Condado de castilla PDF

Title Condado de castilla
Author Sofía Saiz Rodríguez
Course Historia de los Modos de Creación del Derecho
Institution Universidad de Cantabria
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apuntes sobre creación condado castilla...


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Condado de Castilla El condado de Castilla fue un área geográfica que formaba parte del reino de Asturias y del reino de León hasta que tomó forma de un Estado autónomo en el año 932. Un siglo después, en el año 1065, pasó a ser el reino de Castilla. Fue repoblado por personas procedentes de diversos pueblos (leoneses, godos, astures, vascones, cántabros, mozárabes...). Residentes en un primer momento en Vizcaya, los movimientos de los vascones hacia el oeste (que huían del hostigamiento de los francos) obligaron a los autrigones y a los bárdulos a desplazarse hacia el oeste, a un lugar tradicionalmente llamado desde entonces Bardulia y conocido anteriormente como Autrigonia. Desde allí se dirigieron progresivamente hacia el sur, ocupando los territorios que luego formaron parte del reino de Castilla. Bardulia y preludio a Castilla El nombre de Bardulia ha designado diferentes territorios. Estrabón localizaba a los bárdulos ocupando la actual Guipúzcoa con parte de Álava y Navarra. En el siglo V, Hidacio presenta a los hérulos saqueando las costas de Cantabria y Bardulia. Pero en el siglo VIII Bardulia es referida en una crónica como de haberse desplazado hacia el norte de la provincia de Burgos y sur de Cantabria. La causa de este desplazamiento puede haber sido el poblamiento y conquista del actual País Vasco por los vascones durante el siglo VI, mientras la zona no estaba sometida por los visigodos. A finales del siglo VI los visigodos del reino de Toledo, bajo la dirección centralizadora de Leovigildo, dieron por terminada la independencia que hasta ese momento había mantenido en el tercio norte de la provincia Tarraconense el Senado titular de Cantabria con sede en Amaya, y que incluía en su convento jurídico a todos los pagos y municipios que llegaban hasta Araceli (el moderno Araquil), pero no la parte oriental del territorio de los antiguos Várdulos y su urbe portuaria tardo-romana de Oeasso (Irún), que había quedado encuadrada desde hacía más de dos siglos por Diocleciano dentro del convento jurídico de la más cercana Pamplona, razón por la cual, los vecinos del territorio vascón circunscrito ya habían sido a efectos legales avecinados en la Vardulia. Pero es a raíz de la caída del imperio y tras la toma bajo asalto del rey Eurico de Tolosa, de la mayor parte de la Tarraconense en 473 –en un movimiento en pinza a través de ambos extremos del Pirineo, en el que el dux Guterico tomó Pamplona, Calahorra y Zaragoza–, en que los abusos consecuentes del ejército de ocupación visigodo sobre la calzada romana aún en servicio y que unía ambas provincias del reino de Tolosa a su paso por tierras vasconas, que hicieron que el número de refugiados en tierras menos accesibles, como las de sus pagos várdulos, desbordara y les hiciera pedir refugio legal en los territorios hispanorromanos adyacentes hasta entonces correspondientes dentro de la vecina Cantabria, hasta que el gobierno legítimo de esta también cayó cien años después. Durante el casi siglo y medio de dominio visigodo, la provincia de Cantabria quedó igualmente reconocida pero adjudicada al mando militar y civil de un duque godo, con sede en la misma capital cántabra-romana de Amaya y varios condes a cargo de las civitates o cabezas de comarcas más amplias. No obstante, parece ser que en algunas comarcas, su autoridad aún no fue totalmente aceptada, al igual que pasaría después con los duques y príncipes de Asturias, y los reyes visigodos de Toledo tuvieron que prestar su apoyo con la hueste real a los duques para mantener la zona sometida. Tiempo después, a la caída de su reino de Tolosa, y el empuje de los francos merovingios sobre los Pirineos, Pamplona cambiaría de manos varias veces y los reyes de Toledo se vieron obligados a crear otra guarnición de frontera más al oeste, en tierras de Vitoria, lo que dejaba ver el límite oriental del poder efectivo de los duques de Cantabria, dejando ya como zona derelicta o a disputar la de más allá del Valle de la Burunda, anteriormente de su jurisdicción y de importancia estratégica para el acceso a Pamplona o de vascones hacia Vardulia. Efectivamente, las sedes episcopales de esa parte de la antigua Cantabria, así como las de Pamplona ya no se presentaban a los sínodos de Toledo, ni reconocían al obispo de Toledo como su Primado. La creación o aceptación por parte de los monarcas Merovingios de la autoridad de duques vascos o Patricios romanoaquitanos en las zonas colindantes de la antigua Vardulia-Cantabria hace sospechar del alcance de su autoridad e influencia dentro de la Vardulia o Cantabria oriental. En todo caso, el estrato arqueológico de esos dos siglos inciertos demuestran que la influencia cultural y material sobre los anteriores territorios orientales del convento tarraconense de Cantabria, ducado visigodo después, pasaron a ser dominantes no ya por vascones del Pirineo o tierras del Ebro navarras, sino por otras de más allá de Aquitania. A la caída del reino visigodo de Toledo, los invasores magrebíes pasaron a tomar posesión de los dominios militares en ducados o plazas fuertes de condes visigodos, bien por la fuerza o bajo tratados de aceptación de autoridad pero tributaria, como los que hicieron en la zona de Murcia-Villena el duque Teudomir, o más cercana, Ebro abajo, el conde hispano-godo Casius de la Rioja y sus hijos los Banu Qasi, o los condes de Estella y Olite, como muchos otros en Galicia y otros puntos. No sucedió lo mismo en Cantabria, cuyo duque opuso resistencia y tuvo que refugiarse junto a la población de las comarcas cántabras llanas de la meseta, de forma dispersa por sus dominios más recónditos, quedando la plaza fuerte y

capital de Amaya arrasada. El ejército magrebí dejó guarniciones a lo largo de la calzada que unía el Ebro con la principal capital militar andalusí de la Meseta en Astorga, con lo que las zonas limítrofes también sufrieron bastante despoblación al estar los vecinos menos expuestos a levas y otros abusos de ocupación militar tras la cordillera, aunque el convento jurídico/ducado de Asturias tramontano llegó a estar ocupado, y Gallaecia-Galicia junto a León-Astorga (Asturias leonesa) aún estuvieron ocupadas unas décadas más. No se sabe exactamente si el supuesto espathario real de Toledo e hijo del anterior duque de Astúrica, Fávila, Don Pelayo se encontraba refugiado en el territorio del vecino ducado de Cantabria –que comprendía la zona oriental de la posterior provincia de Asturias– ofreciendo al duque Pedro refuerzos en la defensa del posible asalto a su ducado por parte del caudillo bereber Munuza, o para desde allí iniciar la recuperación del dominio de Asturias. Lo que sí resultó de todo ello fue, la elección por otros nobles visigodos galaicos y astures aún bajo ocupación, a elevar a don Pelayo si no a la corona real de Toledo sí a ser su regente, al igual que los nobles ostrogodos habían hecho con Teya en Italia, y a las fuerzas islámicas a abandonar sus guarniciones avanzadas sobre la cordillera vulnerables a un bloqueo logístico y replegarse al pie de ella en la Meseta. La zona oriental de la Meseta, en la posteriormente llamada 'Castella-Vetula' también corrió la misma situación, aunque sufriendo la ocupación militar durante más tiempo que la Meseta occidental leonesa y Galicia ya libres tras el abandono de las tropas de guarnición bereberes, que se rebelaron al gobierno árabe y embarcaron de vuelta a su país, también en rebelión hacia el 740. Las zonas montañosas contiguas, fuera del alcance de los Andalusíes aún estacionados en el Alto Ebro, recibieron gran cantidad de refugiados no solo de las comarcas llanas de la anterior Cantabria sino también de zonas colindantes al sur del Ebro. A este período pertenecen la cantidad de cenobios cristianos y reutilización de cuevas otra vez como habitación humana, en las fachadas de la cordillera que delatan la superpoblación de estos valles angostos y poco fértiles para la producción de alimentos tan numerosos como los cereales y otros que sostenían de secano. El obispado de Auca y sus diócesis tuvieron que refugiarse en Valpuesta y dentro de los altos valles limítrofes de La Losa, Mena, Trasmiera y de Ayala fuera del alcance fácil de las guarniciones del Alto Ebro, ya bajo el control de los Banu Qasi de la Rioja a partir de la instauración del Emirato, y aliados a los condes de la marca franca del Pirineo occidental. Estos contarían con un poder efectivo de alcance, y recursos de una zona más rica desde el Pisuerga hasta Caspe, que llegó a incluir a todas las urbes del Ebro y hasta Pamplona y Toledo en ocasiones, aunque fueron menguando en dominio y alcance con las fortunas de estos bajo la potestad superior de Córdoba. Siendo luchados en el alto Ebro uno a uno en un reñido avance y retroceso por más de un siglo, valle a valle y fortaleza a fortaleza contra los condes cristianos locales tras de la cordillera, hasta la segunda década del siglo X en que la poder de los del Ebro desaparecería por completo, y sus sucesores aún contando con el apoyo de Córdoba, recibirían ya el jaque mate definitivo con la conquista de la Rioja gracias a la participación conjunta de respaldo real doble entre Navarra y León a los condes del Alto Ebro. Lo que ya permitiría la reunificación de los condados castellanos si no en uno solo, sí bajo la hegemonía política de pactos o lazos feudales con los condes de Lara más al sur del Ebro y en las nuevas fronteras sobre el Duero, y estos cada vez más enzarzados con lazos familiares y políticos cambiantes a caballo entre los de las dos casas reales de Navarra y León, de los que no sobrevivirían siendo eliminados bajo la dinastía Jimena en el primer tercio del siglo XI, cuando ya el condado semiautónomo pasaría a ser elevado legalmente a la soberanía de reino. De todos modos, durante los dos primeros siglos tras la caída del poder visigodo en Hispania y la instauración de la nueva autoridad de Andalusíes en ella, o su mayor parte, la autoridad real que los duques de Cantabria –ya príncipes de Asturias– empezó y continuaría teniendo problemas para ser reconocida en lo jurídico y oficial en el sector oriental de la antigua Cantabria o Vardulia en toda su extensión –y lo que posteriormente se llamaría impropiamente Bardulia– , como ya venían arrastrando los mismos reyes de Toledo, problema que se agravaría con el tiempo y llegarían a reconocer hasta los condes locales, castellanos y vecinos. Alfonso I de Asturias y su hermano Fruela hicieron dos expediciones por el sector oriental del reino. Aunque las campañas fueron de saqueo y destrucción, parece que intentaron conservar las fértiles tierras de las márgenes del Ebro y en cuanto el primer emir Omeya, Abderramán I logró pacificar su emirato, envió sus ejércitos al mando de Badr hacia la marca oriental del reino asturiano en 767. Desde La Rioja, Badr remontó el río Ebro devastando la zona, y luego se ensañó con la llanada alavesa. En su retirada fortificó los puntos estratégicos con el fin de mantener el control de la calzada romana que surcaba el territorio. Si en alguna parte resistieron las avanzadillas repobladoras asturianas, la dura campaña del 791 terminó por ahogar esos intentos de repoblación de la zona. Primeras repoblaciones (791-850) Primera etapa (791-822) Aprovechando los momentos de debilidad del emirato de Córdoba, van a atravesar la Cordillera Cantábrica desde las tierras de Cantabria y Vizcaya personas que realizarán presuras de terrenos, restaurarán iglesias y recuperarán molinos. Estos movimientos migratorios no son patrocinados por los reyes asturianos, sino por abades y familias de poder. Son varias las aceifas musulmanas que van a tener que soportar y poca la ayuda que pueden recibir desde la lejana capital

asturiana. Existieron tres núcleos iniciales de repoblación: el Valle de Mena desde Taranco, Valpuesta y el núcleo occidental. Además de estos, en 814 los foramontanos, un nombre que indica que procedian de un lugar situado fuera de las montañas, posiblemente del valle del Ebro, salen de Malacoria y van hacia Castilla (según los Anales castellanos). Esta noticia hace que actualmente no se esté seguro del recorrido exacto de esta migración, existiendo varias hipótesis. El periodista Víctor de la Serna, estudioso del tema, publicó en 1956 su libro La ruta de los foramontanos recibiendo el Premio Nacional de Literatura. Va a haber importantes corrientes migratorias hacia tierras incultas para obtener nuevas tierras de cultivo, y así paliar la falta de alimentos debida a la superpoblación y a las malas condiciones climáticas. De todas formas, aún no existe un sistema defensivo organizado y capaz de hacer frente a las aceifas cordobesas. Será más adelante cuando los reyes asturianos se preocupen de defender adecuadamente la zona. Solo cuando los cordobeses tienen problemas internos es cuando existen movimientos repoblatorios, sucediéndose acciones militares entre 791 y 822. A pesar de estas continuas aceifas, los dos núcleos del valle de Mena y Valpuesta no parecen haber sufrido sus efectos, al contrario que Álava, Castilla (entendiendo Castilla como la zona de Espinosa de los Monteros y Sotoscueva) y la zona en torno a Miranda de Ebro. Segunda etapa (822-842) Tras morir al-Hakam I, su sucesor 'Abd al-Rahman II ha de hacer frente a multitud de rebeliones internas. Aun así, viendo el progresivo avance asturiano por la zona del Ebro, realizó una primera incursión el verano del 822. 'Abd al-Karim invade las tierras de Álava, saqueándolas. Tras recibir promesa de sumisión por parte de castellanos y alaveses, 'Abd alKarim volvió a Córdoba llevando en garantía numerosos rehenes. Esta terrible expedición afectó casi únicamente a la región de Álava. Y en noviembre de ese mismo año, va a haber nuevas repoblaciones en la zona de Valdegovia. En el norte de Palencia la repoblación no se detiene. Un conde magnate, llamado Munio Núñez, fue dirigiendo a los foramontanos hacia la zona de Aguilar de Campoo. El fuero de Brañosera, concedido por dicho conde y su esposa Argilo el 13 de octubre de 824, es posiblemente el primero en Europa. En el año 825 dos ejércitos cordobeses se dirigieron de nuevo hacia la parte oriental del reino asturiano, atacando a la vez Álava y Castilla. Habrá otra razzia más en el 826 sobre el valle de Mena y los territorios limítrofes del valle de Losa y Espinosa de los Monteros. Después hubo unos años de paz hasta que en el 830, un hijo de 'Abd al-Rahman penetra hasta Sotoscueva, tomando el castillo de al-Garat. Una violenta insurrección en Toledo suspenderá durante casi diez años las aceifas sobre el reino asturiano. Sigue habiendo presuras y la repoblación no se detiene. Y tras la tregua forzosa del 830, un nuevo impulso de repoblación se localiza tras las montañas de la cordillera Cantábrica. Por otra parte, puede que tras las expediciones anteriores, los asturianos se dieran cuenta de la importancia que tiene el desfiladero de Pancorvo como paso estratégico y van a intentar mantenerlo bajo sus manos. En el 837 Abderramán II entra en Toledo sofocando su rebelión. Poco después tres ejércitos se encaminan hacia el reino de Asturias. El primero ataca Galicia, el segundo se dirige hacia León y el tercero vuelve a golpear Álava y Castilla. En esta expedición se conquista una fortaleza, que probablemente sea Pancorvo. Pancorvo es la llave de Castilla y Álava y a partir de ahora este va a convertir el punto desde el cual se van a organizar todas las operaciones de saqueo por parte de los cordobeses. Habrá que esperar hasta los años alrededor del 870 para que Pancorvo vuelva a estar en manos asturianas. Y con esta importante plaza bajo su poder, Abderramán II organiza una aceifa en el 838. Esta expedición estaba comandada por Ubaid Allah ben al-Balesi, remontó el río Ebro, pasó por la zona de Villarcayo y asoló la región de Sotoscueva "consiguiendo una gran victoria". Sin descanso para los habitantes de Álava, el 839 Musa ibn Musa, el jefe del importante clan de los Banu Qasi que gobernaban el valle del Ebro en torno a Tudela y Zaragoza, penetra en Álava y la saquea. Poco después, en el 842 muere Alfonso II tras un largo reinado en el que había expandido su reino haciendo frente en la medida de sus posibilidades al su poderoso vecino sureño. El reinado de Ramiro I (842-850) Durante el reinado de Alfonso II, Ramiro I de Asturias (hijo de Bermudo I), fue nombrado gobernador de Galicia

probablemente hacia el 830, ante la falta de descendencia propia de Alfonso II. Ramiro y su primera esposa Urraca fueron padres de Ordoño I de Asturias, y se encontraba en Bardulia para contraer nuevo matrimonio con Paterna, hija de un noble castellano, cuando sucedió la muerte de Alfonso II. En este momento Ramiro tenía ya cincuenta años. Estando aún en Castilla conoció también el encumbramiento del conde palatino Nepociano, casado con una hermana de Alfonso II, como rey. Ante este hecho, Ramiro regresa apresuradamente a Galicia, donde tiene gran cantidad de partidarios, reúne un ejército en Lugo y marcha hacia Asturias. Se produce un enfrentamiento entre sendas facciones entre Cangas de Onís y Tineo. Poco después, Nepociano es abandonado por los suyos y tiene que huir hacia Oviedo. Pero los condes Escipión y Sonna le alcanzan cerca de Pravia y le llevan en presencia de Ramiro I. El castigo para Nepociano consistió en sacarle los ojos y su posterior confinamiento en un monasterio. En el verano de este mismo año Ramiro es coronado rey en Oviedo a la manera gótica, dando vía libre a la sucesión hereditaria, abandonándose la elección. De él partirá la línea dinástica que perdurará durante varios siglos. En esta lucha, Ramiro fue apoyado por los magnates gallegos, mientras Nepociano es sostenido por los mandatarios astures, cántabros, castellanos (a pesar de que Ramiro estaba casado con una castellana) y vascones. La coronación de Ramiro I como rey no acabó con las conjuras palaciegas y el enfrentamiento de las diferentes tendencias que ya empezaban a apuntarse en el reino asturiano. Ramiro I es denominado el de la Vara de Justicia, porque hizo desaparecer a los bandidos de Asturias, sacó los ojos a los ladrones que capturaba y enviaba a la hoguera a los adivinos y magos. Además, durante su corto reinado tuvo que hacer frente a varias rebeliones palaciegas. Los enemigos externos también atacan. Los dos primeros jueces legendarios, Nuño Rasura y Laín Calvo, fueron nombrados en el año 842 y según la tradición, crónicas y obras literarias posteriores (como el Poema de Fernán González) fueron antepasados directos de Fernán González (en el caso de Rasura) y del Cid Campeador (en el de Calvo). Tal parentesco está apoyado únicamente en documentos literarios y no tiene aval histórico cierto. Et los Castellanos que vivian en las montañas de Castiella, faciales muy grave de yr à Leon porque era muy luengo, è el camino era luengo, è avian de yr por las montañas, è quando allà llegagan asoverviavan los Leoneses, è por esta raçon ordenaron dos omes buenos entre si los quales fueron estos Muño Rasuella, è Laín Calvo, è estos que aviniesen los pleytos porque non oviesen de yr à Leon, que ellos no podian poner Jueçes sin mandado del Rey de Leon. Et ese Muñyo Rasuella era natural de Catalueña, è Laín Calvo de Burgos, è usaron así fasta el tiempo del Conde Ferrant Gonçalvez que fue nieto de Nuño Rasuella Tit. Por qual raçon los fijosdalgo de Castiella tomaron el fuero de Albedrío. En el 843, el hijo de Abderramán II, al-Mutarrif vuelve con una expedición contra el norte peninsular. Pero el resultado no debió valer la pena y no volverá a haber acciones importantes hasta el 846. En el 844 llegan por primera vez los vikingos a las costas españolas. Primero desembarcaron cerca del actual San Sebastián y se adentraron en el naciente reino navarro capturando a su rey Íñigo Arista de Pamplona. Después realizaron un intento de desembarco fallido frente a Gijón y se dirigen hacia la Torre de Hércules (Brigantium), cerca de La Coruña. Mientras estaban saqueando La Coruña y Betanzos, fueron sorprendidos por un ejército asturiano y tuvieron que retirarse con la escuadra maltrecha y gran cantidad de muertos. Las cosas tampoco estaban fáciles para el emir cordobés: a las rebeliones del gobernador de Zaragoza, hay que sumarle las incursiones normandas y la rebelión mozárabe en torno a Toledo al frente de San Eulogio y Álvaro (850). Ante los problemas internos cordobeses, Ramiro aprovecha para ampliar los l...


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