comentarios kant PDF

Title comentarios kant
Course Ética I
Institution UNED
Pages 6
File Size 153.5 KB
File Type PDF
Total Downloads 63
Total Views 166

Summary

comentarios de kant ...


Description

EXAMEN COMENTARIO KANT CONTEXTUALIZACIÓN PARA TODOS LOS TEXTOS Immanuel Kant, nacido en Königsberg en 1724, es el máximo exponente de la ética deontológica, la ética del deber. Para entender su pensamiento filosófico primero cabria contextualizar el surgimiento de éste. Aunque nunca pretendió presentarse como un sistema filosófico y aunque abarcó idearios de muy distinto género, el Humanismo renacentista muestra una dimensión ética fundamental. Surgió la visión del ser humano como microcosmos o universo a escala reducida. La Edad Moderna es la época de la ambigüedad. Desde un punto político, es obligatorio contraponer a Maquiavelo y Tomás Moro. Surge una tensión entre ética y política que afecta tanto al realista como al utopista. El pensamiento de Kant heredará todas esas ambigüedades y tensiones de la Modernidad que se resumen en la contraposición de los enunciados ‘el hombre es un lobo para el hombre’ de Hobbes y ‘el hombre es algo sagrado para el hombre’ de Séneca. Kant sostendrá que el hombre ni es un dios ni tampoco un diablo, si bien puede inclinarse a un extremo u otro en función de su libertad. Para Kant, el hombre no es una cosa y, por tanto, no es algo que pueda ser utilizado simplemente como medio; siempre ha de ser considerado como fin en sí. La moralidad es aquella condición bajo la cual un ser racional puede ser un fin en si mismo, por lo que moralidad y humanidad son lo único que posee dignidad. Kant (1724-1804) pese a nacer y morir en Königsberg (entonces Unión Soviética) y proceder de una familia modesta y profundamente cristiana. Poseía un espíritu cosmopolita y siempre estuvo al tanto de lo que pasaba en el mundo. Desde el punto de vista filosófico, Kant guardó relación con la tradición de la metafísica racionalista de inspiración leibniziana y sistematizada por Wolff. Wolff sostenía que todos los entes que componen la realidad han de ser posibles (es decir, no contrarios) y existen gracias a una razón suficiente, de tal manera que el principio de no contradicción y el de razón suficiente bastarían para explicar todo cuanto hay. También tomó nota del empirismo antimetafisico de Hume (que dice que el yo no es una sustancia, sino un conjunto de percepciones y sentimientos, y que la única posición plausible en relación a Dios es el agnosticismo) y del radicalismo político de Rousseau (que defiende que no importa la posición que se adopte con respecto a Dios, el mal social es imputable siempre a los seres humanos y se podría remediar mediante la organización democrática dela sociedad mediada por la teoría del contrato). Así, Hume despertó a Kant del sueño dogmático y Leibniz le previno de incurrir en el sueño escéptico. De esta manera, Kant volvió a colocar al hombre como centro del cosmos en tanto es sujeto de conocimiento, haciendo girar en torno a él a los demás objetos de ese conocimiento. Por eso podemos decir que su revolución filosófica se puede comparar con la revolución astronómica copernicana. Kant divide claramente en dos la historia entera de la filosofía. Kant reconoce deberle su sentido de la humanidad a Rousseau. Aplicando el símil de la revolución copernicana a este mundo moral, el lugar central ocupado por el sujeto se traduce en la autonomía de la moralidad, que el hombre se impone a sí mismo libremente en lugar de esperar que le venga impuesta desde fuera. Semejante autonomía moral del sujeto excluye la 1

posibilidad de que lo que éste tenga por su deber se reduzca a lo que le dicten los estímulos exteriores del mundo del ser. Por todo esto, la revolución copernicana de Kant, en su filosofía moral, ha sido denominada también revolución rousseauniana. La huella de Rousseau en Kant se aprecia claramente en la repuesta que éste da a la pregunta ¿qué es ilustración?: ‘ilustración significa el abandono por parte del hombre de una minoría de edad de la que él mismo es culpable… y lo es, cuando su causa no reside en la falta de entendimiento, sino en la falta de valor y de resolución para servirse de su propio entendimiento sin la guía de algún otro’. Lo que Kant sugiere es la consigna clave de su discurso, ‘pensar por cuenta propia’, y todo lo que se necesita para ponerla en práctica es contar con la libertad de razonar. La libertad critica es, por tanto, una pieza fundamental del uso público de la razón, y ninguna autoridad eclesiástica ni civil podría coartarla. Kant confiaba en la posibilidad de que el pueblo un día pudiera ilustrarse a sí mismo. Sin embargo, no se hacía ilusiones acerca de los plazos. Por eso no decía que vivía en una época ilustrada, sino en una época de ilustración. Lo verdaderamente decisivo en el pensamiento kantiano lo encontramos en los problemas que Kant planteó, más que en las soluciones que propuso. Las preguntas que formuló giran en torno a los fines esenciales de la razón. Estas preguntas fueron básicamente tres: ¿Qué puedo saber? ¿Qué debo hacer? y ¿qué me es dado esperar? Estas tres preguntas se pueden resumir en una cuarta, sintetizando las anteriores: ¿Qué es el hombre? OPINIÓN PERSONAL PARA TODOS LOS TEXTOS Desde mi punto de vista personal, veo a Kant como un gigante de la filosofía, cuya repercusión alcanza nuestros días, quien realiza un gran esfuerzo por fundamentar la moral en la dignidad humana, guiándose por la razón, aunque esta puede tener también sus sombras. Concluyo este comentario con una cita kantiana que resume de forme sublime su pensamiento y que me ha inspirado mucho respecto a la condición humana ‘el cielo estrellado sobre mi y la ley moral dentro de mi’. La buena voluntad no es buena por lo que efectúe o realice, no es buena por su adecuación para alcanzar algún fin que nos hayamos propuesto; es buena sólo por el querer, es decir, es buena en sí misma. Considerada por si misma es, sin comparación, muchísimo más valiosa que todo lo que por medio de ella pudiéramos verificar en provecho o gracia de alguna inclinación y, si se quiere, de la suma de todas las inclinaciones. Aun cuando, por particulares enconos del azar o por la mezquindad de una naturaleza madrastra, le faltase por completo a esa voluntad la facultad de sacar adelante su propósito; si, a pesar de sus mayores esfuerzos, no pudiera llevar a cabo nada y sólo quedase la buena voluntad -no desde luego como un mero deseo, sino como el acopio de todos los medios que están en nuestro poder-, sería esa buena voluntad como una joya brillante por sí misma, como algo que en sí mismo posee su propio valor. //// Ni en el mundo, ni, en general, tampoco fuera del mundo, es posible pensar nada que pueda considerarse como bueno sin restricción, a no ser tan sólo una buena voluntad. El entendimiento, el gracejo, el juicio, o como quieran llamarse los talentos del espíritu; el valor, la decisión, la perseverancia en los propósitos, como cualidades del temperamento, son, sin duda, en muchos respectos, buenos y deseables; pero también pueden llegar a ser extraordinariamente malos y dañinos si la voluntad que ha de hacer uso de estos donde de la naturaleza, y cuya particular constitución se llama por eso carácter, no es buena. Lo mismo 2

sucede con los dones de la fortuna. El poder, la riqueza, la honra, la salud misma y la completa satisfacción y el contenido del propio estado, bajo el nombre de felicidad, dan valor, y tras él, a veces arrogancia, si no existe una buena voluntad que rectifique y acomode a un fin universal el influjo de esa felicidad y con él el principio todo de la acción; sin contar con que un espectador razonable e imparcial, al contemplar las ininterrumpidas bienandanzas de un ser que no ostenta el menor rasgo de una voluntad pura y buena, no podrá nunca tener satisfacción, y así parece constituir la buena voluntad la indispensable condición que nos hace dignos de ser felices. RESUMEN La buena voluntad es la voluntad que es buena en sí misma, que es buena no porque gracias a su actuación el sujeto pueda alcanzar un determinado fin, sino porque actúa exclusivamente por deber. Y ello, aunque luego las acciones que el sujeto hace puedan verse truncadas en su intención, o puedan tener consecuencias no queridas por el sujeto e incluso contrarias a la felicidad de los demás. La buena voluntad es la que interviene cuando queremos hacer el deber por el deber. ANÁLISIS DE TÉRMINOS Para analizar los términos presentes en este fragmento cabe señalar que Kant comienza la Fundamentación para una metafísica de las costumbres con la siguiente afirmación ‘es imposible imaginar nada en el mundo o fuera de él que pueda ser llamado absolutamente bueno, excepto la buena voluntad’. La buena voluntad es el término principal de este fragmento, el concepto kantiano de buena voluntad se refiere a una voluntad que siempre es buena en sí misa por su virtud de su valor intrínseco, y no por su relación con la producción de algún fin como podría ser, por ejemplo, la felicidad. Pero ¿qué es lo que hace que la voluntad tenga consideración de buena? Es aquí donde Kant atiende al concepto de deber, que es para él el rasgo más destacado de la conciencia moral. Por tanto, como síntesis cabria decir que una voluntad que obra por el deber es una buena voluntad. La voluntad es la facultad gracias a la cual podemos determinarnos (podemos determinar nuestra conducta) en virtud de principios. Es el ‘motor de la acción’. Kant distingue entre la voluntad santa y la voluntad humana. La voluntad santa es aquella que sólo puede ser determinada por la razón, nunca por la inclinación, como ocurre en Dios. Para esta voluntad la ley moral no tiene la forma de imperativo puesto que inevitablemente, dado su constitución, cumplirá la ley. La voluntad humana puede ser determinada, además de por la razón, por la inclinación. Dado que la inclinación puede movernos a realizar una acción contraria al deber, en nuestro caso la ley moral tiene la forma de imperativo. Como señalaba anteriormente, la buena voluntad es la que interviene cuando queremos hacer el deber por el deber. CONTEXTUALIZACIÓN Volviendo al texto, aquí nos atañe la pregunta ¿Qué debo hacer? contestar esta cuestión le llevó una serie de obras entre 1785 y 1797: fundamentación de la metafísica de las costumbres, critica de la razón práctica y metafísica de las costumbres. Esta pregunta nos introduce en u orden de gran trascendencia para los seres humanos, al orden de la moralidad. De hecho, se trata de un orden exclusivamente reservado a nosotros, un orden al que sólo los hombres tenemos acceso. Los seres inferiores al humano carecen de 3

una voluntad racional y, por tanto, no pueden acceder a él. Pero tampoco un sr supuestamente superior, como Dios, necesitaría hacerse esta pregunta, ya que su voluntad es una voluntad santa, superior a la del hombre. La voluntad del hombre no es una voluntad santa ni puede aspirar a serlo. Como mucho podemos aspirar a una voluntad justa, pero como nuestra inclinación a la justicia podría verse corrompida por un inclinación a la injusticia, necesitamos que la ley moral se presente a nuestra conciencia bajo la forma de un deber, de un mandato, de un imperativo. Principalmente se critica a Kant diciendo que su ética es formalista porque no nos propone la realización de un bien en concreto, se desentiende de las consecuencias de nuestros actos. También se dice que, dado que se trata de una ética deontológica no deja huevo dentro de ella para la felicidad humana. Pues bien, la ética kantiana no es una ética del bien, ya que se sitúa por encima. Lo que sea el bien para cada uno se encuentra incorporado en sus máximas de conducta y el principio de universalización tiene por finalidad proveernos de un criterio para la evaluación moral de dichas máximas. Por esto motivo, la ética kantiana no es una ética de las consecuencias, ni mucho menos de los resultados. Por el contrario, el valor moral de nuestras máximas depende exclusivamente para él de la recta intención con que las asumamos y de ahí que sostuviera que lo único verdaderamente bueno en este mundo es una buena voluntad. Pero ¿Cómo podría lograrse la conciliación entre la aspiración a la universalidad de la ley moral y la exigencia de autonomía d los sujetos morales? En nuestros días la ética discursiva dice que parece que no hay otra vía que la del dialogo. Sin embargo, el principio de universalización no es la única formulación que Kant propuso de su imperativo categórico y así citamos otra de sus formulas ‘obra de tal modo que tomes a la humanidad siempre como un fin y nunca como un medio’. Por último, señalar que Kant no se molestó en formular ningún imperativo eudemonístico, sino que nos dijo mas bien ‘se digno de ser feliz’. Y desde luego que el deber no debe de ser cumplido con la finalidad de ser feliz ya que esto significaría que no tendríamos la obligación se cumplirlo si no nos acarrea felicidad. Ahora bien, ¿no es demasiado duro cumplir con el deber por el deber mismo? ¿no tenemos algún derecho de esperar que en otro mundo nuestro esfuerzo moral obtenga un premio? Kant es consciente de que ese tipo de preguntas, que se dejan resumir en ¿Qué me es dado esperar? nos sitúan en las fronteras mismas de la ética. La moral no supone una teoría de como hacernos felices, sino de cómo debemos llegar a ser dignos de la felicidad. Pues bien, todos los imperativos mandan, ya hipotética, ya categóricamente. Aquellos representan la necesidad práctica de una acción posible, como medio de conseguir otra cosa que se quiere (o que es posible que se quiera). El imperativo categórico sería el que representase una acción por sí misma, sin referencia a ningún otro fin, como objetivamente necesaria. Toda ley práctica representa una acción posible como buena y, por tanto, como necesaria para un sujeto capaz de determinarse prácticamente por la razón. Resulta, pues, que todos los imperativos son fórmulas de la determinación de la acción, que es necesaria según el principio de una voluntad buena en algún modo. Ahora bien, si la acción es buena sólo como medio para alguna cosa, entonces es el imperativo hipotético; pero su la acción es representada como buena en sí, esto es, como necesaria en una voluntad conforme en sí con

4

la razón, como un principio categórico. //////////////

de

tal

voluntad,

entonces

es

el

imperativo

Cuando pienso en general en un imperativo hipotético, no sé de antemano lo que contendrá; no lo sé hasta que la condición me es dada. Pero si pienso en un imperativo categórico, ya sé al punto lo que contiene, pues como el imperatio, aparte de la leym no contiene más que la necesidad de una máxima de conformarse con esa ley, y la ley, empero, no contiene ninguna condicion a que esté limitada, no queda, pues, nada más que la universalidad de una ley en general, a la que ha de conformarse la máxima de la acción, y esa conformidad es lo único que el imperativvo representa propiante como necesario. El imperativo categórico es, pues, único, y es como sigue: obra sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal. RESUMEN En este texto se encuentra condensada la doctrina moral sobre las valoraciones que tienen las acciones éticas en Kant. Partiendo de su base de considerar una accion buena como resultado de una recta intencion o buena voluntad, los actos morales verdaderos serán los causados por el imperativo categórico. ÁNÁLISIS DE TÉRMINOS Respecto al análisis de términos, cabe diferenciar los distintos tipos de imperativos y cuál de ellos es el que tiene valor moral. Kant divide las acciones prácticas, es decir, las llevadas a cabo gracias a la libertad, en dos grupos según el imperativo que las rige. Asi, hay dos tipos de imperativo: el hipotético y el categórico. En virtud de esto, hay a su vez dos tipos de imperativos hipotéticos: llos cuales pueden cambiar sus condiciones o finalidad (los problemáticos) y aquellos que tinn como fin invariable la felicidad (asertóricos). Pero en la ética kantiana laerdadera importancia la tiene el imperativo categótico según el cual se dan las normas de moralidad univerdales, éste es el que rige la accion ‘buena en sí’, el reueltado de la mázima que puede tener el hombre en la vida: una buena voluntad. CONTEXTUALIZACIÓN Volviendo al texto, aquí nos atañe la pregunta ¿Qué debo hacer? contestar esta cuestión le llevó una serie de obras entre 1785 y 1797: fundamentación de la metafísica de las costumbres, critica de la razón práctica y metafísica de las costumbres. Esta pregunta nos introduce en u orden de gran trascendencia para los seres humanos, al orden de la moralidad. De hecho, se trata de un orden exclusivamente reservado a nosotros, un orden al que sólo los hombres tenemos acceso. Los seres inferiores al humano carecen de una voluntad racional y, por tanto, no pueden acceder a él. Pero tampoco un sr supuestamente superior, como Dios, necesitaría hacerse esta pregunta, ya que su voluntad es una voluntad santa, superior a la del hombre. La voluntad del hombre no es una voluntad santa ni puede aspirar a serlo. Como mucho podemos aspirar a una voluntad justa, pero como nuestra inclinación a la justicia podría verse corrompida por un inclinación a la injusticia, necesitamos que la ley moral se presente a nuestra conciencia bajo la forma de un deber, de un mandato, de un imperativo. Distinguió los imperativo en dos: imperativos hipotéticos (reglas) e imperativos categóricos (leyes morales). 5

No todo imperativo es un imperativo moral. Tomemos como ejemplo que un médico diga ‘si quiere usted llegar a viejo debe dejar de fumar’. Únicamente me consideraré obligado a cumplir con el mandato de dejar de fumar si persigo una determinada finalidad, como en este caso sería la de vivir más años. Estaría obrando prudentemente, pero obrar prudentemente no es lo mismo que obrar moralmente. Por tanto, los imperativos hipotéticos no son imperativos morales. Un imperativo moral es un mandato que ordena sin tener en cuenta ninguna otra finalidad a conseguir con nuestra acción. Sin embargo, surge cierta problemática ¿Quién nos dice que s lo que se debe hacer? los códigos de morales están llenos de máximas de conducta que indican lo que se debe o no se debe hacer. Pero s trata de máximas sociohistóricamente condicionadas e incluso a veces contradictorias. Por tanto, un imperativo categórico no debe ser confundido con una máxima de conducta. Cualquier voluntad que se sobreimpusiese a la de cada uno anularía la libertad, sin la que la moralidad es imposible. El sujeto moral actúa desde su propia libertad, solamente llevado de una recta intención y una buena voluntad. Además de categórico, un imperativo moral tiene que ser autónomo, donde la autonomía moral conlleva que sólo yo puedo dictarme a mi mismo mi propia ley moral. Para Kant, el imperativo categórico seria ‘obra de tal modo que la máxima de tu voluntad siempre pueda valer al mismo tiempo como principio de una legislación universal’. La fórmula recoge la aspiración a la universalidad. Ese principio de universalización, lo que viene a decir es que ninguna máxima de conducta podría ser elevada ala condición de ley moral si no admite ser universalizada. Finalmente cabría señalar la critica que se le hace a Kant. Al hablar de la ética de Kant, se suele destacar su carácter formal. Esto es, a Kant no le interesaba tanto encontrar una serie de preceptos cuanto los elementos que han de observar estos para ser considerados morales. En su estudio de 1785 clasificó las acciones como contrarias al deber., conformes al deber pero no por deber y aquellas que no solo son conformes al deber sino que además se realizan por deber, siendo estas últimas las que merecen ser consideradas como morales. El tipo de imperativo que las rige no es el hipotético, como cuando decimos ‘si quieres conservar la salud, deber dejar de fumar’, pues bastaría con que a alguien no le importase la condición para que el imperativo dejase de regir. A diferencia de ellos, los imperativos morales no son hipotéticos, sino categóricos, es decir, independientes de cualquier condición o incondicionados y sin tener en cuenta otro propósito que no sea el respeto a la ley. Esta ley no se puede buscar en el reino de la naturaleza (porque lo que sucede en ella es ajeno al orden de la moralidad, que es exclusivo de los hombres y, además, necesario para ellos), ni en una voluntad que se impusiese a la de cada ser ra...


Similar Free PDFs