las crónicas y la vida toda de la Castilla medieval. En tercer lugar, es también apreciable en el poema la presencia de una serie de motivos procedentes de la poesía cortesana trovadoresca y de su tema fundamental, el 'amor cortés'. Se advierten estos motivos especialmente en el nivel léxico del texto, en el empleo de términos como servir, cuitado, galardón, muy característicos de la fraseología amorosa cortesana, e incluso en el propio alcance significativo del término esencial prisión, que no deja de evocar igualmente el mundo de las cárceles y cadenas de amor, habitual en la lírica cortesana. Parece, pues, evidente que el poema absorbió también elementos esenciales de la poesía amorosa cortesana, aunque evidentemente los reelaborara en una creación distinta. Ello dio pie, sin duda, a que el romance fuera en ocasiones interpretado como un puro poema de amores, tal como hacen en sus glosas los poetas Garci Sánchez y Nicolás Núñez. De todos modos, sería erróneo buscar al poema una única interpretación. Recoge elementos de diferentes fuentes y procedencia, y los dispone en una nueva ordenación artística. Lo esencial en él es, como se advierte desde su simple lectura, la contraposición entre dos mundos hostiles e irreconciliables: el de la libertad y el de la privación de ella; o si se quiere, la nostalgia de un mundo de libertad y de vida, y la angustiosa opresión de un mundo tenebroso de sombras y de silencio. Y eso ya responda a una situación amorosa -una prisión de amor--, ya se trate de una prisión de hierros y de cadenas, como la que pintan las versiones extensas y más anecdóticas del romance. La captación de ese drama doloroso del prisionero, entregado a las lágrimas y al lamento, y a quien se le niegan cruelmente los placeres de mayo, es, en definitiva, lo más significativo y esencial del romance. A resaltarlo artísticamente, de un modo muy expresivo, irán encaminados, como vamos a ver ahora, los recursos literarios y la construcción misma del poema, todo hábilmente elaborado hasta hacer de él una extraordinaria creación poética. Lo primero que advertimos, en el plano de la composición, es que ese drama, a que nos referíamos, se nos ofrece en toda su inmediatez, como algo que pasa ante nosotros. La acción, efectivamente, se presenta en su realización, en su estar haciéndose (tal y como subrayan los presentes vivo, sé, o la referencia deíctica en esta prisión) y en primera persona (desde el yo del protagonista, expreso en el v. 7: sino yo, triste cuitado). De ese modo, con tal inmediatez y subjetivismo, el drama, la acción, queda vigorosamente realzada y el oyente asume plenamente el papel de testigo presencial ante ella. Por otro lado, ese yo del que arranca la acción es precisamente el eje estructural del poema y girando sobre él, se organiza en dos partes simétricamente proporcionadas: los vv. 1-6 y los vv. 8-14.

Cada una de esas dos partes contiene un campo conceptual distinto y contrapuesto (contraposición justamente marcada por la conjunción adversativa sino del v. 7, que marca el tránsito de uno a otro): el mundo de la naturaleza y de los sentidos, y el mundo tenebroso de la prisión. La primera parte encierra, pues, la evocación nostálgica del mundo exterior, y la segunda, la presente y hosca circunstancia existencial del prisionero. Entre una y otra se establecerán, en un plano poético, diversas correspondencias y contrastes. La evocación de mayo y el mundo exterior, desde la celda del prisionero, se plasma gramaticalmente en el imperfecto desrealizador era o en la imprecisa referencia temporal por mayo... De otra parte, el recuerdo se configura en una serie de impresiones sensoriales elementales, que se corresponden con los sentidos primarios, como el del tacto (cuando hace la calor) o el del oído (cuando canta la calandria / y responde el ruiseñor), y también de impresiones afectivas, como el propio amor a cuyo servicio se aprestan los enamorados (cuando los enamorados / van a servir al amor). Esas impresiones vienen a totalizar además todas las manifestaciones vitales de la naturaleza: tanto los fenómenos temporales y climáticos, como la vida del mundo animado, el de los animales y el de los hombres. La forma del poema recogerá también cada uno de esos ciclos de la naturaleza, distribuyéndolos armoniosamente en pares de versos correlativos, cada par de versos dedicado a un ciclo: el ciclo temporal y meteorológico, en los vv. 1 y 2: Por el mes era de mayo, cuando hace la calor;

la vida del mundo animal, en los vv. 3 y 4: cuando canta la calandria y responde el ruiseñor;

y los afectos humanos, en los vv. 5 y 6: cuando los enamorados van a servir al amor.

Para reforzar aún más su unidad y correspondencia, esos versos se ordenan en fórmula paralelística, es decir, en una sucesión de oraciones temporales con similar distribución de sus elementos sintácticos (adv. quando + verbo + artículo + sustantivo): cuando hace la calor cuando canta la calandria cuando los enamorados van... (con ligera alteración del orden).

Si tenemos en cuenta que todas esas impresiones llegarían al prisionero impulsadas por la fuerza emocional única del recuerdo, reconoceremos que esa expresión paralelística, reiterativa y proporcionadamente distribuida, es un muy feliz hallazgo estilístico del romance. Frente a ese mundo sensorial, intensamente vitalista, descrito en los seis primeros versos, la segunda parte del poema nos pinta un mundo sombrío, en abierta contraposición con aquél. El discurso se centra, se personaliza ahora en la figura del prisionero. Ya no estamos ante un recuerdo o una evocación como en los versos anteriores, sino ante una imperiosa y cruel realidad. Por eso, en el discurso, se han diluido las imprecisiones

evanescentes anteriores y han dado paso a aseveraciones rotundas, con toda la fuerza de la afirmación o de la negación: vivo en esta prisión ni sé cuándo es de día ni cuándo las noches son.

La frecuencia de negaciones deja percibir en esta parte del poema una impresión de aniquilación de vida, en correspondencia con el ambiente tenebroso de la prisión. Esa aniquilación de vida se consuma con el trágico y cruel final de la avecilla, mensajera del único destello de vida, exterior, que le llegaba al prisionero. Ante esa última y trágica privación, no le queda al prisionero más que una íntima afirmación de su propia existencia: vivo en esta prisión,

o una dura imprecación maldiciendo la mano homicida que le privó de todo contacto con el mundo exterior, el auténtico vivir: dele Dios mal galardón.

Como vemos, el poema posee una gran coherencia artística. Coherencia que se manifiesta, como en toda verdadera poesía, en un sutil juego de correlaciones y redundancias, y de contrastes y oposiciones. Todo ello está perfectamente logrado en nuestro romance, que resulta así una de las más altas creaciones de nuestra antigua poesía lírica....


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