Docsity teoria de la traduccion literaria esteban torre PDF

Title Docsity teoria de la traduccion literaria esteban torre
Course Lingua e Traduzione spagnola 1
Institution Università degli Studi Roma Tre
Pages 20
File Size 250.9 KB
File Type PDF
Total Downloads 101
Total Views 134

Summary

Saggio di lingua e traduzione spagnola con particolare attenzione alla traduzione teatrale....


Description

Teoría de la traducción literaria - Esteban Torre Lingua Spagnola Università degli Studi di Napoli L'Orientale 19 pag.

Document shared on www.docsity.com Downloaded by: Clacla1345 ([email protected])

TEORÍA DE LA TRADUCCIÓN LITERARIA Capítulo I LA TRADUCCIÓN: CONCEPTO Y EVOLUCIÓN HISTÓRICA 1.1. Concepto de traducción Traducir, del latín traducere, consiste, según la definición que nos ofrece el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia (RAE), en expresar en una lengua lo que está escrito o lo que se ha expresado antes en otra. En la teoría de la traducción, la lengua de la que se traduce se suele llamar lengua original (LO), y la lengua a la que se traduce, lengua terminal (LT). En realidad, lo que se traduce no son lenguas sino textos, por eso podemos definir más exactamente la traducción como el paso de un texto de la lengua original, también llamada lengua de partida, a un texto de la lengua receptora o lengua de llegada. En efecto la traducción no es que la sustitución de las palabras de una lengua por las de otra, que tengan un mismo o equivalente significado, siempre teniendo en cuenta la estructura lingüística y el contexto cultural de la lengua de llegada. El concepto de equivalencia, del cual acabamos de hablar, representa un de los mayores puntos de conflictos respeto a la teoría de la traducción. De hecho, si vamos a analizar la traducción del enunciado inglés “he swam across the river” (cruzó el río a nado) al francés “il traversa la rivière à la nage”, podemos ver como las lenguas del mundo ven la realidad de maneras diferentes. La situación descrita es la misma, aunque la segmentación de la experiencia es distinta. El inglés se interesa por el movimiento concreto del cuerpo, mientras que el desplazamiento en el espacio es algo secundario, que se expresa con la partícula “across”. El francés, por el contrario, relega el movimiento del cuerpo a la condición de un simple complemento circustancial (à la nage) y se interesa mayormente por la acción del verbo “traverser”. Esta diversidad de la estructuración de la realidad desde un punto de vista lingüistico y cultural, ha llevado a concepciones distintas respeto a la traducción por parte de algunos eruditos, que resumimos a continuación. Para Sapir-Whorf, la traducción no puede existir. Para él cuando nos refiramos a la realidad extralingüistica en dos lenguas diferentes, jamás hablaremos exactamente de la misma realidad, y por lo tanto, la traducción de una lengua a otra sería algo materialmente imposible. Sin embargo, las traducciones existen y ya sabemos que cuando algo existe y la teoría dice que esto no puede existir, no cabe duda de que la teoría está equivocada. Nida y Taber definen la traducción como la reproducción en la LT del equivalente natural más próximo del mensaje contenido en la LO, primero en cuanto al sentido y luego en cuanto al estilo. Para los dos la equivalencia ha de ser natural y cercana porque según sus opiniones “la mejor traducción es la que no lo parece”. Pues para Gyorgy Radó, la LO y la LT vienen a ser dos espacios separados y la traducción no sería que el cambio de lugar de un texto. Entonces el texto puede ser considerado como un objeto inerte que se transporta de un lugar a otro como si fuera un ser humano que se conduce a un cualquier lugar. Al final, la traducción en general puede ser simultánea o diferida. Algunas lenguas disponen de un término especial para la persona que hace la traducción oral o simultánea, que se conoce en español como intérprete. 1.2. La ciencia de la traducción Los estudios sobre la traducción, como disciplina, y como titulación universitaria, son bastante recientes, pero lo que aún no se sabe definir es si esta operación de traducir pertenece al ámbito cientifico u artistico. El lingüista Andrei Venedictovich Fedorov y el traductor Edmond Cary representan los dos polos opuestos de la disyuntiva planteada entre la ciencia y el arte. Para el primero (Fedorov), la traducción es simplemente una operación lingüistica, y, en consecuencia, toda teoría de la traducción habría de depender de la lingüistica, única ciencia capaz de ofrecer unas bases objetivas para tales estudios. Para el segundo (Cary), la traducción es una operación literaria, y los

Document shared on www.docsity.com Downloaded by: Clacla1345 ([email protected])

estudios que sobre ella se funden no podrán jamás constituir una ciencia, sino un arte. Así pues, una traducción plenamente satisfactoria es siempre una obra de arte, porque no es fácil traducir literatura, obras literarias, no es fácil lograr transmitir el mensaje que lleva un texto de la antigüedad, y por este motivo, quien es capaz de hacerlo todo, quien es capaz de sacar el verdadero sentido de un texto debe considerarse un buen traductor, porque esa habilidad es natural, es arte. En el medio podemos encontrar la opinión del poeta Octavio Paz, el cual está convencido del hecho de que la traducción debe estudiarse científicamente, pero no comparte la incorporación de esta actividad a la lingüística, pero bueno le gustaría que hubiera una verdadera ciencia de la traducción, autónoma. Tampoco existe acuerdo acerca la denominación que ha de recibir el arte o la ciencia que se ocupa de la traducción. En español el nombre de traductología es el que reúne a cada estudio metódico y organizado sobre la traducción, además del nombre clásico ciencia de la traducción. Al final, cualquier nombre es aceptable, con tal que la ciencia o teoría de la traducción se refiera realmente a la traducción, a sus problemas y a sus soluciones. 1.3. Algunos hitos históricos A pesar de todo eso, fue Cicerón a hablar por primero de traducción, llegando a ser el iniciador de esa nueva “ciencia”. En su primera reflexión sobre la actividad traductora Cicerón distingue entre dos formas de traducir, una primera, literal, osea una traducción palabra por palabra que se limita a la simple sustitución de las palabras del texto original por las de la lengua de llegada, y una segunda forma de traducir, capaz de reproducir el exacto sentido del texto de partida sin utilizar las mismas palabras, es decir una traducción que no adhiere fielmente a su original, aunque tengan el mismo significado. Esa última forma de traducir es la que utilizó para traducir los Discursos de Esquines y Demóstenes, un tipo de traducción que le permitió de traducir no como un simple traductor (ut interpres), sino como un verdadero orator u escritor (ut orator). En la actualidad, dos tratadistas modernos, Jean-René Ladmiral y Henri Meschonnic hacen uso del texto ciceroniano en una misma publicación de la Revue d’Esthétique (1986) dedicado a la traducción. Los dos tratadistas tienen opiniones diferentes y por eso representan los dos polos opuestos de esa disyuntiva entre las diferentes formas de traducir. Ladmiral, de manera muy similar a Cicerón, hace una distinción entre los traductores pegados a la letra del texto original que llama sourciers, y los traductores que se preocupan más por la idiosincrasia de la lengua a la que se traduce que llama cibilistes, entre los cuales él también se incluye. La verdad es que la historia de la traducción constituye sin duda una parte integrante de la ciencia de la traducción, de hecho, la distinción ciceroniana representa la base de muchas teorías que se han producido durante todo el tiempo. Mounin también, en 1955 aún antes de Ladmiral y Meschonnic, oponía los cristales transparentes, es decir las traducciones que dan la impresión de haber sido redactadas directamente en la lengua receptora, a los cristales coloreados, las traducciones palabra por palabra, escritas de tal manera que el lector no olvide un solo instante que está leyendo una traducción, o incluso la distinción de unos años después de Eugene Nida que oponía dos tipos de equivalencia, dos tipos de orientaciones en la manera de traducir: la equivalencia formal y dinámica. La primera orientada hacia la forma, el texto original, no es directamente inteligible sin un aparato de notas a pie de página; mientras que la segunda, orientada hacia la lengua receptora, trata de ofrecer una relaboración natural, destinada a producir el mismo efecto del texto de la lengua original. Así pues, si quisiéramos hacer una síntesis de todo lo que acabamos de decir, podemos ver que los sourciers traducen ut interpres, prefieren los cristales coloreados y hacen uso de la equivalencia formal, mientras que los cibilistes traducen ut orator, prefieren los cristales transparentes y hacen uso de la equivalencia dinámica. En cambio, Meschonnic comparte la segunda forma de traducir, la que está más pegada al texto original, y en particular a la letra, pero no rechaza totalmente la otra forma de traducir capaz de trasladar el espíritu de un texto, porque sea la letra sea el espíritu representan los dos aspectos fundamentales del lenguaje y son inseparables. Entonces,

Document shared on www.docsity.com Downloaded by: Clacla1345 ([email protected])

Meschonnic se encuentra en una posición intermedia en la que no rechaza ni una ni otra forma de traducir pero hace una critica a quien ha separado esos dos aspectos del lenguaje. La traducción en la Antigüedad La actividad traductora es una de las más antiguas en la historia de la humanidad. Hace unos 5 mil años, los sumerios y los egipcios, casi al mismo tiempo y sin influencia mutua, inventaron los signos de la escritura. Hacia el año 2800 a.C., los sumerios disponían ya de un sistema de escritura cuneiforme, que dio lugar a una floreciente literatura durante el milenio siguiente. Con los sumerios convivieron en Mesopotamia los acadios, que conservaron su propria lengua, si bien su cultura fue fundamentalmente bilingüe, ya que en el siglo 18 a.C. existían vocabularios sumerioacadios. En aquellos años empezaron a ser numerosos los textos literarios en lengua acadia y a veces se añadía una traducción literal acadia a los textos sumerios. Estos son los primeros documentos bilingües conocidos y el más antiguo testimonio de la traducción escrita. Además, no hay que olvidar que los textos religiosos han representado una base importante en la historia de la traducción en general, ya que las primeras traducciones venían hechas sobre ellos. Así pues, en la historia de la traducción, los estudios bíblicos ocupan un lugar muy importante. A continuación, vamos a ver los momentos más representativos de las traducciones religiosas que han marcado el inicio de esa actividad: • las traducciones arameas ⟶ los tárgumes; • la versión griega alejandrina ⟶ la Versión de los Setenta; • la traducción latina ⟶ la Vulgata. Los tárgumes En primer lugar, encontramos las traducciones arameas. Hacia el siglo 6 a.C. el arameo, lengua oficial del Imperio Persa, era la lengua de todo el Medio Oriente. Ya antes de la cautividad de Babilonia, las clases más altas de Israel tenían conocimiento de esta lengua, necesaria para los comercios. Durante la cautividad, todos hubieron de asimilar la lengua del pueblo dominante. Al regreso del exilio, se plantearon graves problemas en relación con el uso del hebreo como lengua de las Sagradas Escrituras, ya que esta era utilizada en el culto y en la redacción de los documentos jurídicos, y el arameo en la práctica de la lengua común y cotidiana. La solución a esta situación lingüística se encuentra, según la tradición rabínica, en el capítulo 8 del Libro de Nehemías. Todo el pueblo se reunió en una plaza y pidió a Esdras que llevase el libro de la Ley de Moisés. Los levitas leían la Ley al pueblo, y Esdras traducía e interpretaba el sentido para que todos comprendieran la lectura. Así aparece la figura del traductor, llamado targeman, turgeman o meturgeman, ya que el término tárgum significa traducción e interpretación. Mientras el lector leía un pasaje de la escritura hebrea, el traductor se situaba junto a él en pie, en señal de respeto, y traducía después de cada versículo de la Torá (libro de los judíos). Si se trataba de un pasaje profético, la interrupción tenía lugar cada 3 versículos. La traducción era oral y simultánea: el traductor no leía y ni podía ver el texto escrito hebreo, para evitar que la traducción se pudiese confundir con el auténtico texto sagrado, inalterable y único. Se insistía en el carácter oral de la traducción porque el objetivo no era hacer una paráfrasis aramea del texto, sino únicamente ayudar a comprenderlo mejor. Los tárgumes se caracterizaban por la libertad con que realizaban la versión y se prohibían las adiciones y el calco literal. La versión de Los Setenta En segundo lugar, la famosa Versión Griega Alejandrina es la primera gran traducción conocida en nuestra cultura. Fue comenzada a mediados del siglo III a.C. y se terminó dos siglos más tarde. A diferencia de las traducciones arameas, que viven junto al texto, como si fuesen un comentario, la traducción griega parte del texto hebreo, pero después lo absorbe, lo sustituye y se convierte en “el texto”. En Alejandría (Egipto) existía una colonia de judíos, que habían aprendido a hablar griego, olvidándose totalmente de la lengua hebrea pues no la comprendían más. Fue por eso que se sintió la necesidad de traducir al griego los textos sagrados. Según la leyenda, el Rey de Egipto Tolomeo II Filadelfo quiso coleccionar todos los libros que hubiese en el mundo. Pero, enterado por un bibliotecario de que los libros de los hebreos estaban escritos en una lengua diferente, pidió a Eliazar, sumo sacerdote de Jerusalén, 72 ancianos “sabios” (6 por cada tribu) que llevaran a cabo la traducción.

Document shared on www.docsity.com Downloaded by: Clacla1345 ([email protected])

Al final, el Rey se congregó a todos los judíos de la diáspora y les leyó la traducción, que fue aceptada unánimemente. Los dos textos, el griego y el hebreo, son considerados como “hermanos” y sus autores como “profetas y sacerdotes”. La Vulgata En tercer lugar, la segunda empresa de traducción de la Biblia a la lengua latina fue llevada a cabo por San Jerónimo. En el año 382, el papa Dámaso encargó a Jerónimo que revisara el Nuevo Testamento latino a partir del texto griego, ya que existían diversas traducciones latinas del mismo, de un nivel muy popular. Por eso, la tarea de Jerónimo consistió en una revisión de las versiones latinas ya existentes, corrigiendo los errores y los vulgarismos más graves. Solo más tarde decidió hacer una verdadera traducción del Antiguo Testamento a partir del texto hebreo. Durante el medioevo, por Biblia Vulgata se entendía la Versión de los Setenta o alguna de sus varias traducciones latinas. Más tarde se empezó a llamar Vulgata a la traducción de San Jerónimo. Cuando Jerónimo se dio cuenta de las diferencias entre el texto griego y el hebreo (algunos libros sólo aparecían en la Biblia Griega) impuso que se considerasen canónicos sólo los escritos del texto hebreo. La Versión de los Setenta sigue siendo el texto canónico de la Iglesia Ortodoxa Griega. Sin embrago, lo más importante ha sido su forma de traducir el texto bíblico del griego al latín, la misma forma que utilizó Cicerón para traducir el Económico de Jenofonte, dos diálogos de Platón y los Discursos de Demóstenes y Esquines. Este último, como ya sabemos, considera oportuno establecer una neta distinción entre la actividad del simple traductor como mero reproductor de palabras, y la del verdadero artífice de las ideas, el auténtico escritor. Él es partidario de esa segunda forma de traducir, capaz de traducir no sólo la letra sino el espíritu que encarna un texto. De igual manera, en una carta que dirigió a Pamaquio, San Jerónimo justifica su negativa a hacer una traducción literal porque la traducción debe extraerse ‘no palabra por palabra, sino sentido por sentido’. La gracia de la lengua se pierde en la traducción si se traduce ‘a la letra’ (ad uerbum). Lo que es importante es traducir “no las palabras, sino las ideas”. Por lo tanto, hay que cambiar algo en la construcción de la frase, aún a riesgo de ser acusados de infidelidad en la traducción. 1.3.2 Los estudios medievales Al final, algunos años antes que San Jerónimo tradujera la biblia al latín, Ulfilas o Wulfila, obispo de los godos de Dacia y Tracia, tradujo la Biblia en lengua gótica, aunque sólo quedan algunos fragmentos de esta traducción, que se conservan en dos manuscritos titulados Codex argenteus y Codex carolinus. También se hicieron, al parecer, traducciones al inglés, aunque la primera traducción completa de la Biblia al inglés medio tuvo lugar entre 1380 y 1384, y fue debida a John Wycliff, que no conocía ni el hebreo ni el griego y por eso basó su traducción en la Vulgata latina. El texto, tras la revisión realizada unos años después por su discípulo John Purvey, aparece con un prólogo en el que se describen 4 fases del proceso de la traducción:  recopilación de textos y glosas de las fuentes latinas;  comparación de las versiones;  asesoramiento de los gramáticos y los teólogos;  traducción lo más clara posible del sentido del texto, corregida por unos colaboradores. Entonces, gracias a este recorrido pa’ dentro de la historia de la traducción de los textos sagrados, hemos visto cómo iban produciéndose las primeras traducciones y bueno es en este periodo mismo, es decir en el medioevo, que esta actividad crece más y más, llegando a ser una actividad fundamental, indispensable para la difusión no sólo de los textos religiosos sino también de los saberes clásicos en general. La escuela de traductores de Toledo En efecto, en la ciudad de Toledo, hacia los siglos XII y XIII se llevó a cabo la traducción de muchas obras originales árabes con el intento de transmitir los saberes clásicos a toda Europa Occidental cristiana. Esta actividad de traducción fue realizada por la Escuela de Traductores de Toledo, aunque no es seguro que este trabajo de traducción constituía una verdadera “escuela”, ya que no representaba un establecimiento dedicado a la enseñanza de una disciplina.

Document shared on www.docsity.com Downloaded by: Clacla1345 ([email protected])

A pesar de todo, esta escuela nació bajo el arzobispo Raimundo y su técnica consistía en el concurso de dos traductores: uno conocedor de la lengua árabe, otro de la lengua latina, y ambos de la lengua romance. El traductor judío daba una versión del texto árabe en lengua romance, y el cristiano traducía del romance al latín. El traductor de la lengua árabe debía tener una amplia cultura para poder descifrar los manuscritos y comprender el sentido de las varias materias que debían ser traducidas. Los judíos eran los más relevantes, ya que muchos de ellos eran versados en medicina, astronomía y astrología. De hecho, es propio un judío quien aparece en el prólogo de la traducción del tratado De Anima de Avicena, el más claro testimonio del método de traducción con dos intérpretes. El autor del prólogo, el judío Ibn Daud o Avendaut, reconoce haber traducido oralmente el texto árabe, palabra por palabra, a la lengua vulgar, mientras que el arcediano Domingo Gonzalbo, o Gundisalvo, lo iba traduciendo al latín. Gracias a este arcediano, se expresaron por primera vez en latín y se difundieron por el Occidente las obras de algunos autores importantes, como el turco al-Farabi, los persas Avicena y Algazel, y el judío Avencebrol. La escuela Alfonsí García Yebra distingue dos períodos en la historia de las actividades de la Escuela de Toledo: • el primero, que se desarrolla en el siglo XII, corresponde a las traducciones arábigo-latinas; • el segundo, que se prolonga a lo largo del siglo XIII, corresponde a las traducciones arábigoespañolas promovidas por Alfonso X el Sabio. En el primer período hay que mencionar, además de Gundisalvo (Domingo Gonzalbo) a un Johannes Hispanus, que se confunde con otro Juan de Sevilla, que tradujo un texto de astrología árabe. Este texto fue traducido también por Hermán el Dálmata, pero con una clara diferencia: la versión de Juan de Sevilla tiene 60 páginas, y la de Dálmata se limita a 24. El recurso a la versión amplificatoria (amplificatio) ha sido no sólo una de las características principales del primer periodo sino también del segundo, es decir de las traducciones alfonsinas. En este periodo destacamos la figura de Gerardo de Cremona, el cual llegó hasta Toledo para enriquecer la ciencia latina, aprendiendo el árabe también. Como todos los traductores de aq...


Similar Free PDFs