El golpe de Estado de Victoriano Huerta y la Decena Trágica PDF

Title El golpe de Estado de Victoriano Huerta y la Decena Trágica
Author Mar Gómez
Course Cultura y Sociedad Mexicana
Institution Universidad Autónoma de Ciudad Juárez
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Material didáctico de apoyo para el curso de Cultura y Sociedad Mexicana acerca del golpe de estado de Victoriano Huerta y la Decena trágica...


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EL GOLPE DE ESTADO DE VICTORIANO HUERTA Dantés, V. H. (2010)1 A principios de 1913, surgió en el seno de los elementos clericales y latifundistas unidos a los militares más reaccionarios, una conspiración, en el centro de la cual se hallaba el general Mondragón, ex director de Artillería durante el régimen de Porfirio Díaz. Con los conspiradores estaba el general Victoriano Huerta, que había derrotado a las tropas de Pascual Orozco y que a la sazón se hallaba retirado del ejército. Otros de los personajes que desempeñaron un papel sobresaliente en el movimiento fueron Félix Díaz y Bernardo Reyes, quienes se hallaban presos. La revuelta tenía como propósito derrocar, mediante un rápido movimiento envolvente, al gobierno de Madero y restaurar el régimen prerrevolucionario. En los primeros días de febrero, los conspiradores redoblaron sus preparativos. Ya habían logrado atraer hacia su causa a buen número de oficiales de la guarnición capitalina. La revuelta contrarrevolucionaria estaba fijada para el 16 de marzo. Pero como a principios de febrero el gobierno de Madero se había enterado de la existencia de la conspiración, esto obligó a quienes la preparaban a adelantar el golpe de Estado. La rebelión estalló en la capital de la República en las primeras horas del 9 de febrero, cuando unos cuantos oficiales dirigidos por el general Mondragón, con dos regimientos de artillería y un cuerpo de alumnos del Colegio Militar, fueron a liberar de la cárcel a los generales Bernardo Reyes y Félix Díaz. En seguida, y siguiendo el plan trazado de antemano, las tropas de los insurrectos se dividieron en dos bandos. Uno de ellos, bajo el mando de Bernardo Reyes recibió la orden de apoderarse del Palacio Nacional, residencia del gobierno. El otro, dirigido por Díaz y Mondragón, debía de posesionarse de la Ciudadela, donde se encontraban las armas (entre ellas cañones y ametralladoras), amén de las municiones necesarias. Reyes fue muerto durante el ataque al Palacio Nacional, punto que los rebeldes no lograron tomar. El otro grupo, al mando de Félix Díaz, se apoderó de la Ciudadela, los grandes depósitos de artillería, el Cuartel de la Guardia presidencial y una serie de edificios contiguos. Entre los rebeldes refugiados en la Ciudadela y las tropas del gobierno que

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Dantés, V. H. (2010). El Golpe de Estado de Victoriano Huerta y La Decena Trágica. En V. H. Dantés, Breve Historia de la Revolución Mexicana. (págs. 36-41). México: Ediciones Leyenda, S.A. de C.V.

habían resistido el ataque al Palacio Nacional -a unos mil seiscientos metros unos de otros-, se entabló un intenso tiroteo de artillería y ametralladoras. El general Victoriano Huerta había sido nombrado comandante en jefe de las tropas de la capital, y se le confió la dirección de las operaciones para aplastar la rebelión. Madero se daba perfecta cuenta de la actitud reaccionaria de Huerta y de sus vínculos con el campo de la reacción, pero todavía confiaba en sostenerse en el poder si hacía nuevas concesiones a la reacción clericalterrateniente. Disponiendo de fuerzas en número varias veces mayor que las de los rebeldes, de artillería suficiente para demoler las fortificaciones de la Ciudadela, y de municiones en cantidad, las tropas del gobierno hubieran podido sofocar la sublevación con bastante rapidez. Pero Huerta, partícipe él mismo de la conjura contrarrevolucionaria, no lo deseaba así y esperaba solamente el momento oportuno para rematar al régimen de Madero. Se conformó, pues, con lanzar algunos disparos de artillería contra las posiciones de los rebeldes (digamos entre paréntesis que intencionalmente los proyectiles no daban en el blanco), y dirigir ataques de caballería contra la Ciudadela, valiéndose para ello de los elementos más fieles a Madero, a los que de hecho mandaba a una muerte segura. De esta suerte, Huerta y los demás oficiales reaccionarios habían propuesto debilitar a los maderistas; contaban con prolongar las operaciones militares y crear así tal situación en la capital, que la población saludase con júbilo el cese del fuego, aunque esto hubiese sido logrado como consecuencia de un golpe de Estado contrarrevolucionario. Lo que se proponían era demostrar la completa incapacidad del gobierno de Madero para poner orden en el país. Durante los acontecimientos ocurridos en la capital del 9 al l8 de febrero, conocidos en la historia de México con el nombre de la "Decena trágica", el embajador norteamericano actuó como auténtico "genio del mal" contra Madero y su gobierno.

LA DECENA TRÁGICA En la capital de México, la lucha continuó durante diez días. El fuego de la artillería que tan poco daño ocasionaba a los objetivos militares, destrozó principalmente viviendas y establecimientos comerciales e industriales. La mayor parte de la población buscó refugio en los arrabales. Un testigo escribía al respecto: "...la ciudad presentaba un aspecto dramático; no se veía en las calles ni un gendarme, ni un transeúnte o comerciante. En las zonas más cercanas a las líneas de combate, la oscuridad era absoluta... Todas las puertas estaban cerradas, las calles sombrías y desoladas daban la impresión de una ciudad completamente abandonada con una precipitación de locura". El número de muertos durante la "decena trágica" alcanzó la cifra de 3,000; y el de heridos cerca de 6,000. Los cadáveres quedaban tirados en medio de las calles donde los amontonaban, los rociaban de petróleo y los quemaban. El 18 de febrero, un grupo de partidarios de Huerta irrumpió en la residencia de Madero y tras un violento encuentro con sus acompañantes, arrestaron al presidente, al vicepresidente Pino Suárez y a otros. Enrique Cepeda, que participó en ese acto, se dirigió de inmediato a la embajada de los Estados Unidos y relató lo ocurrido a Henry Wilson y a otros diplomáticos. Al escuchar la noticia de la detención de Madero, dijo el embajador norteamericano que hacía ya tiempo que sabía cuándo y cómo se habría de realizar el golpe y que desde hacía varios días lo había comunicado así a su gobierno. A eso del mediodía Wilson recibió la nota oficial de Huerta en la que le informaba que había derrocado al gobierno de Madero, arrestando a los miembros del gabinete y tomado el Poder Ejecutivo en sus manos. A raíz de la caída del gobierno de Madero, la capital cayó en poder de dos agrupaciones militares reaccionarias, encabezadas por Félix Díaz y Victoriano Huerta, respectivamente. Entre ellos no existían motivos serios de discordia, y el embajador norteamericano para coronar la obra comenzada, se propuso lograr el entendimiento entre ambos generales. Con este fin los invitó a la embajada. El encuentro de los dos dirigentes de la reacción tuvo lugar la tarde del 18 de febrero, en presencia del Cuerpo Diplomático y de varios senadores y funcionarios públicos de México, cómplices de Henry Wilson.

Haciendo todo lo posible por dar a sus actividades la apariencia de legalidad, Huerta redobló sus esfuerzos para arrancar a Madero su renuncia “voluntaria”, haciendo otro tanto con el vicepresidente Pino Suárez y prometiéndoles que inmediatamente después serían conducidos a un crucero que el embajador de Cuba, Márquez Sterling, ponía a su disposición para que aquel mismo día pudiesen abandonar el país. El 19 de febrero, el ministro de Relaciones Exteriores, Lascuráin, recibía la declaración que contenía la renuncia del presidente y del vicepresidente. El mismo día 19 se reunió el Congreso para aceptar la renuncia de Madero y de Pino Suárez. De conformidad con la Constitución, Lascuráin pasó a ser presidente provisional y designó en el acto a Huerta ministro de Gobernación, después de lo cual, él mismo presentó su renuncia. Como resultado de toda esta comedia, Huerta pasó a ser automáticamente presidente provisional de la República. Como era de esperar, al llegar al poder Huerta no pensó en cumplir las promesas que hiciera a Madero, todo lo contrario, se apresuró a liberarse cuanto antes de su antecesor. La suerte de Madero y Pino Suárez fue decidida en la siguiente reunión del gabinete que tuvo lugar en la mañana del 22 de febrero. Tras de haber hecho comprender la necesidad de alejar a Madero, Huerta abandonó la sesión, dejando a sus correligionarios que tomasen la decisión en su ausencia. El general Blanquet, con ayuda de Félix Díaz, de Mondragón y de Rodolfo Reyes (hijo éste último del general Reyes, muerto a principios de la rebelión), había elaborado minuciosamente el plan de acción. Aquella misma noche Madero y Pino Suárez fueron vilmente asesinados. Según la versión oficial, la muerte de Madero y Pino Suárez ocurrió durante el tiroteo que surgió al ser atacado el convoy que los conducía detenidos del Palacio Nacional a la penitenciaría. El asesinato se consumó no sin el conocimiento de Henry Wilson. De ello es testimonio su propia conducta para con Madero, después de la caída del presidente, conducta por demás sospechosa....


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