Edipo REY - Preguntas DE Examen PDF

Title Edipo REY - Preguntas DE Examen
Course Cultura Grecolatina
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El personaje de Edipo frente a Tiresias 1: Edipo frente a Creonte Re: El coro (respuesta a 3) 2: Re: Edipo y el oráculo (respuesta a 1) 1: Edipo frente a Yocasta EL CONCEPTO DE HÉROE. HÉROE TRÁGICO Y SU SOLEDAD Re: Estructura dramática (respuesta a 1) Re: Edipo Rey : obra incompleta. (respuesta a 1) Ética frente a determinismo PERSONAJES: Edipo Sacerdote Creonte Coro de ancianos de Tebas – Corifeo Tiresias Yocasta Mensajero 1 Servidor de Layo Mensajero II

Tras la lectura inicial Lo ideal es que hubieran leído ya la tragedia y el archivo colgado en la carpeta de Documentos para seguir avanzando en la lectura de la obra. Si no es así, háganlo primero para que las ideas que expongo a continuación tengan más sentido y sean más provechosas. Ahora ya saben qué pasa en la tragedia sofoclea. El mito de Edipo es complejo. Veamos un resumen del relato mítico: De Polidoro, hijo de Cadmo y Harmonía, nació Lábdaco; y de éste Layo, el siguiente miembro de la familia tebana que nos interesa. Lábdaco murió cuando Layo era aún un niño, por lo que el reino lo usurpó Lico, y posteriormente Anfión y Zeto, los hijos de Zeus y Antíope. Layo huyó y buscó refugio junto a Pélope, donde se enamoró del joven Crisipo, hijo de Pélope, inventando así el amor homosexual. Layo raptó al muchacho y se lo llevó a Tebas, ciudad a la que volvía para reinar. Para los griegos éste fue el primer caso de secuestro pederasta; sus consecuencias mitológicas sugieren que, a pesar de la aceptación de la pederastia en la cultura griega, su práctica podía provocar una fuerte desaprobación social. Crisipo, absolutamente avergonzado, se mató, y su irritado padre lanzó contra Layo la maldición de que no llegara a tener hijos, y que si los tenía, muriera a manos de uno de ellos. El resultado de esta maldición fue terrible para la familia real tebana, que fue heredando esta culpa. La primera consecuencia fue la falta de hijos entre Layo y su esposa Yocasta. Deseosos de tener descendencia, visitaron el oráculo de Delfos para preguntar por qué no engendraban hijos. El oráculo les vaticinó que si tuvieran un hijo éste mataría a su padre y la desgracia se extendería por toda la familia. Sin 1

embargo, pasaron por alto esta advertencia, y tuvieron un hijo que inmediatamente fue abandonado. Al niño le llamaron Edipo (“pie hinchado”) porque fue abandonado con los tobillos perforados por una correa. Pero Edipo no murió, sino que fue recogido por un pastor y adoptado por Pólibo, el rey de Corinto. Pero los infortunios de la familia tebana no acaban aquí. Edipo descubre que no es hijo de Pólibo, sino que fue recogido en el monte, y decide ir a Delfos –de nuevo aparece el oráculo– para saber acerca de sus orígenes. Pero el oráculo le predice algo mucho más aberrante de lo que le había vaticinado a Layo, le aconsejó que no volviera a su patria porque, si lo hacía, mataría a su padre y se casaría con su madre. Edipo ante tal respuesta se propone no volver a Corinto para evitar a Pólibo. Pero en un cruce de caminos surge un enfrentamiento con un desconocido, al que mata. El desconocido no es otro que Layo, que volvía a consultar el oráculo para tratar de buscar una solución contra la Esfinge, monstruo enviado por Hera contra Tebas por el crimen que Layo había cometido contra Crisipo. Edipo sigue su camino y llega a Tebas, sin saber que se trata de su propia patria. Allí adivina el enigma que le propone la Esfinge, provocando el suicidio del monstruo, y recibe como recompensa la mano de Yocasta, su madre. Edipo tiene con Yocasta cuatro hijos, dos varones (Eteocles y Polinices) y dos mujeres (Ismena y Antígona). Son momentos de bonanza en Tebas, pero de nuevo una peste asoló la ciudad. Edipo consulta nuevamente el oráculo, cuya respuesta es que se debe encontrar al asesino de Layo, ya que él es el origen del mal. Edipo, como perfecto soberano que quiere lo mejor para su pueblo, se muestra implacable en averiguar la verdad, sin saber que es él mismo quien mató a Layo. Cuando se descubre toda la verdad, Yocasta se suicida y su esposo-hijo se arranca los ojos. Edipo marchará al destierro y vagará varios años con la única compañía de su hija Antígona. Finalmente su vida acabará en Colono, una aldea de Atenas. Este desenlace es el de Sófocles en su Edipo Rey y en su Edipo en Colono, aunque otras fuentes cierran la historia de otra manera. Es importante conocer los antecedentes para entender mejor todo el mito y, en buena medida, también la versión sofoclea, como tendremos ocasión de comprobar. Una vez leída y repasada –al menos mentalmente– la obra entera, hay proceder a una lectura mucho más detenida y reflexiva. Hemos podido ver ya que la acción dramática se reduce a dos etapas centrales: 1) llega a escena la noticia de que hay que encontrar al asesino de Layo y castigarlo, porque Delfos ha dicho que solo así Tebas se verá libre de la peste, y Edipo inmediatamente se erige, una vez más, en defensor de la ciudad, como ya hizo con el episodio de la Esfinge, y planifica el descubrimiento del culpable; y 2) el resto de la tragedia transcurre en un constante enfrentamiento de Edipo con varios personajes, y es claro que en esos agones reside el nudo dramático de la acción. Veamos las partes tópicas de una tragedia: tras el Prólogo, enmarcador, llega el coro (la Párodos), y luego viene la escena de Mensajero: Tiresias llega para dar la noticia ... pero en un momento dado de esta escena el rumbo de la acción cambia, y el adivino ya no funciona como mensajero sino como oponente a Edipo. Conviene que leamos con calma esos dos momentos: el preparatorio-informativo, que nos dibuja la situación de partida; y el enfrentamiento Edipo-Tiresias. En este segundo momento comienza la auténtica acción dramática. El conflicto está servido, pero Sófocles nos lo va a presentar desde diversos puntos de vista. El personaje de Edipo frente a Tiresias Hoy vamos a centrarnos en estos dos personajes y la clara contraposición entre sus dos cegueras, tan distintas: la de Tiresias y la de Edipo. Paso a describir cómo veo yo esta escena. Es importante, primero, tratar de perfilar los rasgos de Edipo y de su situación. Desde el primer verso del Prólogo Edipo se erige en defensor de la ciudad: ya ha salvado a Tebas del monstruo terrible de la Esfinge. Y la ciudad se lo 2

reconoce, y por eso acude a él, buscando una vez más su protección. Éste es un primer rasgo del héroe de la Tragedia: entra en escena lleno de poder y de seguridad en sí mismo y en su capacidad de actuación. Y el coro coincide en ello. Edipo en el pasado ha dado prueba de su valía, y en el momento presente actúa con toda lógica y coherencia: ha enviado a Creonte a Delfos a consultar a Apolo y, a instancias de éste, también ha hecho llamar a Tiresias, el gran adivino que conoce bien las zonas oscuras del pasado y las incertidumbres del futuro. De otro lado, en el gran parlamento tras la Párodos Sófocles hace una gran demostración de “ironía trágica”: Edipo se compromete a encontrar al asesino de Layo, como si se tratase de su propio padre; así, la grandeza del héroe de repente se nos antoja como hecha de papel, y el público admira y al tiempo lamenta el destino del héroe. Sófocles en sus tragedias busca enfrentar a su protagonista con el problema de la acción dramática, que en este caso es encontrar al asesino de Layo, porque Apolo ha dicho que solo así acabará la situación calamitosa de la ciudad. En esta línea la acción dramática va a convertirse en una especie de investigación policial, dirigida, claro está, por Edipo. Pero por debajo de esta pretensión, formal y externa, subyace una intención más profunda: enfrentar al protagonista con una serie de personajes, de forma que en esos debates vaya quedando en evidencia la evolución psicológica del héroe. El primero es Tiresias, el adivino de Apolo. Su conocimiento no le viene de haber visto-vivido-conocido lo que ha pasado antes. NO. Él es un adivino y tiene el poder extraordinario de conocer el pasado y predecir el futuro. Su ceguera es un rasgo típico de los adivinos: ellos no ven físicamente lo que tienen delante, como hacen las personas normales de su entorno; sin embargo, su visión es mucho más poderosa, ellos son capaces de ver lo importante, lo que los demás no pueden: el pasado y, sobre todo, el futuro. Luego, la capacidad narrativa del mito se inventa una historia –distinta según los diversos adivinos ciegos- para explicar el motivo de la ceguera física. Tiresias, pues, conoce todo lo referente a Edipo gracias a este poder adivinatorio. Y lo más importante es que conoce el futuro, y sabe que es un futuro inexorable, que se cumplirá con absoluta seguridad, razón por la cual rehúye entrar en detalles cuando llega ante Edipo, y solo hará alusiones generales cuando se vea acusado de tramar con Creonte una conjura política, o por dinero. Es clara la tensión dramática que se va creando en escena, hasta que estalle la bomba de la verdad. Pero tal vez lo más importante es destacar la “ceguera” de Edipo, que ve pero no ve, y esta ceguera está determinada por otro rasgo característico de los héroes: su creencia excesiva en su capacidad humana, que le lleva a ir rompiendo los lazos que le unen con su entorno social: al pelearse con Tiresias, portavoz de los dioses (en concreto de Apolo, el dios del oráculo de Delfos), está cavando su propia fosa en el terreno de su relación con el mundo de los dioses: ¡está llamando traidor al representante de Apolo!, lo que equivale a renegar de su fe religiosa. Así, en este primer debate vemos a Edipo enfrentarse a la esfera de lo sagrado: los adivinos son unos mentirosos que se alían con los enemigos por dinero. Y así, observamos un nuevo rasgo: Edipo, como todos los que están el poder, acepta con dificultad las críticas y supone que hay detrás una conjura con Creonte para desplazarlo del trono de Tebas. Su firme y honesta voluntad inicial de auxiliar a Tebas se empieza a transformar en obstinación, al no pararse a reflexionar sobre las observaciones que le hacen, en este primer momento desde el campo de los dioses. Es el primer paso de un tenso camino que terminará en tragedia. Su grandeza heroica comienza a desmoronarse: acaba de romper con la esfera de lo sagrado, es el comienzo de un largo camino hacia la soledad total, aunque unos momentos antes era la figura central de la ciudad. Así tenemos perfilados a Tiresias y a Edipo. La escena y la figura de Tiresias han contribuido a empezar a dibujar el auténtico perfil heroico de Edipo, su verdadera pequeñez -o, por mejor decir, la pequeñez de la estirpe humanafrente a la voluntad de la divinidad. Buenos días a todos, Efectivamente, desde nuestro punto de vista contemporáneo parece un exceso ese castigo de Edipo, pero no olvidemos que la obra la escribe Sófocles en el siglo V a. C. Y en ese sentido hay que tener en cuenta que Sófocles, que fue un excelente autor teatral, crea un tipo de tragedia en la que el protagonista es la figura de un héroe que siente la necesidad ineludible de cumplir con su destino, aunque eso le lleve a desenlaces terribles, por encima de lo que le puedan decir los demás. Así, Edipo comienza la tragedia convencido de que tiene descubrir, como sea, al asesino de Layo, porque así lo ha estipulado un oráculo de Apolo en Delfos: la ciudad se librará de la peste que han enviado los dioses cuando descubran a ese asesino -él todavía no sabe que el asesino es él mismo-. A lo largo 3

de la tragedia diversos personajes (Tiresias, Creonte, Yocasta) le aconsejan que lo deje, pero él, como héroe inflexible que es, no obedece y sigue hasta el final … terrible. Y es en ese momento cuando se clava un aguijón en los ojos porque no vio lo que tenía que haber visto. El oráculo de Apolo en Delfos funcionaba así: el que quería preguntar algo a Apolo, se encaminaba al templo de Delfos y hacía la pregunta pertinente; a continuación la pitonisa (un tipo de sacerdotisa) entraba en trace mediante alguna droga y elevaba la pregunta al dios, que le respondía a la pitonisa y ésta le hacía llegar la respuesta al solicitante. Buenos días, Ana, El material mítico griego estuvo siempre sometido a los cambios puntuales por parte del autor que lo utilizaba, aunque se mantuviera la línea general del relato. Y eso sucede de manera especial en la tragedia. Por eso es natural que el Edipo de Sófocles no tuviera en consideración ese detalle de Tiresias. De otro lado, el sentido último de Sófocles en esa tragedia es presentar a Edipo en el tipo característico suyo del “héroe trágico”, que siente la obligación de seguir sin vacilación el camino que le ha estipulado el destino, suceda lo que suceda. En el Edipo Rey el protagonista se erige en defensor de la ciudad y rechaza a todos aquellos que le sugieren que lo deje. Y rechaza a cada uno según la función que desarrollase: Tiresias es el portador del oráculo y Edipo, en su línea de héroe benefactor, lo rechaza argumentado que es un mentiroso porque, junto con Creonte, quiere echarlo del poder. Ya iremos avanzando en ese sentido. Muchas gracias por el comentario, aunque quizá es un poco confuso. En el mundo griego había una distinción radical entre dioses y héroes, fueran quienes fueran sus padres, tal vez con la excepción de Prometeo: los dioses no morían y los héroes sí. En el caso del Edipo de Sófocles el conflicto trágico reside en que, aunque Edipo es un rey estupendo protector de Tebas en sus momentos difíciles, sin embargo está sometido a un oráculo de los dioses que lo condena a matar a su padre y casarse con su madre. buenas tardes, Patricia y todos, Hagamos algunas precisiones que nos aclaren mejor la situación: 1. Tiresias en ningún momento menciona el término “oráculo”, que es la manifestación de un dictado de los dioses. Él simplemente hace gala de su capacidad de saber el futuro como adivino que es. 2. Edipo, que tampoco conoce el oráculo, se ha erigido desde el Prólogo en defensor de la ciudad, como ya hizo con el problema de la Esfinge: como tarea de todo héroe sofocleo Edipo se erige en defensor de Tebas. Él tiene claro que su tarea ineludible es encontrar al asesino de Layo. Y ni se le pasa por la cabeza pensar que Layo era aquel al que mató en el cruce de caminos. En consecuencia, entiende que Tiresias está mintiendo por alguna razón inconfesable. Buenas tardes, David y demás compañeros, Es importante que lean los foros y el material que se les proporciona en el curso. Mi tarea, y la de los tutores, es que aprovechen lo más posible el contenido de la asignatura, pero ustedes tienen que hacer el esfuerzo de leer y asimilar lo que ya se ha dicho. Su primera pregunta ya ha sido comentada en este foro. Con respecto a la segunda, también está ya contestada en el documento "Acercamiento al Edipo Rey" que tienen colgado en el apartado "Documentos". Allí se dice: Y el planteamiento de esta pregunta del Edipo Rey en la Atenas de Pericles tiene una explicación intelectual. A mediados del siglo V a.C. hay un avance de las posturas racionalistas de la naciente filosofía, el hombre y su racionalidad van ocupando el centro de la explicación del mundo, área que hasta ahora pertenecía al ámbito de los dioses y de la religión; hasta ahora todo se atribuía a la voluntad de los dioses, pero el avance la ciencia va descubriendo que muchas cosas tienen una causa natural y no divina –en estos mismos momentos la medicina hipocrática se da cuenta, por ejemplo, que lo que se llamaba "enfermedad sagrada", como enviada por los dioses, no es más que un desarreglo en los componentes del cuerpo, lo que llamamos "epilepsia"-; que algunas realidades 4

a las que antes se daba una categoría de entes divinos, como el sol, realmente no son más que cuerpos como la Tierra que pisamos. Hay, pues, una creciente desmitificación de lo divino por una parte de la sociedad ateniense. Pero al lado hay otro grupo social, conservador, que sigue aferrado a los viejos valores y que intenta perseguir todo aquello que suene a impiedad, fruto de lo cual será los procesos judiciales contra Anaxágoras y Fidias. Y en este contexto socio-político Sófocles escribe su Edipo Rey, donde queda de manifiesto su visión del poder omnímodo de los dioses. 1: Edipo frente a Creonte Me parecen muy oportunas las reflexiones que han hecho en el Foro sobre el enfrentamiento entre Edipo y Tiresias. Eso es lo que tratamos, que lean la tragedia con profundidad. Seguimos avanzando. Veamos ahora la figura de Edipo frente a Creonte. A título de reflexión introductoria habrá que destacar el carácter templado y sensato de que hace gala Creonte en esta tragedia, frente a la locura que paulatinamente se va apoderando del protagonista. Pasemos ahora a un análisis más detenido: 1. Desde la perspectiva metodológica que subyace en nuestro análisis, hay que tener siempre presente que en esta obra, como en la Tragedia griega en su totalidad, y en general tal vez en todas las realidades de la vida, las cosas se definen por su oposición a otros elementos. Así, en nuestro caso el poeta busca ir definiendo el proceso de Edipo a través de su contraposición a otros personajes. 2. Si leemos despacio la escena, observamos que ya desde el comienzo Edipo califica a Creonte de “asaltador manifiesto de mi soberanía”, es decir, para Edipo su cuñado lo que busca es arrebatarle el poder. Y, así, en una primera parte del enfrentamiento trata de demostrarlo imaginando una conjura de Creonte con Tiresias contra él. Y trata de razonarlo: si Tiresias es tan buen adivino, ¿por qué no hizo público en su momento quién había sido el asesino de Layo? Sin embargo, lo hace ahora, al poco de que Creonte haya aconsejado a Edipo pedir ayuda al adivino. 3. Y ante tal acusación Creonte intentará poner de manifiesto que, en su situación, el poder no le produce un beneficio especial. Y concluye que Edipo “no está en su sano juicio”. Aquí Edipo una vez más pierde el norte, se olvida del bien de la ciudad, y deja al descubierto su interés personal. Finalmente, estalla en una afirmación inesperada: “Todos, incluido Creonte, deben obedecer al poder establecido”, lo que nos recuerda al Creonte de la Antígona. 4. En conclusión, la escena de Creonte persigue dejar en evidencia un nuevo desacuerdo en la caracterización de Edipo. En la escena de Tiresias, Edipo rompía sus lazos con el mundo de la religión, y ahora lo hace con el de la política. De la sensatez que hacía gala al comienzo de la tragedia, pasa ahora a una actitud autoritaria e intransigente. ¡Buenos días! En mi opinión, es a través de la relación de Edipo con Creonte donde mejor se manifiesta el proceso de caída del "héroe", así como el contraste entre los vicios y virtudes de este. Sabemos que para Edipo su cuñado Creonte es casi un hermano, un amigo, un consejero fiel, que le asesora bien en el gobierno de la ciudad. De este modo, observamos que entre las cualidades iniciales de Edipo se encuentran la de la lealtad y confianza en sus seres queridos. Sin embargo, pronto Edipo pierde esa confianza en su cuñado, cuando sospecha que es un traidor que se ha confabulado con Tiresias para usurparle el trono. Cuando Creonte le pone la verdad ante los ojos -de forma paralela a como lo hace el personaje de Tiresias- Edipo se enaltece en su arrogancia y soberbia. Antes de reconocer que el mal está en sí mismo, prefiere condenar a los que pretenden hacerle ver la verdad que él dice perseguir. Por ello, manifiesta: "Creonte, el leal, el amigo desde un comienzo, desea derrocarme, conspirando a escondidas, sirviéndose de semejante embaucador, marrullero..." De poco sirven los argumentos que esgrime Creonte para defenderse. A pesar de que Edipo ha dudado de él, sigue mostrándole su lealtal, lo que acrecienta su nobleza. No obstante, lo que más parece preocuparle del "agravio" de Edipo es la fama de "malhechor" que le van a acarrear las acusaciones de traición. 5

Creonte manifiesta que no tiene la pretensión de ser rey, ya que le va bien siendo "tercer gobernante". Es un personaje reflexivo, cuya sensatez le conduce a pensar que "el tiempo por sí mismo revela al hombre de bien: al malvado lo puedes desubrir en un día". Es, en cierto modo, la voz de la conciencia de su cuñado, a quien aconseja templanza y prudencia, porque "caracteres como el tuyo son los que más dolor se causan a sí mismos". En este sentido, los consejos de Creonte se refuerzan con los de Corifeo. Creonte se acabará convirtiendo en gobernante de la ciudad, no por voluntad...


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