Complejo de Edipo (niña) PDF

Title Complejo de Edipo (niña)
Author Liliana Chavez Cristaldo
Course Psicología General
Institution Universidad Nacional de Quilmes
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Complejo de Edipo en la niña

Elección del Objeto El Edipo es un fenómeno central del periodo sexual de primera infancia. Este consiste en la elección del objeto en la niñez. Se trata de que el conjunto de aspiraciones sexuales se dirige a una persona única, la cual se transforma en su meta. Para entender las diferencias entre el Edipo en el niño y en la niña debemos decir que, en la elección del objeto, los niños elegirán a su madre, mientras que compiten por su posición con el padre, y en cambio, la niña tomará como objeto a su padre y competirá con su madre. La diferencia entre el proceso en cada uno va más allá de un simple paralelismo entre ambos, por eso es que Freud desecha la idea de hablar de un complejo de Electra. En el complejo de Edipo en la mujer, esta se siente incompleta y carga con esa responsabilidad a la madre, con quien compite por el amor de su padre (objeto). El deseo de este complejo es estar completa, lo que puede lograrse de 2 maneras: tener un pene propio o el llevar en su vientre a un hijo de su padre. Fase pre-edípica (pre-historia del com plejo de Edipo) Existen varias diferencias entre el niño y la niña en el complejo de edipo. En primer lugar, la niña debe resignar su primer objeto de amor para poder tomar al padre como nuevo objeto. En la fase pre edipica ambos sexos eligen en un principio a la madre o a quien cumpla este rol como su objeto ya que esta persona instala la pulsion sexual en los niños por lo cual el padre es sólo un rival que interfiere entre la niña y su madre. En segundo lugar también deberá cambiar de zona erogena ya que las mociones genitales primarias significativas de la niña se desarrollan en un primer momento ligadas al clítoris, lo que hace que la vida sexual femenina tenga un carácter masculino en esta fase, y posteriormente, se traslade a la vagina, que sería lo propiamente femenino. Así, debe realizar un doble movimiento que caracteriza su desarrollo anímico; en primer lugar, de la zona genital rectora clitoridiana a la vagina, y luego, del objeto-madre al objeto-padre. Freud plantea que el proceso de desarrollo de la niña pequeña resulta más complejo y dificultoso en comparación con el del varón, en la medida que implica dos tareas específicas que no se plantean en el desarrollo masculino. La prohibición de masturbarse puede hacer que la niña deje de lado esta práctica o que se resista y se rebele contra la persona que lo impone, es decir, la madre; el complejo de masculinidad sería potenciado por la negación de la prohibición. Durante esta etapa la niña desmiente y cree que tiene pene, interpreta que su clitoris es el falo, esto la hace sentir poderosa y potente. Sin embargo, cuando descubre el pene en otros niños se da cuenta de la diferencia sexual, esto le genera un sentimiento de inferioridad, se siente humillada, herida e incompleta y dicha frustración se transmitirá a su madre a quien la hace culpable de haberla

creado defectuosa. De esta forma se produce el complejo de castracion (fantasia infantil), es decir que percibe la diferencia sexual anatomica, la niña no comprende que su falta de pene es por el carácter sexual, sino que lo explica mediante el supuesto de que alguna vez poseyó un miembro y lo perdió en la castración, esta es una diferencia esencial con el edipo varon ya que la niña acepta la castración como un hecho consumado. Este hallazgo tiene profundas consecuencias psíquicas para la niña, entre ellas el advenimiento de un sentimiento que la acompañará, en una u otra forma, por mucho tiempo, la envidia del pene. En este punto puede aparecer el complejo de masculinidad en la mujer, que si no puede superarlo, puede traerle muchas complicaciones para el desarrollo de su feminidad. Este complejo puede tener dos caminos:  La esperanza de recibir alguna vez un pene, de la misma manera que el varón  O la niña puede no aceptar el hecho de que fue castrada, y se afirma en la convicción de que realmente tiene un pene, por lo que se comporta como si fuera un varón Poco a poco la niña va comprendiendo que ciertas personas padecen lo mismo que ella, primero otras niñas y luego algunas mujeres adultas, hasta que se da cuenta de que ninguna posee pene, Freud va a hablar de las “consecuencias psíquicas” de la envidia del pene en la mujer estableciendo una diferencia anatómica con el varón. Estas consecuencias psíquicas van a marcar el desarrollo sexual. En la mujer provoca:  Un sentimiento de inferioridad y de desvalorización de lo femenino. Dicho sentimiento de inferioridad está presente, en cierta medida, en todas las personas, porque los deseos infantiles son inconciliables con la realidad y su frustración produce una herida narcisista  Los celos, que están fuertemente reforzados desde la envidia del pene (“estoy celosa de lo que me falta, de lo que no tengo”)  El aflojamiento de los vínculos tiernos con la madre (se da cuenta de que la madre tampoco posee pene)  Por última, la consecuencia psíquica de la envidia del pene más importante: la asunción o apropiación de la feminidad, que se produce por una contracorriente opuesta a la masturbación típica de la infancia, y que en la pubertad va a hacer posible la feminidad como tal. En resumen, el amor preedípico de la niña se dirigiría en realidad a la madre fálica, de modo que su remoción como objeto de amor se facilita cuando se asocia la castración también a ella, dejando lugar a la expresión de los sentimientos hostiles de la ambivalencia infantil. De esta forma, la abierta hostilidad edípica de la niña hacia su madre se consolida sobre la base del complejo de castración, pues esta última es culpada por el menoscabo que su propia falta de pene significa para la niña. Para que la niña finalmente se vuelva hacia el padre, el deseo preedípico que queda evidenciado en la envidia del pene cumple un papel fundamental; en efecto, la niña esperaba que la madre pudiera satisfacerlo otorgándole el pene anhelado, pero tras la decepción de constatar ella también está castrada, adquiere la certeza de que no lo obtendrá de ella, y la posibilidad de cumplimiento de este deseo se deposita entonces en el padre. Es asi como la niña se introduce en el complejo de Edipo.

Complejo de Edipo Es posible dimensionar la importancia de la fase preedípica en la niña, de la cual el complejo de Edipo es una formación secundaria, precedida e introducida por el complejo de castración y sus consecuencias. Además, pareciera que el complejo de Edipo es producto de un proceso mucho más prolongado y, según Freud, es muy frecuente que la niña nunca lo supere por completo. La niña entonces toma como objeto al padre ya que este tiene el falo anhelado, quiere ser la preferida del padre, tiene el deseo incestuoso de ser poseida por él. En este proceso, la madre se convierte en una rival para la niña, que se transformaría entonces en una “pequeña mujer”, capaz de tener sensaciones corporales que evidenciarían el despertar del aparato genital femenino, con predominio del placer vaginal. Cuando renuncia al padre a traves de la imposicion de la ley luego se lleva a cabo una ecuación simbólica prefigurada que iguala el pene envidiado a un hijo (pene=hijo), es decir que se abre a otros hombres. En la medida que este deseo se ve frustrado, porque nunca se consuma, la niña va abandonando poco a poco el complejo de Edipo y como en ella la castración estaría consumada, no existirían motivos suficientes para que ocurra la destrucción del complejo de Edipo que se señala para el caso del niño, de tal forma que la niña puede permanecer en él por largo tiempo y sólo suele llegar a deconstruirlo parcialmente. Sin embargo, el deseo de poseer un pene y el deseo de tener un hijo del padre permanecen fuertemente investidos en lo inconsciente. Consecuencias psiquicas del complejo de Edipo La constatación de su propia castración representa un punto crítico en el desarrollo de la niña, en la medida que su elaboración puede dar lugar a tres vías distintas de desarrollo 

La primera lleva a LA INHIBICIÓN SEXUAL O A LA NEUROSIS la renuncia al placer que la niña podía procurarse por medio de la masturbación clitorídea característica de la fase fálica. En efecto, la herida narcisista que está en la base de la envidia del pene puede llevar a la niña a desistir de su sexualidad fálica, a desechar su amor por la madre e incluso a reprimir una gran parte de sus deseos sexuales. (la niña tiene que hacer un cambio de seco, porque al principio la niña también se comporta como un niño, hace cosas de varones, y ésto es una dificultad para la niña).



La segunda es LA ALTERACIÓN DEL CARÁCTER EN EL SENTIDO DEL COMPLEJO DE MASCULINIDAD (La niña rechaza el hecho de la masculinidad que tuvo hasta entonces y busca refugio en una identificación con la madre fálica o con el padre). Con éste complejo de masculinidad aparece el poder sobre la elección de objeto en el sentido de la homosexualidad femenina, que rara vez o nunca continúa en la masculinidad infantil (dice Freud), ésto puede deberse a que las niñas toman como objeto al padre, durante un cierto lapso, pero luego son forzadas a regresar a su anterior complejo de masculinidad. A ésta etapa, Freud la llama, PRE HISTORIA DE LA MUJER.



La tercera es la "FEMINIDAD". Lo más común es que la niña termine por renunciar a poseer ese pene que envidia, lo que constituiría el desarrollo normal de la feminidad; aun así, el afecto que había investido originalmente al pene luego se desplaza hacia otros objetos, teniendo como consecuencia un rasgo de carácter que Freud considera

típicamente femenino, la propensión a los celos. Estos celos tienen un papel más significativo en la vida anímica femenina por estar constantemente alimentados por la envidia del pene, que ha sido de este modo desviada. Según Freud, la mujer elegiría a su objeto en función del ideal masculino con que ella misma deseaba cumplir siendo niña. El complejo de edipo en la niña es superado (según Freud) en el momento que es madre, que tiene un hijo. El hijo como sustituto del Falo. Ademas, la relación de pareja sólo puede tener éxito en la medida que “la mujer haya conseguido hacer de su marido también su hijo, y actuar la madre respecto de él”. Bisexualidad Freud define lo femenino y lo masculino, en función de las particularidades descriptas por la ciencia biológica, las que se basan en las funciones genésicas de óvulos y espermatozoides. Ademas hace mención a los organos sexuales primarios que aparecen con exclusividad en cada uno de los generos, para el hombre pene y testículos, en el caso de la mujer la vagina y los ovarios, también hablara de los órganos sexuales secundarios, estos tienen que ver con la aparición de ciertas caracterisiticas físicas que estan presentes en un genero y no en el otro como por ej los senos, o los cambios en la voz, etc. Según Freud, probablemente estas cuestiones representan dos versiones distintas de una misma disposición. Podría decirse que cada persona es hombre y mujer a la vez, pero en algunos lo masculino se presenta en mayor proporción, y en otros lo femenino. Sin embargo, cada individuo sólo puede tener un tipo de productos genésicos, lo que lleva a pensar que el carácter de la masculinidad y de la feminidad no puede ser entendido desde la anatomía. Al hablar de un individuo, macho o hembra, que se comporta masculina o femeninamente, la psicología sólo obedece a la anatomía o a la convención, por lo que “no es posible dar ningún contenido nuevo a los conceptos de masculino y femenino” En efecto, la distinción entre ambos conceptos no es propiamente psicológica, sino que generalmente se refiere a la asociación de lo masculino con la actividad y de lo femenino con la pasividad, planteándose el “desplazamiento activo” del espermatozoide y la “espera pasiva” del óvulo en la reproducción como fenómeno prototípico. Sin embargo, Freud advierte que se pueden encontrar múltiples excepciones a esta concepción de conducta femenina pasiva y conducta masculina activa, la cual resulta, por cierto, insuficiente y cada vez menos válida a medida que uno se distancia del terreno estrictamente sexual. Freud establece que la bisexualidad como disposición constitutiva del ser humano sería, en la mujer, mucho más significativa que en el hombre, lo que tendría que ver con el “hecho anatómico” de que la mujer posee dos zonas genésicas rectoras, la vagina, específicamente femenina, y el clítoris, que es analogado al pene masculino....


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